Valeria di Croce cuenta cómo es el arca de Milei

Autora de uno de los libros que explora el mundo del Presidente, en esta entrevista habla del papel de Agustín Laje, Fernando Cerimedo, Nicolás Márquez, Victoria Villarruel, El Gordo Dan y La Derecha Diario. También se explaya sobre su teoría de los shocks que fueron necesarios para el ascenso de Milei.

Muchos reconocen que Javier Milei no fue el creador de la masa crítica que lo rodea, aquella que sentó las bases culturales, mediático-digitales, económicas y políticas que lo llevaron a ganar las elecciones y que lo sostienen hoy en el poder. Valeria Di Croce lleva a cabo, desde hace años, una exhaustiva exploración, un análisis minucioso de las expresiones públicas del espacio liberal-libertario, una lectura detenida de los libros producidos por sus cuadros intelectuales y una observación de sus apariciones públicas, mediáticas y callejeras. En El Arca de Milei (ediciones Futurock), Di Croce hace una descripción detallada del derrotero del Presidente de los argentinos desde aquellas primeras apariciones mediáticas en 2015, de la singularidad de su entorno y de los shocks que fueron condición de posibilidad de su llegada al gobierno. 

–En muchos ámbitos sobrevuela la idea de que Javier Milei ganó por su estrategia digital en redes sociales y esa percepción se extiende a la derecha a nivel mundial. Vos describís la estrategia mediático-digital de Milei y la Libertad Avanza, pero no te enfocás sólo en su estrategia en redes sociales. ¿Qué análisis haces de la evolución de la dimensión comunicacional de Milei y su espacio? 

–Él inicia con una estrategia individual y, en el 2021, crea el partido. Pasaron casi diez años desde su primera aparición televisiva en 2015. En ese entonces, él construyó el personaje del Milei Academy: asistía a foros, discutía, escribía artículos y estaba cerca de Diego Giacomini, que tenía una presencia mediática previa a Milei. En ese primer momento, Milei se apoya en la vieja estructura académica e intelectual de libertarios clásicos, como el caso de Benegas Lynch en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE). Desde aquella primera entrevista en 2015 y hasta 2017, Milei tuvo claro que su personaje de economista tenía un buen rendimiento comunicacional; todavía no hablaba de batalla cultural. De hecho, no tenía Twitter todavía. Se sumó cuando se dio cuenta de que habitar esa plataforma era efectivo. 

–¿Por qué le rendía hablar sobre economía frente a la creciente aversión que siente la gente hacia las noticias, en particular sobre asuntos económicos? 

–Cuando Javier Milei entró en la escena pública, Mauricio Macri era candidato. Su construcción como economista mediático coincidió con un momento en el cual la economía era el gran problema. Sus primeras apreciaciones en televisión se referían exclusivamente al cepo y a la inflación, que eran los principales temas económicos de la campaña, además. Pero él no disputaba con el Kirchnerismo. 

–¿Por qué no?

Porque el salto en visibilidad se dio entre 2017 y 2018, coincidente con el peor momento económico del gobierno de Mauricio Macri: el cepo, el endeudamiento, el regreso al Fondo Monetario Internacional; habían renunciado Luis Caputo y Federico Sturzenegger. Los economistas que se juntan en diciembre de 2018 en New York City –Manuel Adorni, Guillermo Nielsen, Agustín Etchebarne– eran los mismos que durante tres años habían construido un discurso crítico hacia Macri, al plantear que su gradualismo no funcionaría. 

–A diez meses de haber asumido, Milei aún no levantó el cepo. ¿Es posible que esta decisión genere algún tipo de disonancia entre sus votantes y el grupo de empresarios que lo apoya? En la conferencia anual del Council of the Americas, incluso, dijo: “es falso que no se pueda crecer con cepo”. Hasta resulta sintácticamente compleja la forma en que expresa esa idea.  

