Pedro Wasiejko: «El sindicalismo debe unirse al sector productivo»

El ingeniero electrónico Pedro Wasiejko, presidente del Astillero Río Santiago y líder de la Federación de Trabajadores de Energía, Industria, Servicios y Afines (FeTIA-CTA), expresa puntos de vista originales y poco difundidos, como el de promover un replanteo en los sindicatos para que actúen en consonancia con sectores productivos y que sepan reconocer el flanco positivo de la Inteligencia Artificial. En entrevista con Y ahora qué? postula «un consenso político» muy amplio y sin prejuicios ideológicos, en camino a las elecciones legislativas de 2025, para instalar en 2027 un gobierno «nacional y popular» que pueda «revertir el daño que está haciendo el Gobierno de Javier Milei».

Parece pertenecer a otro país. Uno diferente al que preside Milei. Es el Astillero Río Santiago. Lo fundó Juan Perón, en 1953, y es un conglomerado de las industrias naval y metalmecánica, radicado en Ensenada. Bajo el paraguas político y económico del gobernador bonaerense Axel Kicillof, se construyen y reparan barcos militares, cargueros, cerealeros y petroleros, con servicios prestados a puertos, diques, empresas de agua, hidroeléctricas, de minería, pesca y hasta el mantenimiento del Estadio Único de La Plata, flamante sede de la Selección de fútbol. Egresado de la Universidad Tecnológica Nacional, la Universidad Obrera creada por el primer peronismo, el presidente del Astillero Pedro Wasiejko sostiene que la noción de «soberanía nacional» es la llave maestra para unir incluso «a los que piensan distinto», sean radicales, socialistas o conservadores. A continuación, el diálogo con la revista:

–¿Hay un reflujo en la resistencia gremial al modelo, mientras el Presidente nunca pronuncia palabras como industria, trabajadores o soberanía?

–La verdad es que la acción gremial necesita hacer una reconsideración, una rediscusión. Hemos discutido en nuestro gremio (la FeTIA-CTA) el impuesto de cuarta categoría de Ganancias. Era importante hacer adecuaciones en la tabla impositiva y nuestros gobiernos se quedaron  mirando el techo. Pero, también, de parte de los trabajadores y los gremios haber centrado la conflictividad social en esta cuestión, meramente corporativa, creó las condiciones para que llegase después un gobierno como el de Milei.

–¿Qué cambios deben introducir los sindicatos?

–El movimiento sindical va a tener que reconsiderar sus prácticas gremiales, en base a la experiencia actual. Así fue en la década de 1990. Reconsiderar su capacidad de incidir en la agenda pública productiva. Se defiende el convenio colectivo y se mantienen los derechos, pero después, en la práctica, se aprovechan los sectores de derecha para avanzar con mucha violencia y eficacia sobre los derechos de los trabajadores. Aíslan al movimiento sindical del conjunto de la sociedad. Y eso es un perjuicio irreparable.

–Por lo tanto, ¿cree que llegó la hora de un replanteo gremial?

–Me parece que el sector sindical y los trabajadores, tendríamos que replantearnos. Hay que estar unidos con el sector productivo. La idea de soberanía creo que es central. Nos permite reunir actores que no piensan lo mismo. Que no los fractura la antinomia peronismo-antiperonismo. O sea hay radicales que tienen un pensamiento basado en la soberanía. Sino, no hubiese existido un general Mosconi (impulsor de YPF) o el general Savio (de la siderurgia). Hay socialistas y hasta conservadores que también tienen proyectos de defensa de la soberanía, de la integración nacional.

–¿Su propuesta es unir fuerzas sin prejuicios?

–Con temas como Malvinas, como el Canal Magdalena y nuestra infraestructura de navegación fluvial. Sectores que son conservadores en cuestiones sociales o políticas, cuando se trata de soberanía pueden ser, tranquilamente, compañeros de ruta. El Presidente no nombra nunca la palabra industria, trabajadores o soberanía porque está absolutamente alejado de esos planteos.

–¿Por qué lo hace Milei?

