Shila Vilker: “El apoyo al Gobierno es económico más que ideológico o cultural”

¿Los partidarios del Gobierno de Javier Milei son ultraderechistas? ¿Por qué tantos electores faltan a las urnas? ¿Qué siente un peronista frente a la puja interna en la oposición? Estas preguntas que tantos se hacen fueron trasladadas por Y ahora qué? a Shila Vilker, magister en Comunicación y Cultura por la UBA y directora de la consultora TresPuntoZero.

Un señor que se hace llamar Gordo Dan dijo en su programa de TV por internet que el hombre es quien tiene que salir a trabajar y que la mujer debe quedarse en la casa. No precisó si a lavar los platos o a cuidar a los hijos, pero no viene al caso. Quedó claro. A tales premisas las denominó “valores tradicionales”. Lo que no resulta tan cristalino es en qué medida la ciudadanía que vota o dice adherir a Milei comparte total o parcialmente estos “valores” de la «batalla cultural” que libra La Libertad Avanza. Más transparencia se observa en lo que pasa con el peronismo, la mayor fuerza opositora, donde reinan la “tristeza” y el “desencanto”, según Shila Vilker, investigadora y analista de opinión pública. Aquí sus respuestas:

–¿Cuál es el perfil hoy en día del votante y/o partidario de La Libertad Avanza y de Milei? ¿Cuál es la clase social predominante?

–Si bien no existen segmentos completamente refractarios al Gobierno de Javier Milei en términos económicos o geográficos, hay perfiles donde su fortaleza es más evidente. 

–¿Se lo puede ubicar geográficamente a ese adherente al mileísmo o está extendido por toda la Argentina?

–Geográficamente, el apoyo al oficialismo se concentra en el interior del país, mientras que el AMBA tiende a mostrarse más crítico. Variables como el género y la edad también resultan claves: los varones jóvenes siguen siendo el principal sostén del oficialismo.

–¿Los mileístas adhieren a las ideas de la extrema derecha internacional a la que pertenece Milei? ¿Se los puede calificar de ultraderechistas?

–El núcleo duro del mileísmo está fuertemente comprometido con la llamada “batalla cultural”. Sin embargo, la mayoría de los votantes de Milei no adhiere plenamente a esa agenda: en muchos casos la tolera, le resulta indiferente o incluso le genera rechazo. En estos sectores, el apoyo al Gobierno se basa fundamentalmente en su propuesta económica, más que en sus posiciones ideológicas o culturales.

–¿La abstención electoral es una falta de confianza y credibilidad en la democracia?

–La abstención electoral responde a una combinación de factores. En términos generales, la política ha perdido capacidad de conectar con la ciudadanía.

–¿Hay un desinterés por lo que se está votando o, tal vez, una no identificación con los motivos por los cuales se convoca a actividades partidarias, militancias y/o movilizaciones? ¿Hay crisis de representación?

–A los candidatos les cuesta transmitir con claridad qué se está votando, qué está en juego y por qué vale la pena participar. Esta desconexión, sumada a una creciente distancia emocional con quienes encabezan las listas, ha contribuido al crecimiento del abstencionismo en distintas elecciones.

–Si, por un lado, LLA está absorbiendo a dirigentes del PRO, ¿ocurre lo mismo con los antiguos partidarios de Juntos por el Cambio que cambian de identidad política?

–El proceso de integración entre ambos espacios se ha dado principalmente de abajo hacia arriba. Los primeros en migrar fueron los votantes, muchos de los cuales habían acompañado a Juntos por el Cambio desde un lugar más vinculado al rechazo al peronismo y al deseo de cambio que a una identidad partidaria firme. A medida que el mileísmo logró consolidar un discurso que combina cambio profundo con un antiperonismo activo y competitivo, fue captando ese electorado. Sin embargo, persiste un núcleo duro que rechaza las formas de Milei y su estilo de gobierno, al que perciben como autoritario, y que continúa identificado con el macrismo y sus referentes. No obstante, se trata de una porción minoritaria.

–En las encuestas aparecen respuestas mayoritarias en defensa del rol del Estado, la salud, la educación públicas, la ciencia, etc. pero luego se termina eligiendo la opción del libertarismo de Milei ¿Cómo se explica?

–Esa aparente contradicción puede entenderse mejor si se tiene en cuenta la profunda desconfianza que existe hacia las instituciones que gestionan la salud, la educación y otras áreas del Estado. La mayoría de los votantes no niega la importancia de esos servicios, pero sí duda de su eficacia y de cómo se administran. Por eso el discurso del Gobierno, más que centrarse en un ajuste explícito, hace foco en la necesidad de auditar, controlar y transparentar el gasto. El relato oficial encuentra eco en una percepción extendida de que los problemas de estos sectores no se explican tanto por la falta de recursos como por el mal uso de los fondos.

–¿Cómo reacciona y qué piensa el partidario o simpatizante cercano al peronismo que se entera de internas muy fuertes en sectores como el kirchnerismo que antes se mostraban unidos? ¿Están desencantados de sus líderes?

–Entre los votantes peronistas predominan emociones como la tristeza y el desencanto, más que la bronca o la indignación. Se percibe que el Gobierno avanza con fuerza, mientras que la oposición no logra ofrecer un freno efectivo. En este contexto, las internas no generan interés ni entusiasmo, sino que refuerzan la sensación de impotencia. Se las vive como discusiones desconectadas de las preocupaciones reales del electorado, que busca una estrategia clara para enfrentar al oficialismo y construir una alternativa viable. Las disputas internas, en cambio, se ven como un obstáculo para lograr ese objetivo.


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