Una de las aspiraciones del Gobierno de Javier Milei para achicar la diferencia en la ligera intención de voto que marcan algunas encuestas en favor de Fuerza Patria en la Provincia de Buenos Aires es que se registre “un gran nivel de abstencionismo“ de los sectores populares, afirma el diputado peronista Hugo Yasky, candidato a renovar su banca en las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre. El mileísmo cuenta, en contrapartida, con el sufragio “de las clases más acomodadas“, medias y altas, para enfrentar el poder del peronismo, según el veterano líder de la central obrera CTA de los Trabajadores.
Pero antes del 26O hay un 7S. Hugo Yasky, un exmaestro de escuela curtido en el gremialismo docente, sostiene que también “será clave“ una “buena afluencia de votantes“ en la confrontación del 7 de septiembre en los comicios para elegir legisladores, concejales y consejeros de la Provincia de Buenos Aires. El sindicalista destaca el rol jugado por el Gobernador bonaerense Axel Kicillof para ubicar en las listas a postulantes de origen sindical, frente a lo que observa como un intento del libertarismo de “eliminar derechos“ de la gente de trabajo y llevar a “un extremo“ la flexibilización laboral. Dice que para Milei “no hay sindicalistas amigos“ sólo hay “un enemigo a derrotar“. Aquí la entrevista que mantuvo con Y ahora qué?
–Parece que para poder dar a luz a Fuerza Patria se volvió a aplicar el principio de “unidad hasta que duela” ¿Dolió mucho, dolió poco?
–La lista de Fuerza Patria en la Provincia expresa un equilibrio de fuerzas. Marca, también, la presencia de sectores y espacios que componen este mapa heterogéneo que es el peronismo bonaerense y el kirchnerismo. Creo que se logró esa unidad, en gran medida, con el esfuerzo de los distintos sectores que componen esta lista.
–¿Qué rol tuvo en el proceso unitario el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof?
–Particularmente, creo que el Gobernador jugó un papel importante. Entendió que había que privilegiar la unidad en una situación en la que el encarcelamiento y la proscripción de Cristina Kirchner reclamaban esa unidad. Y con la capacidad de poner por delante lo que realmente es trascendente. Dejar las cuestiones accesorias, las que tienen que ver con las disputas de espacio y los egos. Ese afán de tener, de alguna manera, preponderancia, del egocentrismo, fue puesto en un plano secundario.
–Se superó incluso el debate sobre si los comicios debían ser desdoblados de los legislativos nacionales en la Provincia.
–Se logró que esta elección sea desdoblada. De manera que vamos a tener, de acuerdo a lo que fue la voluntad del Gobernador y de la mayoría de los referentes territoriales, de los intendentes que componen Fuerza Patria, una elección que se va a dar en dos secuencias. La primera es el 7 de septiembre. La segunda es el 26 de octubre.
–¿Cuán estratégica es la primera convocatoria electoral, la de autoridades provinciales?
–Es clave. Porque un buen resultado el 7 de septiembre nos va a colocar en mejores condiciones de afrontar el desafío de la elección del 26 de octubre. De manera tal que hoy el gran trabajo consiste en esclarecer frente a la opinión pública bonaerense, frente a nuestro pueblo, esta metodología de votación en dos etapas, en dos secuencias. Es inédita en la Provincia. Y va a requerir un gran esfuerzo de la militancia en términos de movilizar toda la fuerza. No solamente para fiscalizar, sino fundamentalmente para lograr una buena afluencia de votantes.
–Justo en un marco de señales de desaliento y ausentismo que se han dado en otras elecciones hasta el momento.
–Para mí el gran desafío que tenemos por delante no es tanto garantizar el voto a nuestra fuerza. Se trata de garantizar el hecho de que los sectores más golpeados por el ajuste, los sectores populares, los que forman parte de las grandes barriadas, que son los que más están sufriendo las políticas del ajuste de Milei se sobrepongan a la bronca y a la tentación de no ir a votar. Que participen en esta elección yendo a poner su sufragio. Milei sabe que no puede pretender que con entusiasmo lo vayan a votar los que no llegan a fin de mes, los que no pueden comprar remedios. Y los que ven estancados los barrios porque no hay obras públicas, obras que se discontinuaron. Milei sabe que no puede pretender que esos sectores se entusiasmen con la idea de ir a votarlo.
–¿Se puede decir que el tamaño de la participación ciudadana pasó a ser decisiva?
–Lo que sí necesita Milei es que no vayan a votar. Directamente necesita un gran nivel de abstencionismo en las barriadas populares. Necesita que los niveles de votación bajen al máximo posible. De esa manera sabe que con el voto de las clases más acomodadas, con el voto de los sectores medios altos y altos tiene posibilidades de achicar la diferencia frente al peronismo. El que representa la propuesta del Gobernador Kicillof y de los intendentes de la mayoría de los distritos del conurbano.
