A 70 años de la masacre, Alejandro Covello, coautor del libro “El bombardeo, Plaza de Mayo, junio de 1955”, aviador militar, aerocomercial e investigador, dice que fue “el Guernica” argentino y “el mayor atentado terrorista de la historia argentina” con centenares de civiles asesinados. Los atacantes alardearon que fue “lindo atacar la Casa Rosada como Pearl Harbor”. Hay historias a granel. El oficial leal que derribó un avión enemigo. La cobardía. La máquina de un aeroclub en la Masacre de Napalpí. El piloto de Juan Perón en 1973. Otras bombas sobre Buenos Aires. El miedo y la culpa en el peronismo. Los vuelos de la muerte.
Antes de leer esta nota mire el cielo. Es lo que recomienda Alejandro Covello antes de leer su libro. “La matriz del horror que vino del cielo está viva en las fuerzas del cielo”, afirma a Y ahora qué? Como en la nevada mortal de El Eternauta, lanzada por los ‘Ellos’, la muerte se descargó desde las alturas, arrojada por otros ‘Ellos’, bien reales, cercanos y conocidos, demasiado.
–El motivo que dieron los golpistas para el bombardeo en 1955 fue el intento de “matar a Perón» ¿Era ésa la intención?
–¿Cuál era el objetivo? La motivación era sacar un Gobierno democrático. Un Gobierno que había sido votado por más del 60 por ciento en elecciones libres. Libres, luego del golpe de Estado de 1930. Luego de la Década Infame.
–¿Qué movilizaba a los instigadores intelectuales y a los sectores políticos golpistas?
–Se habían hecho demasiadas reformas estructurales en el país. Entre ellas, la gran industrialización. Se habían instituido los derechos del trabajador. Una reforma agraria. Y también se tocaron los intereses de los privilegiados. Había intereses foráneos, principalmente de Gran Bretaña y de Estados Unidos para derrocar a ese Gobierno.
–¿Cuál fue la participación civil en las acciones golpistas?
–El instrumento, como siempre, fue un grupo de las Fuerzas Armadas. pero también con un grupo de civiles. Hasta había unos 150 civiles ese día en la Plaza de Mayo. Se dice que estaba el periodista Mariano Grondona. El intento de Golpe de Estado era para romper con el Estado democrático. Fue la costumbre entre 1930 y 1976. Espero que el de 1976 haya sido el último.
–Planteás en tu libro Batallas Aéreas y en el documental Piloto de Caza que se atacó una «ciudad abierta» ¿Qué significa?
–El objetivo de un bombardeo a una ‘ciudad abierta’ es sembrar el terror. Es destrozar la moral del enemigo. Cuando ocurre en la guerra el concepto de ‘ciudad abierta’ quiere decir que quienes están invadiendo están en las puertas de la ciudad. Se dice que está abierta porque no ofrece resistencia. Y para no haya bajas civiles. En este caso fue distinto. No había una guerra con países extranjeros. No había una guerra civil. No había conmoción interna. No había un paro general. No había una manifestación. No había absolutamente nada.
–Una definición tuya, incluso en la recopilación Bombardeo a la Plaza de Mayo, de varios autores, que fue un hecho único en el mundo ¿Por qué?
–Fue un hecho único en la historia mundial porque hubo un bombardeo sin que haya un conflicto bélico. Tampoco una conmoción social. Fue sembrar el terror, disciplinar. Se conoce como el bombardeo a la Plaza. pero en realidad fue a la Ciudad de Buenos Aires.
–Decís que era el lugar emblemático donde el pueblo había puesto «las patas en la fuente» ¿Cuáles fueron los otros blancos de los ataques?
–Se bombardearon la CGT de la calle Azopardo, el Palacio Unzué, que es ahora la Biblioteca Nacional, la avenida Crovara, una manifestación de obreros de la fábrica Jabón Federal, un gasómetro que está en la General Paz. Se ametrallaron la Plaza Miserere, a toda la Avenida de mayo, Se menciona la Plaza de Mayo porque es el lugar simbólico de la representación política. Desde el mismo 25 de mayo de 1810, el nacimiento de la patria. Y aún más a partir del 17 de octubre de 1945 cuando, como diría Raúl Scalabrini Ortiz, se subleva ‘el subsuelo de la patria’.
–Conociste a Jorge Connan Doyle, piloto de pruebas del primer avión a reacción diseñado y construido en Argentina ¿Fue parte de la tripulación que trajo de regreso a Juan Perón en 1973?
–Efectivamente, es uno de los elegidos por Perón para trasladarlo en el vuelo de regreso definitivo del exilio. Había que elegir piloto que estuviese volando en Aerolíneas Argentinas. Un Boeing 707. Yo lo llamaba ‘El Justicialista del aire’. Jorge ‘Muñeco’ Adradas, quien derribó un avión de los rebeldes el 16 de junio de 1955, iba también en aquel vuelo.
