Leyla Bechara: “Nos ilusionamos con que Cristina va a tener una tercera chance y ser candidata”

La politóloga y difusora digital peronista Leyla Bechara, de 28 años, representa la mirada diferente de una nueva generación. Señala que «el sismo» de la Libertad Avanza se incubó en un prolongado proceso de «liberalización de la vida, del mercado, del trabajo y de la cultura política». Sostiene que el Presidente quiere una sociedad como la peruana con un «80 por ciento de marginalidad». Y que se avecina una «completa fragmentación» en el Congreso. «¿Cómo se juega con un gobierno que está dispuesto a todo?», interroga, al dialogar con Y Ahora Qué? Opina que es «es saludable» una interna en el PJ en la que compita Cristina Kirchner.

Hace falta aclarar una curiosidad: ¿cómo se traduce ‘en argentino’ ser ‘influencer y streamer’? La cientista política Leyla Bechara, egresada de la UBA, piensa un momento y responde: «Como una agitadora digital». Semejante perfil lo pone de manifiesto sin temor a cuestionar a quien fuere. Como cuando dice que «tampoco está claro qué es lo que quiere el peronismo para la Argentina». E incluso al admitir que no tiene «una respuesta» sobre cómo enfrentar a un gobierno «que te ataca por todos lados y que te desordena la vida todo el tiempo».

La «agitadora digital» cuenta que dejó de militar orgánicamente en política en 2022. Pero actualmente sigue «validando la militancia como lo más importante». En los últimos dos años se dedicó «a explorar de lleno los formatos de internet» con todas las redes sociales, gracias a que los padres pudieron darle acceso a WiFi.

–¿Dónde notás más el cambio social y cultural?

–Pienso en la clave de cuántas cosas uno ‘es’ como sujeto. Qué tan liberalizada está esa decisión de ser alguien. No es un barrio, ya que la gente se mueve todo el tiempo, no tiene propiedad.

–¿Y la familia?

–Tampoco, porque está bastante desintegrada. No es por la religión porque ya casi nadie profesa religiones. Representar esa identidad nacional que tuvo el peronismo hoy está difícil.

–¿Cuándo se profundiza ese fenómeno social?

–En parte, es lo que ha pasado con el peronismo desde el 2001. Una imposibilidad de pensarse como parte de la conciencia nacional. Como síntesis de esa conciencia que hace a uno argentino o peronista.

–Con la economía desquiciada.

–Justamente. Por las dificultades económicas del mercado laboral creo que la crisis que atraviesa el peronismo es social. Y de Argentina en su conjunto.

–Pocos se salvan.

–Hay una pérdida de esa unidad de conciencia que lo hace a uno argentino. Que lo hace a uno atado a su patria. Que lo hace a uno querer defender que la Argentina esté en una mejor posición. Independientemente del peronismo. Es más que, simplemente, quién gobierna.

–Incluso para quienes vivieron el kirchnerismo.

–Ese desafío es interesante para una generación como la mía. La que vivió el kirchnerismo como un proceso cultural y político largo que atravesó casi toda nuestra juventud, nuestra adolescencia.

–Se perdió mucho en el camino.

–Es, en primera instancia, haber perdido esa noción de identidad nacional. O lo que a uno lo hace consciente de la crisis de la conducción y  del liderazgo, como un resultado natural de las circunstancias.

–¿De cuáles?

–Cada una y cada uno se creen su propio dueño absoluto de esa conciencia nacional. Es por esta liberalización identitaria. Incluso no soy lo que yo quiero ser todo el tiempo. Nadie me define. Estoy libre de mandatos, no tengo instituciones.

–Liberalismo a pleno.

–Entonces, el desafío es qué clase de liderazgo va a tener esta nueva etapa política. No es el trabajo, no es la familia. ¿Qué atadura le queda a uno al colectivo, a lo cultural?

–El peronismo no hizo autocrítica de la era menemista.

–Todos somos menemistas (risas).

–Y no todos son de Néstor y Cristina Kirchner.

–Es una gran discusión. De hecho, la tengo con colegas de mi generación. Nos ilusionamos con que ella va a tener una tercera chance y ser candidata.

–Cristina lanzó su candidatura a presidir el PJ.

–A priori es saludable. Movilizaría muchísimo a la militancia.

–¿Cambia el escenario?

–Es una discusión sana. Quien gana conduce y quien pierde acompaña. Lo que no me queda claro es cuáles son las diferencias programáticas ¿A qué va a jugar Axel Kicillof?

–¿A qué va a jugar?