–Porque tiene una mirada absolutamente primitiva con respecto a la macroeconomía. Sólo le importa el ajuste de caja. Maneja al Estado como si fuera una verdulería. Digo, con todo respeto por el negocio de verdulería. Pero un país no funciona simplemente generando ajuste, superávit fiscal o pagando las cuentas. Y de todo lo demás, nos olvidamos. Un país con soberanía necesita instrumentos en los sistemas de Defensa, Seguridad, Salud, Educación. Ciencia, Tecnología y en la cuestión productiva.

–En lo político hacia 2025, ¿no cree que serán claves las legislativas si llegara a fortalecerse el Gobierno frente a una oposición dispersa y dividida?

–Las elecciones de medio término siempre favorecen al oficialismo del momento. Pero en esta ocasión vamos a tener la capacidad de convertirlas en herramienta para garantizar que en 2027 tengamos un gobierno nacional y popular. Que plantee la  soberanía como central. Y que construyamos un consenso político que nos permita revertir el daño que está haciendo el Gobierno de Milei. Y preparar las bases para que en Argentina no vivamos el siglo XXI con una mirada del siglo XX. Es la falencia que hemos tenido los sectores populares. La clave es ponerse a la vanguardia de transformaciones y cambios.

–¿Existen los pilares para liderar los cambios?

–Los tenemos. Hay un sistema universitario. Tenemos especialistas, todavía hay una base industrial, gremios, organizaciones empresariales. Hay que sentarse y definir bien claramente quiénes son los que están en contra de nuestro desarrollo soberano y autonomía.

–¿El instrumento es una gran alianza electoral?

–No importa de qué lista sean quines entren. Que sí sean, a nivel nacional y de la provincia de Buenos Aires, para consolidar la gestión del gobernador, que garanticen nuestro camino.

–¿Por qué dice que hay quienes siguen con la mirada en el siglo XX?

–Una preocupación muy grande que está circulando en los sindicatos y el movimiento obrero, es la cuestión de las transformaciones tecnológicas y en la inteligencia artificial. Tenemos que ponernos a la vanguardia en el desarrollo. Soy egresado de la Universidad Tecnológica Nacional, la UTN, con 37 sedes en todo el país. La provincia de Buenos Aires tiene una enorme cantidad de universidades. Tenemos que estar en la vanguardia en software, en biotecnología, en fármacos, en productos para mejorar la producción de la industria y del campo. Podemos pegar un salto.

–A contramano de la política del Gobierno.

–Nuestra política se puede aplicar al reactor nuclear Carem, a los radares de Invap, a los satélites de Arsat. Se trata de aprovechar esa infraestructura y los centros de investigación de las universidades y el Conicet. O sea, unir todos esos puños y que golpeen una sola dirección, la del desarrollo. Como trabajadores tenemos que tener una mirada que no sea corporativa.

–¿Hay temor al reemplazo del trabajo por la IA, la Inteligencia Artificial?

–Estoy preocupado porque en muchos sectores del movimiento obrero se miran, simplemente, las consecuencias negativas de las herramientas usadas por las grandes punto.com. Son empresas que actúan con efectividad. Definen elecciones. Producen fenómenos como la Primavera Árabe, golpes de Estado, cambios en la opinión pública. O el golpe a Evo Morales en Bolivia. Cuando les interesa, bloquean a un sector de militantes en las redes sociales y apoyan a otros.

–El lado oscuro de la IA.

–Construyen un imaginario en el conjunto de la sociedad. Y un sentido común. Los medios de comunicación tradicionales hacen el contenido pero después en las redes se desarrolla un efecto. Esto hay que medirlo, mirarlo, regularlo. Pero también hay que utilizar los aspectos muy positivos de la Inteligencia Artificial. Ponernos a la vanguardia.

–¿Cómo generar esa conciencia en los gremios?

