Qué quiere Laura Richardson, la jefa del Comando Sur, en las relaciones de Washington con América latina. Desde la capital de los Estados Unidos Alfredo Forti analiza los escenarios de campaña, la resurrección demócrata, el papel de Kamala Harris y el porqué de la estrategia de Trump con los migrantes.
Consultor en Washington sobre estrategia internacional y exsecretario de Asuntos Internacionales de la Defensa en la Argentina, Alfredo Forti es un observador atento de lo que sucede en los Estados Unidos.
–La campaña en este momento –dice– se centra mucho más en el carácter específico de la figura de Trump. Cómo es, como plantea sus posturas, cómo define a la opositora mediante la crítica, la degradación y la burla.
–¿Con qué efecto?
–A menos de siete semanas de las elecciones todo el conjunto de encuestas, que son muchísimas, determina una media. Se viene manteniendo desde hace varios días, según esa media, una diferencia de tres puntos a favor de Kamala Harris: 49 a 46. En los Estados más disputados esa media es menor.
–¿Son los de siempre?
–Sí. Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, North Carolina, Pennsylvania y Wisconsin. Esto anticipa una elección inclusive más reñida que el promedio de las anteriores, incluidas las de 2016, cuando ganó Donald Trump, y 2020, cuando fue elegido Joe Biden.
–¿Harris candidata mejoró las chances demócratas?
–La entrada de Harris de alguna manera recuperó la ventaja a favor de su partido, sí, particularmente entre los votantes jóvenes. Entre los de 18 a 29 años Harris le saca 20 puntos a Trump. Hasta julio en ese mismo grupo Biden y Trump estaban empatados. Trump venía bien entre los negros e hispanos. La irrupción de Harris fue haciendo disminuir esas cifras.
–¿Qué más aportó Kamala?
–Hubo una modificación notable, que los demócratas están transmitiendo como una asociación entre Harris y un cambio. Porque había insatisfacción. Los electores veían a Trump y a Biden como algo ya transitado, sin novedad.
–¿Cuál es la percepción que quiere lograr Harris?
–El cambio buscado por los demócratas sería la promesa de algo nuevo que va a comenzar. Y quieren poner a Trump como un candidato del pasado, de un período conflictivo de la vida política. La pregunta es cuán duradero será el impulso de Harris.
–¿Y tu respuesta?
–Tengo preguntas. ¿El actual es un rebote para los demócratas y habrá una caída posterior? ¿O será un envión hacia adelante y el comienzo de un fenómeno más duradero? Kamala se encontrará con adversidades. Puede cometer errores que pueden desgastarla. Su ventaja es que a diferencia de Trump, no tuvo una prensa que le hiciera mucha investigación. Fue muy prolija. Cuando Trump la quiso llamar “camarada Kamala” e instalar eso, la verdad es que nunca fue la niña progre de los demócratas. En todo caso adoptó ese carácter en las elecciones.
–“Camarada Kamala” es un tema de Trump. Otro es la demonización de los migrantes.
–Trump magnifica el asunto de los migrantes y se presenta a sí mismo como el que puede arreglar las cosas.
–¿Cuáles son los escenarios en el Congreso?
–Si Trump gana tendrá un Congreso más afín. Si gana Harris tendrá un congreso controlado por los republicanos y le será difícil imponer nuevas políticas. Cuando un partido tiene la mayoría, detenta la presidencia de todas las comisiones. Hoy los demócratas y cuatro independientes tienen la mayoría de 51 sobre 100 en el Senado. De las 100, 34 bancas se renuevan. De esas, 23 son demócratas e independientes aliados. Diez republicanos se renuevan. En la cámara baja, la Cámara de Representantes, de 435 miembros hay 222 republicanos y 213 demócratas. En las elecciones presidenciales del 5 de noviembre se renuevan todas las bancas.
–Volvamos a la inmigración. ¿Cuál es el juego de Trump?
–La problemática de la inmigración quedó asociada a la seguridad, sobre todo fronteriza. Los países mencionados por Trump, por eso, son México y Venezuela. Trump hace campaña con ese tema. Dijo que si gana Harris, Estados Unidos será una Venezuela con esteroides. Ése es el motivo por el cual América latina tiene importancia electoral como el primer tema de Trump. Harris humaniza el tratamiento a los inmigrantes irregulares.
–¿Por qué la elección de esos países?
–Siempre los migrantes fueron los mexicanos. A principios del siglo XX aparecieron las maras salvadoreñas y hondureñas. Ahora Trump habla de bandas criminales de venezolanos, que supuestamente Nicolás Maduro sacó de las calles y envió a delinquir a los Estados Unidos. Trump llegó a decir que se comen las mascotas de los norteamericanos. La narrativa incrementa las tendencias xenófobas, que se acercan al racismo abierto. Por eso Trump promete la deportación masiva más grande de la historia. Harris se encargó de la migración irregular en el gobierno de Biden. El mayor logro fue gestionar con el sector privado de Estados Unidos y con Honduras, Guatemala y El Salvador el compromiso de cinco mil millones de dólares de inversiones. Es una cifra baja porque las remesas de los migrantes de esos países a sus familias, a números de 2023, son de 36 mil millones de dólares. Los expulsados subsidian a sus economías. O sea que son números incomparables. Ya nadie habla de esos cinco mil millones que no aparecieron nunca.
–¿En qué fenómeno social se apoya Trump?
–Es una explicación cómoda para responder a frustraciones muy serias. La economía norteamericana desde la globalización hacia aquí generó mucha degradación de las condiciones de trabajo. A la gente le cuesta más resolver sus problemas económicos. El mensaje que busca representar Trump sería así: “Vos en Wichita, Kansas, hacés el mismo trabajo que antes. Pero los migrantes vienen, usan los servicios que vos pagás, hacen entrar en déficit al Estado y los chinos nos llenan de productos de fábricas que los empresarios se llevaron a China para producir más barato”. Luego de esta base viene la demonización, aunque no sea cierto, por supuesto, que la mayoría de los delincuentes sean extranjeros. Los trabajadores blancos que en principio se inclinan por Trump pertenecen al nivel económico social más bajo y son muy disciplinados para votar. Negros, latinos y jóvenes son menos disciplinados y el día de la elección pueden llegar a no votar votan aunque hoy digan en las encuestas que su candidata es Harris.
–¿Cuál es la incidencia de la política exterior en la campaña?
–Sin duda que China está en primer lugar como amenaza, y esto tiene su correlato en América latina. El argumento es que China es también una amenaza en el patio trasero de los Estados Unidos por la influencia económica, comercial y financiera. La verdad es que China está avanzando también con reglas de competencia puramente capitalistas, por inversiones y condiciones financieras. Washington insiste, en cambio, en la ideología: China tendría objetivos expansionistas para debilitar el poder de los Estados Unidos. Esto lleva a un abordaje al estilo de la guerra fría, cuando el poder militar y la coacción eran la regla.
–¿Dónde se formulan esos argumentos?
–Quien lidera esta apreciación estratégica nacional es, más que el Departamento de Estado, el Comando Sur con la ayuda de think tanks asociados. Es la famosa generala Laura Richardson, que estuvo en Aspen, Colorado, y habló para políticos y empresarios. Se quejó de que funcionarios y empresarios ni aparecen por América Latina. Dijo que los Estados Unidos están perdiendo presencia. Razona que la seguridad económica y la seguridad nacional de los Estados Unidos van de la mano en el continente. Ella dice que la política de la Franja y la Ruta de China consiste en grandes obras de infraestructura crítica (ciberseguridad, espacio, energía, puertos de aguas profundas, 5g) que tienen una naturaleza de uso dual, militar y civil. Son empresas estatales de un gobierno comunista. Esa infraestructura instalada puede convertirse, dice Richardson, en militar.
–¿Y los demócratas?
–Tal vez Harris sería más medida. También los demócratas ven a China como una amenaza, y Biden mantuvo las restricciones y los aranceles que heredó. Trump anunció que los triplicará. Es una política norteamericana de militarización, que se va a traducir en el intento de policialización de las Fuerzas Armadas latinoamericanas.
–Como Presidente Trump tuvo un nivel bajísimo de intervenciones militares en el mundo. Y a la vez fue muy duro con Venezuela.
–Cuando estuvo en el gobierno tuvo una política durísima, con el reconocimiento a Juan Guaidó. Y le fue mal. Quedó frustrado con la oposición. Hasta dijo que Maduro se la bancó y ganó la batalla. Para ellos el problema es la presencia real de Rusia, China, Irán y Turquía, que están llenando el vacío que dejó Estados Unidos en petróleo. Pero tampoco me sorprendería que Trump pueda hacer volver a las petroleras norteamericanas y encontrar una salida práctica. Prestemos atención. El miércoles 18 apareció una noticia sobre una nueva modalidad. Un ex militar de la marina, de las fuerzas especiales, fundador de Black Waters, empresa privada de mercenarios, anunció que con el apoyo de empresarios norteamericanos y venezolanos está preparando una fuerza militar en Venezuela para apoyar a la oposición, destronar a Maduro y recuperar el poder. Plantea que Estados Unidos suba la recompensa de 15 a 100 millones de dólares el precio de la cabeza de Maduro. Esto, según él, evitaría el desgaste de mandar soldados y también evitaría el fracaso eventual como sucedió en el pasado con las incursiones en Venezuela.
Me parece una excelente y didáctica semblanza de un escenario complejo. Aporta elementos esclarecedores por la claridad del planteo