El secretario de Turismo y Deportes de Milei comparó al actual presidente con Perón e incluso dio nacimiento al “peronismo libertario”. Aquí le contesta Daniel Romero, profesor de Historia y miembro del Instituto de Formación y Actualización Política Peronismo Unido.
El lunes 17 de junio Daniel Scioli publicó un mensaje en X en el que cita dos documentos de Juan Domingo Perón.
En un momento dice Scioli: “¿Saben de donde me inspiré para hablar de evolución? Sí, correcto, de Perón. En la Asamblea Legislativa de 1948 decía: ‘la evolución es para los pueblos un agente de rejuvenecimiento indispensable y permanente. Es menester no aferrarse a prescripciones arcaicas o sobrepasadas por el tiempo. La política tiene la función de forjar la montura propia para cabalgar la evolución de la historia’”.
Es curioso que para justificar su decisión de participar en el gobierno de Javier Milei recurra a ese discurso de Perón.
Es curioso porque es justamente con este este discurso que el entonces Presidente de la Nación anuncia la necesidad de una reforma constitucional que va a dar como resultado, al año siguiente, ni más ni menos que el establecimiento de la Constitución de 1949 con toda su carga de inclusiones revolucionarias en lo económico y social.
La cita correcta del párrafo es: “La evolución es para los pueblos un agente de rejuvenecimiento indispensable y permanente, y si bien la estabilidad constitucional debe imponer un espíritu de prudencia ante todo, es menester también en favor de las perfectibilidad constitucional no aferrarse o excederse en el mantenimiento de prescripciones arcaicas o inconducentes por haber sido sobrepasadas por el tiempo y por los hechos…”.
Algunos párrafos más adelante, Perón avanza en la definición sobre la reforma de la que está hablando. Propone entonces introducir Los Derechos del Trabajador que habían sido proclamados en febrero del año anterior al nuevo texto constitucional, y agrega el texto que sigue:
“Y así como en las constituciones del siglo pasado, entre ellas la nuestra, la preocupación de los Constituyentes, respondiendo al ambiente de su tiempo, se limitaba únicamente a declaraciones de principios de tipo político y de tipo económico, no puede concebirse ya que la piedra angular de una nación, representada por su Carta Fundamental, deje de contener declaraciones significativas de las ideas básicas en materia de trabajo (…).
Si ha sido importante decir que los ciudadanos tienen el derecho a la libertad de comercio, no creo que sea menos importante señalar que tienen el derecho, no sólo de trabajar, como afirma nuestra Constitución, sino de hacerlo con la necesaria protección y dignidad. Si se ha considerado indispensable consignar (por cierto, en términos que resultan un tanto sorprendentes) que existe un derecho a la propiedad inviolable, igualmente debe ser necesario proclamar el derecho a una retribución justa, porque ya no se puede entender que se defienda el derecho de los hombres a la posesión y disfrute de los bienes materiales y no se diga otro tanto en cuanto a tenencia de la retribución indispensable para una subsistencia decorosa.
Si se dice que en la Nación no hay esclavos porque todos los hombres son libres hay que añadir que los trabajadores tienen derecho a unas condiciones de trabajo dignas, porque de otro modo se habría realizado una emancipación formal, pero se habría dejado subsistente la esclavitud derivada de la miseria, del agotamiento físico, de la salud precaria y de la falta de vivienda decente.”
El tugurio infecto
Dice más adelante frases sorprendentes por su actualidad: “Es muy fácil y muy cómodo sentirse conservador y actuar como elemento de orden cuando la posición pecuniaria permite llevar una vida carente de dificultades y de molestias. Pero es muy duro pedir resignación a quienes carezcan de cuantos regalos ofrece la civilización y frecuentemente lo indispensable para cubrir necesidades elementales. El tugurio infecto, la esposa famélica y envejecida por la labor agobiadora, los hijos depauperados, la falta de higiene, representan el ambiente propicio a la germinación del odio y, con él, la violencia.”
Sigue así: “…para ellos mantener a los trabajadores sometidos a la voluntad, cuando no al capricho de los empleadores, representaba orden y disciplina, mientras que regular relaciones entre ambos mediante convenios libremente pactados es anarquía”.
En los párrafos siguientes destaca la importancia de agregar los beneficios sociales y el acceso a vivienda digna no sólo a los trabajadores formales sino a jubilados y discapacitados y resalta el hecho de haber conseguido en aquel momento la independencia económica a través del control de los resortes principales de la economía del país:
Lo dice así: “En lo económico, hemos convertido en realidad lo que era un verdadero sueño para todos los argentinos: la independencia económica. No adeudar nada al extranjero; tener en propiedad casi todo lo de nuestra casa y que no se nos lleven gratuitamente los frutos de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo…”
En los párrafos finales reivindica una vez más el rol del movimiento obrero organizado y especialmente de su decisión para defender los derechos conquistados.