–Que no se vean solamente los aspectos negativos. Porque así nos ponen en el papel de los que, en el siglo XVIII, querían destruir los telares mecánicos. Tiene que haber una reflexión. No cometer el mismo error que con el impuesto a las Ganancias. Sostener los derechos. Pero más importante es sostener el nivel de ingresos, los empleos de calidad. Cuando viene un gobierno como el de Milei, lo que está en los papeles termina teniendo muy poco efecto. Las consecuencias las pagan los trabajadores y sus familias. Lo pagan en salud, en pobreza, en miseria. El movimiento sindical debe replantearse claramente su posición. Sino el papel es conservador, de intereses corporativos. Se deja de lado lo que antes se llamaba sindicalismo de liberación, o revolucionario.

–Entonces, ¿qué rol a tono con la época le adjudica al movimiento sindical?

–Debería cumplir un papel de transformación y de la avanzada en los cambios. La IA no tiene que competir con los trabajadores y sacar puestos de trabajo. Si la usa el gran capital y la usa Marcos Galperín, seguramente va a generar condiciones contra los trabajadores. Si se usa de manera inteligente, puede ser una herramienta de desarrollo muy importante. Milei se ha convertido en el destructor del Estado y la industria. Y afecta al desarrollo del mercado interno.

–El problema es que la provincia parece otro país, pero no lo es ¿cómo cuidar al aparato productivo?

–La decisión de Kicillof es respaldar el sostenimiento del aparato productivo. Gran parte del parque industrial argentino se encuentra en la provincia. Alrededor de un 40 por ciento de lo que ingresa en el país en divisas está producido por el sector industrial. Hay un gran sector automotor. El gobernador y el ministro Augusto Costa no se quedaron en cuestiones declarativas. Dieron herramientas como alternativa al RIGI (ndr: régimen impositivo creado como estímulo sólo al gran capital nacional y extranjero).

–¿Cuáles herramientas permiten enfrentar la devastación planificada desde la Casa Rosada?

–Por ejemplo, la colaboración con el Consorcio de la Región Capital (La Plata). El clúster (integración tecnológica) para la energía en Mar del Plata.

–¿Cuál es la función en este proceso que cumple el Astillero Río Santiago?

–Una posición antagónica a la del gobierno nacional en cuanto a la protección de la industria. En ese sentido, el Astillero puede llegar a cumplir un papel importante, alineado como plataforma para todo el entramado productivo de la provincia. Es una instalación enorme que está subutilizada, desaprovechada. Pero ya estamos trabajando con el sector privado, con astilleros navales, Los proveemos.

–¿Sólo con el sector privado colaboran?

–Lo estamos haciendo también con empresas públicas, como la de Aguas que atiende la región Capital, Ensenada. Berisso y la zona de Bahía Blanca. Lo hacemos con reparaciones, instalaciones, infraestructura. Y también con el Estadio Único de La Plata.

–Aprobado por la AFA como sede de la Selección.

–Le hacemos tareas de mantenimiento. Otros servicios los prestamos al consorcio portuario de La Plata. O al entregar dos Lanchas para la Instrucción de Cadetes, las LICA, para la Armada, con equipos íntegramente desarrollados en Río Santiago.

Y la compuerta del dique también resuelve dos cuestiones: una con Puerto Belgrano y otra con Punta Alta. Es una obra de metalmecánica enorme, de 800 toneladas, para hacer trabajos con buque de mayor envergadura.

–¿Cuál es el aporte del Astillero al sector energético?

–Se va a convertir en una plataforma para tomar trabajos de las Represas Hidroeléctricas. Los generadores, las turbinas, necesitan mantenimiento. Estamos muy decididos a ofrecer nuestras instalaciones a empresas del Paraguay o de Uruguay, con la idea de que ellos puedan tomar contratos de mayor envergadura en construcciones navales e infraestructura metalmecánica.

–¿El plantel de unos 3.000 trabajadores del Astillero es el adecuado?

–La decisión del gobernador es mantener la dotación para que no se genere un impacto social negativo. La dotación es muy superior al promedio de un astillero a nivel global. Por eso pensamos en nuestro centro de mecanizado de gran porte. Permite manipular piezas de hasta 125 toneladas. O sea es la instalación apropiada para reparaciones en turbinas de Salto Grande, las del Comahue, e incluso servicios a otros países porque estamos en zona franca. Ofrecemos instalaciones al sector de la minería que tiene estructuras grandes.

