“Creen que ganan, pero pierden”

El diagnóstico de Pichetto sobre el Gobierno al haber insistido con la ley de financiamiento universitario. Los motivos del error de Milei, que no fue sólo aritmético. La lógica de Cruzada. La lucha en el peronismo, con una Cristina que no sólo busca la presidencia del PJ sino que baja al territorio para lidiar por la jefatura en la provincia de Buenos Aires. ¿Axel 2027? Falta. Ahora, a mirar qué pasa en el acto del 17 de octubre.

Su Excelencia pidió perdón públicamente, lo cual es muy loable, pero eso no quita que sea interesante investigar el error que cometió y tejer alguna hipótesis. Ocupado en tratar de demostrar que las universidades públicas son una máquina operada por Lucifer, refugio de zurdos, centros de adoctrinamiento empobrecedor y sitio donde se refugian vagos y malentretenidos, el Presidente Javier Milei escribió en la red de su amigo Elon Musk un tuit que quiso ser mordaz.

Las disculpas fueron, textualmente, éstas: “Perdón por el error, son 1 empleado por cada 8 alumnos”.

Lo correcto sería “es” y no “son”, porque “empleado” es singular, pero no se le puede pedir tanto a las fuerzas del cielo. Bastante tienen con buscar vetos.

El tuit original decía: “Universidad Nacional de Rosario. Alumnos: 85.000 Empleados: 10.500. ¿8 empleados por cada alumno? Se los dejo para pensar”.

Sergio Chouza respondió: “Yo no soy Presidente como usted, así que no me permitiría objetarlo, pero…”. Y puso una cuenta: “10.500/85.000=8???????”.

Chouza al parecer tuvo pudor en poner el resultado. Es 0,12.

Más allá de las cataratas de tuits, a favor y en contra de Su Excelencia, una maestra diría que el alumno Javier se equivocó al hacer las cuentas. Otra, que no aprendió nunca la división y la regla de tres. Pero Su Excelencia, malo o bueno, es economista, y se supone que algún rudimento matemático tiene. Y aquí llega, cuando no, la política. ¿Qué hace un cruzado? No un jefe, un soldado. Embate. Se lanza. Sigue la orden de ataque y embiste. En ese momento está ciego. Es matar o morir, y se supone que alguien antes hizo algún cálculo antes de dar el grito de avance.

Diagnóstico provisorio del doctor Granovsky: un caso grave de ceguera por hiperideologización y búsqueda frenética de la destrucción del Estado.

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En el debate sobre el veto del Ejecutivo al financiamiento universitario para 2024. –que sólo de eso se trataba– nadie lo dijo más claro que Miguel Pichetto. “Creen que ganan, pero en realidad pierden, inevitablemente pierden”, expresó el presidente del bloque bisagra Encuentro Federal. Dijo también que es parte de “la crisis de las extremas derechas del mundo, que plantean la crisis no sólo del sistema político sino de la propia derecha”. Otra frase sobre el Gobierno: “Es un barco sin luces en el mar, un tren que no llega a ninguna estación, una sociedad anónima de destrucción masiva de lo poco que nos queda de un poco de bienestar del Estado argentino”. Más: “Lo que hay es una apuesta a la confrontación, a consolidar el conflicto como único eje, a tratar de ganar batallas que en el fondo pierden. Acaban de consolidar el partido del bloqueo y la minoría. Ése no es el escenario que pueda llegar a interesar a los inversores y a mirar a largo plazo con cierto interés”.

Normalmente, frases como “Estado presente” fueron tan trajinadas que ya se gastaron como los trajes muy usados. Brillan en el culo pero de viejos, no de relucientes. Sin embargo, cuando el concepto de Estado o el de estatalidad es bajado a tierra por Su Excelencia o por alguno de sus finísimos colaboradores en X no hay ningún vacío. “Estado” pasa a ser sinónimo de regulación en favor del mercado interno, de mejores salarios, de universidad pública, de sistema de salud integrado y, naturalmente, de gasto fiscal. Resulta que La Libertad Avanza (Carajo) trata de convertir el superávit en un fetiche digno de adoración. Resulta que no importa qué cosa amenace al fetiche. Sea cual sea, debe ser destruida como Cartago en el 150 antes de nuestra era, en versión de Catón el Viejo. Un obsesivo.

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En estos días la bajada a tierra de la destrucción del Estado en su faceta de bienestar, como recordó Pichetto excavando en su memoria peronista, es el combate contra la universidad pública.

