La Casa Rosada tiene la intención de que el primer ministro de Israel visite la Argentina. Lo haría justo cuando el mundo pasa del horror ante las fotos del hambre a las decisiones diplomáticas sobre el conflicto de Medio Oriente y la masacre de gazatíes. Los análisis de algunos investigadores judíos ya hablan de una realidad “concentracionaria” y un plan de supresión de los palestinos.
Su Excelencia baraja la chance de recibir en la Argentina a uno de sus tres jefes, Benjamín Netanyahu. El Presidente Javier Milei no llama así al primer ministro israelí, pero la jefatura se desprende de la realidad. Si un jefe de Estado se alinea con otro, no se trata de una alianza. Es simple subordinación. Uno manda, otro obedece. Netanyahu manda, Su Excelencia obedece. El segundo de sus jefes es la persona a la que Su Excelencia sí llama El Jefe, la presidenta de los libertarios Karina Milei. Y el tercero, con la misma lógica de Netanyahu, es Donald Trump. Si Su Excelencia se declara alineado con los Estados Unidos e Israel, y de nuevo no su aliado como sucedía con la Argentina previoleta respecto de Brasil, también el señor que ocupa la Casa Blanca es su jefe.
Si se deja a Karina aparte, porque lo suyo no es la geopolítica, una de las novedades mundiales de la semana es la discrepancia entre los jefes Trump y Netanyahu.
Al comentar la situación de los chicos de Gaza hambrientos hasta la desesperación, dijo Netanyahu: “Es una mentira descarada. Nadie puede pensar que Israel quiere que se mueran de hambre”.
Cuando fue consultado por la misma situación, Trump dijo: “Las imágenes lo dicen. Esos chicos parecen muy hambrientos. Eso sí que es pasar hambre”.
El tema es analizado en esta edición de Y ahora qué? por Sergio Kiernan. La edición anterior informó sobre la campaña para promover al Nobel de la Paz a la relatora de la ONU para la cuestión palestina, Francesca Albanese.
Albanese tiene un nexo clave con la política exterior argentina. No con ésta, sino con la anterior. En 2022 fue presidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas un argentino, Federico Villegas. Prestigioso diplomático de carrera, Villegas fue votado para el cargo en 2021, cuando era representante argentino ante los organismos internacionales con sede en Ginebra. Antes había ocupado puestos clave en el área de derechos humanos de la Cancillería y fue embajador en Mozambique. Fue justamente bajo la presidencia de Villegas que el Consejo designó por seis años a Albanese como relatora.
La funcionaria no sólo dice que Israel comete una combinación de genocidio y crímenes de guerra. Va más allá y sostiene que para Netanyahu el genocidio es una herramienta. El objetivo final sería la supresión o la erradicación completa de los palestinos de Gaza y Cisjordania.
La revista británica The Lancet estima en 60 mil los muertos en Gaza desde que empezó la ofensiva israelí tras el ataque, probablemente también genocida, de Hamas contra los kibutz del sur de Israel, el 7 de octubre de 2023. La organización terrorista mató más de 1200 personas, violó mujeres y hasta incineró bebés en hornos microondas. Todavía conserva rehenes. Otros cálculos elevan el número de muertos a más de 100 mil.
Por motivos todavía misteriosos, no fueron los miles de muertos los que marcaron un antes y un después en la forma en que el resto del mundo observa la situación en Gaza. Fue el hambre lo que trazó una raya. Y, sobre todo, los chicos con hambre. La foto esquelética de Mohamed Zakariya Ayyoub al-Matouq, un bebé de un año y medio sostenido por su madre y retratado por Ahmed al-Arini, recorrió el mundo. La mamá, Hedaya al-Muta, lo sostenía en brazos.
La ola mundial de indignación, demorada pero firme, tiene efectos diplomáticos. Palestina tiene el rango de Estado observador permanente en la ONU. No es miembro pleno a pesar de que en mayo de 2024 la Asamblea General votó por otorgarle esa condición con una mayoría de 143 países contra nueve. Se abstuvieron 25. En el Consejo de Seguridad los Estados Unidos ejercieron el poder de veto contra la resolución mayoritaria.