–A su vez ¿Connan Doyle había protagonizado otro hecho político?
–En 1956, cuando hay una contrarrevolución, la del General Juan José Valle, a Connan Doyle lo van a buscar. Vivía en Córdoba. La idea era que fuese a la base de Morón para subirse a un Gloster Meteor. Iba a ser uno de los pilotos leales en esa contrarrevolución. Cuando está en la ruta, se entera de que comenzó el intento contrarrevolucionario de Valle. Pero también se entera de que fueron capturados militares. Ahí se pega la vuelta. Si hubiera llegado a Morón, podrían haberlo fusilado como a Valle o como a los militantes en José León Suárez.
–¿Es Connan Doyle quien te revela la personalidad de Adradas como persona y como profesional?
–Sí. A mí me gusta decir que Adradas tenía un destino, como todo hombre ¿no? Ese 16 de junio fue su día. Había nacido un 10 de agosto, el Día de la Fuerza Aérea. Siempre quiso ser un piloto de combate. El padre no estaba muy convencido. Me cuenta Olga Migorena, su viuda, que un poco lo engaña al padre y le dice que va a hacer un examen para entrar como administrativo. Pero resulta que entró en la Escuela de Aviación Militar. Cuando le tocó volar, fue el brevet de oro como mejor piloto de su promoción. De muy joven se va a volar estos aviones de caza de última generación.
–¿Qué implica para un aviador ser un piloto de caza?
–Implica tener una misión: ante una agresión en nuestro territorio, a nuestros compatriotas, tiene que salir a defender. Eso fue lo que hizo el ‘Muñeco’. Para eso se entrenó para eso ingresó. Cuando sale la primera oleada de ataques, salen también cuatro aviones Gloster a defender al gobierno constitucional, a la democracia, a la ciudad, a los habitantes, a nuestro territorio. Se encuentra con dos aviones golpistas.
–¿Combate contra las dos aeronaves?
–En una de ellos iba el piloto Rivero Kelly, quien que después fue un funcionario en 1976. Se escapa por la estación Retiro, sobre las vías del tren. Usa un poco a la población como escudo humano. Y después lo tiene al bombardero del guardiamarina Arnaldo Román en la mira. Podríamos decir que hubo una comunicación para que aterrice en Aeroparque y ser capturado. Román se niega.
–¿Es cierto como se cuenta que le perdonó la vida y sólo averió al avión para derribarlo?
–Por lo que me cuentan, se dijeron ambos que tenían una misión. El ‘Muñeco’ era un gran piloto tenía gran habilidad, y le dice que iba a disparar. No es tan fácil disparar a la cola del avión. No es como un francotirador. Uno está en el aire y se está moviendo. Román quiere esconderse en una nube pero Adradas lo derriba. El marino se arroja en paracaídas. Y es rescatado por la Prefectura Naval. Lo estaban esperando para lincharlo. Eso no ocurre y Román le escribe después una carta al ‘Muñeco’ y le agradece que le dio la oportunidad de salvar su vida.
–¿Es verdad que descubriste los disparos en edificios de Plaza de Mayo un día que te los mostró tu abuelo en un paseo?
–No recuerdo si fue un paseo, pero sí que en las fechas patrias solía ir a Plaza de Mayo, donde se vendían escarapelas. Nací en 1963 y un día mi abuelo me los mostró. Yo les llamo la siniestras esculturas de este hecho cruel, que no tuvo historia. Que no tenía una placa sobre el Ministerio de Economía. Ahora hay placa pero no habla de los cientos de muertos. Dice que es para evitar los ‘descuentros’ ¿Qué desencuentros? Es una masacre, como los 30.000 desaparecidos. Fue un plan. Mi abuelo estuvo ahí aquel día. Él trabajaba, como toda la gente que andaba por la Plaza de Mayo. Era un centro neurálgico. Mi abuelo cuenta que cuando comienza el bombardeo logra evacuarse con otros metiéndose en el Subte, que funcionó como un refugio antiaéreo.
–Has dicho que el bombardeo fue como ‘un Guernica’ por el ataque aéreo nazifascista al pueblo vasco ¿Cuáles son los puntos de comparación?
–Es indudable que Guernica nos convoca. No es un territorio, no es una geografía. Guernica es un gerundio. Es esa forma del verbo que nos dice que la acción no está terminada. La acción sigue ocurriendo. Es gerundio del horror, del terror que vino del cielo, Es el gerundio gritando. En esta historia en que la víctimas fueron omitidas durante mucho tiempo, este cruel bombardeo abrió la puerta de los vuelos de la muerte de la dictadura. Y las víctimas no dejan de gritar. Es un gerundio gritando. El Presidente y el Parlamento alemán, entre 1997 y 1998, pidieron perdón a Guernica. Acá nadie pidió perdón. La crueldad continúa. No hubo arrepentimiento.
