En la nota que sigue, basada en los datos del QMonitor de cuya presentación ella misma participó, María Fernanda Ruiz analiza qué hizo, o que no hizo, Fuerza Patria en las elecciones nacionales de octubre. Su hipótesis, que aquí va para abrir el debate, es que no sólo no hay estrategia: tampoco hay conciencia de la necesidad de tenerla.
En 2015 la mayoría de las explicaciones sobre la derrota electoral del peronismo le atribuían un mérito fundamental a la comunicación que Jaime Durán Barba y Marcos Peña habían pergeñado para Mauricio Macri.
Diez años después, sabiendo de la magnitud de la estructura nacional e internacional de comunicación política que sostiene a Javier Milei en los medios tradicionales y en las plataformas digitales, la gran mayoría de la dirigencia peronista prescinde de dar esa batalla.
Son efectivamente miles de realizadores y colectivos de militancia político comunicacional, influenciadores, junto con periodistas y medios comprometidos con otro modelo de país desplegados en todo el territorio nacional, quienes se asocian para intentar potenciar la palabra opositora en el mundo de las redes sociales. Lo hacen con periodismo, con arte, con creatividad, con sus propios recursos económicos, profesionales y personales, como también en pequeños núcleos organizados en la comunidad. Esos núcleos tejen a veces enormes redes subterráneas de trabajo conjunto sacando fuerzas de flaqueza.
Sergio Massa supo valorar a estos creadores en 2023, y Juan Grabois trabaja con un equipo estratégico desde hace años. En lo comunicacional Cristina sostiene su propia voz, con la lucidez y el coraje que la caracterizan, y Axel Kicillof comunica gestión e ideales pero con muy bajo volumen. Ni el PJ, ni la CGT, ni ninguna estructura política opositora despliegan una estrategia comunicacional que potencie a esas miles de voces en las que el pueblo se expresa políticamente en la territorialidad digital.
La inmensa marea verde ha sido descalificada y deslegitimada por gran parte de la política opositora, en pleno arrasamiento de las políticas públicas y los derechos adquiridos por parte del oficialismo que quita la palabra “género” de todos los sitios donde la halla, mientras fomenta la guerra cultural libertaria para que mujeres y diversidades volvamos al silencio.
¿Qué costo tiene ese ejercicio de silenciamiento oficialista y opositor de las voces de mujeres y diversidades en la agonía comunicativa del campo popular? ¿Qué porción de la vitalidad comunicativa de la lucha popular ha sido relegada por propios y ajenos?
En ese árido contexto para las disputas simbólicas que necesitamos mientras en los medios públicos de la Argentina en los que nos extasiamos con la cultura nacional y latinoamericana poco tiempo atrás, los gemelos Tuttle les explican a las niñeces de nuestro país que estudiar en la Universidad no es necesario para “triunfar en la vida”.
Así con todo, en medio de este despropósito, las y los creadores de contenido (así los llama el mundo digital) que se asumen opositores, desarrollan sus propias comunidades de participación y sus líneas editoriales. Son un conjunto de tribus frente a un colonizador imperialista que cuenta con presupuestos ilimitados, estructuras de sustentación institucionalizadas financiadas desde 2023 con fondos públicos y apoyos internacionales, líderes mesiánicos que encarnan las dimensiones de la batalla cultural que despliegan y el apoyo permanente de sus referentes políticos. No están exentos de internas. Si no, preguntémosle a Santiago C. Pero en cuanto se detona la disputa electoral, todos se alinean.
Eso hicieron en octubre pasado, cuando desplegaron toda su artillería dejando de lado sus disputas internas para ganar la elección. Y aunque muy pocos días atrás parecía imposible, Trump mediante, la ganaron.
Así y todo, resulta que esta fauna silvestre opositora logra ocupar entre el 30 y el 40% del espectro de influenciadores en el territorio digital acerca de la política nacional.

Y logran entre un 30% y un 40% de las acciones realizadas por la comunidad (entendemos por acciones totales la suma de comentarios, compartidos, reacciones, reenvíos y guardados que las personas realizan sobre los contenidos publicados por los influenciadores).

Se encuentran principalmente en Instagram y Facebook, en menor cantidad en TikTok y X.


¿Será que la dirigencia opositora comprenderá que si no se estructura un proyecto de país en esta nueva etapa del mundo y se lo comunica adecuadamente, la Argentina que conocimos y que hoy agoniza, morirá inexorablemente? ¿Habrá claridad sobre la premura de esta situación? ¿Sobre la magnitud del dolor social que vive el pueblo argentino? ¿Hay conciencia sobre estas urgencias? ¿Sobre la desesperación?