Según trascendidos, es inminente la publicación de un libro con la serie de verdades reveladas que cedió La Libertad Avanza para que la Argentina retome el camino de la prosperidad.
Hay tensiones en el vértice del poder, sin lugar a dudas. Mientras Karina Milei, El Jefe, intenta preservar la imagen de quien controla un gobierno siempre al borde de la implosión, el asesor predilecto de su hermano, el joven Santiago Luis Caputo, no sólo despliega políticas expansivas hacia muy diversas áreas del Estado sino que también procura dotar de cierto misticismo doctrinario a la agrupación Las Fuerzas del Cielo, un invento de su autoría.
Esta gente va rápido, como si le quedara poco tiempo y la post historia los habilitara para trazar en un periquete y livianamente senderos paralelos a la historia, relatos de gran densidad, a la medida de sus fantasías y sin pagar grandes costos. Y así las cosas, mientras El Jefe procura completar la construcción del partido La Libertad Avanza a nivel nacional apelando en gran medida a las herramientas tradicionales, y con la billetera bien provista de recursos presentes y promesas de puestos y prosperidades futuras, el asesor Caputo parece interesado en ir más allá de la prosa del mundo y en dotar de renovada carga ideológica a los instrumentos que utilizó desde que trabajara en la campaña electoral de Milei, sean bandas entusiastas de youtubers, streayoumers y tuiteros, con sus estelas respectivas de participantes, sean también ejércitos bastante disciplinados de troles aguerridos.
Para ello, según trascendidos, el joven asesor del Presidente y admirador del artista plástico y profeta Benjamín Solari Parravicini, el Nostradamus argentino (1848/1974), decidió sentar por escrito las bases doctrinarias de un movimiento apto para disputar la hegemonía del peronismo en el campo popular. El trámite de semejante iniciativa pasó por varias instancias, destacándose la presentación en sociedad de su espacio denominado Las Fuerzas del Cielo, ceremonia donde participó también la Fundación Faro Argentina con un Agustín Laje cómodo en su calidad de gestor principal y recaudador para el libramiento de una presunta Batalla Cultural. Pero ese primer paso, también acompañado por el Gordo Dan, entre otros dirigentes, fue visto como una movida demasiado personalista del joven asesor, hasta que se disiparon algunas animosidades y desconfianzas, y se avanzó en la formulación de uno de los objetivos clave para esta etapa, que no es otro que redactar y difundir el credo y las bases doctrinarias de un movimiento verticalista encabezado por Milei y que se nutra de sus lazos manifiestos, según la troupe de libertarios, con las clases populares. Dicho en otros términos y algo exagerados (con un dejo de ironía pero nunca peyorativos) se trataría de convertir una formulación publicitaria bastante ordinaria en una suerte de política de Estado.
Como se apuntó más arriba esta gente va rápido, característica que debiera ser suficiente llamado de atención y fuerte estímulo del esfuerzo militante de quienes se propongan animar su recambio democrático. Va rápido y mezcla todo: casi en simultáneo a la presentación de Las Fuerzas del Cielo se había dado a conocer la agrupación La Carlos Menem, conducida por Enzo Di Fabio, un joven profesor de Filosofía, asesor de la bancada oficialista en Diputados y coordinador general del Foro Panamericano de Jóvenes Políticos, organización de ultraderecha con proyección internacional (el Instituto Prudencia) que nuclea conservadores dispuestos a combatir a lo que entienden como nuevo socialismo del siglo XXI.
Di Fabio considera necesario dotar a La Libertad Avanza de dirigentes y militantes juveniles que puedan disputar “lugares en los consejos deliberantes, en la legislatura y que puedan salir a bancar en las universidades y en las calles la gestión del presidente Javier Milei”. Para contribuir a la mescolanza libertaria también ha reconocido la indiscutible génesis peronista de Carlos Saúl Menem, aunque no resulte obstáculo para que él y quienes participan de La Carlos Menem sean rigurosamente menemistas, ni más ni menos, y no tengan un pelo de gorilas. Por añadidura se descuenta, según sus promotores más entusiastas, que La Carlos Menem no ha de ser como La Cámpora porque sus miembros, además del compromiso con cierta austeridad republicana, no visualizan al Estado como un botín de guerra para repartir, sino como un instrumento potencialmente transformador de la vida cotidiana de la ciudadanía que debe abstenerse, sin embargo, de “pisar la cabeza a los contribuyentes”.
En consonancia con el veloz despliegue de los libertarios vernáculos y cuando todavía los crujidos de la gestión sonaban con sordina, a mediados de noviembre de 2024 trascendió que ya estaría lista la redacción del libro titulado Epístolas del Cielo, que fuera encomendada al referente libertario zonal de Tres de Febrero, conocido en el mundillo de la militancia digital como Sagaz, y auto promocionado en “X” como un “Super Agente Especial de Asuntos Importantes”. Lucas Sagaz Luna, que de él se trata, había ganado cierta notoriedad cuando aseguró a fines de junio de 2023, siendo precandidato al Parlasur de La Libertad Avanza, que “nadie votaría jamás, y esto lo digo con toda la buena leche del mundo, nadie quiere votar a un discapacitado”. Para lanzar ese brutal exabrupto había irrumpido en un debate digital sobre candidatos a la legislatura de CABA, y el destinatario de la discriminación fue Franco Rinaldi. El episodio generó un repudio abrumador y Lucas Sagaz Luna debió renunciar a su candidatura al Parlasur y consolarse con la dirección titular y vicepresidencia de Intercargo, empresa estatal que ahora (acaban de publicar el decreto en el Boletín Oficial) está en vísperas de ser privatizada. Por su parte Franco Rinaldi, que encabezaba la lista para legisladores por PRO, luego de derechizar su discurso renunció a la candidatura el 13 de julio.