“En las manos de nuestros ‘descamisados’ está el destino de nuestra causa, y ellos han demostrado a la República que saben cumplir con su deber de argentinos”, dice Perón.
No parece necesario abundar sobre lo antitético de estos postulados respecto de los lineamientos ideológicos de Milei y su gobierno.
La otra referencia que hace Scioli es al libro “Conducción Política”.
Tuiteó el actual secretario de Turismo y Deportes: “El peronismo es un pensamiento estratégico, no ideológico. Privilegia alcanzar los objetivos para la felicidad del pueblo. No hay que enamorarse de los fracasos. Lo dice clarito en Conducción Política”.
En primer lugar, hay que aclarar que el concepto de “estratégico” aplicado a un pensamiento no es antagónico con que ese concepto parta de una u otra ideología. Es decir, “estrategia” e “ideología” son títulos que tratan de distintos ámbitos no comparables.
Justamente, en este libro Perón explica en profundidad el significado y la diferencia entre los conceptos de “estrategia” y “táctica”. Estos describen el ámbito y el campo de acción de las instancias de decisión de una organización o institución y su análisis técnico no abarca qué tipo de principios o ideología es la que inspira a esas entidades.
Aparentemente, lo que intenta decir Scioli en ese párrafo es que el peronismo no tiene grandes principios filosóficos, ni profundos ideales que lo inspiren, sino que Perón era un militar y político “pragmático”, entendiendo este término como que sólo se basaba en su capacidad de maniobra y su talento para conquistar el poder sin importar mucho qué ideas se invocaran en cada circunstancia.
Es decir, el peronismo no tiene ideas muy profundas, sino que es un mero aparato útil para llegar al poder en base a consignas más o menos acertadas y atractivas de acuerdo a las circunstancias de cada momento.
No es una definición novedosa sobre el peronismo. En realidad, es la explicación que ha sido hegemónica durante décadas en los ámbitos académicos y de opinión pública que mayormente han expresado el pensamiento no peronista y antiperonista de los sectores liberales e incluso de los marxistas y neomarxistas “progresistas”.
Confusiones
La referencia concreta apunta a dos confusiones bastante comunes producto de una lectura errónea o tergiversada de lo que Perón ha expresado en numerosos mensajes y textos.
Una es que su crítica a “la ideología” cuando ésta es producto de intelectuales aislados o círculos supuestamente esclarecidos que son los encargados de “iluminar” a los pueblos con esas producciones de salón y escritorio. Para Perón, por el contrario, las ideas o principios filosóficos centrales y la cultura se originan en la propia experiencia histórica de los pueblos. En todo caso el talento o la capacidad de los conductores debe ser interpretar y sistematizar esos conocimientos. Por eso define al peronismo como profundamente popular y en Conducción Política les enseña a los dirigentes que para conducir es premisa ineludible provenir, vivir y compenetrarse de las necesidades de su pueblo.
La otra confusión, común incluso entre muchos peronistas, es interpretar que cuando Perón señala que “la acción está por sobre la concepción”, está diciendo que ésta última no existe o que es indiferente. Es decir, que da lo mismo cualquier acción no importa la idea que la impulsa.
Lo que surge claramente de una lectura atenta de los textos de Perón, y en especial del citado en esta oportunidad, es que de nada sirve una idea brillante o un gran plan, si sólo queda en su enunciación o en un regodeo intelectual. Lo importante es que se ejecute y se lleve a cabo. Esto es así en cualquier ámbito de decisión, pero sobre todo para un movimiento político popular cuyo objetivo no es académico, sino transformar la realidad en función de sus ideas de justicia.
Es una confusión parecida a la que ha llevado la famosa frase “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”. Algunos no entienden que lo que dice es “mejor que decir es hacer”, y no “mejor que pensar, es hacer”. Siempre, en toda su obra, Perón sostiene que para hacer hay que tener ideales profundos, y además pensamientos ordenados que permitan tener muy claro los objetivos.
Para Perón, en conclusión, decir que la acción está por sobre todo no implica en absoluto que no hay que tener un ideal. Lo que quiere decir es que el ideal hay que realizarlo.
El texto Conducción Política es la transcripción corregida de las clases que el propio General Perón daba a los dirigentes del Movimiento en la Escuela Superior Peronista que contaba como profesores, además de él a la propia Eva Perón.
Es un manual dirigido, entonces, a quienes ya tenían un ideario peronista y que apuntaba a darles herramientas organizativas y de formación, surgidas de la experiencia y la elaboración docente del propio Perón.