–Desde que asumió MIlei, Kicillof construyó una alianza con el gobernador riojano. Y a Ricardo Quintela no se le podría llamar kirchnerista, ni mucho menos.

–Hay voces que cuestionan la centralidad de Cristina.

–Lo mejor que podría suceder es que los sectores que históricamente tensionaron la conducción de Cristina puedan asumir la responsabilidad.

–Sería lo bueno de la interna.

— A eso abrió el juego Cristina. Es lo saludable. Es justo que se discuta cuál va a ser el rol del peronismo como oposición a Milei en ese gran frente de unidad que se trata de instalar.

–¿Discutir el qué antes que el quién?

–Dejar en claro cuáles van a ser las ideas que el peronismo va a defender para competir por el gobierno nacional en 2027.

–Ideas que hoy están en una nebulosa.

–Digo, un poco en joda, que mucha gente tiene que dejar de pensar tanto en la política. Me parece que lo que nosotros tenemos que construir son esos otros lugares donde la conciencia política pueda operar. Como el trabajo, la organización, el barrio.

–Sin nostalgia.

–En la historia, la mayor representación del peronismo como conciencia nacional, se vincula con el pasado.

–Con Perón y Evita.

–Perón era un militar y estaba en el ejército nacional. Después empieza a construir toda una experiencia política.

–¿El kirchnerismo fue una continuidad histórica?

–No llega diciendo: somos la tradición peronista. Son 12 años de gestión que tuvieron que ocurrir de cultura política.

–Ahora, la incertidumbre.

–Hay una ansiedad sobre encontrar hoy una síntesis. Se busca vincularse directamente con la línea histórica de los movimientos revolucionarios de nuestro país que cambiaron la historia.

–¿Cuál es la ansiedad?

–Me parece que es ansioso mover la ficha en esa dirección incorrecta. No da resultados por sí mismo. Las elecciones del 2015 en adelante empiezan a mostrar también que no alcanza con tener el logo del PJ.

–¿Buscar otro camino?

–La búsqueda incesante de una síntesis lo único que nos aleja es de poder construirla. No sabemos ni siquiera dónde estamos parados.

–Enfrente de Milei, supongo.

–Para muchos de nosotros, Milei es un parteaguas. Es una disrupción en la vida cotidiana. Pero tenemos que detenernos un poco más en comprender cuáles son las condiciones de posibilidad reales, tanto materiales como subjetivas, para poder construir eso que el peronismo considera la conciencia nacional.

–No se ve una fórmula.

–Seguro que no la de seguir probando lo que ya probamos. O esperar que aparezca un líder fuerte que deje a todos contentos. No va a dar buenos resultados esa estrategia.

–Mientras, crece el sufrimiento.

–La situación es muy compleja con una deuda externa impresionante. Estamos pisando el 60% de pobreza. El 20% de indigencia. No alcanza con tener el mejor candidato. Eso hace que la ansiedad nos coma.

–Candidatos habrá que tener.

–Ponele que gracias a la técnica de la profesionalización de la consultoría política vos puedas construir el mejor candidato. Eso no cambia ni la correlación de fuerzas con los poderes concentrados ni la posición estratégica de Argentina en un mundo que está completamente globalizado.

–Y en confrontación.

–El mundo está atravesado por contiendas geopolíticas que todavía ni siquiera podemos explicar. Los problemas económicos son muy grandes para que los pueda resolver una consultoría política.

–En el kirchnerismo, además, se ve una interna ‘de coroneles’.

–No coincido, por lo menos por ahora. Y lo digo porque funcionarios de la provincia de Buenos Aires dicen: ‘No, nosotros queremos otra cosa’.

–¿Ideológicamente?

–Hasta que se demuestre que, en realidad, es una interna metodológica. Ahora estamos yendo a un escenario de fragmentación. Con la boleta única de papel, uno puede entender que estamos yendo a un escenario de completa fragmentación partidaria en el Congreso.

–Nuevos bloques.

–Interpreto que el peronismo, a priori, va a tener una elección dividida en la cantidad de partes que hoy tiene. Se pueden llamar peronistas a sí mismas, incluso votándole cosas a este gobierno. Creo que el kirchnerismo puede sacar un porcentaje de votos bastante chico comparado con otras elecciones.

–¿Entonces?

–¿Quién pone los nombres? ¿Quién pone los cuadros? ¿Quién va a tener caja para construir política? Eso no es menor.

–Un impacto que alcanza a las organizaciones sociales.

–Las sacás de la construcción política. La tarjeta Alimentar va directo al beneficiario ¡Listo! Hay una institución que se rompe. Rompés con la reforma laboral. Rompés sindicatos. Entonces no es menor la interna del kirchnerismo. Se define cómo van a hacer política nuestros diputados.