–¿Qué le ofrecen a la minería?

–Por ejemplo, si tienen que sacar estructuras del país y llevarlas a Perú, o a Japón, tardan meses. Con el Río Santiago se puede resolver en mucho menor tiempo y con menor costo. También estamos empezando una vinculación con YPF y otras petroleras. Que no tengan ninguna duda en embarcarse en operaciones de mayor envergadura porque saben que tienen al Río Santiago.

–¿Cómo se pueden frenar las embestidas privatizadoras del Gobierno?

–Hay varias herramientas. Una es trabajar de manera colaborativa el sector público con el privado. Armar estrategias de conjunto. Relacionarse con el sector internacional. Consolidarse en el sector naval, de pesca y energía, por ejemplo en Mar del Plata. Tener preparadas las propuestas de ingeniería. Dar batalla. Participar en las licitaciones. Hay que ir a competir. Y generar los consensos políticos para tener herramientas legislativas que permitan defender la industria naval. Todo un proceso de recuperación de confianza.

–¿Qué tipo de acuerdos hacen falta?

–Crear las condiciones políticas que permitan resolver estos temas. También con la discusión interna necesaria para que, desde los puertos de la provincia, nos permitan construir las dragas en el sector público y el privado. Y que eso garantice mejores costos en el mantenimiento del dragado de los puertos provinciales. Hacerlos más competitivos. Pero para eso hay que invertir.

–¿De qué manera lograr las inversiones?

–Usar la herramienta de la licitación. En vez de ser anual, tiene que ser plurianual. Propongo que sean 10 años, prorrogables por otros 10 años. Se licitaría el precio del dragado. Se evitarían los conflictos en el uso de los equipos. Se permitiría construir equipos como dragas de succión y pontones.

–¿Plantean otro modo de vincularse al sector privado diferente al de Milei?

–La iniciativa entre las cámaras empresariales, los gremios y la Legislatura es sumamente importante. Al servicio de poder motorizar la exportación. Me parece clave utilizar la estrategia comercial de Toyota. El sector tiene que producir para las necesidades del mercado interno. Y obtener dólares de la pesca, de los hidrocarburos, de los puertos, que tienen sus ingresos genuinos. Pero también centrar la producción hacia la exportación. Al Mercosur. Que haya equilibrio en las necesidades de insumos. Que no seamos sujeto de crítica.

–¿Por qué las críticas?

–Porque en cuanto se levanta la actividad de construcción en los astilleros, lo que se recibe por un lado, que mejora la mano de obra y redistribuye al sector productivo, después se pierde por la salida de divisas en la compra de insumos en el extranjero.

–¿Cuál es la solución para equilibrar el intercambio?

–La estrategia tiene que estar claramente centrada en que una parte debe ser dirigida a la exportación y, como mínimo, hay que apuntar a que sea el 50 por ciento. Por eso la búsqueda de contrataciones en Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil. Hemos recibido a la cámara de constructores navales de Galicia. Que todas las partes ganen.

–¿Cómo enfrentar la desregulación que intenta Federico Sturzenegger para liquidar la Marina Mercante nacional?

–El proyecto desregulador es nefasto. Si bien es cierto que hay que hacer adecuaciones, debe haber diálogo con los sectores sociales involucrados. Defender y fortalecer el empleo. La desregulación es absolutamente innecesaria. Nos lleva a un camino de exclusión total de nuestras últimas capacidades. Hoy Paraguay y Bolivia tienen flotas que son inmensas, cuando en la Argentina casi ha desaparecido la bandera nacional. Se apunta a destruir aún más lo poco que queda. Es un daño irreparable. Esperemos que haya una revisión como pasó con la pesca. Hay que construir la fuerza necesaria con los trabajadores y el sector empresarial. Este avance no piensa en los beneficios del país sino de algún pequeño sector que se beneficia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *