Trump y su principal fan argentino

Estados Unidos se atiene a su conducta típica de trasladarle el costo de sus problemas internos a otros países. Es el emisor de la principal moneda de referencia en las transacciones internacionales. Tiene la necesidad de alimentar el movimiento internacional de capitales para conservar su hegemonía. Y para eso, utiliza los préstamos. El Gobierno argentino lo aprovecha para intentar resguardar su popularidad luego de empobrecer a las masas.

El Financial Times publicó el primero de mayo una nota con el sugerente título El Club de Fans Latino-Americano de Donald Trump espera préstamos y acceso. El Club de Fans de la nota serían tres Presidentes: Nayib Bukele, de El Salvador, Daniel Noboa, de Ecuador, y nuestro infaltable Javier Milei.

La nota describe el trato que cada uno tiene con el mandatario norteamericano. Bukele es encomiado por Trump debido a su política frente al crimen, que tiene la particularidad de admitir deportados desde los Estados Unidos en las cárceles salvadoreñas. También recibió préstamos del FMI, el Banco Mundial y otros organismos internacionales, en los cuales Estados Unidos concentra la mayoría de los votos.

Milei, al igual que Bukele, recibió el préstamo de 20 mil millones de dólares del FMI, y un apoyo por parte del Secretario del Tesoro Scott Bessent. Y a diferencia de El Salvador, por el momento Argentina no hizo ningún favor de esa envergadura.

No obstante, más allá de los préstamos, y algún respaldo discursivo, no parece haber otro tipo de beneficios tangibles para los Gobiernos aludidos.

Relaciones internacionales

Tampoco es la primera vez en la historia que reciben préstamos de magnitudes sustanciales, ni llegan a niveles de endeudamiento que, en sus valores originales, resultan impagables. Para comienzos del siglo actual, Argentina y Ecuador estaban entre los grandes protagonistas de las renegociaciones del endeudamiento externo, con Argentina ocupando un lugar destacado luego de la crisis de 2001.

Lo que sucede es que, más allá de la ilusión del alineamiento geopolítico condescendiente, las relaciones internacionales se desenvuelven en función de condiciones objetivas. Estados Unidos, emisor de la principal moneda de referencia en las transacciones internacionales, tiene la necesidad de alimentar el movimiento internacional de capitales para conservar su hegemonía. Y para eso, utiliza los préstamos.

Prioridades prosaicas

Sobre esa base, los países receptores de créditos pueden perseguir diferentes prioridades. La del Gobierno argentino es más bien prosaica. Tras haber mermado el poder de compra de la población nacional, ya en una trayectoria de deterioro, intenta conservar la estabilidad de los precios mediante la contención del dólar. De esta forma, conserva su aceptación política.

En tales términos se podría resumir la orientación de la política económica, gravitante sobre la política en general. A partir de esta premisa, empiezan a surgir iniciativas por parte del oficialismo, que tienen la finalidad de preservar el estado actual de la relación entre los precios y los ingresos, actuando sobre las dos variables.

Un ejemplo es el incentivo al uso de dólares que se pondrá en práctica. Luis Caputo, el ministro de Economía, adelantó que se trabaja para eliminar normas regulatorias para verificar la legitimidad del origen de los dólares que sean utilizados en operaciones de cierta magnitud y sin regularidad. Es una práctica impulsada por organismos internacionales para prevenir el lavado de dinero, y su eliminación llevó a varios analistas a sospechar que se busca atraer dólares provenientes de actividades ilícitas.

La explicación que da Caputo es más cándida. Sugiere que existen 200 mil millones de dólares atesorados por propietarios argentinos, que no se ponen en circulación por las dificultades provocadas por regulaciones excesivas. Y que su uso en la economía nacional sería útil para “re-monetizar” la economía y que pueda seguir creciendo. A fines de abril, Caputo aseveró en un discurso que está en condiciones para crecer a una tasa superior al 6 por ciento anual.

Independientemente de los detalles legales, la idea es burda. Si de lo que se trata es de impulsar el crecimiento, lo que se debe buscar es incrementar los flujos de gasto. Es decir, los ingresos. La operación de “sacar plata del colchón” consiste en una recurrencia a stocks, que solamente tiene efecto hasta que se agota.