Perón había sido profesor de historia militar en la Escuela Superior de Guerra y había elaborado ya en la década del ‘30 un manual de estudio de temas de estrategia y conducción militar para los oficiales del Ejército.
Lo que hacía con Conducción Política era enseñar y señalar las profundas y antagónicas diferencias entre los métodos de la conducción militar y la política. En el texto explica explícitamente como la conducción militar se basa en dar órdenes y en la rígida y ciega disciplina militar y por el contrario la conducción política se basa en la persuasión y el convencimiento sobre el ideal a seguir por parte de los que se aspira a conducir. La organización militar se basa en reglamentos disciplinarios. La organización política se basa en compartir y sentir una doctrina política común. Perón insiste mucho en que sólo se puede conducir lo organizado. Pero debe entenderse claramente que para él, en términos políticos, lo organizado es fundamentalmente lo que comparte una doctrina común.
El equilibrio y la armonía
Los principios nucleares del pensamiento del peronismo están expresados en muchos textos y discursos de Perón, pero fundamentalmente sintetizados en “La Comunidad Organizada”. Allí se manifiesta la idea de un equilibrio y una armonía posible entre los intereses del individuo y los de la comunidad de la que es miembro innato. Es una crítica al individualismo egoísta del liberalismo y a los totalitarismos que en pos de una conquista social y económica sacrifica la libertad y la creatividad del individuo. Perón define su idea como humanismo, porque pone la dignidad del hombre por encima de los objetivos materiales del individualismo y el totalitarismo. Lo define como cristiano, no por un sentido confesional, sino porque reconoce en el mensaje del cristianismo primitivo una superación de la elaboración de la cultura griega clásica, que originaba humanismo y democracia, pero mantenía incólume la abyección de la esclavitud. Reconoce en ese cristianismo primitivo uno de los primeros mensajes ecuménicos que señalan que todos los hombres son iguales.
Esa tercera posición filosófica, Perón la ha definido varias veces como de muy larga vigencia, y de ella derivó el concepto de Justicia Social. Junto a las banderas de Independencia Económica y Soberanía Política constituyen las bases del pensamiento peronista de largo plazo.
La Doctrina Peronista es otro de los textos clásicos que recopila fragmentos de discursos de Perón en su primer gobierno. Su contenido está muy bien sintetizado en las famosas Veinte Verdades.
Perón plantea la relación entre doctrina y conducción de esta manera en el texto ya citado: ”El adoctrinamiento es la base de toda conducción, porque para saber cómo hay que ir es necesario conocer a dónde vamos, y para eso tenemos que seguir un ideal.”
La doctrina, explica Perón está inspirada y contiene los grandes principios, pero es una enunciación práctica y sintética para su aplicación de acuerdo a las circunstancias de cada época. Por lo tanto, la doctrina es actualizable, pero siempre sobre la base de los grandes principios que son permanentes por mucho tiempo.
“La doctrina no es una regla fija para nadie. Es en cambio, una gran orientación, con principios que se cumplen siempre de distinta manera”, dice.
Perón mismo realizó en los años ‘60 y’ 70 ejercicios de “Actualización Doctrinaria”. Por ejemplo, incorporó temas como el cuidado del medio ambiente y la importancia estratégica que tiene nuestro para el país desarrollo de la ciencia y tecnología en la defensa de la soberanía y la liberación nacional.
En el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, su obra póstuma, de 1974, desarrolla éstos y otros temas, como la importancia del nacionalismo cultural para incorporarse con identidad propia a la inevitable internacionalización que anticipaba ya en aquella época.
La doctrina a su vez, debe ser teorizada. Es decir, los técnicos, profesionales y especialistas deben desarrollar intelectualmente y programáticamente las formas técnicas adecuadas para su aplicación.
Conducción Política, Doctrina, Teoría y formas de ejecución y organización, todas ellas impregnadas de los ideales y los principios trascendentes y permanentes, son el cuerpo conceptual desarrollado por Perón y Eva Perón para interpretar el peronismo.
La Justicia Social como paradigma central de la organización comunitaria, y el principio profundamente humanista de que “donde hay una necesidad nace un derecho”, surgidos de ese cuerpo conceptual, son actualmente el foco principal del ataque cultural que Milei postula contra el ideario peronista.
Hay que reconocerle que, con honestidad intelectual, ha planteado claramente que para su concepción y la de su gobierno, la Justicia Social es un robo y que la principal desgracia de la Argentina es haber aceptado el principio instaurado por Eva Perón, ya que para él “donde hay una necesidad lo que nace es un gasto que hay que eliminar”.
En base a todo esto parece bastante claro que ser al mismo tiempo peronista y mileísta no parece contener ninguna lógica. Salvo para aquellos que piensan que estrategia e ideología son conceptos comparables.