La participación de redes extremistas en Brasil y en el extranjero se produjo rápidamente. Replicaron frenéticamente el tuit de Musk y renovaron su repertorio de ataques al Supremo Tribunal Federal y a las instituciones, así como denuncias sobre la supuesta “dictadura del sistema” en Brasil.
Desde Porto Alegre, Brasil.
Un detalle llama la atención en el ataque inusitado de Elon Musk de 6 de abril a Alexandre de Moraes: el dueño de “X”/ex-twitter aprovechó un posteo del ministro del Supremo Tribunal Federal hecha en la plataforma el 11 de enero pasado, o sea hace casi tres meses.
¿Y por qué es eso? Sencillamente porque esa fue la última publicación de Moraes sobre “X”. Una publicación, por cierto, neutral, que felicita al ex colega del STF Ricardo Lewandowski por su nombramiento para el cargo de ministro de Justicia en el Gobierno Lula.
La provocación de Musk no tiene nada que ver con el contenido del post de Moraes. Es sólo un silbido para la manada fascista brasileña e internacional: “¿Por qué exigen tanta censura en Brasil?”, escribió.
A falta, por tanto, de cualquier hecho momentáneo que pudiera darle lugar a algún protagonismo, Musk decidió entonces utilizar la última publicación de Moraes para lanzar la operación de guerra híbrida.
Musk haría esto de todos modos, incluso si Moraes hubiera publicado algo sobre la cultura culinaria del interior de São Paulo. Lo que importa es que Moraes personifica, para la extrema derecha, el objetivo central de la lucha contra la democracia en Brasil. El ataque en su contra sirve como detonante para la movilización de la horda extremista para desestabilizar el país y debilitar al gobierno de Lula.
La participación de redes extremistas en Brasil y en el extranjero se produjo rápidamente. Replicaron frenéticamente el tuit de Musk y renovaron su repertorio de ataques al STF, a las instituciones, así como denuncias sobre la supuesta “dictadura del sistema” en Brasil.
También fue notable la sincronicidad de la articulación de líderes de extrema derecha en EE.UU., Europa y América Latina en la “defensa de la libertad” de expresión y manifestación, que, en vocabulario fascista, es sinónimo de libertad criminal para atacar la democracia y el Estado de derecho.
El perfil bolsonarista @CissaBailey, que se describe a sí mismo como comentarista político, afirma que Musk siempre permite el acceso a Starlink “en zonas de guerra, y estamos en una [guerra híbrida]”, recordando que Musk “tiene los mayores contratos militares de Estados Unidos”.
Sintomáticamente, en una transmisión en vivo el domingo, Bolsonaro celebró que “la democracia brasileña ha ganado fuertes defensores en el exterior”.
“La democracia en el país está en grave riesgo, especialmente nuestra libertad de expresión, con censura, cárceles y otros absurdos. Es necesario luchar por el retorno de la normalidad democrática”, dijo Bolsonaro, añadiendo que “la “X” está mostrando las entrañas del poder [en Brasil] después de que Musk lo comprara”.
La relación de los uniformados y el bolsonarismo con Elon Musk tiene malos precedentes. El 20 de mayo de 2022 el gobierno fascista-militar con Bolsonaro concedió al dueño de X la medalla de la Orden el Mérito de la Defensa, que “tiene por finalidad premiar a las personalidades civiles y militares, brasileñas o extranjeras, que prestaron servicios relevantes a las Fuerzas Armadas”.
En la ceremonia, Bolsonaro destacó que la presencia de Musk en Brasil tiene un valor “inmaterial” [sic]. Y agregó: “Podríamos llamarlo el ‘mito de la libertad’”.
Bolsonaro también afirmó que la compra de Twitter por parte de Elon Musk significó “un soplo de esperanza para nosotros aquí. El mundo entero pasa junto a personas que quieren robarnos esta libertad. Y la libertad es la semilla del futuro”.
El acto convocado por el bolsonarismo para el 21 de abril en Río consiguió un combustible poderoso, y el clamor fascista contra el Estado de Derecho cobró fuerte impulso en el país. Con el ataque al Supremo Tribunal Federal y a la soberanía nacional, Musk pitó el llamado a una nueva ofensiva de la manada fascista.