–Beneficia a Milei.

–A Milei le va a ser muy fácil comprar votos si nadie está conducido por nadie.

–¿Piensan los jóvenes de hoy en la generación diezmada?

–En otro momento, los militantes daban la vida por un proyecto de país. Por un modelo de transformación. Hoy creo que nadie da la vida. Nadie está muy dispuesto a ir en cana. Tampoco está claro qué es lo que quiere el peronismo para la Argentina.

–Hay unos cuantos peronismos.

–Ahí retomo la pregunta sobre la interna. Hasta que eso no esté claro, para mí, esto es por los cargos. No me parece mal. Lo entiendo. Pero hasta que no sea otra cosa, no es una real interna sobre la conducción del país.

–¿Es sólo para el armado de listas?

–Todos conocemos cómo se cierran las listas. Una burocratización. Antes se garantizaba el 30% de la lista a la pata femenina, el 30% al sindicalismo, etc. Ya no tenemos esa institucionalización.

–¿Cómo se la recupera?

–El desafío es identificar dónde está ahora la construcción de poder de abajo hacia arriba ¿no? Dónde está el abajo. Qué está haciendo el abajo. El argentino de a pie. Cómo se organiza para que su vida sea mejor.

–¿Y cómo ves ese abajo?

–Va a la feria a hacer trueque. Se pone un emprendimiento. Cosas que son buenas de alguna manera. Abren un OnlyFans. Otros se ponen a vender apuestas. Es garantizar la subsistencia en un contexto de crisis.

–¿El peronismo contempla esas formas?

–Si el peronismo está alejado o no lo entiende o quienes van a ser diputados no saben cómo vive el abajo, es muy difícil que del abajo hacia arriba haya una construcción representativa en un escenario de hiperfragmentación. Eso sería el anarco capitalismo.

–¿Javier Milei es una anomalía grotesca?

–No creo que esto que pasa sea una anomalía. No coincido. Me parece que es natural que esto haya sucedido.

–¿Cómo sucedió?

–Lo digo con el diario del lunes, claramente. Porque en noviembre de 2023 yo pensaba que era imposible que la Argentina votara a un tipo como este.

–No eras la única.

–Creo que todos estábamos intentando convencernos de eso.

–¿Cuál es el desafío intelectual, entonces?

–El desafío mayor es que el movimiento peronista o cualquiera que quiera entender a la Argentina, en su particularidad en el mundo, debería poder asumir la responsabilidad de interpretar al gobierno de Milei.

–Una transformación profunda del país.

–Un ‘sismo’, entre comillas, del sistema político como una consecuencia directa. Si sos medio marxista, podés decir que es el desarrollo del capital. Si sos peronista, podés decir que es el avance de la oligarquía internacional.

–O ambas cosas.

–Se trata de comprender la funcionalidad de este proceso en un ecosistema más grande. En una historización más grande. Y va a ser más fácil proponer una salida.

–¿Milei es funcional al poder concentrado?

–Sí. Creo que Milei es funcional, justamente, a esta etapa del capitalismo. Creo que el sistema político, cuanto más rápido lo entienda, más fácil va a poder dar una respuesta.

–¿Fue lógico que nos sucediera un Milei?

–Es el resultado obvio de un proceso.

–¿Cuál?

–Es como la etapa final del Plan Cóndor y la dictadura.

–¿En qué sentido?

–Si uno rastrea todas las instancias de liberalización de la vida, del mercado, del trabajo, de la cultura política, claramente el sistema político tiene que atender a esta liberalización.

–No sólo en Argentina.

–Uno lo puede traducir también a nivel global. Es como llamativo que esta propuesta tan burda y tan vulgar tenga tanta legalidad.

–Hubo fallas para que Milei existiera.

–Es el producto y el efecto de muchos años de contribuir a esta tendencia. Muchos la llaman individualización, neoliberalización o fragmentación.

–Como un intento de explicar el fenómeno.

–Hay muchas corrientes teóricas para explicar qué es lo que estamos viviendo, como universo y como mundo. Cuál es hoy la etapa del capitalismo que nos trajo hasta acá.

La góndola de la democracia

Bechara, o ‘Becha’, como la llaman, nació en Santa Regina, un pequeño pueblo del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Vivió en la rural General Villegas y completó estudios en la Universidad de Buenos Aires. Dice que no le gusta en realidad el mote de «influencer» porque siente que «no está vendiendo nada».

–¿Una crisis nacional puede despejar el camino?

–Cada vez que volvió el peronismo fue porque hubo una gran crisis o un gran fracaso del modelo anterior.