–¿Por qué hubo tanto ocultamiento histórico e incluso no aparecía evocado con fuerza por el peronismo?
–¿Por qué fue omitido? Yo creo que hay varios factores. En los primeros momentos hubo una respuesta muy dura. Aquel ‘cinco por uno’ de Perón. Pero después Perón cambió su política. La idea era calmar las aguas. Veamos si acá termina la cosa. Podríamos pensarlo de esa manera. Pero a los tres meses tuvimos el Golpe de Estado. Tuvimos bombardeos navales, al año tuvimos fusilamientos y décadas después, los vuelos de la muerte. Fue omitido por miedo. El peronismo quedó muy estigmatizado.
–¿Una estigmatización del peronismo como la que sigue en pie hoy?
–La podemos comparar con la de hoy. En aquel momento comienza el miedo, pero con la evidencia de cientos de muertos. Con la evidencia de fusilamientos y de presos políticos en Ushuaia. Con la evidencia de que los Connan Doyle se quedaron sin trabajo. Muchos hijos de pilotos de la Fuerza Aérea que habían sido leales y de peronistas que fueron víctimas, me contaban que los padres nunca les querían contar nada. Consideraban que transmitir esas verdades ponían en peligro a los hijos ¿Nos preguntamos por qué el peronismo también? Hay peronistas que estos hechos no los reivindican. Los aniversarios del atentado en la AMIA están muy presentes. Me parece bien que todo acto terrorista deba tener memoria. Pero no recuerdo un 16 de junio con ese volumen de visibilidad. El único presidente que menciona el bombardeo, cuando asume, fue Héctor Cámpora. Luego tuvimos que esperar a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner para que se vuelva a visibilizar.
–¿Cómo reaparece el recuerdo?
–Hay un documento muy, pero muy valioso que elabora la Secretaría de Derechos Humanos que estaba a cargo de Eduardo Duhalde, pero de Luis, ‘el bueno’. Creo que el peronismo, a veces, se come la curva de la estigmatización. Que nosotros somos los bárbaros. Entonces, cuando llegamos al poder queremos componer, que no somos nosotros los bárbaros. Hay como una culpa y perdonamos. Creo que el Gobierno de Alberto Fernández dice mucho de ese modo de peronismo.
–Un piloto de caza veterano de la Guerra de Malvinas, Ernesto ‘Tucu’ Cervera, te cuenta sobre la soledad del aviador ¿Podés ampliar la idea?
–Estoy de acuerdo con lo que dice Cervera. El piloto de caza está inundado por un gran mito. Es él y su máquina, si bien también hay escuadrillas de aviones. Pero uno está solito con su alma arriba del avión. El entrenamiento te forma en el personalismo. Como dice el ‘Tucu’ uno tiene que ser el mejor. No conviene perder. Entonces es individualista. No se puede comunicar porque es darse a revelar. Y Adradas salió a cumplir su misión.
–Cervera califica el bombardeo de 1955 como «una locura cobarde» y que no hubiera obedecido la orden, pero también le molesta que digan que fue el bautismo de fuego de la aviación militar.
–Sí, dice que el bautismo fue en la Guerra de Malvinas en 1982. Es muy interesante porque lo dice alguien que fue a la guerra. Que mientras él tiraba al enemigo, el enemigo le respondía. El 16 de junio de 1955 se bombardeó la Ciudad sin importar quién estaba abajo. Niños, mujeres, civiles. Se entra con cañones desde el aire. Le están tirando a la gente que está en la vereda, al canillita, al ‘botón’ de la esquina, a los pibes. A gente no solo inocente sino indefensa. Es una crueldad muy grande. A un hombre con un maletín de trabajo, a una señora con la bolsa del mercado.
–¿Los golpistas decían que fue igual que el bombardeo japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor en la II Guerra?
–Se trata de ver la crueldad de estas personas. Por mucho tiempo estos pilotos alardeaban de lo que habían hecho. El capitán Jorge Bassi contaba que fue el ideólogo del bombardeo. Decía ‘¡qué lindo imaginar la Casa Rosada como Pearl Harbor!’ Esta idea estaba pensada. La pregunta es que no puede desconocer un militar la diferencia entre Pearl Harbor, en 1941, y la plaza de una ciudad abierta. En un país que no tiene conflicto bélico. ¿Es lo mismo ver aquella Plaza de Mayo que ver los acorazados, cruceros, submarinos, más de 50 barcos y 400 aviones de la Marina de Estados Unidos, que por más que fueron sorprendidos, iban a defenderse del ataque japonés? Tengo que darle la derecha a Cervera. Son cobardes.