Su Excelencia pasará a la historia por muchas cosas, pero entre ellas seguramente figure el hecho de que en el curso de cinco meses provocó dos de las movilizaciones de alcance nacional más numerosos de la historia argentina. No se acercan a la masividad de las marchas de abril y septiembre ni la manifestación de las juventudes políticas contra el golpe de Augusto Pinochet, en 1973, ni la marcha obrera contra Celestino Rodrigo, en 1975, por nombrar dos de las mayores expresiones callejeras del último siglo. Quizás se aproximen los funerales de Eva Perón, en 1952, y de Juan Perón en 1974, pero se trata de otro tipo de fenómeno popular.

Sería aventurado pensar que, aun habiendo sufrido un tremendo desgaste pese al triunfo del veto en votos, el apoyo a Milei está terminado. Pero el desgaste está. El semidiós ya no lo es más. Es un mortal como cualquiera. Un político como otros. Y en esa doble condición, tiene la vulnerabilidad de un mortal y de un político. No es un dato menor.

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La novedad en el peronismo es que Cristina Fernández de Kirchner, simétricamente, está transitando su experiencia plebeya. Dicho esto, claro, en términos dirigenciales, porque la intención de CFK, más allá de sus resultados en uno u otro momento de sus dos gobiernos, períodos que analiza en esta edición Guido Aschieri, nunca fue destruir el salario real, la industria y la autonomía relativa de la Argentina.

¿Qué hay en juego en el plan de CFK de presidir el Partido Justicialista, algo que nunca anheló antes?

Por lo pronto, el ejercicio efectivo de la jefatura del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Eso incluye el uso de la lapicera para la conformación de las listas del año que viene, cuando habrá elecciones legislativas a nivel nacional, provincial y municipal. En 2023 esa lapicera funcionó de manera delegada. La tenía Máximo Kirchner. Pero después del episodio del “Bandido”, el barco en el que navegó Martín Insaurralde con una profesional del acompañamiento frente a Marbella, la lapicera de Máximo, aun conservando la presidencia del PJ bonaerense, comenzó a quedarse sin tinta. No es, de ninguna manera, que La Cámpora se haya extinguido. Tiene una docena de intendencias, entre ellas la de Lanús, la de Quilmes en el populoso Conurbano, y controla los bloques de ambas cámaras en el Congreso de la Provincia. Tampoco hay que pensar, conspirativamente, que toda la militancia y la dirigencia de La Cámpora esté alejada de la vida cotidiana, sobre todo de los que más sufren. Eso dista de ser real. Este análisis se focaliza, por eso, en la forma de ejercer el poder interno por parte de sus máximos dirigentes.

El axioma del camporismo en la provincia de Buenos Aires podría expresarse así: “Vos, Axel, gestioná, que la política la hacemos nosotros”.

Y así fue hasta el caso “Bandido”, pero después la fuerza del desprestigio derrumbó esa idea y se combinó con la decisión de Kicillof de armar por su cuenta un tejido bonaerense. A veces en paralelo y a veces de manera convergente lo hicieron intendentes como Jorge Ferraresi de Avellaneda, Mario Secco de Ensenada, Fabián Cagliardi de Berisso y Julio Alak de La Plata, por nombrar sólo algunos.

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Máximo Kirchner perdió su poder (delegado) como interlocutor inevitable. Y entonces el paso siguiente era inexorable: Cristina decidió asumir por sí misma la disputa por la jefatura del territorio bonaerense, donde su popularidad y la popularidad del peronismo, incluso en declive, siguen ostentando una marca alta. Su Excelencia perdió las elecciones a la gobernación, con Carolina Píparo de candidata, perdió para la presidencia en la Provincia frente a Sergio Massa en primera vuelta y perdió luego en el balotaje presidencial.

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¿Está en juego la candidatura presidencial de Kicillof modelo 2027? Nadie seriamente podría decir hoy que Kicillof esté planeando ese objetivo. Tal vez ni siquiera el propio Kicillof. Pero en política juega no sólo lo que uno hace sino lo que el resto imagina o conjetura que uno puede hacer o llegar a concretar. Y el imaginario de Axel ’27 se convirtió en dichos públicos por parte de dirigentes de la Provincia y de todo el país. Con un antecedente: en 2023 Kicillof y su equipo, encabezado por Carlos “Carli” Bianco, hicieron un armado progresivo que remató en la candidatura a la reelección a gobernador. Y en el triunfo. Ese armado empezó por algunos intendentes y siguió por dirigentes sindicales de la Central de Trabajadores Argentinos, de la Confederación General del Trabajo, movimientos sociales y buena parte de la militancia. Cuando dirigentes que recelan de Kicillof pretenden que el gobernador sea mal recibido en un acto reciben (es dato, no chisme) respuestas como ésta: “Si hicimos campaña por Massa, ¿por qué estaríamos contra Axel?”.

De aquí al 19 de octubre se oficializará la forma de renovación de las autoridades del PJ nacional.