–La unidad y articulación que él tenía con los economistas se va rompiendo, más claramente en el último mes y medio. Perdió a Carlos Maslatón, a Diego Giacomini, a Fausto Spotorno. Y, por cierto, logró negociar el regreso de José Luis Espert después de varias idas y vueltas. Es decir que los economistas que integraban ese núcleo duro se terminaron yendo. El último en irse fue Spotorno. Lo echó, en realidad. 

–El primero en distanciarse fue Giacomini, ¿verdad?

–Sí, en 2019. Se separó porque sintió como una traición que Milei se hubiera “metido en política”. En el libro que escribieron juntos, Libertad, Libertad, Libertad, decían que jamás se meterían en política. Un mes después, Milei lanzó su candidatura. Ya en ese momento, Milei hablaba de “clase parasitaria”, y eso le rendía. 

–¿Cómo se da el pasaje del término “clase parasitaria” al concepto de “casta”? ¿Por qué y cuándo se vuelve tan eficaz?

–Antes de llegar a la casta, él sumó los contenidos de identidad de género en el año 2018; fue allí cuando se convirtió en una estrella. En el programa de Luis Novaresio, por primera vez se posicionó explícitamente en contra de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), en forma contemporánea al debate en el Congreso. Para él, que es un liberal-libertario, anarcocapitalista, minarquista y seguidor de Rothbard, primero está la vida, después la propiedad y, finalmente, la libertad. En ese orden. Hay otro grupo de libertarios que, en cambio, cree que lo más importante es la libertad, y que la vida viene después. Mientras que para esos otros libertarios la IVE no era un problema, para Milei no hay libertad sin vida. Esa expresión es la que lo acercó a un grupo de influencers entre los que se encontraban el “Gordo Dan” y Eugenia Rolón, novia de Iñaki Gutiérrez. Ese año se dio un fenómeno paralelo, el de Agustín Laje y Nicolás Márquez. 

–Laje y Márquez preceden a Milei, en verdad. 

–Milei decide acercarse a ellos entendiendo que, de esa manera, logra sumar un público que no tenía. Se da cuenta  de que el economista estrella debe sumar otros temas que le sirven políticamente. En 2019, por primera vez habló de “batalla cultural”, en el prólogo del libro que escribió con Giacomini. También en el 2019 dio una charla sobre nuevas derechas a sala llena en el Auditorio Belgrano, junto con Márquez y Laje. Ese fue el gran boom. Pero lo cierto es que el público no iba a ver a Milei, sino a Laje y a Márquez. Los pibes llevaban sus libros. 

–Agustín Laje tiene un gran acierto cuando se enfoca en la “batalla cultural”, y enfatiza que la batalla “por capturar las mentes” tiene una temporalidad distinta. ¿Cuán relevante es Laje en esa suerte de “armado cultural” del espacio mileista?

–Juan Pablo Carreira y “Rapa” –cuyo nombre real aún no descubrí– tenían un podcast, llamado La Hora del Bisonte, que escuchaban Daniel Parisini y Agustín Romo. Encontré hace poco una charla que mantuvieron en 2018, que me parece clave. Ese era el núcleo duro de chicos que acompañaban las ideas económicas de la escuela austríaca y se conocieron en Twitter porque seguían la agenda económica de Milei. En una de aquellas charlas hubo un momento interesante en el que admitieron que Nicolás Márquez y Agustín Laje hacían el trabajo sucio para Milei, porque –según admitieron– Javier no lo podía decir en televisión. Ellos se sintieron parte de la nueva derecha, del alt right norteamericano. Son populistas de derecha, no les molesta que los llamen así. No se sienten liberales clásicos ni conservadores. Ellos apoyaban que Laje y Márquez dieran la batalla cultural, en lugar de ellos mismos, que eran desconocidos. Este núcleo duro reconoce que Laje y Márquez allanaron el camino. Laje dio en el clavo cuando dijo que había que articular a los patriotas, los conservadores y –aclaró– los libertarios no estatistas para formar la nueva derecha. La que no puede estar con nosotros, decía Laje, es la derecha cobarde. Las palomas no entran, solo los halcones tienen permitido entrar en ese juego: Patricia Bullrich y la derecha del PRO. Y la discusión, con el tiempo, era si hacer una alianza o un partido nuevo. 