–¿Todavía hay polémica sobre el número de 309 muertos en la Plaza? ¿Hubo más?
–Hay cosas que distraen en estas discusiones. Deben ser parte de la integridad de la memoria. Como el terrorismo de Estado en el último Golpe. Hay cosas puestas en el escenario a propósito. A mi me gusta decir que la discusión por el número de muertos, distrae. Hay que relatar la ignominia y la crueldad. Me gusta comparar en cuanto a la desproporción de fuerzas, entre los que atacaban y los que no podían defenderse. Y vuelvo a Guernica. Los muertos con nombre y apellido fueron muchos menos que en Buenos Aires ¿Por qué? Porque estaban en Guerra Civil. Había alarmas antiaéreas. Había refugios antiaéreos. El pueblo vivía en guerra y sabía dónde esconderse.
–Mencionás que hubo la mitad de caídos británicos en Malvinas que muertos en la Plaza.
–Es igual para marcar las desproporciones. En los 74 días de la Guerra en Malvinas, las Fuerzas Armadas argentinas no le infligieron tantas bajas. Y eso muestra la inocencia y la indefensión de los que estaban abajo en 1955.
–Trazaste una línea histórica del uso de la aviación en masacres en Argentina. ¿Cómo llegaste a ese punto?
–Me estaba centrado en la investigación del 16 de junio y en un momento me preguntó por la procedencia. Digo, esto tiene que tener una historia. Una línea, una matriz ideológica. Comienzo a buscar en la historia hechos de violencia de este tipo. Con desproporción y escarmiento. Hechos donde el terror es el objetivo. Primero me encuentro con la Semana Trágica. La Liga Patriótica es un grupo paramilitar conformado por una cierta aristocracia y oligarquía, al servicio de los privilegiados de siempre. Encuentro que tenían una escuadrilla de aviadores. Y el uso que se le daba era difundir esta ideología, la misma que está viva hoy. Otro hecho que marca la procedencia era que estos civiles se entrenaban en tiro. La Liga Patriótica nace del Círculo Naval. Ahí tenemos líneas de conexión entre el 16 de junio y la Semana Trágica en 1919.
— ¿También comprobaste que hubo un avión en la masacre de pueblos originarios en Napalpí, en 1924, con más de 500 muertos?
–En una conmemoración de la masacre de Napalpí, en 2015, en el Chaco, encuentro un mural. Representaba la masacre de una comunidad por reclamar derechos humanos, Y veo un avión en el mural. Fue la primera vez que se utilizó el artefacto avión con armamento de guerra sobre territorio argentino y sobre los argentinos. El avión era del Aeroclub. Estaba destinado al fomento de la aviación ¡Vaya cómo se cumple esa misión! Y era para disciplinar, sembrar el terror y escarmentar a los que piden por sus derechos.
–Entonces ¿la represión por la vía aérea viene de larga data?
–La procedencia que marco es que el terror que vino del cielo, comenzó en 1924. Allí se abrieron las puertas de nuestros Guernicas, de nuestro Rincón Bomba en 1947 (otra matanza en pueblos originarios) y luego vino el 16 de junio. Cuando estos hechos no tienen ni memoria ni justicia, las puertas quedan abiertas. Por eso, son muy importantes los Juicios por la Verdad a través del sistema democrático. Delitos que son de lesa humanidad como fue juzgado en la Masacre de Napalpí. Memoria y Justicia permiten identificar aquello que no queremos que se repita. No fue así con la Plaza de Mayo. Ese campo de experimentación de la atrocidad se ejerce y abrió la puerta a los vuelos de la muerte. Revisitar la matriz social, política jurídica, religiosa e ideológica que privó de la libertad a miles de personas. Fuera de todo derecho. Que se asesinó, que se cometieron crímenes sexuales, desapariciones forzadas de mujeres y niños, Esta matriz del terror que vino del cielo, las fuerzas del cielo, está viva. Vuelvo al Guernica, ese gerundio gritando. No dejan de gritar las víctimas. Azucena Villaflor, por poner un nombre y los otros, no dejan de gritar.
–¿El recurso aéreo no se vio también en Chile con el bombardeo del Palacio de la Moneda en el golpe de Estado del general Pinochet?
–Sí. También hay una relación. Ahí no fue una oleada de aviones. Fue una cuadrilla que tiró cohetes un poco más dirigidos. Nosotros tuvimos cuatro oleadas de aviones. Y hubo en Chile un piloto que no quiso disparar. Disparó hacia otro lugar. Impactó en el Hospital Aeronáutico. No quería arrojar bombas sobre su misma población y territorio indefensos. Apenas aterrizó en la base, fue ajusticiado, fusilado.