El fiscal Félix Crous afirma que «es oprobioso el sistema de privilegio de los condenados o procesados por delitos de lesa humanidad». En su calidad de miembro de la Procuraduría de la Nación que investiga al Terrorismo de Estado, asegura que los juicios «no han sufrido una afectación» pese a la hostilidad del Gobierno. Otra de sus pasiones es analizar a la Argentina que «creó un Golem» como Javier Milei. En diálogo con Y ahora qué?, compara al Presidente con aquel asesino serial conocido como «El Petiso Orejudo, un perverso de arrabal». Advierte que el peronismo atraviesa un momento «apasionantemente desolador». Le irritan los «liderazgos providenciales» como el de Cristina Kirchner y dice que el kirchnerismo «últimamente sólo entrega derrotas».
Un día dijo que «los jueces están locos, aunque no estén locos». Fue una coincidencia alcanzada en una charla con el ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni. Pero, ¿por qué habrían perdido la razón sin perderla? Porque, según ambos, no están del todo en sus cabales aquéllos que juzgan cada día «sobre la vida, el honor y la propiedad» de las personas. Acordaron que «no hay psiquis» que soporte esa presión. Pero los resultados están a la vista: continúan los enjuiciamientos por los hechos aberrantes de la dictadura, con insólitas derivaciones, como la visita de «diputados impresentables» a represores en la cárcel de Ezeiza. Mientras tanto, los jóvenes, en el país «roto» de Milei, «quieren ser libres autoexplotándose» según dice Félix Crous.
–¿Vivimos en un Estado de Derecho pleno?
–A una rana se la cocina a fuego lento. Uno se da cuenta cuando está cocinada. Los DNU fueron una muy mala idea de la Reforma Constitucional de 1994 y una pésima ley de Cristina Kirchner en 2006. Porque se fuerzan los límites de la institucionalidad. Las comisiones de las dos cámaras están presididas e integradas en forma no proporcional a la integración de cada bloque. Es una ruptura y una violación explícita de la voluntad popular.
–Se armó como una componenda.
–Hay una entrevista a Milei en la que no pudieron sacarle ni una sola ponderación de la democracia. Le preguntaban por la democracia y respondía con el teorema del economista Vilfredo Pareto.
–¿No es perfecto Milei para los poderes concentrados?
–Hay sectores del poder histórico en Argentina que quieren obtener todo lo que puedan de quien sea. Y otros sectores a los que no les está yendo tan bien, están dispuestos a pagar provisoriamente. No a pérdida, porque no pierden nunca. Pero a no ser los primeros ganadores a cambio de terminar para siempre con el peronismo y con todo intento de rebelión. Por eso es una paradoja: no gano ahora pero termino ganando. Representa la latinoamericanización definitiva de la Argentina. Después del asesinato del líder liberal Eliécer Gaitán en 1948, en Colombia solo hubo guerrilla y nada más. No hubo más sindicatos por ejemplo. Después de la muerte de un presidente, el general Velasco Alvarado en Perú, lo único que quedó fue Sendero Luminoso y nada más. Bolivia es un fenómeno incomprensible de autofagocitación. Chile tiene ese progresismo rosa pálido. En Uruguay, el Frente Amplio es como el peronismo pero aburrido.
–¿Y Lula en Brasil?
–Cada vez le cuesta más desde la irrupción de Jair Bolsonaro. Igual es una gran potencia. Hay que analizarlos con otras variables. Lula es un estadista mundial. Se habla de tú a tú con otros. Aquí el Gobierno representa los intereses de los que pueden hacer negocios financieros.
–¿Y qué pensás de la relación de Milei con la industria y el campo?
–La gran industria argentina no representa a los sectores productivistas porque ellos se han diversificado. Uno piensa en fábrica cuando dice Techint. Piensa en acero sin costura. Pero Techint es petróleo. El campo está perdiendo pero lo que le queda, lo transforma en pesos. Ponen esos pesos a hacer la bicicleta gaucha y sacan intereses en dólares. No tienen ganancia directa pero sí indirecta. La alianza entre el agro y la patria financiera existe desde la década de 1980 y sin embargo nunca la queremos ver.
