El increíble plan libertario para promover la fecundidad

La preocupación por la fecundidad y el aumento de la natalidad es común al mundo occidental, y si bien Japón, Rusia o Corea promueven planes que incentivan los nacimientos, en Argentina se llevó a cabo un seminario en el que la vicepresidenta Victoria Villarruel ratificó que afrontamos “un desafío demográfico sin precedentes” y señaló “la necesidad de incremento de los nacimientos” pero no hay políticas que promuevan un aumento poblacional.

Villarruel explicó que “Argentina enfrenta un desafío demográfico sin precedentes… con la tasa de natalidad más baja de nuestra historia, se pone en evidencia un problema profundo que amenaza las posibilidades de desarrollo nacional. La población es el recurso más valioso de una nación y la necesidad de incremento de los nacimientos es un desafío estratégico”. Lo dijo en un panel sobre “Políticas públicas para cuidar la vida”, organizado por las direcciones generales de Cultura y de Relaciones Internacionales del Senado en ocasión de recordarse, el 25 de marzo, el Día del Niño por Nacer. 

Sin embargo, su gobierno no adoptó ninguna medida que contrarreste este tipo de tendencia. O sí… porque, no sin cierta ironía, y como todo apoyo aparente para contrarrestar esta disminución demográfica, criticó la promoción de leyes que legalizan el aborto mientras desde el Estado interrumpe la distribución de preservativos y desfinancia el Plan ENIA, que logró muy buenos resultados en reducir drásticamente los embarazos adolescentes.

Últimos datos argentos

Recopilando datos de diversas fuentes, podemos rearmar el panorama argento sobre fecundidad y natalidad.

Pero primero aclaremos las diferencias entre las tasas de fecundidad y de natalidad.

La primera relaciona al número de niños nacidos vivos a las mujeres, y no es lo mismo que la fertilidad, que implica la capacidad física de reproducción de una mujer.

La tasa de natalidad, en cambio, indica el número de nacimientos vivos por cada 1.000 habitantes durante un año determinado. 

El INDEC presentó algunas cifras acerca de los resultados definitivos del Censo 2022 sobre fecundidad entre los que contabilizó 12.382.860 mujeres de entre 14 y 49 años, y determinó que el 57,5% tenía hijas e hijos nacidos vivos. En promedio, cada mujer tenía 1,4 hijos en 2022. Santiago del Estero, Misiones y Formosa, con 1,7 hijos por mujer, fueron las jurisdicciones con mayor promedio de hijos. En la otra punta se ubicó la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 0,9, seguida por Córdoba, Neuquén y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur con 1,3. También se detectó que el porcentaje de mujeres entre 15 y 19 años con hijas e hijos nacidos vivos en 2022 tuvo un descenso muy pronunciado respecto de los resultados del censo anterior: pasó de 13,1% en 2010 a 6,4% en el último censo.

Y, según un estudio del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, la tasa de natalidad en el país disminuyó un 40% en los últimos diez años, lo que marca un marcado descenso en los nacimientos.

Un informe publicado por el gobierno porteño en agosto del 2024 daba cuenta de una “rotunda disminución en el número de nacimientos en los últimos ocho años”. Según los datos del Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires, las actas de nacimiento se redujeron de 76.298 en 2016 a 43.075 en 2023, lo que representa una caída en la natalidad del 43,54%. 

“El descenso se amplió al 48.03% si observamos los datos del primer semestre de 2024, período en el que se registraron 20.214 nacimientos, unos 18.885 menos que en el mismo semestre de 2016″, afirmaron desde la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano. Y agregaron que “dentro de una tendencia similar a la de otras ciudades, la caída progresiva en la tasa de natalidad se debería a múltiples causas, desde cambios socioeconómicos en relación al costo de vida y la búsqueda de estabilidad laboral a nuevas prioridades en la vida de las personas y nuevos modelos de familia”.

