La forma en la que impactan los discursos violentos en la sociedad argentina parece ser un interrogante que desde el Estado nacional nadie tiene intenciones de responder. Sin embargo, el récord de 94 femicidios cometidos este año puede interpretarse como una respuesta que normaliza la aceptación y abre las compuertas a las actitudes de odio desde las esferas del poder.
Raquel Vivanco, fundadora y directora del Observatorio ‘Ahora que sí nos ven’, en diálogo con Y ahora qué?, expuso las cifras de femicidios en Argentina entre el 1 de enero y el 29 de abril de 2025, elaboradas a partir del análisis y registro propio hecho de medios gráficos y digitales de todo el país.
Entre los datos más destacados describió que se produjeron “94 femicidios, un femicidio cada 30 horas, 13 femicidios en abril, 143 intentos de femicidio en 2025, 10 de los femicidas pertenecían a fuerzas de seguridad, el 17% de las víctimas disponía de denuncias realizadas y unas 85 personas entre niñas y niños quedaron huérfanos”.
–¿Qué diferencia hay de femicidios al año pasado?
–Los 94 de este año representan un aumento significativo en relación a los relevados para igual período del 2024, cuando registramos 78. Y los 143 intentos de femicidios significan el número más alto desde 2021.
–¿A qué atribuyen este incremento de la violencia?
–En parte, creemos que ocurre porque los discursos de odio emitidos desde el poder naturalizan y legitiman este tipo de violencia. Quienes tienen que garantizar la protección de los derechos no sólo no lo hacen, sino que cuando arengan con discursos negacionistas y odiantes, la violencia comienza a ser aceptada en otra escala. Las políticas de ajuste impulsadas por Milei impactan de manera diferenciada sobre la vida de las mujeres y diversidades, obligando a muchas de ellas a convivir con sus agresores. Cabe destacar que el 30% de los femicidios ocurrieron en viviendas compartidas. Los discursos negacionistas y de odio promovidos por el Gobierno Nacional legitiman, por ejemplo, distintas formas de violencia contra las mujeres e integrantes LGBTIQ+. El recrudecimiento de la violencia motivada por el género ya empieza a reflejarse en nuestras estadísticas.
–¿Y dónde visualizan el punto de inflexión?
–Fundamentalmente, los crímenes de odio se incrementaron luego del primer discurso de Milei en Davos. El triple lesbicidio de Barracas es el ejemplo más claro de cómo estos discursos se pueden traducir en actos violentos que se cobran la vida de personas. Las agresiones en la vía pública contra lesbianas han vuelto a ser noticia en nuestro país.
Milei en Davos
En su primera ponencia en el Foro Económico Mundial de Davos, en enero de 2024, el Presidentemencionó como “la primera deestas nuevas batallas la pelea ridícula y anti natural entre el hombre y la mujer. El libertarismo ya establece la igualdad entre los sexos. La piedra fundacional de nuestro credo dice que todos los hombres somos creados iguales, que todos tenemos los mismos derechos inalienables otorgados por el creador entre los que se encuentran la vida, la libertad y la propiedad”.
Como resultado de esta posición, explicó que, para él, “en lo único que devino esta agenda del feminismo radical es en mayor intervención del Estado para entorpecer el proceso económico, darles trabajo a burócratas que no le aportan nada a la sociedad, sea en formato de ministerios de la mujer u organismos internacionales dedicados a promover esta agenda”.
En su segunda ponencia en el mismo ámbito de negocios, un año después, calificó al woquismo como “un régimen de pensamiento único sostenido por distintas instituciones cuyo propósito es penalizar el disenso. Feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado mediante la apropiación y distorsión de causas nobles”.
