Aunque no cierra la puerta para otra variante, hasta ahora Ricardo Alfonsín piensa que lo ideal es que en 2025 la oposición a Milei se presente bajo varios colores y en 2027 bajo uno solo. La explicación de por qué dejó la UCR y su rechazo a lo que define como “gatopardismo”.
Lleva un apellido fuerte, el de su padre, arquitecto de la transición democrática. Ex candidato a Presidente, ex diputado, ex embajador en España, renunció a su pertenencia histórica a la Unión Cívica Radical. Habla de sus ex correligionarios y asegura que percibe desilusión respecto del gobierno de Javier Milei.
–¿Te convenía más como radical antimileísta que te fueras de la UCR o que te quedaras?
–No pienso en lo que me conviene o en lo que le conviene a la UCR sino lo que es mejor para el país. La UCR tal como está no representa ningún aporte para los problemas. Es cierto que se está dando alguna discusión, pero también puede ocurrir que el partido haga gatopardismo. Hablan de centro ahora. ¿Centro? Están entre la extrema derecha y la derecha. Emilio Monzó, Horacio Rodríguez Larreta, Miguel Pichetto, Nicolás Massot, ¿qué son? El voto en el Congreso revela mucho. No se puede regresar a tiempos injustos de las relaciones entre trabajo y capital. No se puede regresar a la jubilación privada. Deberíamos trabajar juntos los que coincidamos.
–¿Como un frente anti-Milei?
–Eso tal vez sea más necesario en 2027. En 2023 dije que antes de la primera vuelta debería haber un acuerdo entre las fuerzas políticas para no votar a Milei. Incluso habría que votar a Juntos por el Cambio si ellos y los libertarios llegaban al balotaje. No era un cordón sanitario, pero sí un compromiso. Ahora todavía hay más amenazas, le vaya bien o le vaya mal al Gobierno. En 2025 la discusión será cuál será la mejor forma de oponerse a Milei. ¿Todos juntos o todos separados? Mi impresión, con Forja y Libres del Sur, es que conviene que cada uno vaya por sus colores y así obtener más legisladores.
–¿Por qué Milei ataca a Hipólito Yrigoyen y a Raúl Alfonsín?
–Será por el sufragio universal y la recuperación democrática. Como es inescrupuloso, creo que también puede decir cualquier cosa si le conviene. Como cuando atacaba a Patricia Bullrich o a Luis Caputo. Milei es un ser moralmente inferior.
–¿El Gobierno de Javier Milei está más fuerte o más débil?
–Desde el punto de vista del apoyo ciudadano está más débil. Las encuestas tienen dificultad para detectar el ánimo. Visito sociedades de fomento, sindicatos, comercios. Hay enojo y desilusión, aunque al mismo tiempo no veo que nadie capitalice. Observo enojo con la política.
–¿Cómo definirías la desilusión que percibís?
–La sensación de que las cosas no van a mejorar. Eso empeora con el resultado de las políticas. Y sucede a pesar de la baja de la inflación. La gente no siente que haya mejorado su capacidad de consumo.
–¿No le tenés miedo al olfato con menos encuestas?
–No, porque no hablo por lo que me parece sino por lo que me cuenta gente con los pies en la tierra y con inteligencia para observar a la sociedad. Lo mismo hice en 2019, cuando muchas encuestas decían que iba a ganar Mauricio Macri. Lo transmití en la Unión Cívica Radical y me decían que estaba loco: que si no ganaba en la primera vuelta ganaría en la segunda. Sobre todo en los pueblos del interior todo el mundo se conoce y se sabe quién milita en cada partido.
–¿La desazón es sólo económica?
–Hay un sector de la sociedad que está preocupado por la deriva autoritaria del Gobierno.
–Obviamente no te lo expresan así. ¿Cómo definís esa deriva autoritaria?
–Hay vocación en el Gobierno por agredir, por calificar y por descalificar. No solo al adversario político sino a los empresarios que piensan diferente, a los periodistas, a los intelectuales… Ni hablemos de las presiones sobre los gobernadores. Si Milei no avanzó más es porque no se dieron las condiciones. Tengo temor de que se sienta envalentonado por el triunfo de Donald Trump.
