TikTok: domar al algoritmo

TikTok es una plataforma que entra a nuestros dispositivos y datos sin pedir permiso, que nos impone un filtro de “belleza” para nuestras imágenes que no se puede deshabilitar y que vino a “entretener” especialmente a la niñez y a la juventud desde la pandemia, y hasta a hacerles perder la noción del tiempo. ¿Cómo se da este proceso en la Argentina? ¿Es posible domar al algoritmo?

Los estudios más profundos sobre lo que nos está pasando y sobre lo que estamos viviendo con las redes sociales y la vida digital en esta etapa histórica, son los que conjugan la investigación en el territorio digital con la que se da en el territorio físico. De ese modo se puede abordar integralmente la experiencia que se intenta comprender. 

En la coyuntura argentina podemos medir, por ejemplo, que por cada 5 millones de visualizaciones que el presidente Milei obtiene en su cuenta oficial de Tiktok, las más exitosas entre sus innumerables cuentas no oficiales cosechan unos 86 millones.

El capítulo argentino de Amnistía Internacional se propuso desarrollar un estudio sobre los usos de la plataforma sociodigital que más crece en el continente, poniendo el foco en sus jóvenes participantes. El estudio se llama: “Domar el algoritmo: Desafíos para la salud mental y privacidad de Argentina en el uso de TikTok”. Adjuntamos el informe al final de la nota.

Este extenso estudio etnográfico fue realizando entrevistas en serie a jóvenes de entre 13 y 25 años durante seis meses, en cinco localidades de la Argentina. En el país la red cuenta con 21.27 millones de usuarios, lo que representa un 63% de las personas que cuentan con acceso a internet. A principios de 2023, la cantidad de usuarios argentinos alcanzaba los 16 millones, la mayoría de ellos sumados durante la pandemia.

Los ejes del trabajo son dos: 

  1. La privacidad y los datos personales
  2. La salud mental

En ambos se analizan las características tecnopolíticas de la plataforma al tiempo que se indagan los imaginarios, emociones y percepciones de los jóvenes usuarios en la Argentina.

Extractivismo de datos

TikTok entra a tu teléfono y sin pedirte permiso ni avisarte, reconoce el resto de las aplicaciones instaladas en el dispositivo, accede a datos del sistema operativo (Android o IoS), puede leer mensajes de correo electrónico y aplicaciones. Extrae “información inferida” en base a variables como intereses, gustos y motivaciones, género y rango etario, ubicación, información técnica sobre el dispositivo, dirección IP, proxy, operador de telecomunicaciones, zona horaria, tipo de red, identificadores del dispositivo, nombres y tipos de aplicaciones y archivos, patrones o ritmos de pulsación de teclas, estado de la batería, configuración de audios y dispositivos de audio conectados. 

Con toda la información que reúnen, los algoritmos de TikTok componen una segmentación especialmente diseñada “Para tí” (así se llama la sección).

La recopilación masiva de datos no puede desactivarse. 

Las reglas de TikTok difieren según el lugar del mundo en el que te encuentres, por ejemplo en la Unión Europea el sistema tiene más barreras para el acceso a los datos.

Los usuarios de TikTok son conscientes de que sus datos y huellas digitales son rastreables. Desarrollan estrategias de «cuidado» ante familiares, amistades y desconocidos, así como tácticas para “domesticar” el algoritmo según sus preferencias. Sin embargo, los términos y condiciones de TikTok prácticamente no son leídos ni comprendidos.

El algoritmo de TikTok es percibido como una entidad con vida propia que predice los gustos y preferencias de los usuarios. Los jóvenes desarrollan estrategias para «domesticar» el algoritmo, como dar «me gusta» a ciertos contenidos o usar la opción «no me interesa». Buscan modelar el algoritmo para que muestre únicamente los contenidos deseados.

Algunos usuarios establecen un vínculo más relajado, dejando que el algoritmo los sorprenda. Sin embargo, la mayoría intenta influir activamente en las sugerencias futuras para personalizar su experiencia en la plataforma.

TikTok ha transformado la forma en que los jóvenes buscan información. Muchos usuarios prefieren TikTok sobre Google para búsquedas cotidianas, valorando la brevedad y especificidad de los resultados. La plataforma es percibida como más capaz de entender qué es «para mí» en comparación con otros buscadores.

Los usuarios aprecian la capacidad de TikTok para transmitir información en poco tiempo y construir verosimilitud a través de múltiples fuentes. Esta preferencia marca una transformación en los modos de construir credibilidad sobre la información obtenida, donde lo audiovisual adquiere mayor peso.

TikTok ha generado nuevas formas de pedagogía en formatos breves y atractivos. Los usuarios valoran positivamente los contenidos que enseñan habilidades prácticas como maquillaje, cuidado de la piel o cocina. Sin embargo, también existen contenidos considerados negativos o peligrosos, como desafíos riesgosos o consejos de salud no verificados.

Salud mental

El uso intensivo de TikTok puede tener efectos significativos en la salud mental de los jóvenes. La investigación encuentra una reconfiguración de la relación de los usuarios con el tiempo. Definen a la red socio digital como “absorbente”. Explican que pierden la noción del tiempo navegándola. Incluso expresan ese estado como de “abducción” o directamente de “alienación”. Esto genera culpas y sensación de pérdida de control personal.

