La demografía global y las políticas migratorias restrictivas se entrelazan con el resurgimiento del populismo de derecha y sus raíces neoliberales. La nota que sigue examina la disminución de la natalidad en países como Japón y Corea del Sur. Destaca la ineficacia de las políticas que buscan incentivar la procreación en contraste con el papel vital de la inmigración para frenar el envejecimiento poblacional. La discusión conecta estas tendencias con la creciente xenofobia y el sentimiento antimigratorio global. Figuras populistas de ultraderecha contemporáneas, influenciadas por pensadores como Hayek, reinterpretan el neoliberalismo para justificar restricciones migratorias y proteger una supuesta «identidad cultural» frente a la democracia. Pero el informe de la UNFPA sobre la «verdadera crisis de fecundidad», subraya la falta de opciones reproductivas como el problema central, no la falta de deseo.
En este “Mundo de quimeras” Soda Stereo recomienda que “Prendan hogueras” puesto que “al diablo no le irá mejor”. Así parece. Algunos datos demográficos coyunturales, síntomas de las tendencias de fondo que se peregrinan en la acumulación a escala mundial, sugieren que el tan de la condición humana Mr. Hyde le está enmendado la plana al maléfico. La hoguera de las vanidades humanas se está quedando sin brasas porque faltan almas y la insuficiencia es alentada por los molestos hijos bastardos de Hayek, siempre tan dispuestos para la escasez.
Al poeta romano Virgilio, parado a la vera de los portales que tienen estampada en su frontispicio la consigna “Déjese aquí cuanto sea recelo / Mátese aquí cuanto sea vileza”, seguramente no se le escapa lo duro que resulta encontrar alguna virtud en asuntos como los avatares de la demografía japonesa, la convocatoria del POTUS 47 a combatir a los “invasores extranjeros” el comportamiento similar del ahora atacado por Israel, Irán y el voluntarismo insípido del informe sobre el “Estado de la Población Mundial” del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por su acrónimo en inglés), dado a conocer el martes 10 de junio.
Selección rigurosa
Los medios nipones a mediados de semana dieron cuenta de que bajo un sistema de “selección rigurosa”, Japón no renovará las visas de residentes extranjeros de mediano y largo plazo que no hayan pagado adecuadamente los gastos médicos, los impuestos o las primas del seguro social.
La hilacha de política migratoria expulsiva se ve cuando se toma nota de que la determinación de que es un “pago adecuado” del que no lo es, la hace el propio gobierno a su arbitrio. Se facilita la innoble tarea de culpar a los inmigrantes de ser motivo de desorden social.
Algunos grupos que apoyan y protegen los derechos de los extranjeros dijeron que no hay datos objetivos sobre los extranjeros que no cumplen las reglas. Han expresado su preocupación de que las normas más estrictas del gobierno puedan generar ansiedad y aversión hacia los extranjeros en el país.
En mayo, el ministro de Justicia, Keisuke Suzuki, había anunciado un plan de siete puntos para “cero” inmigrantes ilegales, diciendo que “la seguridad de las personas está siendo amenazadas por extranjeros que no siguen las reglas”. El Ministerio de Justicia y la Agencia de Servicios de Inmigración han citado “informes de los medios de comunicación” como base para su postura más estricta.
La temática migratoria había sido tratada en la primera semana de junio en la reunión de gabinete del primer ministro Shigeru Ishiba. Días después, el Gabinete aprobó las “políticas básicas del gobierno para la gestión y reforma económica y fiscal”, que exigen “una sociedad ordenada y armoniosa con los ciudadanos extranjeros”.
“Con el aumento del número de trabajadores extranjeros y turistas, se han producido incidentes delictivos, alteración del orden público y uso indebido de diversos sistemas que han generado preocupación entre la población”, declaró el primer ministro Shigeru Ishiba en una reunión de ministros competentes el 6 de junio. “Tomaremos medidas rigurosas contra quienes no cumplan las normas”.
Ishiba también anunció la creación de una secretaría dentro de la Secretaría del Gabinete para formular políticas relevantes en materia migratoria para todos los ministerios y agencias. Bajo las “medidas integrales” en las políticas básicas, los miembros del Gabinete agregaron la frase: “Es importante que los extranjeros comprendan las reglas de Japón y actúen responsablemente” para lograr una sociedad armoniosa. Comités especiales del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) habían recomendado al gobierno el sistema de “selección rigurosa”.
El gobierno japonés planea implementar el sistema para junio de 2027 y está considerando modificaciones a las ordenanzas ministeriales. La Agencia de Servicios de Inmigración y el Ministerio de Salud también están debatiendo modificaciones para compartir información sobre el nuevo sistema de detección de los nuevos bárbaros ad portas.