–¿Tanto influiría?
–Trump no sé si ayudaría, pero seguro no se preocuparía por la deriva autoritaria. La Libertad Avanza entraña un riesgo para la convivencia democrática. Hay que asegurar democracias de calidad, y eso no se hace con discursos de odio. Milei se inspira en economistas y sociólogos que tienen una mirada desconfiada de la democracia. Friedrich von Hayek y Milton Friedman visitaron a la dictadura de Augusto Pinochet. Les preguntaron si preferían una democracia sin libertad de mercado o una dictadura con libertad de mercado. Eligieron una dictadura con libertad de mercado.
–¿Milei es igual a los que admira?
–Bueno, le preguntaron por la democracia y respondió con monosílabos. Hay que ser muy fuertes en las elecciones de 2025.
–¿Por qué?
–Si en 2025 ganan los libertarios, se van a sentir más envalentonados para destruir el Estado social. Tenemos una Constitución propia del constitucionalismo social. Ellos quieren terminar con las normas sociales. Y también me preocupan los cambios que pueden hacer con la república y la democracia. Hay que tratar de modificar la correlación de fuerzas en el Congreso. Si a los libertarios les sumás el PRO, parte del radicalismo y parte de Encuentro Federal, tiene mayoría. Cambiar eso es la principal responsabilidad de la oposición.
–Pero a la vez hubo coincidencias temáticas, como en la sanción de las leyes de financiamiento universitario.
–Sí. María Eugenia Vidal había dicho que a las universidades del Gran Buenos Aires no iban los pobres, cosa que ella sabe que no es cierta. Su idea era generar un clima favorable al arancelamiento. Si no van los pobres, que quienes van paguen. O incluso que se cierren algunas universidades. Bueno, ese tipo de argumentos hoy no tiene consenso. Tampoco tiene consenso arruinarles más la vida a los jubilados.
–Nombraste a la UCR, de donde te fuiste.
–Nadie puede arrojar la primera piedra sobre el pasado. Yo tampoco. Me eligieron diputado en 2013, pero fui diputado radical los dos primeros años de Juntos por el Cambio. Los radicales defendimos programas que nada tenían que ver con nuestra historia. A mí nunca me pudieron convencer. En muchas ocasiones me abstuve. Después todo fue empeorando. En 2019 y en 2023 algunos propusieron ir con LLA, como Martín Tetaz.
Lo llevamos a José Luis Espert en la provincia de Buenos Aires como candidato a senador.
–¿Cambiaron los votantes radicales o cambió el radicalismo?
–Raúl Alfonsín decía: “Si la sociedad se derechiza tendremos que prepararnos para perder elecciones, no. derechizarnos nosotros”.
–¿Está descartado influir para atenuar o superar esa derechización?
–Para nada. Y se hace diciendo en el debate público lo que creés que hay que hacer. La UCR no practicó esta conducta. Se sentía cómoda con los apoyos que tenía. Actuó como si las recetas que siempre habíamos criticado de golpe se hubieran convertido en buenas. La única manera de que la sociedad comprenda que esas recetas no van a resolver sus problemas es explicar, argumentar, defender posiciones. Acerca de lo que ya pasó en la Argentina, también, para mostrar que algunas recetas que de nuevas no tienen nada. No leyeron nada. Algunos creen que ser radical es no ser peronista. Nosotros nacimos antes que el peronismo. ¿Entonces cómo es la cosa?
–¿Se derechizaron todos? La UCR tienen intendencias en Buenos Aires, y también en Córdoba.
–El partido ha dejado de ser un proyecto nacional. Son proyectos provinciales y se desentienden. Y en otras se municipalizan. Así no nos vamos a recuperar como proyecto nacional. La UCR difícilmente pueda construir un liderazgo, ni siquiera por derecha. Para eso la gente vota al original. De esta manera la UCR va a seguir perdiendo dirigentes. Y algo peor: electores. Para analizar a la UCR y a la política en general no se puede ser simplista y
hablar sólo de los dos últimos gobiernos. Hay que buscar las razones de la crisis en la hegemonía neoliberal desde los años ’80. Eso generó caída del bienestar de los ciudadanos, que atribuyen la responsabilidad a quienes han gobernado.