No te sientas cómodo en el país oficial

Hasta Posse, el jefe de Gabinete, habló y dijo. La competencia de monedas. Dolarización, no. Librecambio mientras los Estados Unidos son cada vez más proteccionistas. Y algunos consejos sobre cómo hacer frente al país oficial que, al margen del Presidente, se puso en modo comunicativo.

El miércoles el país oficial estuvo comunicativo. El Presidente de la Nación Javier Milei, el ministro de Economía Luis (el Toto) Caputo y el ideólogo gubernamental Federico Sturzenegger, en tres instancias no institucionales diferentes, dieron cuenta del camino que recorre el gobierno, reconvinieron a sus críticos, y se manifestaron acerca de las metas que se propone alcanzar. Incluso, en la fecha pero dentro de la órbita institucional, el usualmente silente Jefe de Gabinete Nicolás Posse –en rigor, junto a la hermana Karina, admiradores incondicionales de Buster Keaton y Marcel Marceau– cumplió por primera vez luego de cinco meses con su obligación constitucional de informar mensualmente al Congreso de la Nación sobre la marcha de la gestión (art. 101 de la CN). En este caso fue al Senado de la Nación. Por lo visto, los martes orquídeas y los miércoles chamuyo.

Milei fue el lógico principal invitado a un almuerzo en un hotel porteño, dispuesto por un conjunto de grandes empresas agrupadas en un sello con pretensiones de influencias en el plano de las ideas. No todo es dinero en la vida, al menos a muy corto plazo. Instó a los empresarios a tener el coraje de invertir. Recibió como sonoras respuestas -en medio de aplausos aprobatorios y regodeos de cómo está estrolando a la clase trabajadora- sugerencias cariñosas del tipo “más coraje, que tenga tu abuela” expresada en metonimias testiculares.

Un frecuentador de las Sagradas Escrituras y que invoca a las “fuerzas del cielo” debería tener presente esto: “¡Acumula, acumula! ¡Eso claman Moisés y los profetas! (…) Nunca servirá, por lo tanto, para representar la producción capitalista como algo que no es, es decir, como una producción que tiene como propósito inmediato el consumo de bienes o la producción de medios de disfrute, para los capitalistas. Esto sería pasar por alto el carácter específico de la producción capitalista”. Milei, en extremo renuente a las enseñanzas que se extraen de la hagiografía de Karl Marx, sin embargo debería caer en la cuenta, como cayó Abraham con Moisés y los profetas, de que nadie invierte por virtud, sino por necesidad. Y en esta tan hegeliana batalla entre la libertad y la necesidad, es muy mala señal que un gobierno exhorte a invertir. De entre las pésimas, la peor.

Competencia de monedas 

En el inició de su alocución, Milei reprochó falta de seriedad a los que alertan sobre el atraso cambiario, del que negó su existencia argumentado que «si tuviéramos un problema de atraso tendríamos una sistemática caída de las reservas, sin embargo, no paramos de comprar”. Para Milei “el problema no está en el atraso del tipo de cambio”. Entiende que la mala hora nacional es a causa de que la Argentina “sufrió un shock de productividad que se llama 20 años de populismo”. Milei afirmó que “no hay déficit fiscal, el riesgo país está cayendo, no estamos perdiendo reservas ni estamos necesitando el financiamiento de nadie”, en razón de lo cual el objetivo del gobierno es ir en pos de la «competencia de monedas». ¡Ué… Paisano! ¿E che dire della dollarizzazione? Cos’è la concorrenza delle monete?

El momentáneamente locuaz Posse en las preguntas realizadas en los días previos por los Senadores, hechas y respondidas por escrito a modo de prolegómeno de la exposición oral, ante un interrogante concreto sobre el tema dolarización formulada por un legislador del radicalismo contestó: «El Ministerio de Economía especifica que la dolarización de la economía no está en la agenda económica, pero sí la libre competencia de monedas vigente como fase final para el proceso iniciado en diciembre con el saneamiento de la hoja de balance del Banco Central (…) En este sentido, las condiciones necesarias para implementar el régimen basado en la libre competencia de monedas son, principalmente, el superávit fiscal, la acumulación de reservas internaciones y la reducción de los pasivos remunerados del Banco Central a niveles sustentables y el saneamiento de su hoja de balance. Estas condiciones permitirán reducir la tasa de inflación y mantener la competitividad del tipo de cambio oficial, permitiendo avanzar con una liberalización paulatina y unificación del mercado de cambios».