–¿Cómo se da el proceso de construcción, con idas y vueltas, con el ala dura del Pro?

–Cuando Milei decidió entrar en política lo primero que hizo fue ofrecerle a Macri salirse de Juntos por el Cambio; lo hizo a través de Alberto Benegas Lynch (hijo). Ellos entendían que Juntos por el Cambio estaba devaluado y que no había forma de mejorarlo. Milei mismo le dijo a Macri que él era el gran elector, que era como Cristina para el Peronismo; que fuera con él y no se dejara destratar. Era la época donde todos tomaban un poco de distancia de Macri, porque había perdido las elecciones hacía poco. Hasta el acto que Milei hizo en Gerli en junio del 2021, intentó acercar a los halcones hacia su espacio y conducir él. Por eso es que no cerró un acuerdo con Mauricio ni con Patricia. 

–Vuelvo a Agustín Laje y me enfoco en su estrategia comunicacional. En el libro atribuís a Laje su recurrencia permanente a sumar referencias a la filosofía y a abrumar con datos y cifras. Afirmás que se trata de un estilo propio de la Alt Right. ¿Con qué asociás esta estrategia y por qué le resultaría eficaz? 

–Para mí es un estilo calcado al de la Alt Right. Este es un núcleo duro de intelectuales que sienta las bases: las ideas que hay que trabajar, los temas sobre los que avanzar. Laje les dice: “necesitamos que estudien, que se formen, que den debates, que sean disruptivos, que confronten en espacios donde no estén cómodos”. En 2016 sacó un libro, que pega el salto en 2018, donde puso en discusión la interrupción voluntaria del embarazo. El libro no habla solo de la IVE, sino de travestis, trans. Expone una agenda de género general y acusa al Kirchnerismo de haberle hecho creer a los homosexuales que podían ser felices cuando, en realidad, se iban a morir todos jóvenes. Y apoya esa idea con una abrumadora cantidad de datos, que en general son sacados de contextos difícilmente comprobables. Ese libro giró mucho en Latinoamérica durante dos años, pero en Argentina no tuvo impacto ni consiguió un núcleo de seguidores hasta 2018. Cuando se empezó a discutir la IVE durante el Macrismo, Laje venía de gira de presentaciones desde hacía dos años. 

–Eso le da un plafond importante. Era un momento elocuente para instalar esa discusión. 

Él presentó ese libro en la Feria del Libro de Buenos Aires a sala llena, fue el orador central en el escenario ubicado sobre Avenida Entre Ríos el mismo día que se votó en el Congreso. En esa presentación desplegó un alto nivel de violencia; allí acusaba a una diputada del PRO por Córdoba, y dijo que no volvería a pisar Córdoba. Laje se consolidó como una referencia de la juventud femenina, del colectivo de pañuelos celestes. De esa votación quedaron varios heridos: Cynthia Hotton, Gómez Centurión, y todo un sector evangélico y conservador que no le perdonó a Macri haber “permitido” que se diera esa discusión. En esa ocasión, se convierte en una referencia para una juventud de mujeres y varones resentidos, muy enojados con la derecha, que los había traicionado. Es un proceso muy similar al que se da con el Alt Right norteamericano.  

–¿Cuál es el rol y la importancia que adquiere Eugenia Rolón en ese proceso de lucha contra la agenda de género y cómo se da su acercamiento a Victoria Villarruel? 

–Eugenia Rolón tuvo dos momentos. Primero se acercó a Laje y rápidamente se convirtió en una influencer. Ella no vivía en Buenos Aires, se vino a estudiar y se acercó a Milei, a quien le empezó a ayudar con la gestión de sus redes sociales. Iñaki Gutiérrez, su novio, no existía en la escena política en ese momento. Y Villarruel, en ocasión del debate de 2018 y durante todo 2019 no formaba parte del ecosistema de Milei, ni siquiera cercano. 

