El Presidente representa una «emocionalidad negativa», según Luis Alberto Quevedo, Licenciado y Magíster en Sociología y profesor universitario. En entrevista con Y Ahora Qué?, sostiene que los blancos de ataque de Javier Milei abarcan a casi 120 años de vida política argentina: Yrigoyen, Perón, Alfonsín, el kirchnerismo, Macri, los derechos humanos, el Congreso, el feminismo y la ecología.
Luis Alberto Quevedo aclara que la pretensión mayor de Milei es convertirse «en uno de los líderes mundiales de la libertad» en el marco de las derechas extremas. A Milei le interesa menos gobernar la Argentina que erigirse en «un referente internacional» de «un cambio en la cultura política» del capitalismo contemporáneo, afirma el sociólogo, especialista y docente en Comunicación Política. Al analizar el fenómeno Milei y el estupor que causa en la dirigencia tradicional, subraya que creó un original «ecosistema comunicacional», con «un nuevo régimen de verdad que es puro presente», sin temor a contradecirse al día siguiente de expresar una idea o una opinión.
–¿Cómo entender a Milei?
–Te doy algunas claves para entender la figura. Tanto desde el punto de vista simbólico y comunicacional, como político e institucional.
–Empecemos por lo comunicacional.
–Me parece que tiene que ver con un propósito general. Le atribuyo a Milei ser representante de un cambio en lo que es la agenda de la derecha radical local y global.
–Nada menos.
–Milei tiene un propósito de producir cambios en el régimen político. Y cambios en el régimen de verdad. También cambios en los lenguajes políticos. Y creo que también un cambio en el estatus político de la violencia.
–En lo político ¿cuáles cambios?
–Creo que Milei tiene una idea de refundación de la Argentina. Una idea que lo guía tanto en su discursividad como en su promesa de futuro. Significa hacer de la Argentina un país con nuevas reglas de juego.
–¿Realmente nuevas?
–No son las que conocemos en los 40 años de democracia. Esa democracia nació con Ricardo Alfonsín. Para él, Alfonsín es uno de los líderes más nefastos de la historia política argentina.
–¿A qué período remite, entonces?
–Él dice, bueno, esa democracia no hay que periodizarla valorizándola en la posdictadura. La periodización de la historia está en recuperar esos 100 años que considera gloriosos de la organización nacional.
–Del siglo XIX.
–Para él van desde 1810 al Primer Centenario. Así lo enunció en el acto del 25 de mayo en Córdoba. Pero también en otras oportunidades.
–¿A quiénes enfrenta?
–Ubica un ciclo de decadencia. Ahí pone a todas las experiencias políticas. Lo que llama populismo, gobiernos militares dictaduras, refundaciones democráticas, a Juan Perón pero también a Hipólito Yrigoyen y a Mauricio Macri.
–Lo conocido hasta ahora.
–Milei hace un corte histórico. Rompe también con esa grieta que veníamos discutiendo en los últimos años. Pero que tenía más que ver con kirchnerismo o antikirchnerismo. Peronismo o antiperonismo. Él tiene ese discurso antiperonista y antikirchnerista pero en un ciclo de largo aliento. Apunta a desactivar algunas instituciones de la democracia.
–¿A cuáles?
–La principal que él quiere desactivar es el Congreso. Es una especie de fin del parlamentarismo como lugar de consensos. Y mucha acción proactiva de las decisiones del Poder Ejecutivo. Por eso todos sus pedidos de excepcionalidades.
–¿Una nueva institucionalidad?
–Recrear las instituciones. El Pacto de Mayo fue una que fracasó. Pero ahora anuncia el Consejo de Mayo, con una institucionalidad diferente.
–Al cabo, es otro ‘refundador’.
–Insiste mucho en dar vuelta la institucionalidad argentina para poder ser libres. Asocia la libertad con una ruptura de lo que ha sido el régimen institucional posterior a la Ley Saénz Peña.
Mentiras verdaderas
Quevedo está históricamente ligado a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO. Es un investigador y fue director de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, donde dicta cátedra.
–¿Cómo maneja verdad y mentira?
–Una cuestión importante en Milei es el régimen de verdad. Hay un cambio. Y esto no es solamente un tema de que trabaja con las ‘fake news’ o cosa por el estilo.
–¿Qué plantea?
–Creo que él está planteando una deconstrucción general de toda referencia a un régimen de verdad. Porque también las ‘fake news’ suponen una falsedad que instituye alguna verdad.