Acerca de la “competencia de monedas” también se refirió el comunicado de prensa del FMI del lunes, en el que se anunció que con el gobierno argentino llegaron a un acuerdo sobre “la octava revisión en el marco del acuerdo SAF (Servicio Ampliado del Fondo) de Argentina. Sujeto a la aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI, Argentina tendrá acceso a desembolsos acordes con el programa”.

Entre los entendimientos sobre las metas “económicas para afianzar los logros alcanzados hasta la fecha” alcanzados entre el gobierno argentino y el FMI en el ámbito de la política monetaria y cambiaria, se destaca que “La prioridad sigue siendo apuntalar el proceso de desinflación y fortalecimiento de las reservas internacionales y el balance del banco central. En la transición hacia un nuevo régimen monetario (que involucra la competencia de monedas), la política monetaria evolucionará para seguir anclando las expectativas de inflación y la política cambiaria se hará más flexible, al tiempo que se seguirán reduciendo las restricciones y controles cambiarios a medida que las condiciones lo permitan”.

Entonces, ¿en qué quedamos?

El mismo miércoles una entrevista a Caputo, en un canal de streaming muy afín al país oficial, tuvo como eje que el ministro dejara muy en claro que el 8,8% de inflación de abril es una señal inequívoca de que se marcha en la dirección correcta. Al respecto, Caputo subrayó que “estamos haciendo lo que dijimos que íbamos a hacer y está pasando lo que dijimos que iba a pasar”. Y con relación a la «competencia de monedas», la caracterizó como la meta ineludible del gobierno y dijo que “Esto estaba estudiado. Fue la razón por la que nos pusimos de acuerdo. Tenemos todo preparado para la dolarización. Está recontra estudiado”.

¿Dolarización? No. Competencia de monedas, sí. Según Caputo eso es dolarización, según Posse la dolarización de la economía «no forma parte de la agenda» del gobierno y pierde estatus a favor de la competencia de moneda, tan bien receptada por el FMI.

Veamos lo que tuvo para decir sobre este intríngulis Federico Sturzenegger, que a unas 20 cuadras de donde hablaba el presidente –y para la misma hora-, en otro hotel internacional invitado por una ong global también a almorzar y conferenciar, dijo que “ganar la batalla fiscal, es ganar la batalla de la inflación”. No se refirió ni al debate sobre atraso cambiario sí o no, ni a la competencia de monedas, ni a la dolarización. Sturzenegger, el gran ideólogo del gobierno, se abocó a desenmascarar las siete falsedades del kirchnerismo. La negativa de Sturzenegger de incurrir en las setenta veces siete, y mantenerse firme en lo imperdonable de la denuncia, en la cuarta de ellas dijo que es una falsedad total del kirchnerismo que “las importaciones amenazan la producción nacional”. Sturzenegger manifestó que cada importación genera su exportación por lo que en ese aspecto no hay que preocuparse por la balanza comercial –siempre y cuando se viva en el reino del librecambio. En una geografía mundial parcelada en 195 países, curiosamente Sturzenegger sostuvo que de acuerdo a la experiencia recogida en “200 países” no hay ninguna relación entre nivel de apertura al mundo y nivel de empleo. Pinta que hace falta la exageración para llevar agua al molino librecambista.

La trampa 22

“Trampa 22” es una novela de Joseph Heller de los ’60 que satiriza la guerra, de la cual se hizo una película en los ’70 y una reciente serie. El título refiere al artículo 22 del reglamento de aviación de combate. Y es una trampa lógica. Si uno vuela esta cuerdo. Solicitar que no es posible pilotear el avión de combate porque se está loco, es una inconsecuencia porque si estuviera loco no podría pilotear. He ahí la trampa burocrática en una novela antibélica y he ahí el chamuyo mucho más modesto con que el gobierno arrió hasta nunca su gran bandera de la victoria electoral: la dolarización. Y para no quedar en bolas y a los gritos, enarboló el pendón de la competencia de monedas.

