Mucho mentar al Maligno pero adiós al velorio papal

¿Y si en lugar de Bergoglio los cardenales hubieran elegido en 2013 un nuevo conservador? Juegos contrafácticos e hipótesis para empezar a describir, en parte, cómo puede ser el mundo con un Papa diferente. Y en el medio, la predilección de Milei: el español dogmático Huerta de Soto es un prócer pero Francisco no merece la asistencia presidencial a su velorio.

Un buen historiador detestaría el ejercicio. Y con razón: los contrafactuales (que habría pasado si…) son una distracción que no permite analizar lo que ocurrió en el pasado. Y menos los porqués.

Pero es difícil resistirse al juego, así que aquí va: ¿qué habría pasado si en lugar de elegir en 2013 un Papa como Bergoglio los cardenales hubieran repetido la carta de un conservador como Juan Pablo II?

Respuesta posible: en medio de un mundo que giraba cada vez con mayor aceleración hacia menos democracia real, más concentración de la riqueza, primacía de los derivados en el mundo financiero, uso de los migrantes y los pobres como chivo expiatorio por la decadencia del Estado de bienestar, o directamente por la miseria, un Papa conservador habría terminado siendo un enorme respaldo para ese proceso de destrucción de los lazos sociales.

Ese proceso global también se dio en América latina. Francisco alcanzó a visitar el Brasil gobernado por el Partido de los Trabajadores, pero sólo tres años después del comienzo de su Pontificado, en 2016, la ultraderecha brasileña echó de un golpe a Dilma Rousseff.

Ningún Papa puede torcer por sí mismo una tendencia global. Ni siquiera era posible cuando la Santa Sede tenía participación militar en la geopolítica europea. Pero el jefe espiritual de mil cuatrocientas millones de personas, y además jefe de un Estado pequeño pero eficiente, puede convertirse en un factor de aceleración de un proceso histórico. Así ocurrió con el modernizador Juan XXIII, que apostó a la coexistencia pacífica en medio de la Guerra Fría, y así ocurrió en otro sentido con Juan Pablo II.

Tal vez, en este juego de hipótesis, el saldo histórico de Francisco sea el de no haber bendecido la regresión de Occidente. Y algo más: podría no haber bendecido y al mismo tiempo haberse quedado quieto, acompañando el nuevo proceso global como un mero observador timorato. O haberse limitado a registrar en alguna encíclica los nuevos males sin hacer ningún gesto, ninguna acción. Sin juntarse con migrantes en Lampedusa, con jóvenes en las playas de Río de Janeiro, con presos, con movimientos sociales en Bolivia. Sin llegar a un acuerdo con China, país que no logró visitar pero con el que llegó a un acuerdo para que el Vaticano participase en la designación de obispos. O, en fin, sin oponerse al bloqueo a Cuba ni haber incidido en la designación en la Argentina de obispos que vienen de ser curas villeros.

Milei sin velorio

Al Presidente Javier Milei le fascinan los símbolos. Y no tiene límites ni los quiere tener. Lo demostró nada menos que tras la muerte del Papa Francisco, jefe de una de las instituciones que utilizan el lenguaje simbólico con mayor destreza desde los siglos de los siglos.

El cuerpo del argentino Jorge Bergoglio estuvo expuesto con el cajón abierto durante tres días en la Basílica de San Pedro. Pero Su Excelencia llegó tarde para un contacto personal que desplegaron, además de miles de peregrinos, desde los jugadores de la Roma hasta Lula. Para información del equipo presidencial, se llama “velorio” y se trata de un antiguo ritual de despedida, homenaje y apoyo mutuo.

Al cierre de esta nota todavía era imposible determinar el porqué de la demora. La única respuesta, oficiosa, era ésta: “El avión presidencial salió más tarde de lo previsto”.

Examinando la agenda previa, la única actividad que Su Excelencia protagonizó en la previa de la partida fue la entrega de una distinción a Jesús Huerta de Soto en una ONG libertaria que ostenta el pomposo nombre de Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas, Eseade. La Eseade ya le otorgó un doctorado a Su Excelencia, y ésa es la única razón por la que la cadena nacional lo presenta como doctor cuando es licenciado.

El español Huerta de Soto ya tiene un nombre conocido en la Argentina. Lo citó el propio Presidente cuando asumió, el 10 de diciembre de 2023. “Como dice el gran Jesús Huerta de Soto, los planes contra la pobreza generan más pobreza, y la única manera de salir de la pobreza es con más libertad”, dijo entonces.

El punto es que antes de la ceremonia Su Excelencia había participado junto con su mentor español de un programa de Antonio Laje. Allí Huerta de Soto, quien al igual que Milei es devoto de una escuela intelectualmente marginal entre los economistas como la austríaca, aseguró que Dios perdonaría al Papa.

Dijo que el Estado es una encarnación del Maligno, o sea del Diablo, y que Francisco había reivindicado el papel del Estado. O sea que, según Huerta de Soto, había pecado.

Quizás olvidó Huerta de Soto dos cosas:

*Que el perdón viene después del arrepentimiento.

*Que a nadie le consta que Francisco se haya arrepentido de sus ideas sobre la integración social, el repudio a la desigualdad y la intervención estatal para garantizar cohesión.

La palabra “Maligno” también es probable que les suene a los argentinos. Quien la usó fue precisamente Milei cuando recién empezaba su carrera política. Casualmente, en referencia al Papa, tildado por él de “representante del Maligno en la Tierra”. Lo dijo a los gritos, como un chico en el tren fantasma.

La utilización en esta época del elemento diabólico como forma de terror es un anacronismo. La propia Iglesia después del Concilio Vaticano II de los años ’60 hizo más amigable su catequesis, que antes provocaba pesadillas en púberes a punto de tomar la comunión.