–Malvinas fue la tumba de la dictadura.

–Ahí voy a disentir.

–Es lo mejor para enriquecer el diálogo.

–No fue la tumba. Es difícil decir esto, pero la dictadura abre la etapa de la economía financiera. Después necesita hacer un recambio en el sistema político.

–En ese caso, aquel peronismo no era la salida.

–De acuerdo. No había chance de que el peronismo ganara esas elecciones que ganó Raúl Alfonsín.

–¿Cuál fue la consecuencia?

–Consolidar un sistema socialdemócrata, demoliberal, de bipartidismo. Es el nacimiento de un sistema político digno de la liberalización. Con el ingreso a la democracia arranca un período en el cual la política empieza a pensarse como una oferta de representación para los ciudadanos libres.

–Un ‘producto’ en una tienda.

–Una oferta para que puedan ‘comprar’, entre comillas, o elegir, en la gran góndola de la democracia su mejor representación.

–El peronismo aprendió de aquella derrota.

–Hay un parteaguas en lo que hacía el peronismo antes de 1983 y lo que empieza a hacer después.

–¿Qué cambió?

–El juego de la alternancia de la democracia liberal. Garantizar la alternancia política está en su fundamento. Así se piensa la democracia.

–El modelo de las democracias occidentales.

–Sino, sería un sistema de partido único. Y no sería considerado democracia. Como le pasa a tantos países.

–La dictadura sembró la semilla.

–Me parece que eso nos trajo hasta acá. La idea de que es muy difícil representar las partes de la Argentina. El sistema económico garantiza la hiperfragmentación de la sociedad.

–Es lo que se observa hoy.

–Se destruyen absolutamente todas las instituciones de representación colectiva. La dictadura liberaliza económicamente las relaciones sociales.

–¿Con qué efecto?

–Que el sujeto político sea exactamente otro. Hoy tenemos, y tengo números del gobierno anterior, que casi el 60% de los trabajadores en actividad están ‘en negro’.

–Los jóvenes en particular.

–Es la prueba de una reestructuración completa de la matriz de trabajo, la matriz productiva, la subjetiva, la política, la cultural del país.

–La dictadura lo marcó a fuego.

–La democracia se volvió, obviamente, una ideología de Estado. No podemos volver a perderla.

–Esa es la cara buena de la moneda.

–Bueno, en este juego de representación casi mercantil, voy a buscar a la góndola de partidos alguien que me represente. El desafío lo tuvo el peronismo: crisis-regreso-recuperación. Con una cultura política histórica de representar a todos.

–Está en su ADN.

–Pero la tendencia democrático liberal es la de hacer jugar a los opositores. Tendencia que muchas veces entra en colisión con la idea del peronismo de poder adaptarse al contexto histórico. Y poder representar la unidad, no tanto a la parte.

–Un reto mayúsculo para el peronismo.

–El peronismo queda preso del juego de la democracia partidaria. Se necesita que haya una oposición y se garantiza la continuidad democrática.

–Antes era así: en caso de crisis ‘rompa el vidrio y saque un peronista’.

–¿Por qué cree que ahora no? Le pregunto yo. 

–Porque se ve un peronismo en crisis. De liderazgo y de doctrina.

–Sí. Es complejo.

–Y antes ser peronista era como ser hincha de un club muy grande.

–Claro, si uno intenta hacer este ejercicio de preguntar en la calle: ¿Usted, en política, qué es? La respuesta está difícil.

–Disminuyen las pertenencias políticas.

–Ya nadie tiene un oficio, porque tiene cuatro. Ya nadie tiene una sola carrera, porque tiene varias. Quizás no trabaja de lo que estudió.

–La sociedad cambió drásticamente.

–Creo que la pertenencia que queda son los clubes de fútbol. Y no es un tema menor. Por alguna razón es que Milei y Mauricio Macri insisten con las Sociedades Anónimas Deportivas.

–Convertir la pasión en un negocio.

–No sé mucho de fútbol. Pero lo pienso por intuición.

Ni la muerte ni la cárcel

Y Ahora Qué? le comenta que lo mejor de escucharla en plataformas es que no intenta bajar línea. Diagnostica, describe y plantea. Bechara dice que le cuesta pensarse «como alguien que puede bajar línea directamente y sí como alguien que abre preguntas o tiene actitud crítica». Subraya que se ve como «rompepelotas» que dice: «Che acá me parece esto…». Esta semana, uno de los ejes fue el masivo rechazo al veto del financiamiento de las universidades públicas.

–¿Es clave la movilización universitaria?