Por lo que ha trascendido, entonces la idea es publicar un primer tomo, Epístolas del Cielo, al cual seguirán otros dos. De acuerdo con Tatiana Scorciapino, periodista que ha seguido el tema y lo difundió en Tiempo Argentino, quizá la totalidad de las “verdades” serían veinte (por el peso simbólico de las famosas Veinte Verdades que enunció Perón en su discurso del 17 de octubre de 1950, y que en la edición anterior de Y ahora qué? fueran evocadas y analizadas por Adolfo Adorno), pero como es de estilo en La Libertad Avanza habrá un primer tomo (lujoso, por cierto) con diez y sus respectivas explicaciones y notas bibliografías, de manera que puedan asimilarse o sugieran cierta correspondencia con el Decálogo, tanto del judaísmo como del cristianismo y del islam. El tema genera cierta perplejidad porque la cuestión religiosa entraría en contradicción con un título seleccionado para el prefacio, también según trascendidos, a partir de una frase del videojuego Assassin’s Creed, que dice: “Nada es verdad todo está permitido.” La saga en cuestión es complicadísima, y también aborda en una matizada y abundante secuela de libros, historietas y cortos de ficción histórica las peripecias del último descendiente de la Hermandad de los Asesinos. Es larga y retorcida, generadora de una derechosa visión del mundo que abunda en amigos y enemigos irreconciliables, y la mejor manera de combatir a los enemigos. Pero tal vez más afortunado hubiera sido, para dar un marco místico a la cuestión, titular el prefacio de Epístolas del Cielo con algunas palabras que no zanjen definitivamente el tema, palabras referidas a la necesidad de un fundamento metafísico que provea sustento a todo tipo de comportamiento ético, como serían las que Fiodor Dostoievsky puso en labios de uno de los hermanos Karamazov: “Si Dios no existe, ¿todo está permitido?”
De los tres tomos previstos, Epístolas del Cielo manejaría un lenguaje parecido al de las redes, medio adolescente y liviano, aunque con algunos visos de seriedad. El primer “mandamiento” se refiere al Estado, el cual debería ser desmantelado para que retomara su función original de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad. El cumplimiento de tal función condicionaría la propia existencia del Estado de derecho (segundo “mandamiento”), peligro implícito en la división de la sociedad de acuerdo a los preceptos de la justicia social, agraviando “la igualdad ante la ley, que es la única igualdad que vale”. Respecto de la República, su consistencia depende de servir como herramienta para proteger a los ciudadanos de los abusos y arbitrariedades del monarca (tercer “mandamiento”), en una comunidad (cuarto “mandamiento”) donde sea reprimido el delito siempre y en todo lugar.
El quinto y sexto “mandamientos” abordan también cuestiones políticas que el oficialismo considera parte de sus condiciones para la victoria, como son valorar el diálogo solo si conduce a un país más libre (evitando el diálogo en sí mismo, a perpetuidad, que practicarían quienes pretenden salvaguardar al Estado y sus intereses), y redefinir a la política, que no sería perseguir adversarios sino discutir ideas. El séptimo “mandamiento” según estas versiones será motivo de caudalosos escándalos distractivos porque asegura que la libertad de expresión no quiere decir que los periodistas ocupen lugares de privilegio y no puedan ser criticados, replicando así el desprecio del presidente por esa profesión.
Luego del octavo “mandamiento”, por el cual sin darse cuenta postularían una suerte de juego de palabras porque se comprometerían, aseguran, a “destruir a la inflación a cualquier precio”, y cumplir la epopeya durante el primer mandato de Milei, el noveno “mandamiento” del Decálogo incluiría una guarrería interesante: “Nos chupa un huevo lo que opinen los que arruinaron el país. Nuestro compromiso es con la sociedad.” En principio “los que arruinaron el país” serían los miembros del “Partido del Estado”, la clase política o la casta que, habiéndose apropiado del Estado constituyeron y desenvolvieron una verdadera “farsa del sistema democrático”.
Para concluir esta deliberada síntesis, el décimo “mandamiento” es una muestra de que la ultraderecha vernácula también puede brindarse abriendo los brazos y practicando una piedad sin orillas. “Todos son bienvenidos a las Fuerzas del Cielo”, sentencia, como si a pesar del contenido de los nueve “mandamientos” previos la voluntad del espacio sea “pacificar a la nación” merced a un gradual y constante mejoramiento de la calidad de vida. Como si los libertarios locales parafrasearan un mandato legado por el mayor mandamás y por todos conocido, y lo hicieran a los gritos y desde alguno de los balcones de la Casa Rosada: Make Argentina great again!