El riesgo suicida en los jóvenes

A nivel nacional, según el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentina (SISA), que ya fuera utilizado para la medición de casos de coronavirus durante la pandemia, los primeros resultados publicados reflejan la magnitud del desafío. Un especialista, el psiquiatra Andrés Tate, analiza a fondo la diferencia entre la idea de muerte y el intento de suicidio.

De acuerdo a datos provistos por el Ministerio de Salud de la Nación, entre abril de 2023 y abril de 2025 se notificaron 15.807 intentos de suicidio al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS), de los cuales el 5,7% fueron con resultado mortal. Aunque el 60% de los eventos correspondió a mujeres, la letalidad (intentos con resultado mortal) fue cinco veces mayor en varones. Las tasas más altas se concentraron en adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años, con una marcada sobrerrepresentación femenina entre los 15 y 19.

Como puede observarse, y en consonancia con las tendencias globales, el grupo de adolescentes fue el que presentó la mayor frecuencia de actos y notificaciones. Este hallazgo del Sistema Nacional de Vigilancia confirma a la adolescencia como un período de especial vulnerabilidad y pone de relieve la imperiosa necesidad de disponer de estudios focalizados para caracterizar al detalle la población de niñas, niños y adolescentes atendida por riesgo suicida para organizar e implementar estrategias de prevención más efectivas.

Datos porteños

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, a nivel mundial, por cada suicidio ocurren entre 10 y 20 intentos.

Así lo expresa un informe reciente del Ministerio Público Tutelar (MPT) porteño que, además, alerta sobre la necesidad de fortalecer estrategias de prevención y cuidado y asegura que en el 55% de los casos las víctimas son personas menores de 15 años.

A partir de datos extraídos de informe en los que se detectó un aumento en la proporción de las notificaciones de hospitalizaciones por riesgo suicida sobre el total de internaciones por salud mental de personas menores de 18 años, el Ministerio Público Tutelar porteño realizó un primer estudio, en 2023, que caracterizó a la población e identificó patrones frecuentes en las internaciones de niñas, niños y adolescentes (NNyA) asociados al riesgo suicida. Se desarrolló sobre 596 notificaciones de internaciones remitidas por centros hospitalarios.

En el informe se explica que por riesgo suicida se entiende la presencia de ideación persistente, con o sin plan de muerte, y conductas autolesivas con potencial riesgo de muerte. Mientras que por intento de suicidio se entienden los actos con la finalidad explícita de morir.

Andrés Tate, médico especialista en psiquiatría del Equipo de Salud Mental del MPT explicó a Y ahora qué?, que “el análisis exhaustivo fue motivado por el aumento en la cantidad de notificaciones recibidas informando internaciones de chicas y chicos menores de 18 años por riesgo suicida. Este informe es el primero de una serie de documentos que elaborará el Ministerio para dar seguimiento a esta situación”.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 2023 la tasa fue de 6,1 por cada 100.000 habitantes (176 personas), por debajo de la media nacional, pero no por eso menos importante. Y también se advirtió que los meses en los que se presenta mayor concentración de casos corresponden a los del primer trimestre el año (enero a marzo) y el último cuatrimestre (septiembre a diciembre), así que nada mejor que este momento del año para profundizar sobre el tema.

Según el Sistema de Alerta Temprana de Suicidios, que proporciona la distribución mensual de los casos registrados entre los años 2017 y 2021, los meses detallados repitieron el valor de sus índices en los años 2017, 2018 y 2021, y siempre los grupos etarios más afectados, en ambos sexos, fueron los adolescentes entre 15 y 24 años.

Entre los datos más destacados provistos por el informe del MPT porteño podemos destacar que, en la ciudad, se reportaron 596 notificaciones de internaciones por riesgo suicida de NNyA en la ciudad de Buenos Aires. Esto, para dar una idea gráfica, implica que se produce más de una internación por riesgo suicida de niñas, niños y adolescentes sólo en la ciudad de Buenos Aires, y además se reportó que en el 55% de los casos los chicos y chicas son menores de 15 años.

Un mayor detalle en las edades arroja que las internaciones asociadas al riesgo suicida de NNyA, casi la mitad (48,3%) corresponde a la franja etaria de 13 a 15 años, el 43,6% a la de 16 y 17 años y un 6,6% son menores de 12 años.

