Riquelme, el que se hizo cargo

El legendario número 10 de Boca resolvió una pelea en la cancha y hasta recibió disculpas por parte de los policías que antes habían gaseado y disparado balas de goma. Presencia, negociación y liderazgo. El conflicto entre el Presidente y la AFA. El recuerdo de Grondona, que evitó un fútbol convertido en la parte tres de El Padrino. La motosierra de Milei sobre los docentes universitarios, y ahora también sobre la AFIP aunque la recaudación no suba por la crisis. El condottiero Espert se hace filmar en La Matanza. La cruzada contra los diplomáticos. Y en otro rincón, el peronismo con su interna por el PJ.

Su Excelencia no lo votó. Y no sólo no lo votó. El día de las elecciones en Boca, el 17 de diciembre de 2023, le hizo caso a Mauricio Macri y fue a votar por el ex Presidente de la Nación, que se postulaba como vice del club junto con su ex ministro Andrés Ibarra. Peor todavía: Macri ni siquiera puso un sobre en la urna porque estaba en una de sus giras de negocios, fútbol, bridge o las tres asimetrías al mismo tiempo. Esa vez, en Arabia Saudita. Resulta que Juan Román Riquelme salió electo presidente del Club Atlético Boca Juniors con mandato hasta 2027, y que el Presidente Javier Milei, bosteril él, perdió su primera apuesta pública justo una semana después de asumir.

Mucho más acá en el tiempo, JRR se convirtió en una de las noticias de la semana porque, simplemente o no tanto, se hizo cargo. Alguna vez Enrique Zuleta, consultor y analista, con su conocimiento de la política práctica y de la teoría, dijo que Néstor Kirchner había logrado transmitir (y además no era simple retórica) que se estaba haciendo cargo del país. “Hacerse cargo no es cualquier cosa, y cuando la gente se da cuenta de que alguien se hace cargo se tranquiliza mucho”, explicaba Zuleta, palabras más, palabras menos.

Hay un componente más. Alguien puede hacerse cargo por sentido del deber o por compromiso colectivo, y eso de por sí ya es reconocido, pero la acción adquiere más valor cuando proviene de una persona respetada, con autoridad natural ya construida previamente y con ejercicio de liderazgo reconocido. Perón diría que, en política, así es un conductor. Son pocos los políticos que llegan a ese nivel. Tal vez no haya más de uno por siglo. Lázaro Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador en México. Getúlio Vargas y Lula en Brasil. El mismo Perón y Néstor Kirchner en la Argentina. El resto requiere más esfuerzo, dotes de apertura, lectura precisa de la realidad social y, diría Maquiavelo, la ayuda de la fortuna. Riquelme quizás pertenezca al primer pelotón. Es querido y respetado. Lidera.

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“Si me tengo que poner adelante para que no me lastimen a un hincha, lo voy a hacer toda la vida”, declaró Riquelme después de haberse interpuesto entre parte de la hinchada y la policía en medio de las balas de goma y los gases. Pasó en el entretiempo del partido entre Boca y Gimnasia y Esgrima de La Plata.

“Yo soy hincha de mi club, amo mi club amo a mi gente”, dijo después por radio. “Siento que tenemos que ayudar para que se entienda que es deporte.”

Riquelme, que bajó desde su lugar en la cancha hasta la platea, narró que habló con los hinchas y con los policías y que lo ayudaron los barras de La Doce. “Los policías entendieron que había chicos. Pidieron disculpas por las balas de goma que habían tirado.” ¿Mensaje para Patricia Bullrich? Vaya uno a saber, pero mensaje sensato al fin: violencia que se pueda parar, violencia que debe ser frenada negociando.

“Hay que tener huevos, instinto y coraje”, opinó en el programa QR Carlos Heller, que fue vicepresidente de Boca. “A Riquelme, chapeau.” Contó Heller que se había mensajeado con JRR, algo que hicieron en los últimos días varios dirigentes anteriores o actuales de Boca a los que el mito respondió con agradecimientos y saludos para cada familia.

Sin plantar una teoría conspirativa, Heller también recomendó mirar hacia lo que ocurre entre el Gobierno y la Asociación del Fútbol Argentino. Dijo al aire que la AFA ya tenía sede en la provincia de Buenos Aires, aprovechando el predio de Ezeiza, como forma de guarecerse de cualquier embate.

El Gobierno quiere intervenir la AFA. Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente, no es santo de la devoción de Su Excelencia a pesar de que la Selección con él a cargo de la institución ganó el tercer Mundial.

La Inspección General de Justicia, organismo del Ejecutivo que depende del ministerio a cargo de Mariano Cúneo Libarona y el santicaputista Sebastián Amerio, judicializó la decisión de la AFA, tomada por asamblea el 17 de Octubre, vaya fecha, de que Tapia siga siendo presidente hasta 2028, y de que no haya descensos este año.

En el fondo hay un pleito iniciado por el presidente de la empresa World Eleven, de Guillermo Tofoni. El empresario es un activo impulsor de la idea de M & M, Macri y Milei, de abrirle la puerta a la creación de las Sociedades Anónimas Deportivas para reemplazar eventualmente a las asociaciones civiles que manejan hoy los clubes.