También conceptuó al feminismo como “radical” y “una distorsión del concepto de igualdad. Aún en su versión más benévola es redundante, ya que la igualdad ante la ley ya existe en Occidente. Todo lo demás es búsqueda de privilegios, que es lo que el feminismo radical realmente pretende, poniendo a una mitad de la población en contra de la otra cuando deberían estar del mismo lado. Llegamos, incluso, al punto de normalizar que en muchos países supuestamente civilizados si uno mata a la mujer se llama femicidio, y eso conlleva una pena más grave que si uno mata a un hombre solo por el sexo de la víctima”.
Entre ambos discursos, entre otro tipo de violencias, ocurrió -por ejemplo- el ‘triple femicidio de Barracas’, cometido en una pensión porteña en la que tres mujeres lesbianas ((Pamela Fabiana Cobas, Mercedes Roxana Figueroa y Andrea Amarante) murieron atacadas con el lanzamiento de una bomba molotov, luego de agonizar varios días por las quemaduras recibidas.
Desde un posteo hecho a través de sus redes, esta semana, la Fundación Huésped aseguró que “el odio no sólo está en las calles, está en Internet, en los medios, en los discursos. Es violencia y es real”, según un informe que difundieron perteneciente al Observatorio de Crímenes de Odio LGBT+. El tiempo transcurre y parece que, año tras año, poco cambia para las (potenciales) víctimas. Y si cambia, en todo caso empeora.
Oficina de Violencia Doméstica
Durante el año 2024, según datos difundidos esta semana, los equipos profesionales de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación atendieron a 17.120 personas. De ellas, 9.840 realizaron presentaciones y 7.280 consultas informativas. En total, las personas afectadas por hechos de violencia doméstica denunciados ante la OVD fueron 13.176, las que movilizaron un total de 33.765 medidas preventivas ordenadas judicialmente.
Los equipos médicos del organismo, a su vez, evaluaron a 2.039 personas, de las cuales 1787 presentaron lesiones. Entre las personas afectadas, 73% eran mujeres y 27% varones. En la mayoría de los grupos etarios, la cantidad de mujeres afectadas superó a la de varones, con excepción de las franjas comprendidas entre los 0 y los 5 años y de 6 a 10, donde hubo más niños que niñas. El grupo mayoritario de personas afectadas fue el de las mujeres adultas de 18 a 59 años, quienes representaron el 50% del total. Le siguieron las niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años, con el 33%, y una edad promedio de 9 años. Por su parte, los varones de 18 a 59 años representaron el 9% del total de las personas afectadas, mientras que las de 60 años y más alcanzaron el 8%. Entre las 10.659 personas denunciadas, el 71% eran varones y el 29% mujeres; el grupo con más personas denunciadas fue el de varones de entre 22 y 49 años (54%) y la edad promedio de los denunciados fue 40 años.
–¿Influye en una sociedad la violencia que baja desde el poder político? ¿Baja a las sociedades como un efecto derrame en algún momento? —consultó Y ahora qué? a la titular de la OVD, María Emilia Sesín.
–Las situaciones de violencia en general suelen tardar en denunciarse, aunque vemos que cada vez se hace más tempranamente. Antes, a lo mejor, una mujer podía tardar 20 años en denunciar un hecho de violencia. Ahora, las generaciones más jóvenes tienen menos tolerancia y denuncian cosas que antes no se denunciaban. En generaciones como la nuestra o las de nuestros padres, había una cultura de soportar, de tolerar, de que quedara en casa el problema, ahora las personas más jóvenes denuncian con más rapidez. Pero no puedo certificar que haya más denuncias por un incremento de discursos violentos. Sí puedo decir que está bueno porque en algún lado la prevención está ayudando y permite que se denuncie antes. Habría que ver cómo transcurre este año, pero la tendencia indica que habrá un aumento de las denuncias si se sostienen como hasta ahora en relación al 2024.
–¿Variaron en algo las características de los casos de violencia que les llegan?
–No en las motivaciones, sí en la cantidad de denuncias, pero también es probable que ocurra porque hay menos lugares de atención, que ahora los absorbe la OVD.