Respecto al género, el 77,2% son mujeres, un 20,6% varones y sólo un 1,5% corresponde al género trans o no binario. También se informó que el 60,9% de las internaciones por riesgo suicida fueron atendidas en hospitales públicos y el 39,1% en el sistema privado de salud. 

Sobre los motivos de internación, casi el 90% de los casos se justificaron en ideaciones suicidas o intentos de suicidio, con un predominio de la sobreingesta medicamentosa como modalidad de los intentos. Y llamó la atención de los investigadores que en los NNyA de 12 años o menos, las tentativas adoptaron -con preponderancia- la utilización de métodos de mayor letalidad y métodos más violentos, “lo que constituye una señal de alarma para la detección temprana e intervención urgente en ámbitos educativos y comunitarios”, expresaron en el informe.

El riesgo suicida y la necesidad de “mirar” a los pibes

Andrés Tate, médico psiquiatra, miembro del Departamento de Salud Mental y Derechos Humanos del Ministerio Público Tutelar (MPT) y coautor de la investigación que produjo el informe, explicó a Y ahora qué? que el trabajo se enfoca en “internaciones por riesgo suicida, es decir aquellas personas menores de 18 años, que se encuentran en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, por motivo de salud mental, cuyo motivo específicamente sea que tenga riesgo suicida”. Pero también revela, en este diálogo, cuán necesaria es la palabra, la atención y la mirada de los adultos sobre los jóvenes. 

–¿En qué consiste el riesgo suicida? 

–Tate: Tiene que ver con que la persona presente una alienación sostenida de muerte, o sea, que piense morirse, y que a pesar de la entrevista que uno pueda tener en alguna guardia médica, esos pensamientos no cedan y que la internación indicada es la mejor alternativa para el cuidado de los individuos, preservarlos de los intentos concretos para quitarse la vida e infligirse autolesiones y que se considere que por esas autolesiones se configura que existe un riesgo para sí mismas.

–¿El riesgo suicida es sinónimo de intento suicida?

–Tate: No, puede ser la persistencia en el tiempo de ideas de morirse o de matarse, pero no necesariamente de llevarlo a cabo.

–¿Y qué puede provocarlas?

–Tate: Es multifactorial. Generalmente, dentro de los factores de riesgo existen un montón de determinantes. En muchos casos la idea de muerte no es solamente idea de suicidio. La idea de muerte es pensar en la posibilidad de que uno podría sentir que está mejor si estuviera muerto, o pensar en dormir ilimitadamente y no despertar, o pensar en la posibilidad de no vivir, que no necesariamente tenga que ver con la idea de matarse o de quitarse la vida. Y después están los intentos concretos, es decir que se toma una acción, una conducta clara para tener un fin de muerte, buscar la finalidad activa de morirse mediante una acción. Ese sería el intento. 

–¿Hay un hay un incremento de este tipo de intentos o de ideas en los jóvenes?

–Tate: Sí, a partir de los registros internacionales notamos que empiezan a elevarse. A nivel nacional no tenemos información clara. Estados Unidos, por ejemplo, viene haciendo un relevamiento desde el 2010 muy marcado y se observa una tendencia creciente de suicidios de gente hasta los 25 años. Los cuadros que empezaron a prevalecer son ansiedad, depresión o comenzaron a verse otros parámetros que indican una limitación de actividades habitualmente eran frecuentes en la juventud como el inicio en las relaciones sexuales o sacar el registro para conducir. Estas acciones o actividades, habituales en los adolescentes, empezaron a verse cada vez más retrasadas en consonancia con un aumento de la prevalencia de trastornos en la salud mental, particularmente con predominio de la ansiedad y la depresión. 

–¿Qué otros aspectos hay que tener en cuenta o a los que estar atentos?

–Tate: Hay otras cuestiones que podrían estar relacionadas a la exposición digital, a los dispositivos móviles con acceso ilimitado a internet, los contextos socioculturales, el aumento de las estigmatizaciones, la imposibilidad de acceder a tratamientos, contextos de experiencias traumáticas tempranas, como -por ejemplo- exposiciones a medios hostiles desde ambientes vulnerables, o en poblaciones migrantes o expuestas a guerras. Y, por supuesto, la prevalencia de abusos sexuales infantiles. Seis de cada diez chicos menores de 6 años sufren situaciones de prácticas violentas en Argentina. Es un número muy alto y la exposición a los abusos sexuales genera el riesgo de presencia de la idea suicida. Si no acceden a un tratamiento las consecuencias pueden permanecer inalterables a lo largo de la vida.

