Por qué Techint festeja que la nueva planta de Gas Natural Licuado vaya a establecerse en Río Negro y no en la provincia de Buenos Aires. La colonización del Estado con directivos de Paolo Rocca. La inundación de YPF con funcionarios suyos. El plan de largo plazo de la tercera familia más rica de la Argentina.
Cuando, por designación de Su Excelencia, el directivo histórico de Techint Horacio Marín asumió como número uno de YPF, un periodista llamado Granovsky consultó a un experimentado especialista en energía.
–¿Qué tal es Marín? –fue la pregunta.
–Ojalá lo tuviera en mi equipo. –fue la respuesta. El equipo de quien respondió es el peronismo y, genéricamente, el campo nacional.
–¿Cuáles son sus condiciones?
–Es un gran ingeniero, un gran experto en la industria petrolera y un gran cuadro técnico, con conocimiento histórico del terreno en que se mueve y capacidad de análisis y decisión.
–Si es que lo puso Techint, ¿la idea es destruir YPF?
–No me cierra con el nombre de Marín. Normalmente cuando una empresa busca destruir a otra nombra a un gerente financiero, familiarizado con la timba, y no a un hombre de la producción.
–Entonces, ¿cuál podría ser el proyecto?
–Me parece que no sería liquidar YPF sino aprovechar su estructura para complementarla con la de Techint.
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El miércoles 31 de julio YPF, con Marín de presidente del directorio, anunció que no instalaría la planta de gas natural licuado en Bahía Blanca sino en Punta Colorada. Es decir, la provincia de Río Negro en lugar de la provincia de Buenos Aires sería la receptora de una inversión de por lo menos 30 mil millones de dólares.
Todo podría haber tenido un cariz más técnico si Su Excelencia el Presidente Javier Milei no hubiera invadido el Proyecto GNL con sus descalificaciones habituales. Primero afirmó que sin duda la planta no iría a Bahía Blanca. Y luego completó su anticipo tratando al gobernador Axel Kicillof de “comunista”, “socialista” y, naturalmente, “empobrecedor”. El fundamento para esas afirmaciones habrían sido las críticas de Kicillof al régimen de grandes inversiones, el RIGI que fue aprobado dentro de la ley Bases y que asegura una libertad en el drenaje de divisas única en el mundo capitalista. Drenaje que estará en condiciones de hacer la propia Techint a pesar de que, como es una empresa transnacional, su problema aquí no es el fondeo.
En ese tablero, el anuncio de YPF, corroborado luego por su socia malaya Petronas, no resultó asombroso por su contenido sino por su apresuramiento.
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YPF será una sociedad anónima, pero su accionista es el Estado. El nacional y los Estados provinciales. Nadie podía pensar que la independencia técnica de Marín y los otros miembros del directorio, dos de los cuales también vienen de Techint, siempre que existiera y los llevara a optar por Bahía Blanca, superase el deseo presidencial.
Marín ya había desafiado a Kicillof en público, dos meses atrás, durante un reportaje televisivo con Carlos Pagni. Dijo que para tener chanches de quedarse con la inversión la provincia de Buenos Aires debía adherir al RIGI. Es justamente lo que hizo el gobernador de Río Negro Alberto Weretilneck. Y lo hizo tan rápido que anunció la adhesión provincial aunque el RIGI todavía no esté ni siquiera reglamentado.
Ya después del anuncio y también por televisión, ante Eduardo Feinmann en el canal Metro explicó que en su familia la reivindicación del mérito viene desde su abuela. Y que él hizo carrera, primero tenística y luego gerencial, gracias a ese mandato familiar. “Yo celebro que el Presidente me haya elegido para encabezar YPF, porque es un reconocimiento al mérito”, dijo Marín.
Como queda dicho por boca del experto peronista, que pidió reserva de identidad, Marín no carece de méritos técnicos. A la vez, sería ingenuo pensar que Su Excelencia lo designó en YPF sólo leyendo su CV o recurriendo a las artes de Karina en el Tarot. Los gobiernos tienen una parte de su funcionamiento que se asemeja a la de un equipo de fútbol. El director técnico estudia, orienta y luego va acomodando las tácticas, pero antes que nada elige. Y en esa elección de jugadores establece como mínimo un piso del 50 por ciento del estilo futuro. Marín fue el ceo de Tecpetrol, del grupo Techint. Otro dato que obliga a evitar toda ingenuidad es que Marín no solo es presidente de YPF. También logro ser elegido ceo, chief executive officer, o sea el super gerente general. No solo preside el directorio, un órgano colegiado, sino que está a cargo del día a día operativo de la empresa que es la principal productora de gas y petróleo del país y, vaya curiosidad, también la principal competidora de Tecpetrol.
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El vice de Exploración y Producción de YPF es Matías Farina, también de Tecpetrol. Vice a cargo de Infraestructura, Gustavo Gallino, que había sido responsable de la construcción de la obra civil del gasoducto Néstor Kirchner. El director financiero es otro directivo de Techint, Federico Barroetaveña. Y en Economía, bajo Luis Caputo, el subsecretario de Hidrocarburos es el Techint boy Luis de Ridder.
Su Excelencia no sólo recurrió a directivos de Techint para YPF. Escogió nada menos que a Julio Cordero como secretario de Trabajo, que sería el ministro si la cartera no hubiera sido bajada de rango. Cordero y su equipo vienen de Techint, donde el secretario fue jefe del Departamento de Legales.
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Nacido en Italia en 1952, Paolo Rocca es el jefe de la familia, la tercera más rica del país, que financió la campaña de Su Excelencia y siempre respalda al Presidente. En Italia fue militante de la agrupación de extrema izquierda Lucha Continua. Continuó su lucha al llegar a la Argentina a los 26 años, en 1978, pero ya como parte del clan familiar.
Amigo de las frases fuertes, cada tanto pega un cimbronazo. Lo hizo en 2012, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Dijo entonces: “A partir de 2008 el Gobierno perdió el rumbo. No se sabe para dónde va. La Argentina tiene un gran potencial pero está muy mal gestionada y a partir de 2008 la competitividad comenzó a caer”. La entonces Presidenta le respondió preguntándose si lo que buscaba Rocca era una baja del costo laboral, y quien era viceministro de Economía lo tildó de “ignorante”. Para agregar luego: “Rocca perdió la brújula porque lo primero que ignora son los números de su propia empresa, a la que le va muy bien. Habría que bajar el precio de la chapa y fundir al señor Rocca, pero no lo vamos a hacer a pesar de que habló mal de nosotros”.
Aquel viceministro se llamaba Axel Kicillof, el mismo que luego llegaría a ser ministro, en 2019 sería electo gobernador de Buenos Aires y en 2023 reelecto para el mismo cargo.
Al margen de cualquier definición suya, que no deja traslucir, Kicillof aparece hoy como una de las figuras nacionales del peronismo. Habrá que seguir los pasos de Rocca luego de su triunfo con la planta de GNL para comprobar una hipótesis: si su sueño húmedo es un mundo sin peronistas y, sobre todo, sin gremios con capacidad de negociación como para equilibrar la acumulación geométrica de Techint.