Politólogo Nejamkis: “En las provinciales se vota Sí o No a Milei y al kirchnerismo”

La tensión en las elecciones de la estratégica provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre estará puesta en si se vota “por sí o por no” al Gobierno de Javier Milei o si la disyuntiva estará en aprobar o no a la variante kirchnerista del peronismo, según Facundo Nejamkis, licenciado en Ciencia Política de la UBA y director de la consultora Opina Argentina. El politólogo sostiene que aún “no se sabe cuál” de las dos alternativas “va a dominar la elección”, pero asegura que hay “un escenario parejo” de fuerzas y que la imagen del Jefe de Estado, aunque debilitada por la economía, no baja de los 45 puntos.

No será la madre de todas las batallas, pero por lo menos es una hermana poderosa, una tía influyente o una pariente tan cercana que baraja las mayores cartas. Los comicios bonaerenses están llamados a sacudir la escena política. Si la Alianza La Libertad Avanza pierde, habrá “un impacto negativo en la gestión del Gobierno” frente a los mercados, evalúa el consultor. En el flanco del peronismo, las posibles consecuencias de ganar o perder aún no se pueden medir. Sería como entrar hoy en la Dimensión Desconocida. Así lo analiza Facundo Nejamkis:

–¿Cuál es la fotografía que ofrece esta semana la imagen de Milei? ¿Siguen influyendo en su favor que la inflación y el tipo de cambio no luzcan fuera de control?

–Nosotros tenemos un Presidente que se ha manejado con una imagen dentro de un rango entre 45 y 55 puntos desde su llegada al poder. El momento de los 55 puntos fue el de la llegada al Gobierno. Y, por ejemplo, también en el último trimestre del año pasado. Cuando se lo encuentra más errático en el manejo del dólar y de la inflación, esos números bajan. Descienden por debajo de los 50 puntos. En el caso particular de este momento, es una situación en la cual el Gobierno está más cerca de los 45 puntos que de los 55 puntos.

–¿Cuál es la razón de que se haya debilitado la popularidad de Milei?

–Principalmente se debe, a mi juicio, a tres razones. Una de ellas es que el valor del dólar no está en los niveles que el Gobierno había pronosticado después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El segundo punto son los niveles de precios, que también muestran ciertos movimientos que no estaban dentro de las expectativas. La tercera razón es que la economía no se encuentra en los niveles de consumo, producción e inversión en niveles que se esperaban a finales del año pasado.

–¿En qué lugar de la sociedad se puede ubicar a quienes se sienten desilusionados?

–El combo económico que se genera muestra a la imagen de Milei más cerca de su núcleo más duro de apoyo que de aquellos votantes blandos que lo votaron, en muchos casos, en el balotaje de 2023. Son ellos, quizás, quienes dudan más respecto del apoyo. Esto no quiere decir que si hubiese ahora un balotaje entre Milei y Sergio Massa el resultado sería otro. Probablemente, tendría el mismo resultado o un resultado parecido.

–¿Hay otros motivos para explicar la erosión presidencial?

–Se puede mencionar, quizás, la incertidumbre electoral. En cuanto al tipo de cambio, está más cerca del techo de la banda de flotación. Esto hace que los niveles de consumo, de inversión, de  crecimiento tampoco sean los esperados. Eso genera una situación de cierto distanciamiento de la propuesta presidencial en los votantes más blandos de aquel balotaje.

–Que mantenga Milei niveles de aprobación a pesar de los problemas de empleo, consumo y otros fundamentales ¿no se sustenta también en que el elector suele dar todavía un crédito en una elección de medio término?

–Eso no es contradictorio con lo que veníamos expresando. Ese efecto va a ocurrir, seguramente. Los votantes de medio término de un primer mandato tienden a ratificar la confianza cuando no hay una situación muy decepcionante. Tratan de darle al Gobierno una extensión del crédito inicial.

–¿Qué se puede esperar entonces para los comicios legislativos del 26 de octubre?

–Por un lado, el análisis no significa que el Gobierno vaya a sacar un 55 por ciento de los votos como en el balotaje. Pero que sí, probablemente, sea el ganador de las elecciones de medio término.

–¿A qué se puede atribuir que mucha gente forme una impresión favorable sobre el Presidente sin relacionarla con las mayores penurias económicas que se sufren?

–La gente, en general, vota en función de las expectativas que tiene. Puede ser que lo que vos consideras como un presente negativo, se vea  tamizado por la expectativa de un futuro mejor. Entonces eso hace que el voto no tenga la explicación que se relaciona directamente con una situación económica puntual y concreta de este presente ¿Cómo puede ser que ante una situación de estas características el Gobierno gane las elecciones? Bueno, lo que pasa es que una parte de la población tiene todavía la expectativa de que este Gobierno tiene la solución real y concreta para resolverlo. Que este Gobierno va a mejorar y resolver los problemas que vino a resolver.

–No me refiero tanto al momento de votar sino a la hora de opinar de manera positiva de Milei cuando son consultados.