–¿Por miopía política?
–Si pensamos en el excedente del agro, podemos preguntarnos qué hacen los empresarios. No compran 150 Hilux. Son los socios de la renta financiera. Abastecen el “carry trade”. En Colombia y en Perú pasaron cosas derivadas de esa fractura social extrema, como la violencia, el narcotráfico, la inestabilidad institucional. Voluntad de poder en términos “nietzscheanos” les sobra.
–¿Y el peronismo?
–Lo que se ve es apasionantemente desolador. Es un movimiento que necesitaba el perfume de sus próximos líderes generacionalmente para existir. ¿Alcanzan ya los textos, los libros, los discursos de las películas de Octavio Getino y Pino Solanas? Los pibes no saben ni quiénes son Néstor y Cristina. ¿Alcanza con la mística y la retórica o es una confederación de partidos provinciales conservadores con una alta capacidad de traición? No. Tampoco alcanza.
–¿Se pierde claridad ideológica?
–Hay una licuación ideológica. Creo que esto no es casual. Hay ruptura del Estado-Nación. Se acelera ese proceso de atomización, de balcanización. Lo vimos en Egipto, en Libia. Se deteriora la condición de los Estados-Nación para apropiarse de sus recursos con menos resistencia. Es mucho más fácil corromper, comprar, o sobornar al gobernador de una provincia y crear compañías fantasmas con las cuales asociarse para extraer recursos de, por ejemplo, Mendoza, Chubut, Santa Cruz, Vaca Muerta. Es mucho más fácil que negociar con un Estado nacional.
–¿Esto coincide con el debilitamiento extremo de los partidos políticos?
–No tenés más partidos nacionales. No tenés vertebración nacional. No lográs que un gobernador se sienta obligado a respetar acuerdos, programas, cartas orgánicas, asambleas de un partido, en el que también hay intereses que son diferentes a lo de su propia provincia. Es un proceso como de balcanización muy grande. Ya lo vivimos en el 2001 aunque duró poco. No sabemos cuánto puede durar ahora. Estos seis meses parecen 6000 años.
–Dijiste “desolación en el peronismo”. ¿Por qué?
–Mirá, la historia se burla de los profetas. Confiemos en la incertidumbre. Este contexto es de descomposición del antiguo mundo y del nacimiento de un nuevo mundo. Nosotros estamos en el ojo del huracán. No vemos nada o vemos poco. Es verdad que los mileístas no están muy iluminados, pero los nuestros tampoco. El país está siendo destruido por el Petiso Orejudo. Porque no es Charles Manson. Milei es un perverso de arrabal.
–¿Milei se parece a la mayoría?
–Esa pregunta me apasiona ¿Qué dice la elección de Milei sobre nosotros? ¿Es causa o consecuencia? Es las dos cosas. Es un dinamizador. Hitler también lo fue. Mussolini era un tipo cultísimo. Hay una sociedad desesperada, rota, humillada. Empobrecida. Por eso no se espanta por la violencia verbal. Carlos Pagni dice que es un roto para una sociedad rota. No se puede pretender que esa sociedad rota que eligió un roto, en dos minutos tenga un momento de recomposición como sujeto colectivo, vuelva por sus fueros y se vuelva racional y serena.
–¿Cómo se emerge?
–La sociedad tiene que hacer un recorrido de su hipocresía como lo tuvo con las Malvinas, como lo tuvo con la dictadura. Encontrar un artificio de autoindulgencia para poder separarse del Golem que creó sin sentirse responsable. El Golem es un psicópata que representa una conducta psicopática en la sociedad.
–Cada día descubro más Mileis entre la gente.
–Son todos focus. Creo que se llegó a un nivel de desesperación. No participo de esta idea de que después de que nos destruyó el terrorismo de Estado, la sociedad dejó de ser el adversario. La generación beat en los ’60 no era impugnada por el Estado. La sociedad era un sujeto amenazante, hostil y censor. Ciertos espíritus libres disputaban su narrativa. Había un espíritu gregario pero no de asimilación. Un cambio de orden pero sin la toma del poder. Había una idea de emancipación grupal, individual.