Qué proponen los libertarios

Y ahora qué? conversó con Enrique Peláez, magister en demografía, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, investigador del CONICET, en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre la Cultura y la Sociedad (CIECS)

–¿Cómo se efectiviza en una sociedad en crisis como la argentina la concreción del aumento de la natalidad?

–En general, los países que han planteado políticas para aumentar la natalidad no lo consiguieron. Lo que están proponiendo algunos gobiernos son medidas que eliminen barreras a parejas que quieran tener hijos facilitando el acceso a un crédito para vivienda, aumentando y equilibrando las licencias parentales, otorgando alguna exención impositiva si buscan tener hijos, no penalizar las carreras profesionales que puedan complicar la tarea laboral o el cuidado de niños a contra horario escolar que muchas veces no coinciden con las jornadas laborales.

Para Peláez, el fenómeno demográfico es un hecho mundial. “El tema de la caída de la natalidad ocurre en todo el planeta, y en América Latina es bastante marcado”, explicó. 

–¿Por qué cree que se menciona a la ley del aborto como un tema que disminuye la natalidad y no como una medida sanitarista, preventiva y hasta de cuidado social?

–Sobre la ley del aborto puedo decirte que, si cruzamos a ver la situación en Chile, allí hay una tasa de fecundidad más baja que nosotros y no tienen ley de aborto. Por otro lado, lo del aborto habría que ver si no es relativo porque tampoco sabemos cuántos abortos clandestinos se hacían, antes, en el país. Por eso no podemos decir que el aborto está vinculado a la caída de la natalidad. La caída de la natalidad está más vinculada a un tema de cambios culturales.

–¿Y esos cambios culturales están relacionados a las crisis socioeconómicas? ¿Cómo fue la natalidad en momentos de crisis económicas a lo largo de la historia argentina?

–En general, en una situación de crisis se dice que las parejas que desean tener hijos tienden a postergarlo. Igualmente habría que hacer una encuesta y preguntar a las mujeres. Además, si comparamos la situación del país con otros estados europeos que no atraviesan crisis económica, también veremos que ha caído la fecundidad en esas naciones.

–Pero puede haber ocurrido por distintos motivos.

La caída de la fecundidad es multicausal, pero me animo a decir que el principal motivo es un cambio en los modelos culturales en los que se priorizan proyectos individuales y una caída total de los mandatos sociales. Sin lugar a dudas que también una crisis económica puede provocar este tipo de efecto, pero no me animaría a decir que es el principal factor.

–Considerando su comentario, cuando la vicepresidenta Villarruel habla de la necesidad de aumentar los índices de natalidad, ¿qué tipo de responsabilidades deberían asumir desde el Estado?

–Los países escandinavos, por ejemplo, han sostenido políticas que facilitan los nacimientos y lo que viene después, y han logrado que -en algún momento- no cayera tanto la fecundidad.

–¿Qué países adoptaron este tipo de políticas?

–Generalmente los escandinavos y en Canadá. Ahora, Rusia está intentando aportar algún subsidio a las madres que tengan un segundo hijo. Hay una preocupación general en muchos países centrales por la fecundidad. Corea, por ejemplo, está intentando implementar algún tipo de política; Japón también, pero aún todavía no, no han tenido éxito.

–De todos modos, estamos hablando de países que piensan y diseñan políticas de Estado. ¿No es contradictorio que este gobierno, con estas políticas de liberalismo a ultranza, exprese esta preocupación pero no desarrolle ningún programa para promover el cambio necesario?

–Y, una economía liberal supone un énfasis mayor sobre las conductas individuales, por lo tanto, están alineadas con el hecho de no tener hijos.

–¿Usted lo dice por una cuestión de egoísmo?

–No lo calificaría. Pero si mi prioridad es mi proyecto individual, el hecho de tener hijos implica una renuncia a mi proyecto personal porque le restaría tiempo, por ejemplo, a mi desarrollo profesional, o a mi ocio, o dinero a mis ahorros. Los hijos implican formar una familia, todos hechos de un proyecto más social que individual.

–¿Hay antecedentes de países con políticas neoliberales que hayan utilizado sistemas para promover el incremento demográfico de su país?

–En realidad, los países democráticos van cambiando, hoy pueden tener un gobierno con una política más neoliberal y luego otro socialdemócrata. Sí, hay países europeos que claramente están intentando tener este tipo de políticas. Puede haber gobiernos de centro derecha que tengan una preocupación por lo demográfico y sostengan alguna política para favorecer la natalidad.

–¿Podría dar algún ejemplo de ese tipo de países?

–La Francia de posguerra tuvo políticas pro natalistas.

–Pero aquello fue una situación extraordinaria. En situaciones de normalidad, durante los siglos 20 o 21, ¿existen antecedentes de gobiernos neoliberales que hayan promovido, el aumento de la natalidad? Elípticamente, en Argentina parece que han planteado una política antiabortista, pero no han hecho otro tipo de propuesta. O no la escuché.

–Yo tampoco. La natalidad en Argentina siempre vino cayendo, a excepción de la década del 70, donde hoy hay una discusión, y se la suele atribuir a que el gobierno militar restringió el acceso a anticonceptivos. En ese momento aumentó la natalidad. El promedio de hijos por mujer estaba en 3.1 y subió a 3.4, 3.5.

–¿Será por eso que el Ministerio de Salud no entrega preservativos?

–En realidad eso es muy peligroso porque puede provocar un aumento de la prevalencia de enfermedades de transmisión sexual.

–Sí, por supuesto. Mi pregunta solo fue una ironía…

–La educación sexual y el conocimiento de métodos anticonceptivos era muy diferente en la década del 70 comparado con el presente. Hoy, los métodos están mucho más al alcance de la mano y creo que todo el mundo está informado,

–Suponemos eso, pero no sé si los sectores más bajos disponen de toda esa información.

–Ha habido una reducción en la brecha de fecundidad y la brecha de conocimiento. En realidad, la caída en la fecundidad argentina, en los últimos años, tiene más que ver con una caída en los sectores socioeconómicos más bajos que siguen teniendo más hijos que los sectores socioeconómicos más altos, pero la han reducido en los últimos años, y en eso fue bastante exitoso el Plan ENIA, un programa de prevención del embarazo adolescente que permitió que se redujera bastante la fecundidad de las mujeres menores de 20 años.

–Parece irónico, pero da para pensar que si no entregan preservativos y eliminan o restringen el Plan ENIA, puede ser una forma inconsciente de tratar de aumentar la natalidad. Casi que parece una propuesta perversa… pero tampoco hay un programa que facilite la fecundidad.

–Aumentar la natalidad de ese modo, lamentablemente, puede generar un montón de hijos no deseados, que entiendo que es una política no esperada por ningún gobierno.

–Claro, ¿pero podemos pensarlo como parte de una estrategia consciente? ¿Le parece?

–Y… eventualmente podría ser, pero yo no sé, no estoy detrás de los que toman las decisiones. Pero podría llegarse a pensar que si yo corto los programas de salud reproductiva, eventualmente haya más gente que se equivoque y tenga hijos sin querer.

–Claro, pero traerían a los pibes a un mundo donde el Estado no es un Estado benefactor, ni que vaya a hacerse cargo de determinadas defensas y políticas pro infancia.

–Lo que puede generar un nuevo aumento de la brecha de fecundidad entre sectores socioeconómicos más bajos y más altos, con lo cual se produciría una reproducción más acelerada de la pobreza.

–Sería perverso, ¿no?

–Y… la verdad es que no es una política para nada recomendable. En una clase de Demografía, en la Universidad de Córdoba, un alumno consultó con este problema de la caída de la fecundidad, por qué el gobierno no aumentaba el impuesto a los anticonceptivos. Y le repregunté si con eso estaba pidiendo que las mujeres tuvieran más hijos no deseados. Bueno, ahí reflexionó. A veces la cabeza no considera los números desde el costado humano necesario para pensar este tipo de problemáticas.

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