–¿Cuál es el índice suicidios en la Ciudad de Buenos Aires?

–Tate: No es la jurisdicción que más tiene: ronda los 6,1 cada 100.000 habitantes, detrás de provincias como Entre Ríos (18,8), La Rioja (14,4), Catamarca (14,3), Formosa (13,8), Salta (13,7) o Chaco (13,6) por dar sólo algunos ejemplos. 

–¿Qué visualizan en términos de profilaxis? ¿Cómo se manejan desde el Estado?

–Tate: Como Ministerio Público Tutelar nos abocamos a la exigibilidad de políticas públicas que amparen a la población a la que intentamos describir de la manera más específica y concreta para saber quiénes son esas voces, esos chicos, chicas, chiques que viven en la ciudad de Buenos Aires y poder generar la exigibilidad de las políticas públicas necesarias y  garantizarles la accesibilidad a sus derechos para que puedan acceder a la salud y a los cuidados que requiere cada situación. También tratamos de trabajar sobre sus contextos familiares y socio ambientales y asegurarles el acceso a un tratamiento al que pueda asistir. Buscamos que se pueda escuchar la voz de aquella persona que tenga un padecimiento. Es una actividad muy compleja que requiere tener adultos disponibles que puedan estar atentos a lo que algún chico, chica o chique esté atravesando y animarse a preguntar si existe algún tipo de idea suicida. 

–¿A qué habría que estar atentos en la conducta de estos jóvenes?

–Tate: A los cambios drásticos en su comportamiento por inicio en el consumo de sustancias o aumento de un consumo preexistente, alteración del ritmo de sueño, cambios en los hábitos alimentarios o en el comportamiento social, ausentismo escolar… hay un montón de parámetros que, si bien son más generales que la salud mental, pueden ser un modo de inicio para poder concientizar sobre una situación que un chico pueda estar experimentando. Se ha demostrado que preguntando no se aumenta el riesgo de que una persona efectivamente haga un intento de suicidio, todo lo contrario, porque al preguntar puede habilitarse la posibilidad de acceso a un tratamiento efectivo. También puede ocurrir que, si una persona manifiesta un deseo de morir, o vemos que tiene conductas de retracción marcada de su entorno social, hay que preguntar si efectivamente está pensando en quitarse la vida. Si bien puede parecer una pregunta exagerada, tenemos que sobrepasar nuestras propias angustias y ofrecer un espacio de diálogo a quien está atravesando una situación en la que piense en el fin de la vida porque es muy aliviador poder contar su padecimiento. 

–¿Qué tipo de carencias existen en el vínculo de los adultos con los jóvenes?

–Tate: Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es que oscilamos entre la sobrevigilancia y la libertad absoluta, que deja a los chicos hacer. Si bien lo que más preocupa tiene que ver con el suicidio, también nos tiene que preocupar no poder estar disponibles para escuchar de manera desprejuiciada a alguien que esté atravesando un mal momento, hay que ser condescendiente hacia lo que alguien tenga para contarnos, sin contextualizar, ni buscar razones, ni grandes teorías que expliquen, solo brindar una escucha.

–Se produjo un cambio drástico en el tratamiento del tema suicidio en los medios de comunicación porque al principio se pedía que esas noticias no fueran reproducidas, pero esa tendencia fue variando a lo largo del tiempo. ¿Por qué?

–Tate: Porque se notó que la invisibilidad de la problemática no fue efectiva para prevenir. Al contrario, el silenciamiento y la no discusión no ha tenido efecto en el descenso de los casos. De todos modos, se solicita una difusión responsable. Por ejemplo, que se haga referencia a la muerte, pero no a la metodología, se puede hablar de que una muerte fue producida o auto provocada, pero no se debe hablar de la metodología. Tampoco se pueden exhibir las situaciones de los familiares o exponer a las personas implicadas.

Líneas de asistencia porteña

El sistema denominado Salud Mental Responde es el único de acceso a la justicia preparado para que niñas, niños y adolescentes, así como usuarios de los servicios de salud mental, puedan comunicarse de manera directa ante una consulta y/o emergencia.

Los números de contacto son: 4863-8888, 4861-5586 y el 107. Todos funcionan las 24 horas.

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