–¿Y ahora qué predomina?
–Lo que pasa ahora es que la revolución es la asimilación. La gente pelea por pertenecer, no por romper. Los viejos son más disruptivos que los jóvenes. Los jóvenes pelean por la autoexplotación. Quieren ser libres autoexplotándose. Lo canalizan por ese desconcierto total, encuentran a los que ejercen el poder en forma “nietzscheana”. Solo marchan hacia adelante sin frenar. Encuentran el catalizador en este tipo que va para adelante.
–Volvamos a lo que ofrece el peronismo.
–Se radicalizó. O sea que se parece cada vez más a los radicales. Los radicales son conservadores que no conservan. Son retardatarios. Los conservadores utilizan el liberalismo para volver a tiempos decimonónicos. Los radicales son reaccionarios frente al statu quo. Pero esto es una cosa todavía peor. Volver al mundo del Centenario. Al Estado de Sitio. A la matanza de obreros.
–¿Pensás que van más lejos que Milei en lo que hace a la reforma sindical, por ejemplo?
–José Luis Espert dijo que las paritarias son fascistas y, al mismo tiempo, que va a ser candidato en la provincia de Buenos Aires. Es un tipo que preside fraudulentamente la Comisión de Presupuesto. Perón tomó de Franklin Roosvelt esta formas de institucionalización democrática. No las tomó de Mao o Stalin.
–Después de los palos “bullrichneanos”, se frenaron las marchas.
–Algo pasó con las universidades. Más que del uso del palo y la zanahoria, aprendieron que a todos les sacaron todo y ahora los van comprando con la misma plata que les sacaron a ellos. No tuvieron que capitalizarse. Los tienen a todos comiendo sardinas en el desierto. No comieron zanahorias,pero al que se alinea le dan un poco de agua. Cabría preguntarse por qué sucede eso.
–¿Por qué?
–Lo que llamamos la sociedad que banca es la sociedad que creó al monstruo. No minimizo el efecto de las redes y los medios. La espectacularización de la política es de este tiempo. Milei accede a los programas de espectáculo. No a los programas políticos. Y ahí crece el personaje. El peronismo lo financia para crear un enemigo que rompa con el PRO. Cada vez que elegimos el enemigo, nos gana. Ya nos había pasado con Macri. Será cuestión de elegir amigos, no enemigos.
–A veces parece que el campo popular lo que espera es una crisis que le resuelva su laberinto.
–Se confía en que la Reserva Federal estadounidense suba la tasa de interés o en que los chinos los dejen sin reservas. También en que no vengan inversiones porque es más fácil comprar bonos del Tesoro norteamericano. La fe puesta solo en el estallido es solo fe. Pero también es impotencia, como toda fe. Es un acto de fe que está fuera de nuestro país. La única parte buena es tomar conciencia de que somos el traste del mundo.
–¿Cómo enfrentar la revolución ultraliberal de Milei?
–No tenemos una idea contrarrevolucionaria. No tenemos ni una idea de resistencia. Y en las crisis no se reparte de modo equitativo. Los cuarenta muertos de 2001 no eran del Grupo Sushi. Eran pobres de toda pobreza. Gente desesperada. Es fácil hablar de la revuelta popular. También es cierto que la desesperación, la bronca, la indignación, te ganan. Cristina es un capítulo aparte. Pero creo que no deja de participar de las características del peronismo. Una dependencia absoluta del liderazgo personal. Es una fortaleza y una debilidad. Y ya que estamos, mejor que Cristina no haga el casting. A mí me irrita la adoración de los liderazgos providenciales. A mí me pasa. A otros no sé. Yo soy ateo de todo Dios. Somos el único país de la región sin gobiernos de izquierda moderada. ¿Dónde está la izquierda? En todos lados hay. El kirchnerismo nos ha entregado últimamente solo derrotas. Seamos honestos. Cristina ganó en el 2011 con un efecto funerario también, con cierto auge en los ingresos populares pero engolosinados de eternización y de hegemonización ¿Por qué no reeligió Néstor Kirchner en 2007? Es un pecado imperdonable. El poder lo entrega ¡Es un error extraordinario! Con el 75 por ciento de imagen positiva.