Si-como dice el gobierno- la austeridad fiscal nos devolverá una Argentina sin inflación, ¿para qué dolarizar? Si tras la estabilidad el peso, nuestra vilipendiada moneda de siempre resulta tan fuerte como el dólar ¿qué sentido tendría una competencia entre iguales? Sería como chupar un clavo, un puro vicio. Pero sería una tenida amañada, porque el gobierno –que si se da la competencia de monedas también tiene que optar- seguirá cobrando los impuestos en pesos. Cobrar impuestos en la propia moneda es la condición necesaria para la vigencia plena del circulante nacional.

Posse dijo que la dolarización no forma parte de la agenda gubernamental. Y si se cobran impuestos en pesos, la dolarización que surja de la potencial competencia sería marginal y -hasta cierto sentido- abstracta. Hasta el FMI les dio una mano para salvar la ropa. Al fin y al cabo, la autoridad monetaria mundial está muy lejos de tener alguna empatía con la idea de dolarizar.

El país oficial

El país oficial está bárbaro. Estamos donde queremos. En el país oficial el salario recupera poder de compra, la inflación está en franco retroceso, la desangelada recesión en vez de transmutarse en una temible depresión va en camino de la multiplicación de los panes. Y las monedas oficialmente compiten. En el país oficial el gobernante duerme oficialmente sin preocuparse, nos alecciona su canción de cuna. 

El país oficial tiene un problema con la realidad. ¿Pero quién o dónde no hay problemas? Un día antes que Sturzenegger expresará su inconmovible fe librecambista el POTUS Joe Biden rompió records de medidas proteccionistas y su rival a la reelección en noviembre, el former POTUS Donald Trump, le dijo que se quedó corto, que él iba a ir más fondo. La alineación a pie juntillas con los gringos evidentemente termina ahí. Paradójico, en un asunto donde no hay excepción que confirme la regla que valga.

Esto trae mucha, pero mucha tela para cortar sobre el dólar como moneda mundial. Pero el país oficial vive en la isla de Morel. Nada cambia y el tiempo no pasa, todo se repite como estuvo en su mejor momento, en el momento del esplendor. Es por eso que no se ven obligados a explicar cómo afectaría la ahora denominada “competencia de monedas” el escenario tan cambiado de la globalización, en verdad de la desglobalización. Tampoco se ven en el aprieto de elucidar como queda su relación nivel de empleo – nivel de importaciones en cero (dice Sturzenegger, que así de nula es) frente a una experiencia argentina de la que se infiere exactamente lo contrario; frente a los responsables políticos estadounidenses que propagaban que el libre comercio era casi un bien puro y ahora declaran –sin ambages- que la flexibilización a principios del siglo XXI de las restricciones comerciales fue un desastre para la fuerza laboral manufacturera estadounidense.

Y hablando del país oficial y la porción importante de sociedad civil que banca este engendro, no te sientas cómodo en el país oficial. Ese que querías que fuera tu país, no lo es. Cuando todo esté incendiado, no vengas con el cuento de que te engañaron otra vez. No seas tan cínico o cínica. No te hagas el boludo o la boluda. Vos querías que te saquen de encima a los cabecitas negras y te consideren especialmente. Vos no sos como esos negros ladrones, vagos de mierda. Esa fe en el descrédito al prójimo, esa otra desmentida al Mateo de setenta veces siete son para los Sturzenegger del país oficial. No corrés en esa. 

En el mundo real al sonriente Gato de Cheshire no se le puede cortar la cabeza porque le desaparece el cuerpo, la Reina de (falta de) Corazones si corta cabezas y negocia con la felonía radical los zorras y las UBAS. El país oficial es un país para pocos donde no hay pasaportes para nadie. Nunca lo olvides y no te confíes en que la única verdad es la realidad. No es automático para la gente que esa realidad no sea la del país oficial. Fijate si no cuando pagás el gas, la luz, la comida o los boletos en aras de la competencia de monedas.

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