–¿Cómo se da el proceso de acercamiento de Victoria Villarruel con La Libertad Avanza (LLA)? 

El día del debate de la IVE en 2018, Villarruel estaba en la plaza, era cercana al “Dios, Patria y Familia” de Juan José Gómez Centurión y con Cynthia Hotton. Durante todo 2019, viajó mucho a Nueva York, por tener una agenda vinculada al antiterrorismo. Tenía un convenio con una fundación que recibía a jóvenes –hijos o hijas–, que hubieran sufrido actos de terrorismo. Viajó con la hija de Nisman, con nietos o familiares de personas fallecidas por atentados concretados durante la última dictadura cívico-militar. A partir de 2020, durante la pandemia, Villarruel transitó dos momentos. A comienzos de año dio charlas por Zoom sobre terrorismo de Estado dirigidas a jóvenes, sobre todo hasta el 24 de marzo. A mitad de año, falleció su padre y, a partir de entonces, comenzó a asistir a las marchas en contra del aislamiento y en oposición al gobierno de Alberto Fernández. Su salida a la política se dio en la post pandemia. En 2021, comenzó a caminar con La Libertad Avanzada. Pero antes de ese momento, solo coincidía porque participaba de ámbitos cercanos a los de Milei, como el Club de los Viernes, donde participó de presentaciones de libros y charlas. En una de esas presentaciones coincidió con Milei. 

–En el libro presentás a Fernando Cerimedo como “el consultor argentino” y, emparentado con Roger Stone, decís una frase elocuente: son “presencia en ausencia”. ¿Por qué esa frase lo define?

–Él habilitó todo para que ellos crecieran. Todo lo que te fui contando terminaba siempre en el Grupo Numen o en Madero Group. Me parece un ser fascinante, un misionero que, de repente, aparece. Él dice que le hizo la segunda parte de la campaña a Macri en el 2019. Cuenta que se ofreció para la campaña pero no lo quisieron, y que, cuando ya estaba todo perdido, lo fueron a buscar. Luego trabajó con Bullrich hasta el 2021, cuando le sugirió ser candidata a diputada y ella se negó. Ahí él se planteó solo trabajar para personas en las que creía. Suena muy a Roger Stone: “me vinieron a buscar”. Él sugiere en 2019 hacer las marchas en las plazas y el manejo de redes sociales. Coincido con Cerimedo en que la estrategia digital del 2015 no servía en el 2019. 

–¿Por qué; qué rasgos tenía esa estrategia digital que no servía en 2019? 

Su argumento es que copiar y pegar y que todos repitan el mismo mensaje ya no funcionaba, que los algoritmos habían saltado por los aires y que debía haber una estrategia de cercanía. Afirma que ya no funciona el troll no verificado, el que funciona es el usuario de carne y hueso, el que dice “es por acá”. Propone una estrategia tipo “abeja reina”, que guía el camino del resto de las abejas. Además, hace gala de la estrategia digital implementada en la campaña por el “Rechazo” en el Plebiscito constitucional del 2022 en Chile. Sin embargo, en Chile dicen que no tuvo nada que ver con la campaña. Sí admiten que participó de la estrategia de fake news según la cual Gabriel Boric se había descompuesto al conocer que había ganado el Rechazo. Y, por último, tampoco fue él quien creó La Derecha Diario, aunque todo el mundo se lo atribuya a él. Ahora bien, cuando digo que Cerimedo es “presencia en ausencia” me refiero muy puntualmente a que él hace la conexión de Milei con la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). Es decir que el crecimiento regional de Milei como figura de la derecha argentina se lo habilitó Fernando Cerimedo; sin él, Milei no habría podido entrar a la CPAC. 

–¿Cuáles son las condiciones para ingresar a la CPAC?

