Por falta de conducción política y perspectivas de largo plazo, la defensa de intereses orgánicos vinculados al conjunto de la economía y su desenvolvimiento se encuentra completamente debilitada. Así, es posible que germine una crisis por las contradicciones de la política económica sin que se la advierta.
En los análisis políticos del momento es común encontrar la percepción de que el gobierno encabezado por Javier Milei avanza hacia su consolidación.
El resto del arco político (Congreso, gobernadores, entidades empresariales y sindicales) se adapta a un patrón: el oficialismo no sólo toma la iniciativa propia de su rol, sino que fuerza a los demás a aceptar que se vulneren los intereses de quienes se representa. A lo sumo les queda negociar las condiciones de la derrota.
Sobre esa conducta, para nada distinguida, gravita el accionar opositor. Se deslizó desde sus fracasados intentos de inhibición al poder del oficialismo hacia una silenciosa falta de operatividad.
Notablemente, las principales noticias sobre el peronismo en los últimos dos meses no hacen a la confrontación con el oficialismo, sino a sus posicionamientos internos. La interna del PJ fue a la vez el ejemplo más ostensible y la inauguración de un comportamiento que, previsiblemente, acentuará el carácter testimonial de su actuación. De extremarse, la tornaría irrelevante por su grado de endogamia.
Ante estas condiciones, adquieren relevancia dos interrogantes. ¿Cómo influye el desenvolvimiento económico inmediato en la dirección del proceso político? ¿Y cómo afecta esa influencia a la ausencia de una conducción opositora que promueva un aglutinamiento en función de una movilización activa?
Incremento de la demanda
El tenue crecimiento del poder de compra de los salarios con respecto al nivel en el que quedaron en el primer semestre del año se corresponde a un incremento de la demanda.
Los indicadores de actividad económica e industrial reflejan nítidamente la morigeración de la recesión que surge de este impulso, de la misma manera que en los indicadores de ingreso se observa un modesto adelanto frente a los precios.
Las tendencias no denotan una recomposición del nivel de vida persistente, tomando como referencia el estado previo al inicio del gobierno, sino una estabilización del nivel de vida y las condiciones socio-económicas que sucedieron al despliegue de su política económica, en peores condiciones.
Los datos que extraen el avance de la demanda en forma directa también presentan este desarrollo, aunque sea de manera heterogénea.
El índice de ventas minoristas PYME publicado por CAME presentó una variación interanual positiva para octubre del 2,9 por ciento. La misma morigeró el descenso acumulado a lo largo de 2024, que pasó de ser de 15 puntos porcentuales en la medición de septiembre a 13,2 en la última.
Es el primer mes de alza interanual en 2024, y el cuarto mes consecutivo en el que se reduce la caída. El indicador se encuentra en consonancia con los indicadores de actividad oficiales, que dan cuenta de una reversión de la tendencia bajista que siguió al descenso de los salarios de principio de año.
Dicho índice se compone de siete rubros: Alimentos y bebidas, Bazar, Calzado, Farmacia, Perfumería, Ferretería, y Textil e Indumentaria. En Bazar, Perfumería y Farmacia aún se constatan caídas, y especialmente hondas en los dos primeros. Sus variaciones interanuales fueron, respectivamente, del 7,4 y del 15 por ciento.
Por otra parte, la Encuesta de Supermercados que publica el INDEC, cuyos datos se extienden hasta septiembre, exhibe establemente un descenso interanual del índice de ventas a precios constantes. Aun así, la tasa de descenso acumulado de las ventas tendió a disminuir desde abril, lo que en última instancia corrobora el apaciguamiento de las presiones a la baja de la economía.
Otro dato del que conviene tomar nota proviene del Informe Monetario Mensual de octubre, publicado por el Banco Central. En él, se consigna que, medidos a precios constantes, los préstamos personales crecieron en un 54,4 por ciento interanual, y el volumen de financiación en tarjeta de crédito se ubica en un 5,6 por ciento por encima de su nivel en el mismo mes del año anterior.
Es decir que una parte de la recuperación del consumo es impulsada por el crédito. Se trata de una tendencia que es pertinente tener presente, ya que la tasa de incremento de la financiación crediticia es superior a la del volumen de ventas que registró CAME. Se puede concluir que la necesidad de restablecer el nivel de vida en los segmentos de la población con mayor capacidad de consumo aún no se ve correspondida con los ingresos corrientes.
Aumento de Importaciones
La medición oficial del Intercambio Comercial Argentino constató que, en octubre, el superávit comercial se redujo a 888 millones de dólares. Entre febrero y septiembre, se encontró por encima de los 1.400 millones.
