Filósofa Alejandra González: «Siempre fue una aventura ser peronista»

«Hay un peronismo en gestación», sostiene la doctora en Filosofía Alejandra Adela González en un diálogo con Y Ahora Qué? Lo asegura frente al desafío del experimento ultraliberal, o anarcocapitalista, o como se lo quiera llamar al que impulsa el gobierno de Javier Milei. La entrevistada afirma que el movimiento siempre supo «inventar nuevas formas de lo político».

La derrota de Unión por la Patria en el balotaje está demasiado fresca. Resiste como única oposición frontal al mileísmo y sus aliados, aunque sigue golpeada. Sufre una crisis de liderazgo e incluso de proyecto. La paradoja es que la recesión sin fondo y los temblores cambiarios siembran dudas de gobernabilidad. Por primera vez desde la asunción de Milei, hay quienes se preguntan si un frente liderado por el peronismo podría ser la alternativa en el futuro. A 50 años de la muerte de Juan Perón, el 1° de julio de 1974, el peronismo es «un mito» y «una libertad salvaje de una comunidad de iguales», señala la filósofa Alejandra González, una magister en Análisis del Discurso, docente e investigadora de la UBA, de la Universidad de Avellaneda y de la Universidad del Salvador. Es autora de numerosos libros y publicaciones en el campo de la filosofía política.

–¿Qué es ser peronista en 2024?

–Ser peronista es una aventura. Siempre lo fue y ahora más todavía.

–Pero, ¿hay cambios doctrinarios?

–Ser peronista ahora es salirse del discurso trivial. Del discurso académico. Salirse del discurso de tumulto glacial de los medios de comunicación.

–¿Salirse en qué sentido?

–En empezar de nuevo con el boca a boca. Creo que hay que recuperar esa afinidad de los cuerpos que es propia del peronismo.

–Su condición de movimiento.

–Y algo de la solidaridad que está ahí y que está funcionando. Porque, si no, estaríamos destrozados. Hay palabras que se creen. Palabras que circulan por otros medios.

–¿Por cuáles?

–Los que no son los circuitos en que nos enloquecen a través de la televisión, de la radio y de muchísimos medios. Creo que hay que escuchar ese murmullo.

–¿Un murmullo del subsuelo?

–Pero ahí está. Es ese peronismo en gestación. En este nuevo momento, está presente. Solo que tenemos que cuidarlo para que crezca.

–¿Hace falta autocrítica?

–Creo que ser peronista en 2024 nada tiene que ver con una autocrítica. Ni con la  unidad superestructural frente a las elecciones que vienen.

–¿Con qué tiene que ver?

–Con que hay una empatía. Un lazo solidario que está funcionando. Eso es el peronismo. Y en este momento, articular todas esas nuevas formas de lo político.

–¿Como la actualización doctrinaria de Juan Perón en los años de 1970?

–Eso es lo que hizo siempre el peronismo: inventar nuevas formas de lo político.

–¿Sin un líder indiscutido?

–No es estar a la espera de un nuevo líder. No se trata de esperar ningún Mesías. Un líder se hace en conjunto con su pueblo.

–¿Cómo en los años de 1940?

–Se demuestra claramente con el modo en que el coronel Perón fue cambiando hasta convertirse en el general Perón.

–Fue una era de cambios.

–Esos cambios fueron mutuos. Fueron del líder y también de los que lo seguimos. Y nos fuimos transformando.

El general y el hada rubia

González es doctora en Filosofía por la Universidad del Salvador con la tesis “Voluntad de servidumbre y deseo de libertad. Una paradoja política en Simone Weill y Etienne de La Boètie”. Recibió el Tercer Premio nacional de Ensayo Filosófico en 2012.

–En la década de 1940 la transformación se veía más claramente.

–El peronismo es la historia de una transformación colectiva. Eso se puede ver claramente en Evita ¿no?.

–¿Por qué?

–En el modo en que ella se transformó. No venía hecha. Se hizo ahí. Se apropió de las palabras que estaban en el aire de la época.

–¿Como la justicia social?

–Si, en la necesidad. E hizo de las carencias una potencia. Del hambre, un reclamo justo. Pero sobre todo: el peronismo es alegría.

–¿Subsiste su mística?

–El peronismo también es mito.

–¿De qué modo?

–En ser ese mito por el cual nos odian. De ese modo es el mito del encuentro, como decía Jorge Luis Borges, entre un general y un hada rubia.

–Nada fácil de explicar.

–Es el mito del pueblo descamisado. Ese mito se reactiva en diversos rituales. Hay que repensarlo. Digo, para quienes nos interesa hacerlo. No explicarlo, sino vivirlo nuevamente.

–¿De qué manera revivirlo?

–Para eso hay que convocarlo mediante nuestra palabra. Porque el peronismo, como decía el filósofo Horacio González, es un saber sobre nuestra propia praxis peronista.

–Es decir, una autoconciencia.

–Es que el peronismo también es una libertad salvaje de una comunidad de iguales.

–¿Otra forma de libertad?

–Es esa noción de igualdad. Esa soberbia de una sirvienta. De una fabriquera. De un obrero siempre postergado. Que, de golpe, pueden erguirse. Y defender su derecho aun cuando no conozcan las palabras adecuadas para la Academia. Lo hacen desde un lugar tan profundo que viola todas las formas gramaticales. El peronismo es la invención de una gramática nueva.

–¿Intentará recuperar al Estado?

–El peronismo no es ‘estadocéntrico’. Siempre usó al Estado en beneficio de las mayorías. Pero el Estado es burgués. Es liberal. Es producto de la Revolución Francesa.

–Tal vez por eso hay europeos o estadounidenses que dicen no entenderlo.

–Porque el peronismo es un movimiento político social que usa al Estado como tal. Entonces no creo que haya que rendirse. Ahora no somos los dueños del Estado. Justamente, quizás, esta carencia nos permita construir algo nuevo. Acontecer desde un lugar distinto a este Estado que, en gran medida, ya está acabado.

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