–¿Un nuevo tipo de falsedad?
–Creo que para Milei, el mismo régimen de verdad cambia. Entonces el enunciado puede ser al mismo tiempo blanco, gris y negro. Lo dicho con muy poca diferencia, es contradictorio. Con idas y vueltas.
–Al estilo de Carlos Menem.
–Siempre con la épica del discurso. Dice: ‘Me cortó un brazo antes de poner un impuesto’. Y al otro día pone un impuesto.
–Un neomenemismo.
–Sin embargo, Milei renuncia a toda referencialidad de su propia palabra. Él no es un buen referente de su propia palabra. Y ese es el pacto que quiere construir. Un nuevo régimen de verdad que es una verdad del puro presente.
–Algo frecuente ahora.
–Para Milei: ‘Lo que digo hoy es lo que estoy instituyendo como una verdad. Pero mañana puedo decir algo que me contradiga a mi mismo’.
–Me hiciste acordar al personaje de Les Luthiers que se autoamenaza: ‘No me saldré con la mía’.
–Me parece que esto es una originalidad en el discurso político. También hay cambios en los lenguajes políticos.
–¿En qué sentido?
–Milei comunica de manera muy compleja. Porque tiene un conjunto de recursos de comunicación ¿no?
–¿Cuáles?
–Creo que usa intensamente, y lo usó mucho en la campaña, a los medios del siglo XIX y XX. O sea, usa la prensa tradicional, sobre todo la televisión. Usa también el stand up, usa el teatro, usó mucho también la radio.
–La mayoría de los medios lo sustentan.
–Milei es un señor de traje oscuro con camisa blanca y corbata. Apareció mil veces en la televisión. Haciendo un tipo de comunicación muy ligada a lo que son los formatos tradicionales del siglo XX.
–Pero muy presente en redes sociales.
–Luego le suma el uso de las redes. Y dejarse usar por las redes. Dejarse transformar en las redes. Volverse meme. Volverse ícono. Volverse imagen. Volverse un recorte de sí mismo por sus propios seguidores. Y luego usar las redes para retuitear esto.
–Y no sólo imagen.
–También escribe textos en las redes. Él usa mucho la red X. Usa las redes intensivamente.
–¿Cambió la lógica comunicacional?
–Pero siguiendo otras lógicas, un poco más tradicionales del texto. Armó también un sistema de voceros.
–¿Además de Manuel Adorni?
–Esto es una novedad en la democracia. Él tiene un vocero presidencial. Hay que darle mucha importancia porque Adorni es una palabra legitimada por él. Funciona como parte de su discursividad.
–Pero no es el único.
–Tiene otros voceros. Algunos periodistas como Luis Majul o Jonatan Viale funcionan como voceros presidenciales. No como periodistas. Uno podría imaginar un escenario de un periodismo que lo acompaña acríticamente. Eso existe también en los medios concentrados. Pero ahí creó, además, voceros.
–Como en la salida de Nicolás Posse.
–Majul es alguien que anticipa decisiones de gobierno. Que da noticias de gobierno. Las que suelen ser dadas por un vocero autorizado y presidencial. No es alguien que indaga sobre un hecho. Transmite algo que le fue comunicado por Milei en particular.
–Un difusor fiel.
–Esto es un sistema muy complejo. Es un ecosistema comunicacional que no conocíamos. Y que también es una gran novedad.
Matar al padre
Quevedo nació en Uruguay y se nacionalizó argentino. Es un apasionado del fútbol, deporte que practicó como aficionado.
–MIlei también quiere lucir como académico.
–Están los discursos leídos. Tiene una pretensión de ocupar el lugar de la novedad política. De ser disruptivo pero también de ocupar el lugar del saber. Cuando interviene como lo hizo en el Luna Park, o como lo hizo también en Córdoba y en otras ocasiones, pretende instituirse como el que más sabe de economía de la Argentina. Y con proyección internacional.
–Polemiza con economistas de los mercados.
–Discute mucho con sus pares del liberalismo local. Entonces la pregunta que uno tiene que hacerse es ¿a quién le habla Milei?
–¿A quién le habla?
–Les habla, en esos casos, en primer lugar, a todos los economistas liberales neoclásicos ortodoxos. A la Fundación Mediterránea. Al Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina. A Carlos Melconián, a Juan Carlos de Pablo.
–Gente de un palo parecido.