–Era un matrimonio presidencial.
–Sí, claro. Pero eso es una dinastía. Le dieron una organización al hijo que no ha ganado ni una asamblea en su vida. Y algo peor que eso: sin haberla perdido.
–Pero ahora no gobierna una dinastía.
–No, porque no tienen hijos. No tienen familia. No tienen nada. Ni padres que lo caguen a trompadas a Milei. No le da explicaciones a nadie. No tiene afectos. No tiene que volver a casa y que la hija le haga preguntas. No tiene que pensar en el futuro de sus hijos. Odia a la humanidad que lo maltrató. No tiene apego, no tiene vínculos, no tiene condicionantes afectivos. No tiene un hijo que le reclama por verlo enajenado con la política.
–¿Milei es una extravagancia?
—Es un personaje ‘freak’, raro. Que habla con el perro muerto. Pero no se va en tres meses porque nadie se va en tres meses aunque sea perfecto solo para el poder concentrado.
–Sin embargo el modelo luce inconsistente.
–Tanto como estuvo de mal el de Martínez de Hoz. Como estuvo de mal la Convertibilidad, pese a que tenía mucho más para resistir.
–¿A qué se parece este modelo económico?
–Al de Luis Caputo con Macri, con un poco más de aire por el blanqueo. Vamos a ver qué pasa con las exportaciones de Vaca Muerta. Si se transforma en lo que fueron las viejas privatizaciones. Creo que las corporaciones acumulan los agravios. Es como el monóxido de carbono. Se acordarán que insultó y que agravió. El monóxido de carbono te mata en la última inhalación.
–¿El Gobierno pudo avanzar en frenar los juicios?
–Las dificultades no nacieron con el gobierno de Milei. Había lentitud en la tramitación. Hubo un momento de velocidad plena. La ralentización fue producto de que las audiencias se fueron espaciando y resultaron cada vez más breves. Pero eso empezó antes de Milei.
–¿Y el propósito de conceder prisiones domiciliarias?
–Acerca de las sentencias condenatorias, hay una cierta laxitud en la concesión de las prisiones domiciliarias. Al margen de que siempre hubo un trato privilegiado para los criminales de lesa humanidad, durante la pandemia fue todavía más laxo. Cuando pasó la pandemia, no se revirtió. Hay personas que francamente no están necesitadas de estar en domicilio por temas de salud. Esto insume buena parte de nuestro trabajo. Tratar de revertir o acotar ese tipo de privilegios.
–¿Son presos VIP?
–Es oprobioso el sistema de privilegio de los condenados o procesados por delitos de lesa humanidad frente al resto de los detenidos. Un contraste absoluto.
–¿Qué trabas se encuentran?
–Cierto debilitamiento de las instancias de la Secretaría de Derechos Humanos. Sin embargo, los equipos de acompañamiento son los que menos se afectaron. En cuanto al Ministerio de Defensa, hay un desmantelamiento de los equipos de relevamiento documental de Defensa. Pero han hecho menos daño del que ellos creían.
–¿Por qué?
–Porque ésa es una cantera que requiere ser explorada por un sistema proactivo de búsqueda. Es un yacimiento de información. Pero no hay accesos restringidos. Lo que les pedimos, lo dan. Sin embargo, no podemos pedir lo que no sabemos que existe. Ahí hay un daño potencial que todavía imposible cuantificar. Intuimos que hay pruebas nuevas por cómo celebran el hecho los defensores de los acusados.
–¿Y con la labor de restitución de la identidad de quienes fueron bebés robados?
–Con el Ministerio de Seguridad es un asunto complicado. Hay información específica que no mandan. Es la documentación que va a la unidad de investigación de niños. Lo hacen bajo la excusa de que es una información personalísima. Es una interpretación jurídica errónea pero la usan como pretexto. Por ejemplo, no mandan información sobre los legajos de las obras sociales. Los legajos personales de la familia de los militares y de las fuerzas de seguridad. Son parte del rompecabezas para aproximarse a la localización de las personas sustraídas en la infancia.
