La campaña en Estados Unidos entra en la fase post debate, con mucho acto, más detalles de política y muchos memes con gatos.
Kamala Harris se lució el martes en el debate con Donald Trump, y logró un par de cosas importantes. Una, fue mostrarse presidencial, o sea ponernos a pensar en una de las tantas actrices que ya hicieron de presidenta en pantalla. Otra fue chucearlo al republicano hasta sacarlo. Trump arrancó el debate sereno y en personaje, lo terminó hablando como si estuviera en un acto con sus MAGA boys. Para alegría de Harris, le gritó, exageró y mandó algunos de esos bolazos que no pasan entre gente normal. Una goleada.
Lo que falta ver es, por supuesto, si todo esto mueve la aguja. Los contadores de porotos hace rato que se tiran de los pelos buscando una salida para sus respectivos candidatos. Trump le estaba ganando, por poco, al presidente Joe Biden, pero esa ventaja se esfumó con la vice de candidata. El mapa electoral es una serie de manchas rojas, republicanas, y azules, demócratas, con muy pocos estados realmente en pugna. Un empate, pero con un detalle enorme.
Como se sabe, el exótico colegio electoral hace que candidatos con el mayor número de votos a nivel nacional pierdan, como le pasó a Hillary Clinton con el mismo Trump. Por eso lugares en general no tan relevantes, como Pensilvania, están en el centro de la tormenta: con sus electores, el estado bien puede definir la carrera. Esto hace muy difícil planificar campañas, porque hay que crearlas para convencer a unos pocos miles o decenas de miles de votantes que pueden decidir todo.
Los demócratas se pusieron serios y comenzaron a dar detalles de temas importantes a futuro. Por ejemplo, que la conversión a un país mas verde -autos eléctricos, paneles solares, menos carbón- genera empleo y buenos salarios. También que no van a prohibir el fracking, la técnica petrolera que convirtió a Estados Unidos en el primer productor del mundo. Y que van a insistir en intervenir en las formadoras de precios, sobre todo de alimentos, y hacer algo, no se sabe muy bien qué, con el precio de las babysitters, tema que obsesiona a tantos.
Trump no tiene tanto detalle en nada, con lo que en estos temas se queda en el contraataque, que es cuando se pone a gritar. Lo mismo le ocurrió cuando Harris le sacó el tema del aborto, donde los republicanos se metieron en problemas con las mujeres, hasta las que los votan a ellos. Era interesante ver qué hacía el candidato con el tema, después de meses de reclamar el mérito de “haber hecho posible” que no hubiera más un standard nacional de aborto. En 2022, varios candidatos republicanos que parecían blindados perdieron elecciones a manos de las votantes, que los punieron por apoyar la prohibición del aborto.
Pero Trump no se moderó y largó un bolazo espectacular, que los demócratas querían autorizar el aborto hasta los nueve meses y la eutanasia de bebés ya nacidos. Esto no se lo cree ni el obispo de Washington y la cara de Harris al escucharlo fue un deleite. El republicano no sabía cómo moderarse sin ofender a su base evangelista, y subió la apuesta nomás.
Otra tontera que tuvo mejor tracción porque es más posible es la de que los refugiados haitianos en Springfield, Ohio, le están comiendo las mascotas a los vecinos. Trump repitió el bolazo como si no fuera un invento de sus trolls y lo defendió ante la discreta crítica de los moderadores y la abierta de su rival. Para el miércoles, horas después del debate, ya circulaban memes de gatos republicanos, capitaneados por Trump. Uno hasta muestra al republicano avanzando raudo montado en un gato gigante y enojado… una variante del de nuestro Javier Milei montado a un león.
Pero que la racionalidad esté de parte de un partido y la agresión irracional del otro no garantiza nada, como bien aprendimos los argentinos el año pasado. Trump anunció el viernes que “ya que gané los dos debates”, no va a haber un tercero. Mejor los memes, mejor hablarle a la propia tropa.
Mientras, las encuestas siguen empatadas.