El autor revela la vera historia del salario real. La falta de mejora en la demanda empeora las perspectivas de crecimiento económico y retrasa aún más el desarrollo argentino respecto del mundo desarrollado y de la propia región
En el número anterior de Y ahora qué? se propuso como tema para traer a la discusión pública la determinación del salario. La sugerencia fue enfatizar su importancia para la política y para la consolidación del crecimiento económico. Esta semana continuamos con otro aspecto del mismo tema: qué efecto tuvieron a lo largo del tiempo las políticas que impactaron contra el salario.
Un interesante trabajo publicado en el sitio argendata, de la autoría de Leopoldo Tornarolli, Leonardo Gasparini y Daniel Schteingard, aporta datos útiles para comprender en profundidad el deterioro de los ingresos. Una característica interesante es que no se limita a períodos recientes. Algunas de las series presentadas se inician en la década de 1970, lo que permite extender el análisis con perspectiva histórica.
La primera serie concierne al ingreso per cápita familiar, que comienza con un número índice de base 100 en el segundo semestre de 2003. Hacia el segundo semestre de 2017, el índice se eleva a 158,3 puntos. La última observación corresponde al primer semestre de 2024, en la que se llega a 109,7 puntos. Es decir que el final de la serie alcanza un valor inferior en un 30,7 por ciento al máximo.
A valores de 2022, el ingreso per cápita familiar mensual argentino, medido en dólares a paridad de poder adquisitivo, es de 695,3 dólares frente a 865,3 dólares de Chile, o 845,4 de Uruguay. La Argentina sigue siendo un país de ingresos relativamente altos para la región latinoamericana, pero ya no es el de ingresos más altos como fue en el período 1992-2001. Para 2022 se ubica en quinto lugar. Antes, desde 2011, la brecha con el resto de la región había tendido a disminuir.
Un hallazgo convergente con el dato sobre ingresos per cápita familiares es que el salario, medido en valores mensuales y horarios, se encuentra en niveles mínimos desde la década de 1990. El salario por hora cayó en un 36 por ciento entre 2013 y 2024. Y el salario mensual “del primer semestre de 2024 fue apenas un 61 por ciento del de 2013 y un 56 por ciento del correspondiente a 1992”.
Como consecuencia de la trayectoria adversa sobre los salarios, éstos tuvieron en 2023 un valor equivalente al 92,3 por ciento de 1970. Una caída de escándalo. En coincidencia con otras estimaciones, esta serie ubica a 1974 como el valor de los salarios más alto en términos históricos, un 32,2 por ciento más alto que en 1970. En 2015, que es el siguiente valor más alto en esta medición, además de culminar con el período de recuperación más persistente, el valor de 1970 se supera solamente en un 14,4 por ciento.
También, hacia 1970 la distancia del salario en la Argentina en comparación con los países desarrollados era menor que en la actualidad. Entre 1940 y 1975 el valor del salario en la Argentina se ubicaba entre un 40 y un 60 por ciento del de Estados Unidos. En 2021 fue solamente el 30 por ciento.
La magnitud del rezago queda más clara repasando los números en detalle el valor de los salarios calculados en dólares homogéneos para los países comparados entre 1970 y 2021:
- Estados Unidos: 4641,9 en 1970, 6637,8 en 2021.
- Francia: 2707,5 en 1970, 5034,2 en 2021.
- Alemania: 2634,6 en 1970, 5033,1 en 2021.
- Australia: 2776,8 en 1970, 4514,5 en 2021.
- Canadá: 2968,4 en 1970, 4349,9 en 2021.
- Reino Unido: 1789,1 en 1970, 4108,6 en 2021.
- Argentina: 2109,3 en 1970, 1972,7 en 2021.
Una evidencia sobre la declinación del poder adquisitivo de los ingresos en relación con sus valores ya no históricos, sino recientes, la proporciona la mora de las tarjetas de crédito. El Informe de Bancos de la Asociación de Bancos Argentinos señala que la morosidad de las tarjetas de crédito pasó de ser de 1,7 puntos porcentuales en febrero de 2024 a 2,4 puntos en febrero de 2025. Por su parte, el Banco Central detecta que, en marzo, el coeficiente de mora de los créditos a las familias llegó a los 3,3 puntos, continuando con una tendencia al alza que se observa desde septiembre del año pasado.
No solamente la economía no tiene por qué tender a recuperarse de una forma vigorosa en el corto plazo. Incluso es factible que quede más mermada a medida que se agoten los medios existentes para preservar el nivel de vida del deterioro al que se ve expuesto. El uso de las tarjetas de crédito para financiar gastos corrientes, con la consecuente dificultad que implica pagarlas en este contexto, es un ejemplo.
En el largo plazo, la falta de mejora de la demanda empeora las perspectivas de crecimiento económico y retrasa aún más el desarrollo argentino respecto del mundo desarrollado y la región. Esa tendencia, observable en los ingresos, replica la del PIB de la Argentina, que también tuvo una tasa de crecimiento inferior a la de América Latina y el mundo en los últimos años.