–¡Qué tema! ¿No? Encuentro que en la discusión sobre la universidad pública hay como un subtítulo de la interna entre la UCR y el gobierno. Un tira y afloje de la UCR para no terminar completamente borrada del mapa político.

–Hay una defensa de la universidad pública.

–La UCR tiene un problema: la universidad está bastante desprestigiada. Por años y años de no reforma del sistema.

–¿Y el peronismo qué carta juega?

–El kirchnerismo instó a la apertura de las universidades nacionales también tratando de comerle cierto capital político a la UCR. Me parece que el dilema es quién está haciendo usufructo del capital político de la movilización.

–Está la ilusión del ascenso social.

–Creo que la clase media tiene como un rol anárquico.

–¿De qué manera?

–La universidad pública es como una de las grandes instituciones fundamentales para que la clase media siga existiendo. El problema es que  la clase media está en una degradación económica absoluta. Le quedan pocas cosas. Se le ha privatizado todo: la salud, la educación, el trabajo, las vacaciones, la previsión. Lo que el peronismo inventó.

–¿Pueden dar frutos las marchas?

–La pregunta es cuál es la legalidad que la clase media le va a dar a este gobierno en términos de proyecto político y económico. La clase media dice: ‘Che, en estas cosas no queremos que vos transformes el sistema’.

–¿Puede hacerlo el gobierno?

–Lo que quiere Milei, dicen muchos, es una sociedad como la de Perú: un 20% integrado y el 80% en la marginalidad.

–Suena horrible.

–Con una diferencia: que ese 80% no tenga la voluntad de pelear. La gente aquí ha tenido pobreza estructural. Pero es consciente de sus derechos sociales. Gracias a Perón.

–¿Entonces?

–Si eso se rompe y si la clase media abiertamente legaliza el sistema económico, qué importa la marcha. Eso es lo que me conflictúa. La UCR está entregadísima a que este modelo se consolide.

–Es contradictorio.

–Karina Milei dijo que era una marcha contra el gobierno ¡Sí, exactamente! Debería ser eso. Pero creo que la conciencia de la clase media sigue siendo corporativa.

–El ataque a la Universidad toca fibras íntimas.

–Si la tocan, se reestructura casi todo el sistema político cultural, sociológico y económico. No tenés más masa trabajadora calificada que pueda vender su fuerza de trabajo en un mercado que cada vez demanda más calificación.

–¿Y la CGT?

–Se le reclama más paro ¿Y qué hace la CGT? Se está sentando a negociar porque tiene que cerrar la paritaria, si no se le van a ir todos los afiliados.

–¿Demasiado dialoguista?

–¿Cómo se juega con un gobierno que está dispuesto a todo? No significa simplemente hablar sino demostrar consistencia política, unidad programática. ¿Cómo se hace con un gobierno que te ataca por todos lados, que te desordena la vida todo el tiempo y que está dispuesto igual a sacar tajada de un error?

–¿Cómo se hace?

–No tengo la respuesta, honestamente. Mencionaste la unidad nacional sobre cuatro o cinco puntos programáticos. Pareciera que grandes sectores de la sociedad todavía creen que esto puede ajustarse un poco más. Pero un poco más es la transformación absoluta de la matriz productiva. Argentina ‘para siempre y no revertible’.

–¿Puede venir el estallido?

–La matriz productiva se ha modificado. Hay sectores que creen que esto puede aguantar un poco más o que incluso explote una crisis. El problema es que cuando la crisis explote significa que solo estás dependiendo de un sector de la sociedad que está marginado.

–Grandes interrogantes.

–Para mí, es como irresoluble. Es realmente una incógnita muy grande. No la va a resolver la Unidad Básica de La Matanza ni tampoco Cristina sola en su despacho.

–Preocupante.

–La discusión es qué tan reversible puede ser esto. Y sobre todo: en las espaldas de qué sujeto político va a venir la resistencia.

–¿Un gobierno de salvación nacional?

— Una solución no violenta, organizada, consensuada, democrática, no se sustenta en ningún sujeto político.

–¿Y los más empobrecidos?

–Justamente, está pegando mucho a mucha gente que está en la lona. Pero hoy el sistema está tan degradado que yo no sé si hay sujetos políticos dispuestos a cargar sobre sus espaldas la resistencia.

–¿Por qué?

–Este modelo económico es el mismo de la dictadura en adelante. No hay muchos sectores dispuestos a modificar la estructura y la matriz productiva de este país. Sería volver a la idea de Perón de planificación y justicia social.

–¿Qué falta?

–Falta audacia, como dice Cristina. Ese es el problema. No muchos están dispuestos a morir o a ir en cana.

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