–¿Se pueden conjeturar indultos o amnistías?
–Al menos por ahora, no. Es muy dificultoso, si no imposible, en términos jurídicos y políticos. Pero sí se trata de dejar sin piernas. Matar por inanición o por debilitamiento, jibarizando los procesos.
–¿Es fuerte la hostilidad del Gobierno en la cuestión de los juicios de lesa humanidad?
–Hoy no vemos que los juicios tengan un deterioro equivalente a la retórica hostil que tiene el Gobierno. Por más que Victoria Villarruel, más que Milei, sea la paladín en la batalla contra los juicios. La gente que está en el Ministerio de Defensa es más del palo de Villarruel y algo de Macri. Milei, de vez en cuando, habla de la teoría de los dos demonios, pero no llega a un discurso como el que tenía el ex ministro radical Antonio Tróccoli. Cuando habla Villarruel, escuchás a FaMuS, la entidad de Familiares de Muertos por la Subversión, o a la esposa de Rafael Videla. Esta retórica oficial en caso de escucharla un extranjero, diría que “no hay más juicios” en la Argentina o que los están bombardeando. Pero hemos tenido resultados, incluso con este Gobierno, de condenas importantes.
–¿Los militares son más institucionalistas?
–Hay que ser cautelosos cuando hablamos de la depuración. Una cosa es que sean institucionalistas y otra cosa es que dejen el espíritu de cuerpo que es natural, inherente a la institución. Hay alguna rémora de profundo valor antiético. Por ejemplo, cuando alguien se solidariza con un torturador. No hay cómo zafar, me parece, de ese dilema.
–¿Qué impacto real tuvo la visita de los diputados a los condenados por gravísimos crímenes?
–Lo que vimos fue el cachivache que no pudo haber pasado un filtro desde adentro del Servicio Penitenciario Federal, el SPF. Unos videos de un fascismo cachivachesco. Están implicadas las autoridades del SPF. Pudieron seguramente promovidos por el Ministerio de Seguridad. Unos diputados impresentables. Pudieron sorteando los controles. Porque los recibieron como quien va a merendar con un amigo y merendaron junto a toda esta caterva de represores. Se llevaron un proyecto mamarrachesco hecho por los propios represores con diáspora en el propio bloque de La Libertad Avanza. El saldo de la visita fue negativo para LLA. Obligó a todos a tomar posición dentro del bloque o, por lo menos, guardar un silencio distante. Me parece que si tenían alguna ofensiva más sofisticada en curso, esto no les funcionó. Les escupió el asado. Sería irrepetible si uno piensa que hay un cerebro del mal planeándolo todo armónicamente. Pero el poder, en general, no funciona así.
–Fue una acción fallida para los promotores de medidas en favor de los condenados.
–Fue contraproducente. Te diría que por mi propia experiencia personal, más allá de los análisis o conjeturas, los juicios no han sufrido una afectación directa determinante. Todavía no sabemos cuánto pueden ser afectados. Es un poco temprano para saberlo. Mientras tanto seguimos trabajando a buen ritmo.
–¿Cuán extraordinaria en la historia mundial es la experiencia de los juzgamientos?
–Llevamos 1187 condenas, según la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Ni en los juicios de Nüremberg hay semejante registro. Después de este proceso, hubo condenas menores y luego se siguió investigando hasta hoy. Se condenó a la secretaria de un campo de concentración a sus 98 años. Ese sistema de enjuiciamiento estableció principios que nosotros usamos. Creo que nuestros juicios tienen la virtud de que los realizaron tribunales ya en funcionamiento. No fueron tribunales especiales ni de guerra. No son los tribunales del vencedor. No hubo influencia de lo ideológico ni de lo institucional. Incluso vimos el fenómeno interesante de personas casi afines a la dictadura. Por lo pronto judiciales clásicos, más liberales. Por supuesto antiperonistas. Pero personas decentes. Ante estos asuntos, se sensibilizan.