La causa está ahora en manos de la Sala D de la Cámara Civil, integrada por Gabriel Rolleri y Maximiliano Caia.

Y no se trata, para usar palabras de Su Excelencia, un fenómeno barrial. La Argentina es el país que tiene la copa en casa hasta el próximo campeonato del mundo, es el país de Lionel Messi y, aunque Macri quiera hacerse fuerte en la Fundación FIFA, esa entidad no debe ser confundida con la FIFA, el lugar donde echó raíces el ya fallecido Julio Grondona.

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Quienes frecuentaron a Don Julio, como era conocido en el mundo del fútbol, no lo pintan como un angelito pero siempre aclaran algo: “Gracias a él el fútbol llegó a El Padrino II pero no al Padrino III”. Traducción: Grondona frenó la marcha acelerada hacia la mezcla entre fútbol y tráfico de drogas a nivel global.

Es una discusión interesante para un país como la Argentina de Su Excelencia, con un Gobierno que insiste en fumigar todas las barreras y controles sobre el movimiento de capitales. Y esto va más allá del cepo, que es un instrumento circunstancial de la política macro y no hace al destino de una nación.

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Su Excelencia no se priva de ningún frente. Además de combatir a Tapia creó su ARCA, que no es El Arca de Milei escrita por Valeria di Croce sino la Agencia de Recaudación y Control Aduanero, un reemplazo de la AFIP que, en los papeles, debería transformarse en una cosa más pequeña: serán despedidos 3.155 empleados. La tributarista Florencia Mizrahi, que era cabeza de la AFIP y piloteará el ARCA, pasará de ganar 32 millones a 4 millones, una medida que nadie cuestiona. En todo caso, es inconsistente con los sueldos del directorio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que supuestamente llegan a 70 millones. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, es miembro de ese directorio.

El misterio central, de todos modos, no es cuánto se ahorrará el Estado en sueldos cuando despida a empleadas y empleados sino cómo hará el ARCA para llenarse de rupias si el horizonte de la recaudación tributaria es una baja por la caída de actividad.

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Al mismo tiempo, Su Excelencia no ceja en el intento de construir un nuevo enemigo: serían los rectores universitarios, al parecer causantes del déficit fiscal argentino sólo por sus sueldos. El blanco diario en proceso de destrucción real, no simbólica, entretanto, son los docentes universitarios, cuyo poder adquisitivo cayó alrededor del 40 por ciento este año. Su Excelencia, como se sabe, vetó la ley de financiamiento universitario sancionada por ambas cámaras legislativas, que sólo contemplaba la emergencia para 2024, incluía la traslación de la inflación acumulada en 2023 al presupuesto y abarcaba un aumento a los docentes. El veto tiene un doble efecto. Por un lado, deja el piso muy abajo en 2024, al no incorporar la inflación acumulada. Por otro lado, conforma otro piso mediocre hacia el presupuesto de 2025, en este momento en la Cámara de Diputados. El Gobierno, además, no tiene entusiasmo en aprobarlo. Su Excelencia ya dijo que en todo caso repetirá el presupuesto actual, una forma de indicar que administrará los fondos públicos de manera monárquica. El presidente de la Comisión de Presupuesto, José Luis Espert, parece menos entusiasmado en discutir sobre la hacienda pública que en hacerse filmar como un condottiero rompiendo alambrados en La Matanza. Su Excelencia ya dijo que Espert es su candidato para encabezar la lista a diputados nacionales en 2025. Espert fue hasta el Mercado Central para irrumpir en una obra de Mercado Libre suspendida por el municipio. “Peronismo, 80 años combatiendo al capital y generando pobreza”, escribió el dueño de Mercado Libre Marcos Galperín, gran sostén, naturalmente que en términos espirituales, de Su Excelencia y equipo.

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En el séquito de Espert figuró Nahuel Sotelo, secretario de Culto y Civilización de la Cancillería y principal propagandista de la decisión presidencial, inédita desde la dictadura, de pedirles que dejen su función a los diplomáticos de carrera que no compartan el ideario de las fuerzas del cielo. La dictadura castigó a diplomáticos peronistas como Juan Carlos Olima y radicales como Gregorio Dupont. En este último caso, el entonces almirante Emilio Eduardo Massera, que reinaba no sólo en la ESMA sino también en la Cancillería, como represalia ordenó matar al hermano de Dupont tirándolo desde lo alto de un edificio. Ya fallecido, Dupont nunca pudo recuperarse de ese dolor pero convirtió el odio en constancia: fue un testigo clave en los juicios contra el terrorismo de Estado y en la acción diplomática en favor del derecho internacional de los derechos humanos. Algo que, precisamente, quieren extirpar Su Excelencia y el alfil Sotelo.

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Es en este país, y no en otro, que se desarrolla la interna por la presidencia del Partido Justicialista entre Cristina Fernández de Kirchner y Ricardo Quintela. Dentro del peronismo, quienes piensan que la interna es oportuna, estén con la candidata o con el candidato, se esperanzan con que el resultado tenga un efecto ordenador. También dentro del peronismo, quienes directamente juzgan que la interna es inoportuna abrigan dudas, además, de que al final del camino surja una conducción contenedora, categoría sin duda más amplia que una presidencia partidaria: algo así como un Riquelme.

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