Coincide con un incremento de las importaciones frente al mismo mes del año anterior, que sucede por primera vez en 2024, y equivale al 4,9 por ciento. La cifra en términos absolutos equivale a 6.128 millones de dólares, que es la más alta del año.
El aumento de las importaciones es habitual cuando crece el nivel de actividad económica, porque gran parte de los insumos que se requieren para la producción provienen del exterior. Pero eso por sí solo no explica completamente este evento sobre el saldo comercial, puesto que el nivel de actividad se expandió con respecto al inicio del año, pero no frente al año anterior.
Lo notable, en cambio, es que la categoría que presentó el mayor incremento interanual fue la de bienes de consumo, del 18,4 por ciento. También ganaron participación relativa en la composición de las importaciones, pasando a explicar 13,1 puntos porcentuales, cuando se situaban en torno a 12 al finalizar 2023 y en los primeros meses de este año.
Considerando que la población argentina se empobreció, este aumento de la relevancia de los bienes de consumo importados solamente puede explicarse por la apertura a las importaciones.
Se trata de una decisión de política económica cuyos perjuicios se perciben con facilidad, pero que no se suelen discutir apropiadamente. Los mismos empresarios que ven desplazada su producción en el mercado local tienden a quejarse de que los precios finales exceden a los costos, o de que la protección arancelaria es necesaria para equilibrar prácticas injustas del exterior.
Nunca es admitida la necesidad de que se utilicen aranceles para preservar la industria nacional con su estructura de costos normal. Como si entrañase algún pecado por habilitar la pervivencia de una ineficiencia, un “encarecimiento artificial” intrínseco.
En cambio, debería tomarse consciencia de que el proteccionismo con el único fin de proteger a la industria por diferencias de costos es necesario, dado que los salarios argentinos no son iguales a los del resto del mundo, particularmente los de los grandes exportadores de bienes de consumo. Y hace a la convivencia con sentido nacional entre trabajadores y empresas, dentro de un mismo espacio en el que el avance de la industria se corresponda con el crecimiento del nivel de vida.
Representa una incomprensión creer que el incremento de las importaciones responde al encarecimiento del peso frente al dólar, porque la estabilidad cambiaria es otra precondición para que los salarios y las ventas mejoren en el largo plazo.
Conducción Política
Por falta de conducción política y perspectivas de largo plazo, la defensa de intereses orgánicos vinculados al conjunto de la economía y su desenvolvimiento se encuentra completamente debilitada. Así, es posible que germine una crisis por las contradicciones de la política económica sin que se la advierta. Y una crisis semejante, siempre lesiva para la población argentina, será especialmente grave por el malestar acumulado desde 2018.
Hasta tanto, dado el estado de cosas actual, los representantes de sectores que podrán verse perjudicados actúan de manera acomodaticia. Como no existe reacción colectiva, individualmente carecen de motivos y de fuerza para intentar revertir el curso de acción, que no necesariamente prevean.
Con este trasfondo, por el cual lo hecho hasta el momento por el gobierno está exento de consecuencias en el corto plazo, es posible impulsar un aumento de la demanda y la actividad económica por un período breve, que seguramente el oficialismo utilizará para extender su poder.
A la larga, no obstante, sus contradicciones lo bloquean:
- El esquema cambiario no permite acumular reservas a pesar del superávit comercial si no es por medidas con efecto momentáneo, lo que inhibe el crecimiento.
- No se concibe una forma de modificarlo si no es por medio de una intervención del FMI, que traerá aparejada condiciones que no son de interés para Argentina.
- La apertura de las importaciones, solución vulgar para “disciplinar” los precios y transmitir una sensación de prosperidad, añade fragilidad a un panorama de por sí endeble.
No obstante, el desentendimiento del peronismo ante los intereses mayoritarios le permite al oficialismo aprovechar los márgenes de maniobra para que la economía, aún en su mal estado, pueda actuar a su favor.
Tal es el grado de frivolidad con el que obra la oposición, que en vez de intentar prevenir la crisis, se habla de regulaciones y de la necesidad de revisar la gestión pública, cuando se deberían reivindicar las aspiraciones materiales y espirituales de la población fundamentalmente de los trabajadores.
La pérdida de contacto con las bases históricas lleva a que se diluya la empatía con quienes conforman el sujeto de apoyo primordial, del cual muchas de las personas que forman parte en este momento no llegan a fin de mes, y no encuentran que a los genios del purismo ideológico peronista ni siquiera les preocupe.