Antes, el 17, se realizará en Berisso el acto bonaerense por el Día de la Lealtad en recuerdo del 17 de octubre de 1945, cuando la reivindicación popular de Perón lo rescató de su prisión en Martín García y terminó proyectándolo hacia la candidatura y la Presidencia de la Nación.

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Hasta hoy, 11 de octubre de 2024, el orador de fondo del acto del 17 será Kicillof.

También en Berisso se hizo la última reunión de dirigentes provinciales del Conurbano que, según cuatro de los participantes consultados, tuvo estas claves:

*La decisión de armar una fuerza que no dependa de MK en la Provincia.

*La extensión progresiva al ámbito nacional.

*La defensa de Buenos Aires frente a los recortes del Gobierno que preside Su Excelencia, verificables en materia de transporte, educación, sueldos docentes, alimentación escolar y obras públicas.

*Análisis de las últimas diez elecciones del peronismo a nivel nacional y, en 2015, también provincial, cuando ganó la gobernación María Eugenia Vidal.

*Coherencia entre discurso y gestión en los municipios. “No puede ser que tengamos discursos revolucionarios y la gente quede condenada a vivir en calles de tierra y paguemos mal a los municipales donde gobernamos”, dijo uno de los presentes.

*Una línea de gestión que se expresa en una frase: “Las tres banderas del peronismo no son tales si no tenés independencia económica”.

*Unidad del peronismo sin sumisión.

*El que gobierne tiene que ser, también, jefe del peronismo, porque la experiencia de Alberto Fernández y CFK, entre otros problemas, padeció el síndrome de Chirolita. Según los participantes ya no sería sólo un problema interno sino de credibilidad ante el resto de la población no peronista o no militante.

Por las diferentes consultas es posible establecer que nadie, ni en el peronismo bonaerense que simpatiza con Kicillof ni entre los gobernadores de otras provincias, cae en la tontería de pensar que CFK se irá a su casa, y menos todavía en la estupidez de reclamárselo. No es una cuestión de opiniones o deseos, a favor o en contra. Surge de la comprensión de cómo funciona el poder fuera del único país donde el retiro es una costumbre no escrita pero muy acendrada: México. En los Estados Unidos hay un matiz: los presidentes se retiran de la política si cumplieron dos mandatos. Por eso Donald Trump volvió al ruedo. No pudo reelegir en 2020.

Están quienes piensan que Cristina es la líder ideal del peronismo y quienes opinan que fue y es una dirigente importantísima pero ya no excluyente.

Parte de ese debate está volcado en este número de Y ahora qué, en el dossier especial “Discutir el peronismo”.

En una visión descarnada de la disputa de poder, cosa natural en la política aquí y en cualquier parte del mundo, lo que está claro es que las diferencias se horizontalizaron. Y, por añadidura, también está claro que el debate ya empieza a incluir nombres propios, fechas, índices, estadísticas y datos.

Decía siempre Marco Aurélio García, el asesor internacional de Lula ya fallecido, que la ventaja de la política argentina era su carácter plebeyo.

El debate peronista de estos tiempos tiene otra vez esa condición. Cualquiera, sin excepción, tiene que remarla. Cualquier opinión está sujeta al parecer ajeno. Construir es un derecho y a la vez una necesidad, porque del otro lado siguen dispuestos a la demolición de la Argentina.

Un comentario sobre «“Creen que ganan, pero pierden”»

  1. Desde el punto de vista de acumulación política está claro que la frase de Pichetto define claramente que el mileísmo pierde al ganar el apoyo al veto. Pero no debemos dar por sentado que los estrategas de Milei no lo saben. El financiamiento sale dos mangos, no pasa por la caja el tema entonces. Dejar que se rechace el veto hasta podía servir para consolidar el fetiche del equilibrio fiscal que entró en las subjetividades del votante duro de Milei. Por qué entonces comprarse el kilombo con el sector universitario y uno de los valores de la sociedad argentina?
    La decisión debe ser la definida por Finochiario: votar para los mercados aunque está claro que es una iniciativa para el corto plazo. Y es lo que pregunto. El poder que respalda el gobierno de Milei podría estar apostando a ganar fortunas en el mientras tanto para después soltarle la mano? Llega el veranito de dólar bajo e inflación controlada a las elecciones del 25?
    En el tema PJ. CFK decepciona. Lo que se espera de una persona que gobernó el país no son reflexiones académicas sino la explicación o el sinceramiento que insinuó pero nunca hizo explícito Alfonsín: no pude, no quise y no supe. Qué es lo que no pudo CFK, lo que no quiso, lo que no supo. Qué poderes y cómo le impidieron modificar la ley financiera de Martínez de Hoz y así. Por qué entregó el gobierno eligiendo a Scioli?
    Sus 25 páginas ahora no tienen la potencia necesaria. Tristemente termina haciéndole el juego de polarización a Milei.

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