— ¿Cuál fue la actitud de los jueces frente a estos procesos?
–Los fiscales hemos tenido que luchar mucho contra jueces para que se activaran. No fue que estaban anhelantes de hacer juicios. Todo lo contrario. Esto generó un proceso de depuración del sistema judicial. En la primera época era mucho más difícil. Los represores tenían 40 años o menos. Hoy hay un cambio generacional. Es el Comodoro Py de hoy, lo que resulta un fenómeno paradojal. Algunos jueces se blanquean con estos juicios. El “sottogoverno’”y el “criptoestado” está en el otro Comodoro Py. Nunca es fácil subirse a la ola del “nunca más”. Se les presentan desafíos por el miedo. La idea inicial de los abogados de los represores, los más enfáticos, los más deslenguados, fue hacer ataques directos a los jueces.
–¿De qué modo?
–Llamando a los juicios como si fueran una venganza. Diciendo que son jueces partisanos, o marxistas, o terroristas. Pero son los jueces de siempre que oscilan entre lo burgués y lo oligárquico. El que nació para servir a la clase dominante a la luz del día. Probablemente por la pujanza del espíritu de lucha de los organismos de derechos humanos, se pudo avanzar. No deja de sorprenderme el hecho de que estamos donde estamos, aun con todas las dificultades. Estos casos se configuran con la metáfora de “voltear una pared”. La pared se voltea. Pero después hay decirle a todos que pasen del otro lado. Se puede limpiar la vía, pero luego hay que poner el tren a andar.
–No sé si la sociedad los valora cabalmente.
–Los abogados de represores ofendieron los últimos 20 años de trabajo más intensos. Acusaron a los jueces de algo que no hicieron, de ser jueces de la venganza, o corruptos.
Antiperonistas somos todos
Crous se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires. Lleva una extensa trayectoria de más de 30 años en el Ministerio Público Fiscal, con énfasis en los casos de delitos de lesa humanidad.
–¿Qué clase de venganza puede motivar a un juez?
–La verdad que el 90% de esos jueces deben haber votado a Milei. Son más macristas que mileístas. Más radicales que macristas. Todos son gorilas, antiperonistas. Hasta los peronistas lo son. Disculpas por la ironía. Aunque en algunos casos es más que una ironía porque la proletarización marginal del Poder Judicial genera un sistema de fidelización por privilegio. Los que vienen de orígenes más trabajadores, con el tiempo, no solamente ponen sus esfuerzos al servicio de los sectores dominantes sino que, además, empiezan a transformarse subjetivamente.
–¿De qué modo?
–Muchos de los personajes que hoy están en la palestra sindicados como gangsteriles del Poder Judicial son muchachos del segundo cordón del Conurbano. Tienen mi edad. Puedo hacer la radiografía de cada uno. Es una conversión que no se explica solamente por su pertenencia al Poder Judicial o porque se enriquecieron. Es mucho más sofisticado. Por algo el Poder Judicial y la Iglesia son las dos instituciones que están acá con más años de colonia que años de República. La Iglesia es una multinacional exitosa. El Poder Judicial es una empresa que tiene filiales y una casa matriz que va cambiando, también muy exitosa. El punto en común son los privilegios.
–¿De qué tipo?
–El menos corrupto es un privilegiado. Nadie quiere salir de un sistema privilegiado. En los tribunales todos somos conservadores, hasta los más progresistas. El que diga lo contrario es un tipo que hace literatura.
–¿No será que la cultura de imparcialidad del Derecho los lleva a tomar distancia?
–Vos estás pensando tan fino que no parecés periodista. El periodismo es una profesión que casi está tan degradada como el Derecho.
–Sigo preguntando. ¿Qué pensás de una Corte Suprema de cuatro miembros?
–La Argentina tiene que tener una Corte con más representación de género y más federal. Una Corte de veinte miembros como tiene Chile. O un Tribunal Federal y una Corte como tiene Brasil. Por lo menos, los nueve miembros originales. Es el triunfo del modelo mitrista. Nuestra mala experiencia menemista nos ha endemoniado. Pero hasta la Corte de los Estados Unidos dejó de estar integrada por cinco miembros, aunque tenga mayoría conservadora. Nadie le endilgará a Donald Trump haber nombrado miembros conservadores porque los que decretaron su impunidad. Nadie dice que eso sea lo peor de Trump. Si lo hace alguien acá, es un “kuka” inmundo.