La plataforma también puede reforzar ideales de belleza problemáticos y fomentar conductas alimenticias dañinas. Además, el llamado autodiagnóstico de trastornos mentales a través de TikTok es una práctica frecuente y potencialmente peligrosa, ya que carece de validación profesional.

Los entrevistados expresan en reiteradas ocasiones que los videos resultan llamativos y que no pueden dejar de verlos o “desengancharse”.

Otra característica de la lógica que hegemoniza la plataforma es una desjerarquización del conocimiento y una simetrización de enunciadores (por ejemplo quedan en pie de igualdad una científica o especialista en nutrición con alguien que simplemente genera influencia hablando de dietas y biología y dando consejos). Esto genera una confusión muy grande al respecto de la validez de determinados contenidos, y esto se vuelve más riesgoso cuando los temas tienen que ver con la salud, especialmente con la salud mental. Los jóvenes oscilan entre la creencia y la desconfianza frente a estos nuevos enunciadores.

Los autodiagnósticos realizados con influencers que se presentan como nutricionistas, se combinan con contenidos protagonizados por personas que en general se encuadran en los estereotipos de belleza hegemónicos. Si vamos nuevamente al plano tecnológico, el filtro de belleza (beauty) no puede desactivarse. Ese filtro de “belleza” consiste en un proceso que convierte a una persona en más delgada, de piel más clara, de ojos más grandes, etc.

El “lado malo” de TikTok

Los usuarios de TikTok distinguen entre un «lado bueno» y un «lado malo» de la plataforma. El «lado malo» se asocia con contenidos «tóxicos» que pueden afectar negativamente la salud mental. Estos incluyen videos que promueven ideales de belleza poco realistas, contenido violento o discriminatorio, y desafíos peligrosos.

Los jóvenes desarrollan estrategias para evitar caer en este «lado malo», como ignorar ciertos contenidos o usar la opción «no me interesa». Sin embargo, la exposición a contenido potencialmente dañino sigue siendo un riesgo significativo, especialmente para los usuarios más jóvenes o vulnerables.

Las lógicas de naturalización de la violencia de alta pregnancia inciden en la socialización y en la configuración de subjetividad de los usuarios. De esta manera TikTok enfrenta tecnológica, política y comunicacionalmente a los derechos humanos como parámetros de convivencia social. 

¿Domar al algoritmo?

Este estudio del capítulo argentino de Amnistía Internacional revela la necesidad urgente de generar regulaciones para proteger a los usuarios jóvenes de TikTok y a la ciudadanía en general. Es imprescindible que los gobiernos y los organismos regionales e internacionales implementen medidas efectivas para prevenir, investigar y sancionar abusos relacionados con el modelo de negocio de las redes sociales.

El año pasado TikTok fue la principal fuente de noticias para jóvenes de entre 12 y 15 años en Reino Unido. Más que Youtube e Instagram. 

TikTok no promueve la formación de comunidades como otras plataformas digitales, es una red social para que la producción de contenidos y el uso sean prácticas individuales, por esto fue muy propicia para el tiempo de aislamiento que demandó la pandemia, aportando “entretenimiento” en un tiempo de miedo, soledad y angustia de la sociedad global y muy especialmente de la niñez y de la adolescencia.

Las redes sociales que utilizamos masivamente hoy, nacieron hace apenas 20 años. Si Facebook se convirtió en una especie de diario íntimo/público, Youtube fue el reservorio más grande de videos del mundo, X-Twitter promovió los mensajes sintéticos y las tenencias, Instagram dio lugar a las imágenes y a influenciadores y Google se situó como el buscador universal, TikTok se erigió como el gran proveedor de entretenimiento, como un espacio lúdico donde “apagar el cerebro”, donde “no hace falta elegir”. Todas estas plataformas desarrollan procesos tecno-políticos a nivel global que con más o menos respeto al usuario, utilizan datos para segmentar sus propuestas de contenido a ofrecer. 

Hemos analizado características específicas de TikTok a las que podríamos describir como de imposición inconsulta:

  • el acceso a datos del dispositivo, 
  • el filtro de “belleza”, 
  • los modos algorítmicos de segmentación de sofisticada arquitectura informática para producir una serie de propuestas de contenidos que nos resulte “irresistible”.

Hasta aquí el estudio analizado.

Podemos agregar que del otro lado encontramos un gobierno argentino que dispone una vertiginosa retirada del Estado de las regulaciones al mercado, de la educación ciudadana y de la salud mental, entre otras políticas públicas que están siendo devastadas. Particularmente la educación es la única posibilidad de generar las condiciones de una lectura crítica y una apropiación creativa de estas tecnologías para “domar al algoritmo” realmente.

En este contexto las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía democrática y participativa, cargan sobre sus hombros la enorme responsabilidad por la salud, la educación y el cuidado de la sensibilidad y de la vida de la niñez y la adolescencia en nuestro país, tanto en el territorio físico como en el digital.


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