–La CPAC es un club exclusivo. Para ingresar te tiene que invitar alguien que tenga relación con Steve Bannon y con un sector exclusivo, que organiza la CPAC. Desde mi punto de vista, la entrada de Milei a la CPAC de Brasil y a la CPAC de México en 2022 fue posible gracias a Cerimedo, porque además estuvieron juntos en ese encuentro. La Derecha Diario cubrió ese evento en exclusiva. 

–¿Quién creó la Derecha Diario? ¿Acaso Cerimedo no fue co-fundador con Juan Pablo Carreira?

–No, eso queda claro cuando se analiza la temporalidad de la composición societaria. La Derecha Diario fue creada por Juan Pablo Carreira en 2019, como una cuenta de Twitter. A comienzos de 2020, sumó la página web y Cerimedo la incluyó dentro de su grupo de medios más adelante. Durante la pandemia le bajaron la cuenta de Twitter varias veces, de hecho. Pero insistió una y otra vez. Carreira conoce cómo funciona el dispositivo norteamericano, sabe lo que es el Breitbart News, sabe cómo trabaja  Jack Posobiec, habla con Roger Stone, quien lo entrevistó luego del triunfo de 2023 para hablar de Milei. Luego para La Derecha Diario, Carreira entrevistó a Stone, esa nota es maravillosa. Son dos viejos conocidos que saben de qué están hablando y se respetan. Están en el mismo equipo.

–Carreira no es un improvisado ni un nerd aburrido detrás de una notebook. 

–Cuando Twitter cerró cuentas de la derecha, ellos se mudaron a la plataforma que usaba Trump: Parler. Conocían cuáles eran las conversaciones que se daban allí. De hecho, hicieron un podcast en 2018 cuando nadie hacía podcast. Tenían estudiado ese ecosistema, lo valoraban y lo copiaron. En el 2021, el grupo Madero Group se creó como sociedad, y Carreira ingresó con Ezequiel Acuña, @elpasanteok, y Natalia Basil. A finales de 2021, La Derecha Diario fue absorbida por Madero Group bajo la dirección de Natalia Basil, con un consejo directivo dependiente del Grupo de Cerimedo. Uno de los podcasts, “La Pasantía de Rolón”, era conducido por Eugenia Rolón y Ezequiel Acuña y el otro, “La hora del Bisonte”, era conducido por Rapa y Carreira. Uno de los oyentes de ese programa era Daniel Parisini. Lo descubrí hace unos días revisando materiales para tomar una declaración de Carreira. En ese momento, el gordo Dan tenía el logo “Carajo”, que es su cuenta actualmente. 

–El grupo de medios de Cerimedo tiene una clara orientación política. ¿Qué papel juega la Academia Numen en la formación de comunicadores, cuál es su concepción de la comunicación política? 

–En este momento, Cerimedo publicita su tercer curso. Su concepción de la comunicación política no se restringe a formar comunicadores, sino militantes de derecha. El programa del año pasado, que lo repitieron dos veces, incluía como docentes a Manuel García-Mansilla, que es su candidato para la Corte Suprema de Justicia, y a Rodolfo Barra. Ellos plantean una formación integral. Quienes organizan la formación de la Academia Numen pertenecen a Ciudadanos, la agrupación del diputado nacional Santiago Santurio, que está con La Libertad Avanza e ingresó por la Provincia de Buenos Aires. Esta academia tiene una alianza estratégica con Google y X. Tiene todos los sellos y certificaciones vinculados al capitalismo de plataformas. No se puede pensar la comunicación y la política en tiempos de Milei y el rol de Cerimedo sin entender que hay una transformación post-pandemia. 

–¿En qué consiste esa transformación?

–Es una transformación de las relaciones sociales a través de las plataformas. Promover la destrucción del Estado tiene que ver con la necesidad de no regulación. Peter Thiel, un personaje clave en este debate, dice que hay que crearle problemas a la gente a través de las aplicaciones, porque la gente no se va a enojar con las plataformas sino con los Estados. Y no se puede permitir que haya regulación porque los Estados no pueden darle solución a la gente. 

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