Argentina, como otros países, debe considerar cómo adaptar sus estrategias políticas a un nuevo “futuro de baja fecundidad”, con enfoque proactivo respecto de la inmigración.
Habrá que ver si únicamente en el ámbito de la imaginación del oficialismo libertario el acto del 9 de julio fue refundacional y trascendente. Sea como fuere, es un hecho político de los que no tienen otra cosa que ofrecer que su decálogo del país para pocos. Y si fuera posible, para menos. Tal lo expresado en el discurso que para la ocasión pronunció el Presidente de la Nación, Javier Milei.
Verdad, no muy profusa la imaginación oficialista libertaria. Replica el “Acta del Bicentenario” firmada por el entonces presidente de la Nación Mauricio Macri y todos los gobernadores –en el mismo lugar donde esta vez no estuvieron todos- con motivo de los 200 años de la declaración de la independencia nacional, en 2016. En la ceremonia de ahora, Macri fue invitado en su carácter de ex presidente pero no lo dejaron entrar a firmar el acta. Se quedó en la vereda chupando frío y nadie le recordó su solemne discurso de 2016. Presumiblemente, quizás hasta él lo haya olvidado.
Las motivaciones de fondo de la convocatoria libertaria y la del bicentenario lucen estar guionadas por un ensayo de Karl Marx titulado “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, en el que el pensador alemán da cuenta de la lucha política que llevó al golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851 en París, dado por Luis Bonaparte, sobrino del Gran Corso. En el calendario puesto en vigencia durante la Revolución Francesa esa fecha corresponde al 18 Brumario.
Dice en ese ensayo Marx: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”.
¿Para qué? En las revoluciones para transformar la realidad –prosigue Marx-, “la resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas y no para parodiar las antiguas, para exagerar en la fantasía la misión trazada y no para retroceder ante su cumplimiento en la realidad, para encontrar de nuevo el espíritu de la revolución y no para hacer vagar otra vez a su espectro”. En las restauraciones conservadoras y reaccionarias como las de Macri y la actual, el espectro esta vagando entre la fantasía de la “misión trazada”. Flor de ironía para grupos políticos tan ruidosamente declarados anti marxistas, que se han autoimpuesto como meta histórica barrer con el comunismo. Para no ahorrarnos ninguna ironía, esto último muy a tono con el 18 Brumario.
Milei dice estar muy inspirado por Juan Bautista Alberdi, el “amigo” de Domingo F. Sarmiento. Lo nombró una sola vez en el discurso de Tucumán. Generalmente Alberdi es invocado para respaldar abstracciones sobre la libertad de mercado. Nunca para su consabido y concreto “gobernar es poblar”. Y eso que está la sombra terrible del 18 Brumario. La población argentina ya crece a menos del 1% anual, las familias pronto tendrán menos de dos hijos, o sea que declina la población. Está envejeciendo rápido, cerrando la etapa actual donde el porcentaje de la población económicamente activa (18-65 años) alcanzó su máximo histórico. Son rasgos demográficos que frenan el crecimiento económico, en el que la migración presta una ayuda insustituible para reanimarlo. Si no que lo diga la Argentina del Centenario. Otra vez la sopa del Brumario.