–¿Cómo evalúa el estado de la relación de los sectores populares con Fuerza Patria en la Provincia?
–La gran tarea que tiene nuestra militancia, en esta elección en dos secuencias, es militar la participación. Es hablar con los jóvenes. Hablar en los lugares de trabajo, en los barrios. Llegar a cada uno de los habitantes de nuestra provincia para convencerlos, para entusiasmarlos. Que se entienda que es muy importante ir a votar y buscar una salida a esta crisis en las que nos hundió el ajuste y las políticas de Milei.
–¿Cómo se alcanzó la unidad del frente en momentos en que se mencionaban tantas discrepancias internas?
–La lista unida en la Provincia de Buenos Aires significó hacerse cargo de una demanda que se había instalado muy fuerte en nuestra base social. En los compañeros y compañeras que pedían que enfrentáramos a Milei. Que lo enfrentáramos sin fracturas, sin fragmentación. El esfuerzo se hizo. Haber tenido que ceder para poder concretar ese objetivo se justifica mirando de frente a los compañeros y compañeras. Se tuvo la convicción de que la dispersión y la división nos ponían en una situación de debilidad frente a un fenómeno libertario que trituró al PRO y que constituyó en la Provincia un nuevo reagrupamiento de la derecha y de la derecha extrema.
–Hay cuatro dirigentes sindicales en puestos expectantes de la lista para renovar sus bancas o entrar al Congreso ¿Cómo se dirimió esa decisión?
–Tener cuatro dirigentes sindicales entre los puestos cuarto y décimotercero de la lista habla de una presencia relativamente fuerte. También hay que decir que tres de esos cuatro dirigentes sindicales, entre los que me incluyo, ya formaban parte del bloque de Unión por la Patria. Están el bancario Sergio Palazzo y la judicial Vanesa Siley. Se agrega un representante de la CGT, Hugo Moyano hijo, que no es directamente un dirigente sindical, pero sí es un abogado laboralista vinculado estrechamente al Sindicato de Camioneros. La presencia sindical enriquece la lista. Habla de una composición que incorpora a representantes del movimiento obrero y creo que para el peronismo es un dato alentador.
–¿Quién o quiénes influyeron más para que se diera esa participación gremial?
–No es un dato menor que dos de esos cuatro representantes del movimiento sindical fuimos propuestos en un compromiso con el movimiento obrero por parte de Axel Kicillof. Esto habla de un compromiso que es coherente con el diálogo social que existe en la Provincia con los sindicatos y que se expresa desde hace años. En medio de este ajuste que propicia el Presidente Milei, se expresa en la existencia de paritarias libres, de participación de los trabajadores en la discusión de las políticas públicas. Y es una actitud de respeto que contrasta de manera llamativa con las actitudes de permanente hostigamiento y ataque a la figura de los dirigentes sindicales por parte del discurso oficial.
–¿Qué postura van a tomar frente a las reformas laborales que el Gobierno intentará introducir?
–La Argentina está viviendo de manera acelerada un proceso de precarización que afecta al universo laboral. Lo hace con la destrucción de empleos formales y sujetos a convenios. Con la proliferación de trabajadores precarizados que pasan a formar parte de la informalidad laboral. Hoy el porcentaje de trabajadores sin convenio asciende al 42 por ciento. El porcentaje ha venido creciendo lentamente en los últimos años y aceleradamente en los últimos meses con el Gobierno de Milei.
–La precarización laboral y el debilitamiento de conquistas obreras no parecen ser procesos solo de Argentina.
–Este fenómeno es una característica predominante de la mayor parte de los países de América latina. Hoy tenemos una enorme proceso de debilitamiento de las organizaciones que representan a los trabajadores, particularmente de las centrales sindicales en toda la región. Este debilitamiento tiene que ver no solamente con la pauperización de los trabajadores sino fundamentalmente con la precarización de los trabajadores. En el caso de países como Perú el 80 por ciento de la fuerza laboral forma parte de la informalidad. En países de Centroamérica como Honduras o Guatemala, ese porcentaje se eleva por encima del 90 por ciento. En países como Chile, este proceso también se verifica con mucha fuerza. Los gobiernos alientan políticas muy agresivas que tienden a debilitar y a fragmentar al movimiento sindical.
–¿En qué medida la pérdida de derechos laborales se vincula con las políticas del ultraliberalismo en boga?
–Las reformas laborales que se propician son parte de ‘la modernización’, según la denomina la derecha. En la búsqueda de objetivos de competitividad, se encubre la decisión, en el caso de Argentina, de fragmentar y de tratar de quebrar al movimiento sindical que es el núcleo de la resistencia a las políticas neoliberales. Aún con conducciones obreras que muchas veces están lejos de tener la coherencia, la convicción y la fuerza que hacen falta para enfrentar esta ofensiva de las corporaciones empresarias, de la mano de un Gobierno que hoy han adoptado como propio.