El plan establece claramente que “para la evaluación de residencia se considerará el uso efectivo de la información sobre la deuda de impuestos impagos y primas de seguro social y las deudas por gastos médicos de ciudadanos extranjeros”. Hasta ahora, el proceso de selección para la “visa de calificaciones técnicas específicas” verifica si el solicitante ha pagado las primas del seguro social.
La falta de pago de gastos médicos también se tiene en cuenta en el proceso de selección para “estancias de corta duración”, como por ejemplo para hacer turismo. El gobierno pretende ampliar este proceso de selección para los estatus de residencia de mediano y largo plazo, incluidos los visados de “estudiante” y “familiar”.
Los residentes permanentes pueden perder su estatus por no pagar deliberadamente impuestos y primas de seguro social según la Ley revisada de Control de Inmigración y Reconocimiento de Refugiados, que entrará en vigor a los largo de los próximos dos años.
Se espera que el próximo mes se celebren elecciones a la Cámara Alta y el gobierno y el PLD buscan atraer a los votantes conservadores adoptando una línea dura frente a los delitos y accidentes causados por extranjeros.
La causa el Edipo en retirada
En medio de la hechura del garrote anti-migratorio del imperio del sol naciente, también en la primera semana de junio el Ministerio de Salud de Japón comunicó que durante 2024 la cantidad de nacimientos en el país fue de 686.061 bebés.
El año 2024 resulta así el decimosexto consecutivo en Japón de descenso de los nacimientos. El 5,7 por ciento de caída en 2024 respecto de 2023. En 1899 en Japón se comenzó a llevar la cuenta del total de nacimientos anuales. Desde entonces es la primera vez que declinan por debajo de los 700. 000 nacimientos anuales. El pico de nacimientos se alcanzó en 1949 con 2,7 millones de nacimientos.
El paso de aquel “baby boom” de la inmediata posguerra a este “baby crumb” de la actualidad, repercute en términos de proyecciones demográficas. La actual población nipona de 124 millones de habitantes se reduce –de acuerdo a las estimaciones oficiales- para 2070 a 87 millones, con los mayores de 65 años significando en esa fecha futura el 40 por ciento de la población total. Muchos menos y mucho más envejecidos colisionan fuerte contra la tasa de crecimiento del producto bruto y la abate. Hay menos a quienes venderles y menos cantidad.
A todo esto, el Instituto Nacional de Investigación de Población y Seguridad Social (IPSS: National Institute of Population and Social Security Research) de Japón en 2023 publicó un estudio en el que proyectó que recién en 2039 los nacimientos anuales rondarían los 680.000. La proyección no incluye a los hijos de los inmigrantes. La caída de 2024 mostro que viene acelerándose y dejó atrás las proyecciones del IPSS.
La tasa total de fecundidad nipona (el número promedio de hijos nacidos por mujer a lo largo de su vida fértil: 14-49 años) es de 1,15, un mínimo histórico. Fue de 1,4 en 2023. El Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022 de Argentina contabilizó que el 57,5 por ciento de las 12 millones y pico de mujeres en edad fértil tenía hijas e hijos nacidos vivos y, en promedio, cada mujer tenía 1,4 hijos. En cualquier país con menos de 2,1 hijos por mujer, la población declina.
La política de población japonesa no está dando ningún resultado positivo, salvo el de las proyecciones oficiales optimistas. Hay que considerar que están disminuyendo fuerte los matrimonios. En el promedio de la OCDE, el 42 por ciento de los nacimientos anuales, corresponde a los de familias no formalizadas legalmente. En Japón apenas el 2 por ciento, lo que habla de la importancia clave de la formalización de la institución matrimonial en esa cultura. Para el IPSS esto es fundamental para explicar el marasmo demográfico. El análisis del IPSS constata que la tendencia a la baja en la formalización del matrimonio desde la década de 1970 se mantiene sin variantes, aunque haya aumentado un poco en 2024 a 485.063 parejas.
El documento fundamental de política económica del gobierno -el primer plan de gestión macroeconómica elaborado por el gabinete del primer ministro Shigeru Ishiba, dado a conocer el mismo el 6 de junio, cuando anunciaron sus medidas anti inmigración – se basa en las previsiones de población media. Una de las claves en donde palpar la viabilidad de la política económica y fiscal es la demografía. Por eso siempre se hacen las proyecciones de población con tres hipótesis: Alta, media y baja. Y con eso tres números diferentes se calibran los escenarios respectivos.
La persistente caída de la fecundidad a un nivel estimado a quince años vista en las proyecciones, sugiere que el pronóstico medio es engañoso, por decir lo menos. Desecharlo, por estimaciones más bajas, va acompañado de anunciar más impuestos y menores jubilaciones en el futuro proyectado. La variante de estimación baja del IPSS preveía que los nacimientos anuales en Japón caerían por debajo del nivel de 690.000 alrededor de 2024.
El primer ministro Shigeru Ishiba caracterizó a esta declinación demográfica como una “emergencia silenciosa”. Pero al mismo tiempo no impugnó, al contrario, reafirmó, la tradicional renuencia japonesa hacia la inmigración. Y continúa por el infructuoso camino de subsidiar matrimonios y mantenimiento de los hijos para incentivar la procreación.
En ningún lado a dado resultado esa política que tanto rechaza la inmigración como intenta –infructuosamente- incentivar la natalidad. Hasta ahora, la llegada de inmigrantes ha probado ser el único remedio efectivo para frenar -y en algunos casos revertir- el bajón demográfico y aquietarle el ritmo al envejecimiento.
No hay Corea del medio
Se podría argumentar que con políticas de población Corea del Sur algo logró al respecto. Justo Corea, el país que envió una enorme cantidad de inmigrantes a Japón, a los que los japoneses los aprecian bien poco. Suele pasar en todos lados. Dos tercios de todos los flujos migratorios anuales del orbe, ocurren entre países que comparten fronteras o están muy cercanos.
Los coreanos también cruzaron en gran forma los océanos. Su diáspora amainó cuando a mediados de los ’60 las multinacionales norteamericanas –camufladas con marcas expresadas en idioma local- arribaron masivamente para insuflarle desarrollo a una dictadura militar que era un bodrio político.
Lo cierto es que Corea del Sur ha mudado, en medio siglo, desde un crecimiento demográfico muy rápido a principios de los años 1970 –explicado en gran parte por la caída en la tasa de mortalidad, por la diáspora que se llevó adultos casi exclusivamente-, hacia la tasa de fecundidad más baja del mundo. La tasa de fecundidad coreana del sur en 1960 era de 5,9 hijos por mujer. En 2022 de 0,80 y en 2023 bajó a 0,72.
Según los datos oficiales del gobierno coreano, en 2024 se registraron 242.334 nacimientos, un 3,1 por ciento más que 2023. Son 7.300 nacimientos más que en 2023. No es para dar las hurras, precisamente. La población total registrada de Corea alcanzó los 51,21 millones en 2024, lo que marca el quinto año consecutivo de descenso de su volumen. La prevalencia de la caída de la población se debió a que las muertes ascendieron a 360.757, lo que representa un aumento del 1,93 por ciento con respecto al año anterior. Por el inesperado aumento de los nacimientos la disminución resultante de la población se redujo mínimamente a 118.423, en comparación con 118.881 en 2023.
Estos números si bien alteran la tendencia negativa -en materia de natalidad declinante-que venía experimentando Corea del Sur desde 2015, cuando hubo 444.000 nacimientos, no parece que la reviertan. Ya para todo 2020 los nacimientos habían bajado a casi 310.000. El alza de 2024, los especialistas insisten en que es un desvío momentáneo de la tendencia por efecto de la cuarentena de la pandemia. Y eso que desde los años en que se tomó consciencia de la crisis demográfica no paran de aumentar los subsidios para crianza de chicos y para formar pareja.
¿Et tu?
Para ver el asunto de las tendencias demográficas en perspectiva global conviene no perder de vista que en 1965, la tasa global de fecundidad en el mundo rondaba los 5 hijos por mujer. Por esa época el Club de Roma abogaba por frenar los nacimientos para que las detonaciones de la “bomba demográfica” y sus esquirlas no estropeen el crecimiento económico.
¡Qué manera de errarle al vizcachazo los del Club de Roma! Hoy los hijos por mujer promedio global es de 2,3, dice la UNFPA, y el planeta no cae por debajo del reemplazo de 2,1 hijos por mujer sólo por obra y gracia de que los habitantes de los países ubicados en África subsahariana, la única región que aún mantiene tasas altas de nacimientos e influye al alza en la media global. Si sacamos esa región, la caída de la natalidad en el resto del mundo ha sido brusca y sin excepciones. De hecho la mitad de los 192 países en que está parcelada la geografía mundial hace tiempo que deambulan por debajo del umbral de reemplazo. Es más, las proyecciones de población del UNFPA apenas cuentan con los dedos de una mano los países que en 2100 tendrán poquito más de 2,1 nacidos vivos por mujer.
El factor religioso de crecer y multiplicarse, común en las religiones monoteístas, tampoco mella esta tendencia declinante en los países musulmanes. Los iraníes tenían una tasa de fecundidad de 6,6 hijos por mujer en 1982. Muy alta a escala mundial y las razones que se daban era el acendrado sesgo confesional de Estado y sociedad civil que exhibía por entonces. En 2024 en las grandes urbes iraníes la tasa de fecundidad rosaba 1,2 y el promedio nacional 1,45 entonado por la población situada en el interior agrario y de otras actividades primarias.
Irán desde hace unos años busca frenar la inmigración y puso en marcha políticas expulsivas. Tiene tasa de migración negativa. Por los afganos, Irán es el país con más refugiados en el mundo. Los muros antinmigrantes, por ejemplo el que se edificó en la frontera común con Turquía para frenar a los afganos, se siguen levantando en otros tramos fronterizos. Teherán confía en la religión y en echar inmigrantes para revertir su invierno demográfico.
Ni siquiera la muy religiosamente enfrentada Irlanda del Norte, zafa de esta tendencia. El historiador Peter McLaughlin constata que si bien los católicos aún tienden a tener más hijos que los protestantes, pero su fecundidad se ha reducido a medida que la situación económica de los católicos ha alcanzado a la de los protestantes (la discriminación abierta es en gran medida cosa del pasado), y a medida que la influencia cultural y social de la Iglesia -cuya oposición a la anticoncepción y sus actitudes hacia la educación femenina contribuyeron a la alta fecundidad- ha disminuido.
Por supuesto esa tendencia incluye los grandes despelotes callejeroos de estos días, donde los “Nornirones” andan peleando feo en la calle –por cuarto día consecutivo- con la policía, indignados por una supuesta violación a una irlandesa consumada por dos adolescentes rumanos. “Lo que está sucediendo es puro racismo, no hay otra forma de presentarlo”, aseguró Michelle O’Neill, ministra principal de Irlanda del Norte.
Una investigación publicada recientemente por el Parlamento de Irlanda del Norte, citada por la BBC, muestra que esta es la región menos diversa del Reino Unido. “Hoy, solo el 3,4 por ciento de la población de Irlanda del Norte (65.600 personas) son extranjeros o forman parte de una minoría étnica, de acuerdo con el estudio. Esto contrasta con el 18,3 por ciento en Inglaterra y Gales, y el 12,9 por ciento en Escocia” consigna el estudio citado por la BBC.
El informe sobre el Estado de la Población Mundial
Que la inmigración es la salida y la políticas de incentivo a la natalidad la nada misma, es el corolario lógico e irónico del informe sobre el Estado de la Población Mundial del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por su acrónimo en inglés), dado a conocer el martes pasado.
Se tituló: “La verdadera crisis de fecundidad: la búsqueda de la autonomía reproductiva en un mundo cambiante”. UNFPA realizó una encuesta a unas 14.000 personas en 14 países y descubrió que aproximadamente una de cada cinco afirmaba que no podría tener el número de hijos que desearía. La mayoría espera tener menos hijos, o ninguno, mientras que algunas personas afirman que probablemente tendrán más de los que desean.
Esa es una de a cinco “verdades” en que se enanca el informe. Las otras cuatro son:
- La mayoría de las personas desean tener hijos, pero muchas se ven excluidas de la maternidad o paternidad.
- Muchas personas se sienten presionadas para tener hijos que no desean o para los que no están preparadas.
- La mayoría de las políticas de fecundidad no funcionan; algunas incluso tienen el efecto contrario.
- Las personas necesitan seguridad, igualdad… y esperanza.
“Un gran número de personas no pueden crear las familias que desean”, señala la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA. “El problema es la falta de opciones, no la falta de deseo, lo que tiene importantes consecuencias para las personas y las sociedades. Esa es la verdadera crisis de fecundidad, y la respuesta reside en responder a lo que las personas afirman necesitar: licencias familiares remuneradas, una atención a la fecundidad asequible y parejas que les apoyen”.
En el glosario el informe define a la “Ansiedad demográfica” como: “Miedo o preocupación, ya sea con o sin fundamento, vinculado a las tendencias demográficas tales como el tamaño de la población, el cambio demográfico, la migración y las tasas de fecundidad”, o sea un indudable signo de nuestro tiempo.
Y el informe de UNFPA, si hemos entendido bien con lo que se esperanza –seguro que involuntariamente- lo incentiva. Al definir en el glosario la “Autonomía reproductiva” del título como: “El poder de decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad y fecundidad sin temor a sufrir violencia ni coacciones”, sobre lo que no hay nada que objetar, más bien al contrario, confiesa no tener ninguna idea que aportar para sostener la población al alza o al menos que no decline. Se nota que el horno no está para los bollos migratorios.