–Es que tal vez no todos tenemos la misma visión de lo que pasa en el país. Tal vez lo que a vos te parece que no está bueno para el país, para otro sí. Por otro lado, el voto no tiene siempre una explicación racional. No todo se basa en cuestiones materiales. A veces las explicaciones son de tipo emocional. Y muchas tienen que ver con el sector social al que uno pertenece. A cómo se miran las cosas desde ahí. Y también están las experiencias pasadas. Es más complejo que reducirlo pura y exclusivamente a cómo está tu situación económica personal o a cuánto aumentó el colectivo.

–Un filósofo nos comentaba esta semana que otro factor que contribuye a mantener la expectativa en el Gobierno, es la falta de una figura de peso en la oposición. Por lo tanto, a mucha gente no le agrada dar pasos hacia el vacío.

–Es posible que la ausencia de un liderazgo opositor relevante tenga como resultado una dificultad más profunda para que un espacio opositor contenga una mayoría social. Pero también es cierto, y más probable, que cuando a un Gobierno le va mal, surjan liderazgos alternativos. Si no, para que a un Gobierno le fuese bien o le fuese mal, solo dependería de que apareciese algún liderazgo opositor. En realidad, cuando al Gobierno le va mal es el momento en que el liderazgo opositor aparece. Es la variable dependiente más que la variable independiente.

–¿Qué sucede con ese sector de la población que está afirmando ‘no voy a votar por nadie, no me gusta ninguno’?

–Eso para mí tiene una explicación: tenemos un espacio político qué es un producto, y ganó, a raíz de una crisis de representación. Una crisis de representación de los dos espacios políticos que venían ocupando la escena política en Argentina. Y que son el peronismo y Juntos por el Cambio. La emergencia política, en este caso, la lidera Milei. Pero eso no resuelve el problema. El problema se resuelve si Milei resulta exitoso. Y eso todavía no sucedió. Entonces, la decepción de una parte de la población sigue vigente. La crisis de representación se resuelve cuando aparece alguien que no solo desprecia a esos sectores sino que, al mismo tiempo, resuelve los problemas que derivan de la emergencia de crisis de liderazgos.

–La crisis de representación parece venir de lejos.

–Néstor Kirchner no resolvió los problemas de la crisis de representación ni en 2001, o 2002 o 2004. Los resuelve cuando se va, en 2007, con el 70 por ciento de imagen positiva. Ahí se cierra el círculo. Entonces, todavía no pasó el tiempo suficiente. Eso no quiere decir que vaya a pasar. Puede ser que no pase nunca.

–¿La elección en la Provincia de Buenos Aires el 7-S estará planteada entre ‘Milei sí, o Milei no’?

–Va a haber dos preguntas en tensión. Una será: ‘Milei ¿sí o no?’. Y la otra va a ser: ‘Kirchnerismo ¿sí o no?’ Todavía no se sabe cuál va a dominar la elección de septiembre. Eso por un lado. Por otro vemos un escenario parejo. Es un territorio con un peronismo muy fuerte y con un plan económico que donde más afecta es en el Conurbano.

–¿Qué consecuencias políticas traería aparejado un eventual triunfo del peronismo?

–Tendría un impacto muy fuerte en el Gobierno. Un impacto negativo sobre la gestión del Gobierno. Porque hay una expectativa en los mercados de que Milei consolidaría su Gobierno si obtuviese un triunfo contundente en la Provincia de Buenos Aires. Una victoria de la oposición iría en contra de esta idea. Y, por otro lado, un triunfo del peronismo probablemente tenga consecuencias sobre el universo opositor pero todavía no podemos conocerlas.

–¿Y una eventual derrota del peronismo provincial no causaría un sismo en el movimiento?

–Una derrota en su propio territorio, en una elección local, tendría un impacto muy fuerte, tal como decís, en la articulación de un frente opositor. Cuáles son las características que tendría ese impacto, todavía es algo de muy difícil pronóstico.

–¿Qué futuro se le puede atribuir a esa tercera fuerza incipiente que se llama Somos Buenos Aires en la Provincia o Provincias Unidas aún en etapa de consolidación?

–Eso es muy interesante. Pero lo que vemos es que todavía carece de lo más importante que hace a un espacio político: un liderazgo. Lo más importante no es el espacio político propiamente dicho, sino el liderazgo. La gente no sigue hoy a una pluralidad de líderes. Esta es una época de hiperpersonalización de la política. Y ese espacio todavía carece de un liderazgo y sobre todo de uno a nivel nacional. No está claro, entonces, qué dimensión tiene eso en el país.

–Para la elección del 7S en la Provincia ¿con qué método se investiga semejante dispersión de distritos, municipios y candidaturas?

–Se hace una muestra como cuando uno mide una elección nacional, pero de acuerdo al territorio que se quiere medir. Si se quiere medir la Provincia de Buenos Aires o La Matanza, son encuestas diferentes. Nosotros utilizamos la fórmula clásica que se aplica para una encuesta presidencial.

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