–¿El nuevo modelo económico y social sólo funciona con trabajadores casi en desamparo?
–Para ellos, la reforma laboral es sinónimo de eliminación de derechos. Para ellos, competitividad es sinónimo de abaratamiento de la mano de obra. Es sinónimo de eliminación de la protección contra los despidos. Es sinónimo de la eliminación del derecho a la indemnización. Y ni que hablar de la estabilidad laboral. Es sinónimo de flexibilización laboral llevada al extremo. A través de la creación de nuevas formas de relación tal como la que se establece en proyectos que hoy existen en la Cámara de Diputados.
–¿Puede mencionar los proyectos que están en danza y que, de hecho, estarán sometidos a comicio en las legislativas?
–Son proyectos que prevén lo que se denomina la autoindemnización. Sería a través de la creación de especies de fondos de capitalización individual para que cada trabajador cargue la mochila de su propia indemnización. Y con la creación del banco de horas para eliminar la jornada laboral. Con la generación de formas de contratación laboral en las que el empleo aparece disfrazado bajo la forma del colaborador. Esto es la legalización del fraude laboral. Con la eliminación del derecho al aguinaldo, la supresión de los convenios colectivos de carácter nacional para habilitar la discusión por empresa. Con la supresión de derechos que garantizan el ejercicio de la libertad sindical como el derecho de huelga. Todo esto forma parte del paquete de leyes de reforma laboral que han sido ingresados en la Comisión de Trabajo. Hasta ahora no han podido avanzar. Pero hay una ofensiva permanente a acicateada desde el Gobierno y promovida desde las grandes corporaciones empresarias. Hay empresarios realizando cursos y revisando legislación de otros países para importarla a la Argentina. La idea es generar un nuevo ordenamiento del movimiento sindical.
–Un fenómeno desregulador que no parece ser nuevo, desde el momento en que fue uno de los objetivos de la última dictadura.
–Esto no es otra cosa que el intento de desarticular lo que constituye el núcleo activo del movimiento peronista. La ofensiva contra el movimiento peronista requiere de la destrucción del movimiento sindical. Ya no se trata de un Gobierno que trata de contar con cuadros de dirigentes sindicales. Ya no se trata de un gobernante de derecha como Mauricio Macri que sueña con tener su propia pata sindical. Lo que se quiere es amputar las patas del movimiento sindical.
–¿No hay gremialistas que intentan alinearse con el Gobierno?
–No hay sindicalistas amigos ni sindicalistas oficialistas en la agenda de Milei. Lo que hay es un enemigo a derrotar. Es la condición previa y ‘sine qua non’ para una política de estructuración de una Argentina con ricos y pobres. Con enormes desigualdades sociales, sin movilidad social, sin perspectiva de constituir desde los sectores populares alternativas de Gobierno que signifiquen agendas distributivas y de justicia social, de preservación de nuestros derechos laborales, de defensa de los recursos naturales. Todo eso requiere desarticular y debilitar en extremo los movimientos sindicales.
–¿Hay algún aspecto de reforma laboral que podría figurar en los planes de Fuerza Patria?
–Por supuesto que nosotros tenemos que levantar nuestra propia agenda de reformas laborales. Y eso lo tendrá que plantear en su programa de Gobierno la propuesta que construyamos mirando hacia el futuro. Desde Fuerza Patria se puede establecer una reforma para los trabajadores de plataformas y para las distintas formas de trabajo precarizado. Con parámetros de protección y acceso al derecho a la discusión de convenios colectivos. Una reforma que ponga en la agenda la reducción de la jornada laboral que en Argentina sigue siendo la de 48 horas que se instituyó a principios del siglo XX cuando se fundaba la Organización Internacional del Trabajo, la OIT. Una reforma laboral que plantee el tema de la participación en las ganancias. Que plantee la formación de los trabajadores a través de las propias instituciones educativas del movimiento obrero. Y ni que hablar de una reforma que incorpore plenamente los derechos de las mujeres en el mundo laboral. Los derechos de las mujeres siguen teniendo fuertes asimetrías con las de los varones.
–¿Comparte la idea de un sindicalismo enraizado con la política?
–Es importante que el movimiento obrero argentino entienda el protagonismo que debe tener un sindicalismo politizado. Un sindicalismo de compromiso con la construcción de una fuerza emancipadora. El sindicalismo que se recluye en la defensa de los derechos corporativos, que se vuelve amarillo, que reniega de su identidad política partidaria, es un sindicalismo que está llamado a ser derrotado por la derecha, a ser fagocitado por la derecha.