Los libertarios tienen sus economistas fundadores de la Escuela Austriaca, y los continuadores en el siglo XX, Murray Rothbard y Milton Friedman, entre otros. Luego de la movilización de los trabajadores que obligó a postergar el tratamiento en comisión de la reforma laboral, y con el Presupuesto todavía en veremos, Milei invitó al gabinete y los más íntimos a cenar, y les regaló un libro de Walter Block, un libertario de ultraderecha comprensible para todos y estremecedor.
Es sabido: la presunta “modernización” laboral propuesta por el Gobierno fue rechazada en las calles por el movimiento obrero. Se manifestaron la CGT y las dos CTA, acompañadas por organizaciones sociales y políticas, grupos estudiantiles y contingentes espontáneos de quienes deseaban expresar ya no sólo descontento, sino también la creciente necesidad de una opción opositora con efectiva vocación de poder.
En CABA nutridas columnas de trabajadores confluyeron en la Plaza de Mayo y se concentraron frente a la Casa Rosada, pero también hubo marchas muy importantes en ciudades como Mar del Plata, Bariloche, Rosario, Santa Fe, Córdoba o Mendoza, entre tantas otras. Previamente el Gobierno intentó abrir un canal de negociación, y algunos cambios menores incorporó al proyecto, pero las marchas a lo largo y a lo ancho del país expresaron con nitidez que por el lado de la CGT son inadmisibles varias cuestiones que conserva la iniciativa, como las regulaciones sobre el derecho de huelga, la prioridad de los convenios por empresay las limitaciones a la ultraactividad de los convenios colectivos, entre otras. Tampoco los trabajadores, a juzgar por lo visto en las calles mientras la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado se reunía inútilmente, aceptarían la flexibilización de derechos individuales como bajar el costo de las indemnizaciones por despido, la normativa que implicaría la potencial extensión de la jornada laboral a través del banco de horas, diversos aspectos salarialesy la derogación de varios estatutos sectoriales.
Sorprendente, claro que sí, para los libertarios, que aguardaban gestos de agradecimiento popular ante la normativa elaborada en los grandes estudios de especialistas en la materia. Durante los días previos a que se reuniera la Comisión de Trabajo del Senado abundaron mileistas de primer nivel interrogados concienzudamente por el periodismo solidario que promovieron la iniciativa con argumentos que, más allá de la remanida coartada de la industria del juicio, devinieron en general poco felices. A guisa de ejemplo: según la prédica difusa de Patricia Bullrich, presidenta de la Comisión, la nueva normativa permitiría que el empleado armara horarios semanales de acuerdo con su contratante para no concurrir los jueves o los viernes, además de fraccionar vacaciones, y acariciaría con los dedos del Espíritu otras ventajas propias de quien fuera uncido de una inesperada dosis de libertad. Pero el proyecto de reforma laboral en sí mismo, enfáticamente rechazado en las calles, visto por los especialistas independientes de las patronales más concentradas es sustancialmente anti obrero, anti sindical y agraviante de la Constitución Nacional y de tratados internacionales suscriptos en Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y la Organización Internacional del Trabajo.
Lo cierto es que la Comisión ad hoc se reunió y su presidenta, la perseverante Patricia Bullrich, no obstante que debió levantar la sesión porque se había empantanado de manera irreversible, difundió por las redes algo malicioso, pero también con olor a derrota: “Habemus dictamen de reforma laboral.” En verdad esta comunicación adolecía de cierta distorsión alevosa de lo sucedido porque sumados del derecho y del revés los votos necesarios –dada la renuencia de senadores radicales y del PRO, como también de los aliados provinciales, que condicionaron su acompañamiento a la previa aprobación del Presupuesto– no daban. Y Patricia Bullrich debió anunciar entonces que la Comisión retomaría el tratamiento de la reforma laboral en una sesión el 10 de febrero de 2026, y en la medida de sus posibilidades también debió agregar que si la Comisión formulara un “dictamen abierto”, quedaría tiempo suficiente como para profundizar el debate y modificarlo posteriormente. Hubo acuerdo al respecto, pero se diseñó una salida insuficiente como para sostener con euforia el “habemus dictamen de reforma laboral” –palabras que entonces derivaron en flagrante faroleo.
Pensar en las condiciones en que se debatirá el tema en febrero del año próximo es un juego de adivinación exigido. El 2025 concluye con notable caída de la producción industrial, registrándose el cierre de 30 empresas por día, según el Centro de Economía Política Argentina, y la pérdida de 430 puestos de trabajo registrados por día. Hay que tener en cuenta, por añadidura, que los empleos registrados son los más fáciles de mensurar, y que no hay registros de la pérdida de empleos informales. Esto se da en el marco de un proceso inflacionario que no cesa, del aumento de la pobreza, de la reducción del salario real y también del mínimo, y del incremento hasta la obscenidad de la brecha de ingresos entre los sectores relativamente más ricos de la comunidad y los más pobres. Ha caído el consumo y los hogares han debido tomar créditos a tasas usurarias, cotidianamente enfrentados al dilema de asimilar el aumento de las tarifas (luz, gas, transporte, etc.) o la compra de carne (a precios prohibitivos) o de alimentos, que en los supermercados registran desplomes bíblicos.
Para el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), sin embargo, el tercer trimestre habría sido menos dramático. El índice de desocupación de 6,6% arrojaría una baja de 0,3 puntos porcentuales comparado con el correspondiente al mismo período del año anterior. Aunque de acuerdo a sus cálculos, todavía 1,4 millones de personas se encuentran desocupadas, entendiendo que son quienes buscan activamente un empleo, pero no lo encuentran. También para el Indec habría cierto crecimiento en la tasa de empleo (habría pasado de 45% a 45,4%) con una ligerísima recuperación de la tasa de actividad, siempre comparando el tercer trimestre de 2025 y el mismo periodo del año anterior. La mejoría relativa se da en el marco, sin embargo, de un aumento de trabajos informales (que pasaron del 42,6% en el tercer trimestre del año pasado al 43,3% del tercer trimestre de 2025), mientras el empleo formal registrado permanece estable, o con tendencia a la baja.
La situación es compleja, y nada indica que mejore antes de la próxima reunión de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, sino todo lo contrario. Mientras tanto Milei viajará de nuevo a Davos-Klosters-Serneus, Suiza, para participar del Foro Económico Mundial, donde tal vez tenga la suerte de abrazar a Donald Trump. Curiosamente el evento se hará bajo el lema “Un espíritu de diálogo”, durante los días 19 al 23 de enero de 2026, y congregará a gobernantes, empresarios y destacados académicos que abordarán diversas problemáticas como la cooperación en un mundo fragmentado, el impulso a nuevas fuentes de crecimiento, la inversión en capital humano, la innovación responsable y la prosperidad dentro de los límites planetarios.
A Milei parece que le encanta pavonearse en Davos-Klosters-Serneus. Anduvo por allí en 2025, cuando expuso una encendida apología del capitalismo, sazonada con entusiastas críticas al wokismo, al feminismo y a las políticas globales por el cambio climático. En la siguiente visita habló de sus logros en materia de libertad económica y reformas fiscales como maneras, según él, de combatir la pobreza, insistiendo en el carácter problemático del Estado. Pero también atacó a las minorías, mujeres, migrantes y la comunidad LGBTQ+, al punto de calificar al feminismo, la diversidad y la inclusión como parte de una “epidemia woke” que hay que extirpar como un “cáncer”. No despertó adhesiones con esas palabras, como tampoco lo hizo al referirse despectivamente a las personas trans, o cuando calificó a las parejas homosexuales que adoptan hijos como “pedófilos”. De paso atacó al feminismo, calificándolo como “una búsqueda de privilegios”, y criticó las legislaciones contra el femicidio por “discriminar contra los hombres”.
Todavía no hubo adelantos del discurso que habrá de pronunciar Milei en Suiza pero es probable, a juzgar por el libro que regaló a cada miembro de su gabinete y de su círculo áulico el lunes 22 de diciembre, que siga con la misma línea. En efecto, el lunes hubo una cena de Fin de Año en la Residencia Presidencial de Olivos y los comensales fueron obsequiados con la obra de Walter Block, Defendiendo lo indefendible, en su momento prologada por Murray Rothbard. Las posiciones más radicales de los libertarios extremistas son potenciadas por Block, justificando desde la prostitución hasta el narco y el trabajo infantil. La primera versión editada del libro data de 1976, o sea que es algo viejo que requirió revisiones según crecían la influencia y consagración de su autor.
El libro se estructura por la presentación y “análisis”, por decirlo así, de muy variados personajes, desde la prostituta y el proxeneta hasta el “cerdo machista”, el narcotraficante y el drogadicto, pasando por el policía corrupto, el chantajista, el difamador y el calumniador, los publicistas y el taxista sin licencia. También centra la atención en lo que denomina “negocios”, y traza algunas pinceladas para “comprender” al fabricante de juguetes, el vendedor de bebés y el destructor de edificios. La densidad temática incluye consideraciones sobre la reventa, el blanqueador de dinero, el heredero, el usurero, el comerciante sin escrúpulos, el importador, el especulador, y la minería a cielo abierto, todas puestas al servicio de la propuesta de una tesis extrema: el Estado no debería prohibir actividades “voluntarias”, aunque estén tipificadas como delitos y sean rechazadas de manera abrumadora por la sociedad. Para Block, por lo tanto, cualquier límite legal constituye una intromisión ilegítima, aun en contextos saturados de violencia, desigualdad o coerción.
Violaciones, compra y venta de personas, narcotráfico, lo que Block denomina “esclavitud voluntaria” (la venta de un sujeto como esclavo de otro), todas conductas gravemente lesivas para los derechos humanos serían justificadas y normalizadas, sin embargo, bajo el amparo del libre mercado y el llamado principio de no agresión. Son solamente algunos ejemplos de las áreas del retorcido interés del filósofo libertario. La puesta entre paréntesis de todo contexto político, económico, cultural y social habilita la formulación de una serie de razonamientos que conducen, por ejemplo, a situaciones vinculadas a abusos sexuales (léase violaciones) dentro del matrimonio, tratándolas como intercambios legítimos en un mercado sin restricciones morales. Es coherente el razonamiento en quien justifica la esclavitud voluntaria, eso está claro, pero mujeres como las propuestas por Block a esta altura de la soirée tienden a desaparecer. El problema del libro que regaló Milei a su gabinete y sus íntimos, además, radica en que el autor no tomó nota de ciertos logros irreversibles protagonizados por las mujeres, como bien quedó escrito un par de décadas antes de su panegírico libertario en “Para ti, mi amor”, un hermoso poema de Jacques Prevért: “Fui al mercado de pájaros / y compré pájaros / Para ti / mi amor / Fui al mercado de flores / y compré flores / Para ti / mi amor / Fui al mercado de chatarra / y compré cadenas / Pesadas cadenas / Para ti / mi amor / Después fui al mercado de esclavos / Y te busqué / Pero no te encontré / mi amor.”