–¿Usted lo dice por la desaparición del INADI y el Ministerio de las Mujeres, por ejemplo?
–Claro, porque son hechos que habilitan una mayor demanda. Han pasado cosas, por un lado, desde la violencia y, por otro, en los organismos públicos que atajaban o contenían determinadas situaciones. Habría que desmenuzar o desagregar bien los datos para ver cuál es el lugar de derivación de esas personas o cómo es que llegan acá. Lo cierto es que la OVD, por un lado, es el organismo que más casos recepciona porque es el más estable, así que lejos de achicar la estructura la triplicamos.
–Bajo este cuadro de desaparición de organismos, ¿qué es lo que más se les dificulta?
–La derivación post denuncia que es cuando necesitamos articular con otros organismos. Ahí se nos complejiza por la desaparición de organismos públicos y diversos programas. Nosotros hacemos una intervención judicial que es la acción primaria, y después hacemos orientaciones y derivaciones porque que la denuncia no se resuelve solamente con la intervención de un juzgado y el dictado de medidas. Hay que desplegar otras estrategias para acompañar a esa persona. Y muchos programas fueron disueltos en este tiempo. El programa Acompañar consistía en un subsidio para mujeres víctimas de violencia que hoy no está y representaba para las víctimas un ingreso mínimo de dinero por una cantidad de meses. O programas de apoyo terapéutico que ya tampoco existen ni para mujeres ni para varones. Hay una reformulación permanente de todas las áreas y los organismos que se dedican a esta temática. Eso nos obliga a estar monitoreando y relevando permanentemente los servicios vigentes para hacer una derivación correcta.
¿Qué vemos cuando miramos?
“A casi 10 años del primer #NiUnaMenos advertimos un recrudecimiento de la violencia machista promovida por los discursos de odio y negacionistas arengados por el gobierno de Javier Milei”, afirman desde el Observatorio ‘Ahora que sí nos ven’.
Y abundaron en ejemplos destacados ocurridos este año:
-A la fecha en Córdoba se produjeron 8 femicidios, el doble de los ocurridos en el mismo período del 2024, lo mismo sucede en provincias como Santa Fe, en donde los casos vienen en aumento.
-En abril, en la ciudad bonaerense de Dolores, se produjo un femicidio y un intento de femicidio en menos de 24 horas cuando Sofía Villalba fue quemada por su ex pareja, Marcos Gómez. Estuvo internada y falleció días después. El femicida dijo que se había mandado una “macana”. En la misma localidad, otra mujer fue víctima de un intento de femicidio. El agresor, también su ex pareja, la llevó al hospital y luego fue detenido.
-En Santa Fe, Camila Espíndola fue asesinada a balazos por su ex pareja, Nicolás A., frente a sus hijos. Luego se supo que el femicida no quería que Camila trabajara.
-Observamos un aumento del uso de armas de fuego, lo que demanda políticas de desarme y capacitación con perspectiva de género para las fuerzas de seguridad.
-Las políticas de ajuste impulsadas por Milei impactan de manera diferenciada sobre la vida de las mujeres y diversidades, obligando a muchas de ellas a convivir con sus agresores: el 30% de los femicidios ocurrió en viviendas compartidas.
A pesar de estos datos concluyentes, desde el Estado parece no haber organismo público que esté midiendo si la violencia ejercida y promovida desde el poder facilita o estimula esta escalada. Y tampoco adopta medidas preventivas que parezcan significativas.
Vivanco da una respuesta lógica: “es difícil decir algo desde el propio Estado que es promotor de la violencia originada en los discursos de odio. Pero lo que es clarísimo es que el recrudecimiento de la violencia tiene que ver con estos discursos que la naturalizan y legitiman. Eso, para nosotros, está clarísimo. Y encima, quienes deben garantizar la protección de los derechos no solo no lo hacen, sino que arengan con estos discursos de odio negacionistas y odiantes”.