El Gobierno nacional creó por decreto una nueva Comisión Nacional de Bioética, disolviendo la anterior. Ahora estará presidida directamente del ministro de Salud Mario Lugones. Con esa derogación “concentró poder en un órgano que, a partir de ahora, dependerá del mismo poder que debe ser evaluado” perdiendo autonomía y credibilidad en sus eventuales resoluciones, explicó a
Y ahora qué? Juan Carlos Tealdi, médico, experto en bioética y derechos humanos
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) no dispone de un antónimo para la palabra “ética”. A lo sumo algo no es ético, pero carece de palabra que autodefine lo contrario a la ética, a la que conceptualiza como un “conjunto de principios y normas que rigen la conducta humana, relacionadas con el sentido del bien y del mal”.
En un lenguaje puro, la RAE no consiente una definición contraria a la ética. Tal vez ocurra así porque un acto deshonesto hay que explicarlo, argumentarlo, justificarlo. Y para eso se requiere mucho más que una sola palabra que lo ciña.
Sí, en cambio, explica la ética como adjetivo, y aclara que “no todo lo que es legal es aceptable desde el punto de vista ético”. Y esto, exactamente, es lo que parece ocurrir con la creación, por decreto presidencial, de la flamante Comisión Nacional de Bioética, que no debe ser criticada por su creación sino por las características de su futuro funcionamiento y constitución, según se detalla en el Decreto 893/25 del 17 de diciembre pasado.
La anterior Comisión Nacional de Bioética dejó de funcionar a partir de la incorporación de Alberto Rodríguez Varela, ex ministro de Justicia, amigo y asesor legal del genocida Jorge Rafael Videla. “Tenía una incompatibilidad ética absoluta y yo la denuncié porque un funcionario civil de una dictadura responsable de crímenes de lesa humanidad no podía deliberar sobre bioética, derechos humanos ni protección de la vida”, dijo Tealdi a Y ahora qué?
La impugnación, en esa oportunidad fue inmediata y, debido su rango presidencial, ninguna resolución ministerial posterior la reemplazó formalmente hasta ahora, “que aprovecharon para subordinarla al Poder Ejecutivo”, agregó.
Es verdad, también, que dicha Comisión nunca operó de forma autárquica, pero tampoco estaba plenamente supeditada al gobierno de turno.“En este caso, por decreto está presidida por el ministro de Salud, Mario Lugones. Y esto es una contradicción porque no puede ser dueño y empleado del circo. No se puede iniciar un caso, que podría ser sometido a estudios e intervenciones, y al mismo tiempo estar dirigiendo la Comisión porque habría una evidente manipulación política” desde el poder.
Y ahora qué? conversó al respecto con Juan Carlos Tealdi, ex director del Comité de Ética y Programa de Bioética del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires; ex asesor en Bioética de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (2004-2015) e integrante de un equipo de especialistas que colaboró en la redacción de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2004-2005), entre otros roles afines a la temática.
–El decreto que deroga Milei es de 1998, la comisión creada por Carlos Menem. ¿Cuál fue la finalidad en ese entonces?
–Tealdi: Menem la armó básicamente para tener un organismo que legitimara la descentralización de la salud que él pasó a los sistemas provinciales. Esa descentralización también incluyó el gestionamiento de los hospitales públicos y permitió el cobro de aranceles a las obras sociales. Sabiendo que esto iba a generar conflicto, generó un espacio, no explicitado que lograra calmar la conflictividad que derivaría de la descentralización del sistema de salud. Hay un punto de inflexión de esta ciencia en las democracias liberales que promueven grandes cambios: la bioética liberal proponía pluralismo, discusión de distintos puntos de vista morales bajo el presupuesto de que los había de hecho, y no por una cuestión política, sino por cuestiones axiológicas.
–¿Por ejemplo?
–Tealdi: Un médico y una enfermera no tenían la misma visión moral del paciente o de la atención sanitaria porque tenían distinta formación y no comprendían al otro debido a esas miradas culturales y profesionales diferentes. Ahí comenzó a problematizarse la ética en la salud -también- debido al desarrollo tecnocientífico con los trasplantes, los aparatos de diálisis, la reproducción asistida, etc., y comenzamos a preguntamos qué hacemos, para dónde vamos. Lo primero que reconocía la bioética liberal era, sentarse a debatir y encontrar una salida. Esa bioética liberal funcionó hasta el año 1997.
–¿Por qué?
–Tealdi: Porque el crecimiento del desarrollo científico-tecnológico fue a la par del crecimiento del interés económico-comercial, Hoy, el mercado de la salud, de la ciencia y la técnica en salud y en medicina en general y la ciencia biológica, tienen una dimensión fenomenal. Y ha pasado de la preocupación en los sistemas de salud, en el derecho a la salud, en garantizar el trato de la relación médico-paciente, etc., a los intereses de la investigación y la industria.
–¿Qué es lo que se concreta con este decreto de Milei?
(N. de la R.: https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-gobierno-nacional-crea-la-comision-nacional-de-bioetica)
–Tealdi: Si uno lo lee, además de una serie de lugares comunes, los nuevos desafíos éticos y toda la retórica están puestos en el progreso científico tecnológico. Y, específicamente, en la decisión de crear una comisión nacional que centraliza el poder. Sin embargo, en el mismo decreto se observan las limitaciones, por lo menos formales, porque el Ministerio de Salud de la Nación no tiene efectores prácticamente, son muy pocos y, por ejemplo, no puede meterse en una provincia y decir lo que tienen que hacer. Lo interesante es que crea un Consejo Federal Asesor en Ética de la Investigación y busca diluir conflictos atribuyendo, a la Comisión, atribuciones, por ejemplo, de intermediación. La previsibilidad que se busca no deriva de normas claras, sino de comités alineados que pueden derivar en rechazar planteos éticos incómodos y reducir la incertidumbre para el negocio y la industria. La ética tiene que ser incómoda para el poder, pero -creada, así como está- podría intervenir desde un poder informal a través de acuerdos y de llamados para reconfigurar voluntades políticas.
–¿Hacia dónde cree que se dirige el centro de interés de este Gobierno en relación a esta creación?
–Tealdi: Hacia el campo de las investigaciones, pero solo son una parte chica del ámbito de la salud. ¿Qué ocurre con el derecho a la salud y la gente que no tiene acceso a ella? ¿Qué pasa con las largas esperas para la atención médica, con los establecimientos públicos, con los fondos para financiar programas de salud? ¿Por qué quitaron los medicamentos? Como podrá ver, hay mucho campo por fuera de la ciencia y la investigación. Pero los objetivos están sesgados por un interés económico y comercial de la industria farmacéutica porque ese lobby y este tipo de gobierno son acordes con eso. Una Comisión Nacional de Bioética tiene que ser de toda la bioética. Le podría describir una clasificación de todos los temas que abarca la bioética. La investigación es uno de los grandes campos. ¿Y los otros nueve dónde están? ¿Dónde está la salud mental? ¿Dónde está la salud del niño o del adolescente? ¿Dónde está la salud del adulto? ¿Dónde está el medio ambiente? ¿Y dónde están tantas otras cosas? La bioética es muy amplia y se enfrenta con una cantidad de problemas que esta nueva Comisión no contempla.