El Presidente Milei concentra todos los fundamentalismos. El económico. El religioso. El que viene de la Hispanidad de falangistas y franquistas. El que se opone a los derechos humanos progresivos. El darwiniano. Así se explica su viaje a España para el acto de Vox y su predilección por el secretario de Culto Francisco Sánchez, que añora el año 1492.
Su Excelencia tiene, todavía, la ayuda de la diosa Fortuna. La mayoría de los análisis, con excepción de los que se publican en Y ahora qué desde el primer número y de alguno más en otros medios o en libros, no lo terminan de tomar en serio. Desdeñan el consejo que dio el sociólogo Pablo Stefanoni cuando escribió su interesantísimo libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? Recomendó Stefanoni que ante el fenómeno de las llamadas alt-right, las nuevas ultraderechas que proliferan en el mundo, hay que sentarse y ponerse a leer, a escuchar y a examinar lo que dicen y lo que quieren. Años antes de que Su Excelencia Javier Milei llegase a la Casa Rosada, Stefanoni tenía bien clarita no sólo la genética ideológica de cada fenómeno sino cómo se movían, se copiaban, aprendían unos de otros y, sobre todo, sobretodísimo, se internacionalizaban. Ya no hay Primera Internacional. No hay Tercera Internacional. La segunda, la socialista, está muy desvaída, a tal punto que todavía no se dio cuenta de que debería reaccionar ante los ataques discriminatorios de Su Excelencia. Sí lo advirtió Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, pero no la Internacional Socialista como tal. Y entonces, cuando aparece en el firmamento otro Sánchez, Francisco, el secretario de Culto de Su Excelencia y de la canciller Diana Mondino, un crítico furibundo del Papa Francisco, las visiones sobre el personaje son tan simplotas que no sirven para nada.
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En esta edición de Y ahora qué Enrique Aschieri, Jorge Landaburu, Dany Meroya y Guido Aschieri analizan en detalle las últimas apariciones de Su Excelencia, tanto en su show del Luna Park del 22 de mayo como en el gran acto internacional de Vox en España unos días antes, el 19. Vox invitó a Su Excelencia y a otras figuras que compiten con él por el título máximo de Super-Right, como preparación para las elecciones parlamentarias europeas. Los ultraderechistas de toda Europa quieren aumentar sus escaños en junio. Para ello deben comerles votos a las derechas y a la vez ultraderechizarlas, con lo cual inclinarían toda la cancha hacia fascismos, neofascismos y autoritarismos varios. Acaban de afrontar un problema. El bloque europeo de ultraderecha se vio obligado a expulsar a los neonazis alemanes porque ya era demasiado. Ni la italiana Giorgia Meloni, que pasó a la posteridad con una foto de su meloni cariñosamente pegado al meloni de Su Excelencia, frente con frente, tiene plafón interno para soportar el peso de los alemanes que reivindican a las SA y a las SS. Los racistas italianos son patriotas: les alcanza con sus odiadores propios pero desconfían de los tedeschi.
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En España el acto de Vox podría ser llamado Facha-Fest. En argentino sería Facho-Fest. Su Excelencia no sólo usó los dineros públicos para un viaje partidista sino que eligió perfectamente su compañía, y por eso fue con él Francisco Sánchez. Nada es casualidad. Santiago Abascal, el líder de Vox, es un admirador de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange que fue fusilado en 1936 a los 33 años. El falangismo no debe ser subestimado. Como el fascismo de Benito Mussolini, no aspiraba sólo al poder sino a convertirse en un fenómeno masivo capaz de hacer perdurable a ese poder una vez que fuera conquistado. Lo mismo sucedió en Alemania con el fundador de la escuela austríaca de asesinato en masa, Adolf Hitler. Abascal no solamente admira a Primo de Rivera. Hoy combate la Ley de Memoria Democrática aprobada por las Cortes, el congreso de los diputados de España, para identificar a las víctimas y generar un registro institucional duradero sobre las atrocidades de Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios entre 1939 y 1975. A la vez, Abascal es protagonista del juego de tironear a la derecha del Partido Popular más todavía hacia la derecha. La meta es que la modernización social de España tras la muerte de Franco abandone herejías como la salud pública, el Estado laico, la educación con docentes bien pagos y el respeto a las autonomías, en especial a la catalana y la vasca.