–¿Y si lo hace Milei?
–Milei lo puede hacer con el nuevo ‘Pepín’ Rodríguez Simón que es Santiago Caputo. Todo el mundo está diciendo que está ofreciendo cargos de Procurador, o de. juez de la Corte. Y es un tipo que no presenta ni declaraciones juradas a la Oficina Anticorrupción. Mauricio Macri dijo Caputo (Santiago) es el dueño del gobierno. Hay internas sanguinarias en la cúpula del poder. La de Macri-Milei es solamente una. Pero es un dato objetivo que Manuel García-Mansilla dijo que este personaje le ofreció un cargo en la Corte.
–Recuerda la figura del “monje”.
–Sí. Un Rasputín de periferia. El populismo o los gobiernos populares ejercen el poder con pudor. Y estos muchachos lo ejercen sin pudor y sin vergüenza. Lo de la Corte es un tema importante. No pueden tener tanto poder. Pero más importante es que el resto de los poderes del estado, Ejecutivo y Legislativo, no se subordinen a la Corte sino que tengan relación equidistante, equilibrada. Con el Poder Legislativo, vivimos una tragedia que es la traición de los senadores y diputados a su representación popular. En la cúpula del Poder Judicial, los acuerdos con poderes económicos son vergonzosos.
–¿Decís que la independencia de poderes “te la debo”?
–La independencia de los poderes del Estado es el hecho para el que nació la Revolución Francesa con el objetivo de garantizar los intereses de la burguesía. El problema de los políticos y los militantes es ni estudian, ni entienden la condición contingente de la organización institucional.
–¿En qué sentido?
–En que no está tallada en piedra en las tablas de Moisés. Ni creada por revelación divina. Es un modelo de democracia liberal burguesa, producto de la Revolución Francesa. Esos mismos revolucionarios no tenían problemas en tener propiedades en las colonias y en traficar esclavos. Es una Revolución que se hizo contra la monarquía a favor del negocio.
–¿Y en Latinoamérica?
–Estuvieron las revoluciones nacionales nuestras, hijas de la Ilustración. No fueron revoluciones populares. En la Revolución norteamericana de 1776, Alexis de Tocqueville dice que la esperanza ante cualquier ascenso de la representación popular son las Cortes. Lucharon contra la corona pero ¿a quién representan las Cortes? Aquí se dice que nos emancipamos de todo dominio extranjero. Pero se sigue utilizando la semántica de la monarquía. Hay un fenómeno político que también es psiquiátrico. Comentamos con Raúl Zaffaroni que todos los jueces están locos. Aun los que no están locos.
–¿Por qué?
–Porque la persona que está todo el día resolviendo sobre la vida, la propiedad, o el honor de las personas, está loco. Por algo existe el juicio por jurados. Sólo pueden serlo una vez en la vida pero tenés jueces profesionales que se autoperciben técnicos y deciden la vida de la gente. No hay psiquis que soporte eso.
–¿Apoyás el juicio por jurados?
–Totalmente de acuerdo. Ya más de la mitad de las provincias lo tienen. Nosotros, en juicios de lesa humanidad, somos un fenómeno disruptivo. Un gen recesivo. Tenemos a mano el cuchillo fabricado por el enemigo. Lo podés usar. Hicimos lo que creímos que se debía hacer más allá de las ideologías. Toda mi vida tuve afinidad e ideología y militancia. Preferí venir acá, al Ministerio Público Fiscal, a tirar cascotes desde enfrente. No hay ninguna épica en esto.
–Desde afuera se ve épico.
–Si, por supuesto. Siempre es así. Hay un observador. Veo un cirujano y no puedo creer lo que hace. Uno toma distancia, si no se enferma. Pero no tanta distancia como para hacerlo insensiblemente.