–Les habla a todos los que fueron maestros referentes de él. Y los va destruyendo uno a uno. Milei tiene esa forma de fagocitarse a sus propios maestros. Los mata. Mata a sus padres fundadores del pensamiento. A Ricardo López Murphy, por ejemplo, le rinde un homenaje y después lo mata.
–¿Dejó algún cuadro colgado?
–Al único economista que hizo revivir, después de haberse peleado bastante con él, es a José Luis Espert. Presentó su libro con él en el Luna Park.
–El perfil de Milei es más de barricada.
–Ha introducido un cambio en el estatuto político de la violencia. La política que trae Milei es de emocionalidad. Una muy fuerte política de la emocionalidad. La violencia primero verbal, pero también otro tipo de violencias, forman parte de su lenguaje.
–El insulto como sistema.
–Tiene una emocionalidad negativa. Y entonces aparece la descalificación permanente. A los ‘zurdos’, a la ‘casta’.
–Construye enemigos.
–Milei viene a desatar todos los odios. Y habilitar todos los odios contra las agendas que fueron las experiencias políticas del pasado.
–¿A cuáles?
–A las agendas del feminismo, de los derechos humanos, del movimiento verde. Tiene una violencia discursiva en contra de lo que constituyeron los 40 años de la democracia. Que fueron la construcción de pactos, de acuerdos, contra la discriminación, en defensa de los derechos humanos. La defensa de la memoria, del respeto del medio ambiente, de los pueblos originarios.
–Conquistas históricas en democracia.
–Rechaza toda esa agenda que se construyó en 40 años. Con una emocionalidad muy fuerte, muy negativa, muy referenciada en sí mismo. No pretende ganar una discusión política, pretende la descalificación.
–¿Sin emocionalidad positiva?
–Hay una emocionalidad positiva en decir ‘vengo a hacerlos libres’. En decir ‘vengo a traer la libertad, vengo a dar vuelta la Argentina para volver libre a cada argentino’. Y en decir ‘vengo a dejarles que hagan su propio camino de vida. En decir ‘vengo a dejarlos que elijan y viva la libertad carajo’. Es como un grito de guerra positivo.
–Los dos Milei
La Maestría en Sociología la obtuvo Quevedo en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París.
–¿Y cuál es el sentido de tanto viaje que hace Milei?
–Hay dos Milei. Construyó en pocos meses un Milei local y uno internacional. Lo ha ido sopesando. Creo que es muy claro que él está mucho más interesado por el Milei internacional.
–¿Cómo lo manifiesta?
–Primero, en tener una fuerte alianza con la derecha internacional que funciona como un sistema. Segundo, en tener una fuerte alianza con los Estados Unidos y con Israel. Tercero, en tener una fuerte alianza con buena parte de la opinión pública argentina.
–Hasta llegar a la tapa del Time.
–También una alianza global de hacerse cargo del tema de la libertad. Y de ponerse a él como uno de los líderes mundiales del tema de la libertad.
–¿Lo está consiguiendo?
–Algo de esto ha logrado. Porque la alianza de derecha liberal global también lo ha aceptado en ese lugar. No todo el mundo, por supuesto. Algunos europeos, con bastante reticencia.
–Lo ovacionaron en la cumbre de ultraderecha VIVA24.
–En España, en Italia, en países de América Latina, en muchos lugares, es una referencia global. Entonces decide profundizar esa referencia global.
–Ignora al gobierno estadounidense.
–Mucho más que el diálogo con el gobierno de los Estados Unidos, le interesa con quienes, dentro de EE. UU., apoyan estas agendas. Por eso yo creo que él está tan asociado a Elon Musk o a Mark Zuckerberg o a la comunidad judía internacional.
–¿Qué pretende?
–No tiene una agenda de Estado. Es otro tipo de agenda. Es un cambio de cultura política global. Creo que está abandonando bastante su lugar local y peleando más por su lugar internacional. Abandonando su pretensión de gobernar la Argentina. Aspira a ser un referente mundial.
–¿De qué tipo?
–Alguien que viene a producir un aporte del cambio en la cultura política del capitalismo contemporáneo. Esa es para mí su pretensión mayor. No ocuparse de los temas domésticos.
–Un ultraliberal de exportación.
–Así como periodiza la historia aquí, también la periodiza de esa manera con los pensadores europeos. Aquellos con los cuales él trabaja. Con la Escuela Austríaca o con la de Murray Rothbard. O con otros pensadores para un cambio de agenda política global. Ese sería su propósito.