La Argentina, ya con Su Excelencia de Presidente, fue parte del pequeño grupo de nueve. Una contradicción con la postura anterior, resuelta durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, en 2010, cuando la Argentina reconoció oficialmente a Palestina como “Estado libre e independiente” y con las fronteras de 1967.
La foto del hambre está logrando que Estados europeos reconozcan o proyecten reconocer a Palestina como Estado.
Netanyahu sigue ostentando la mayoría parlamentaria en Israel por una compleja alianza que va de la derecha a la ultraderecha ortodoxa, y al mismo tiempo cada vez más voces israelíes se pronuncian contra su política de tierra arrasada. Incluso ex altos oficiales y rectores de universidades.
El corresponsal en Israel del periódico argentino Nueva Sión, Leonardo Senkman, escribió que el gobierno de Netanyahu puede ser incluido en la categoría de “democracias iliberales”, un concepto del especialista norteamericano Faared Zakaria. Peor aún: para Senkman, la política en Gaza y su traducción interna consolidaron “un poder transformado en autocrático” por el combo de “populismo de derecha y estado de excepción debido a la situación de guerra permanente”.
“No solamente la ocupación cívico-militar de territorios palestinos y su régimen de apartheid socavan el carácter democrático del Estado judío”, escribe Senkman. “Básicamente, la situación de guerra antiterrorista y la opresión sobre los palestinos provocan la militarización de la sociedad civil.”
Senkman describe la alianza del partido Likud de Netanyahu como fruto del acuerdo con la ultraortodoxia religiosa y “los dictados del partido sionista religioso fascista de Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir”.
Para Senkman, la ofensiva israelí posterior a la masacre del 7 de octubre de 2023 es distinta de las operaciones anteriores “porque ninguna de ellas se propuso aniquilar la estructura civil, matar miles de civiles como ‘daños colaterales’ ni despoblar a gazatíes de la Franja”. El corresponsal por supuesto condena lo que define como “una politización sacrificial de la guerra santa yihad de Hamas de ‘cuanto peor, mejor’”.
Senkman cita una investigación de la politóloga Maya Rosenfeld, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Según ella, la prohibición de entrada de alimentos “provocó una paralización casi total del sistema de ayuda de emergencia”. El segundo paso fueron los bombardeos para confinar a buena parte de la población gazatí en el 20 por ciento del territorio.
Vale la pena citar completo un párrafo del trabajo elaborado en Jerusalén: “Hay pocos crímenes de guerra más atroces que el asesinato a tiros de soldados de un ejército de ocupación contra una multitud de personas hambrientas y asediadas que se agolpan para conseguir comida”. Y sigue así: “En Israel, donde el recuerdo del Holocausto aún influye en las asociaciones de muchos de sus ciudadanos, el asesinato deliberado de una multitud derrotada, desesperada e indefensa se asocia casi automáticamente con las acciones de los nazis”.
Un experto israelí en Holocausto y genocidios, Omer Bartov, sostiene que la idea de convertir en “ciudad humanitaria” a Rafah responde a una definición “concentracionaria”.
Todavía es difícil de medir si la Era Netanyahu llevó a Israel a un punto de no retorno. Pero la dureza de las opiniones de integrantes de la comunidad judía, a las que habría que sumar las de buena parte de la diáspora, podría constituir una realidad inquietante: la vulneración de la tradición humanista del judaísmo hasta podría provocar un retroceso en el avance mundial en términos de recuerdo del Holocausto y la matanza emprendida por la Alemania nazi en los países y zonas ocupadas. El genocidio en Gaza actuaría, en ese caso, en un doble plano. Por un lado, el de la realidad de la matanza. Por otro, el que obligaría al propio pueblo judío y a cualquier humanista a enfrentar mayores dificultades que antes cuando deba combatir el negacionismo sobre el Holocausto, siempre latente.
Su Excelencia está metiendo a la Argentina, es decir a la población argentina, en un arco sísmico tan peligroso como el del Pacífico. El probable tsunami podría alcanzar un nivel que, quizás, todavía ni siquiera sea posible concebir.