Para el caso, además, debe considerarse lo inverosímil de que los tenedores de esos dólares los utilicen para efectuar gastos de gran escala que realmente sean estimulantes para la actividad, aunque fuese por un período corto. 

Si hay personas que tienen la posibilidad de comprar dólares recurrentemente, es por disponer del ingreso para hacerlo una vez cubiertos sus gastos cotidianos, por lo que no tendrían la necesidad de realizar más gastos, independientemente de la moneda que elijan. Sucede que eso de “re-monetizar” la economía es un concepto estéril. De lo que se trata es de gastar. Y, en este caso, no hay nada que promueva un mayor nivel de gasto.

En cambio, Caputo sigue buscando inhibir la evolución de los ingresos. Leandro Renou explicó en una nota de Página/12 que en el trascurso de la semana les solicitó a los supermercados que rechazaran los aumentos de precios de alimentos, e intentó obturar el cierre de una paritaria de los empleados de comercio que implica una pauta de aumento del 9,6 por ciento entre mayo y junio, por “inflacionario”.

Poner a prueba los límites

Más allá de la relación directa, para apreciar lo que la política estadounidense implica en relación al resto de las naciones, es útil enfocarse en su evolución reciente. 

El Financial Times resumió los datos más relevantes de los primeros cien días del Gobierno de Donald Trump. Además de hechos conocidos, como la volatilidad en los mercados bursátiles, algo llamativo es que el Departamento de Eficiencia del Gobierno llevó adelante una cantidad notable de desvinculaciones de empleados federales y cancelaciones de contratos.

El Doge, por sus siglas en inglés, es encabezado por Elon Musk, uno de los ídolos de Milei. Su rol demostró ser impopular para el electorado americano y los aliados de Trump, y le significó a Musk un deterioro en su imagen pública, además de una disminución en el precio de la acción de TESLA.

También es remarcable que el primer trimestre de 2025 sea el primero en el que la economía norteamericana se haya contraído desde finales de 2022. Si bien varios analistas se lo atribuyen a un déficit comercial originado en una prevención contra el impacto de las tarifas, parte de ese resultado también se debe al impacto de la contracción del consumo del Gobierno.

La aprobación pública de Trump, en sus primeros cien días, es más alta que la que alcanzó transcurrido ese lapso de su primera presidencia, pero mucho más baja que la que solían tener otros Presidentes americanos. 

En ese contexto, se está por producir la salida de Musk. Para resumir su paso fugaz por el Gobierno, el columnista Edward Luce observó que “lo que empezó con una motosierra está terminando con un gemido”. Y que posiblemente el Doge haya costado más caro que los recortes a los que condujo.

El episodio de Musk es un problema menor para un Gobierno como el de Trump, que tiene que ocuparse de que los norteamericanos dejen de comprar productos fabricados en China, y al mismo tiempo siga funcionando la actividad económica. Como observó el historiador Adam Tooze, el desafiar el consumismo americano con la promesa de un futuro mejor es prueba de una audacia ausente en las administraciones de Obama y Biden, cuyos límites Trump intenta superar.

Estados Unidos se atiene a su conducta típica de trasladarle el costo de sus problemas internos a otros países. Por ejemplo, concediendo préstamos extraordinarios para apalancar políticas económicas cuyo resultado neto es el de una contracción, a los fines de conservar la primacía internacional del dólar. 

El Gobierno argentino lo aprovecha, para llevar adelante la práctica histórica de la reacción de la derecha nacional desde 1976, consistente en algo tan contradictorio como pretender resguardar su popularidad luego de empobrecer a las masas. Para eso emprenden experimentos que resultan en un empobrecimiento aún mayor que el inicial, y cuando llega el desenlace la situación política se vuelve inmanejable. Entonces, los gobiernos se agotan.

La paradoja es que, para ganar la elección y luego consolidarse, el oficialismo actual apeló a un pensamiento de suma cero que prolifera en las poblaciones empobrecidas, como detectaron investigadores de Harvard en un estudio sobre Estados Unidos publicado en 2023. La pobreza, en su discurso, se explica por la corrupción de la política y la mala praxis del Estado Nacional, que quita lo que a la población le falta. 

En los hechos, sin embargo, tiene lugar la misma política empobrecedora de siempre, y sus consecuencias serán aún peores.

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