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El discurso de Francisco Sánchez causó impacto en España y en la Argentina por su repudio al matrimonio igualitario y a la interrupción voluntaria del embarazo. Pero el secretario de Culto de Su Excelencia fue más allá: hasta se lamentó de que en la Argentina exista el divorcio vincular. Culpa, según dijo, del Presidente Raúl Alfonsín, que lo promovió y lo promulgó en 1987. Un dato: el único país del mundo donde el divorcio es ilegal es Filipinas. También el Estado vaticano, claro, pero curas y monjas están obligados al celibato, y los empleados laicos cruzan la calle y se divorcian en Roma sin sufrir luego el anatema del Papa, que ya no se ocupa de esas cuestiones. No fue el único anacronismo de Sánchez en su discurso. Reivindicó a la España de 1492. Como en la Argentina esa fecha está marcada por la escuela primaria, todo el mundo entendió que se refería a la primera expedición de Cristóbal Colón cuando navegó hasta toparse no con las especiadas Indias orientales sino con las tibias aguas del Caribe americano. Sin embargo, el recuerdo histórico de Sánchez se entronca con la visión que durante la dictadura de Franco se llamó nacionalcatolicismo. Además de otorgarle un rol central a la Iglesia católica, el nacionalcatolicismo se transformó en la ideología del régimen. Fue el nutriente totalitario que santificó tanto la tiranía como su práctica diaria de masacres, al principio masivas y luego con blancos seleccionados. La historiografía de ese nacionalcatolicismo idolatra a la unificación española de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón no como un momento clave de la historia sino como el principio rector de la hispanidad católica. Mientras Colón llegaba a América, los judíos eran expulsados de España como un modo de eliminar todo peligro de heterogeneidad: la religión era, naturalmente en ese momento, una religión de Estado, y la encarnación del Estado, por derecho divino, eran los reyes. La famosa batalla cultural que encaran hoy las ultraderechas del mundo parte del mismo concepto. Buscan entronizar un pensamiento excluyente. La elección de un enemigo, entonces, es al mismo tiempo coartada y contenido. Método de construcción y forma de destrucción. El enemigo puede ser el feminismo, el socialismo, la socialdemocracia, el peronismo, el divorcio, los partidarios de la justicia social o quienes quieren preservar la educación pública. El enemigo pueden ser los inmigrantes. O los homosexuales. O todos los musulmanes, aun en su versión contraria a toda violencia. Abascal y el secretario de Culto, orador de semifondo, lo mismo que Su Excelencia, parecen la reencarnación de Ramiro de Maeztu, aquel embajador español en la Argentina que desparramó la doctrina de la Hispanidad en el catolicismo conservador y el nacionalismo católico argentino. En 1927 el dictador Miguel Primo de Rivera, padre de José Antonio, lo destinó a la Argentina. Un trabajo del profesor de Historia Osvaldo Martini registra el vínculo de De Maeztu con el sacerdote español Zacarías de Vizcarra, el creador de la categoría de “Hispanidad”, síntesis cultural y religiosa. En el Congreso Eucarístico Internacional realizado en Buenos Aires en 1934, el arzobispo de Toledo y primado de España pronunció en el Teatro Colón su “Apología de la Hispanidad”. Dijo el cardenal Isidro Gomá Tomás: “América es obra de España. Esta obra de España lo es esencialmente del catolicismo. Luego, hay relación de igualdad entre hispanidad y catolicismo”. A las teorías de Maeztu se sumaron, en la Argentina, las del francés Charles Maurras, de fuerte contenido antidemocrático y antiliberal en términos de derechos políticos. En una gran investigación publicada en la Argentina, “Historia política de la Iglesia Católica”, Horacio Verbitsky estudió a fondo la versión doméstica del nacionalcatolicismo. La participación de Su Excelencia en la internacional de extrema derecha torna aún más actual la lectura de esos libros de Verbitsky. Allí queda nítidamente descripta la genealogía de los torturadores y de los principales agentes de inteligencia de la dictadura. El dato que hilvana esa genealogía desde los años ’20 y ’30 del siglo XX, golpe de 1930 incluido, es el papel decisivo de los capellanes militares. Fueron ellos los que garantizaron la transmisión de la versión ultramontana del catolicismo, impulsaron la limpieza ideológica de la propia Iglesia en 1976 y tranquilizaron a torturadores y asesinos: los oficiales de las tres fuerzas debían saber que actuaban como parte de una Cruzada. Dios les estaría eternamente agradecido.
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Alguno podría preguntarse qué tiene que ver esta tradición nacionalcatólica o integrista con Su Excelencia. Muy sencillo: el eslabón que lo une es el fundamentalismo. Su Excelencia representa la síntesis del fundamentalismo de mercado, el fundamentalismo anti-estatal, el fundamentalismo regresivo en materia de derechos humanos, el fundamentalismo de un Extremo Occidente que ya no existe y el fundamentalismo darwiniano de que los débiles se las arreglen por sí mismos o sucumban.
Debería cambiar su grito.
Nada de VLLC.
Convenceos….el socialismo ha dejado pueblos pobres y políticos con los bolsillos llenos en todos los lugares donde actuó. Podés florearte escribiendo de manera erudita el resto de tus días y va a ser igual.