En todo caso el planteo es sobre el bien o el mal. En 2023, Francisco inauguró un ciclo catequístico sobre “Vicios y virtudes”. Llegó a nombrar al diablo, y lo hizo en este sentido: “Cuidado, el diablo es un seductor. No dialoguen nunca con él, porque es más listo que todos nosotros y nos lo hará pagar. Cuando llegue una tentación, cierren la puerta, la ventana, el corazón. Así nos defendemos de esta seducción”.

En otra parte puso un contexto a su frase anterior. Hablando de las referencias bíblicas a Adán y Eva dijo: “No te sientas dueño de todo, porque el orgullo es el principio de todos los males. Así, Dios pone a los progenitores como señores y guardianes de la creación, pero quiere preservarlos de la presunción de omnipotencia, de hacerse dueños del bien y del mal, que es una tentación. Es el escollo más peligroso para el corazón humano”.

El homenaje al cruzado español, el sobrevuelo del Maligno y la llegada tarde al velatorio no fueron los únicos símbolos de esta semana. Los libertarios pusieron al aire una primera pieza publicitaria de campaña. Una voz parecida a la de Su Excelencia (¿inteligencia artificial o diversión presidencial?) relata cómo los leones van espantando a miles de monos con el culo pelado como los mandriles. La voz profetiza el fin de Mandrilandia. En el medio de la batalla cae una bandera. Dice “Justicia social”. Un concepto diabólico para los libertarios y una de las expresiones preferidas de Francisco.

Perderse el velorio, entonces, puede haber sido un acto carente de diplomacia pero tal vez una demostración simbólica de la falta de sintonía que hubo entre Presidente y Papa pese al abrazo que ambos creyeron conveniente en un momento.

Enemigos poderosos

Más allá del bizarrismo argento, y para colmo bizarrismo de ultraderecha, los vaticanistas siguen la vieja idea de “a rey muerto, rey puesto” y especulan sobre quién es más probable que entre cardenal al cónclave del 5 de mayo y salga Papa.

Aquí va una herramienta de análisis que no excluye ninguna otra. Es verdad que Francisco, contra la tradición del Vaticano, que es una monarquía absoluta, estimuló la discusión colectiva sobre temas sociales, sexuales, de diversidad, económicos y hasta de política internacional. Y al mismo tiempo es verdad que ejerció el poder sin miedo y con decisión. Rompió parte de la primera línea de la curia romana, con excepción de Pietro Parolin, un diplomático a quien hizo secretario de Estado. Y construyó un sistema de cardenales de su confianza, a quienes puso al frente de los diferentes dicasterios (o ministerios) como Víctor “Tucho” Fernández, jefe de lo que fue la antigua inquisición. Esa forma de mando, según los especialistas, fue radial con los cardenales de todo el mundo a quienes él también fue designando, y que formarán mayoría en el cónclave. Si lo radial excluye, como hipótesis, la formación de grupos organizados, pueden cobrar mayor peso los Tuchos. No porque necesariamente uno de ellos vaya a ser Papa sino porque conocen todo y a todos y podrían ser los articuladores de los dos tercios necesarios para elegir al nuevo Pontifex Maximus.

La descripción de la forma de ejercer la jefatura por parte de Bergoglio es simplemente eso, una descripción sin pretensiones valorativas.

El problema de la futurología es que desecha rápido la historia. Incluso la historia reciente.

Por esa historia es probable que Francisco pueda ser recordado como el Papa que dedicó su pontificado de doce años a desarmar, aunque sea en parte, la maquinaria que la ficción refleja tan bien en El Padrino III. Esa poderosa mezcolanza entre las operaciones encubiertas de agencias de inteligencia en medio de la Guerra Fría, el gobierno real de Italia (el famoso sottogoverno, por debajo de la mesa) conectado a la mafia, algunos cardenales y el subsuelo de las finanzas.

Por lo pronto, en 2021 el Papa ordenó que se difundiera el dato de cuántas propiedades posee en el mundo. Eran cuatro mil en Italia y mil en el resto del mundo.

También dio instrucciones para investigar e informar sobre actividades que incluían posibles maniobras de lavado de dinero. Hizo limpieza en la Autoridad de Información Financiera del Vaticano, y medio directorio se fue a su casa.

Al Banco Vaticano, en realidad llamado Instituto para las Obras Religiosas, le mandó publicar informes anuales con sus números verdaderos, que hasta ese momento habían sido secretos. Creó auditorías externas y centralizó la administración de todas las inversiones. Igual que con los crímenes sexuales, Francisco introdujo cambios en el Derecho Canónico para que los sospechosos de delitos financieros o estafas pudieran ser juzgados por un tribunal regular, sin la protección de la propia Iglesia.

A cargo del Dicasterio para la Economía de la Santa Sede en 2022 no nombró a un cardenal sino a un laico español. Y por cierto no fue Jesús Huerta de Soto sino Maximino Caballero Ledo, que antes había trabajado como ejecutivo en Europa, Africa y los Estados Unidos.

Caballero Ledo se propuso cambiar la opacidad por la transparencia pero de entrada advirtió sobre las dificultades a vencer. “Aunque este proceso comenzó en 2014, prácticamente estamos empezando”, dijo.

Otro tanto sucedió con el Opus Dei. Con la orden “Ad carisma tuendum” el Papa degradó al jefe de esa organización influyente dentro y fuera de la Iglesia. Ya no sería más considerado obispo, disminución que incluía la prohibición de usar anillo y vestimenta episcopal. Por instrucciones suyas, el Opus Dei empezó a rendir cuentas al Dicasterio del Clero, obligación que nunca había tenido. Quien había ascendido al Opus Dei a un estatus superior fue el Papa Juan Pablo II en 1982. Y eso no es un juego contrafáctico.

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