Kamala Harris se pone al frente

La candidata demócrata desconcierta a Donald Trump, habla de economía y hasta de formación de precios, y se prepara para el debate del martes.

Hace muchos años vino a Buenos Aires un reportero de la BBC al que, pobrecito, le habían encargado la nota sobre la reacción machista ante la candidatura de Cristina Kirchner. Después de algunos días por acá y agarrado a un trago, el colega terminó confesando su frustración ante la falsedad del estereotipo: el país machirulo y católico no tenía ningún problema en votar a una mujer. Ni los contreras le daban el gusto y lo mareaban explicándole la maldad del peronismo.

Ojalá le hayan encargado la misma nota sobre Estados Unidos, que al fin parece dispuesto a romper el gran tabú de votar a una mujer. Los primos del norte son lentos en estas cosas y les tomó su siglo y medio largo para votar a alguien que no fuera protestante, el católico irlandés John F. Kennedy, y más de dos para elegir a un negro. En el medio hubo tres candidaturas de mujeres, dos microscópicas y la tercera la de Hillary Clinton.

Kamala Harris parece que puede romper este techo de cristal blindado, porque ni su rival Donald Trump la ataca por ser mujer. Cuando el tema está tan instalado en lo posible que ni un semejante sacado lo puede usar, es que hubo un cambio cultural. Tanta serie y tanta película con mujeres en la Casa Blanca parecen haber naturalizado la figura de ellas a cargo, de traje oscuro y camisa con cuello volcado, blanca.

Con lo que Harris y su candidato a vice, el gobernador de Minnesota Tim Walz, se están dedicando a hablar de lo que siempre le importa al votante, la economía. Los dos le dieron un reportaje a la CNN, el primero en la campaña, donde confirmaron que no van a prohibir el fracking, tema que Harris antes prometía y ahora le juega en contra en Pensilvania, estado que tiene que ganar. Y también que sí iban a intervenir en los mercados para frenar a las corporaciones formadoras de precios, en particular en alimentos y combustibles.

Trump, que está cada vez más trollero, retwiteó una peliculita hecha con inteligencia artificial en la que Harris hablaba de controles de precios ante una audiencia de comunistas, banderas rojas al viento, explicando sus ideas económicas. En todos sus actos de campaña la tilda de marxista, socialista, comunista y, de postre, fascista. Una mezcla errática, pero muy de él.

Harris, mientras, hace actos con 75.000 personas y más esperando para entrar, algo que no pasaba con el presidente Joe Biden. La candidata sigue vendiendo la alegría de vivir y la palabra esperanza, centro de la campaña de Barack Obama, figura cada vez más. Es una estrategia de despegarse del rival republicano, que vive prometiendo un apocalipsis si no lo eligen a él, y está funcionando. Por primera vez, estados peleados y esenciales están mostrando ligeras ventajas para los demócratas.

El desconcierto republicano ya es inocultable. Trump le dedica más tiempos en sus discursos a Biden que a Harris, como si le costara cambiar de pista. Sus ataques siguen siendo personales, llenos de adjetivos y flacos de argumentos. Es tan notable, que la campaña de Harris dijo que no quiere que le apaguen el micrófono en los debates, una invitación a que se vaya de boca. Los republicanos todavía no contestaron…

Donde Trump está firme es en un curioso fenómeno entre los jóvenes de EEUU. Resulta que los veinteañeros se están volcando a la derecha, mientras que las veinteañeras se van por izquierda. Esto significa que un universo de bloggers y youtubers está agitando cada vez más abiertamente por el republicano, prometiendo ponerlas a ellas “en su lugar”. Si Trump es una figura paterna para estos jóvenes, el candidato a vice J.D Vance es como un hermano mayor. Como dice abiertamente que la felicidad femenina consiste en quedarse en casa, criar a los hijos y obedecer al marido, lo adoran.

Y este martes es el debate, la primera vez en que ella y él se van a cruzar en vivo. Esto es, si Trump se presenta, que sigue coqueteando con que va, pero no va. Es imposible exagerar la importancia de este cruce: Trump domina la política norteamericana desde hace diez años, Harris es alguien desde hace apenas siete semanas. El republicano tiene la chance de quebrar el encanto que Harris creó tan rápido, la demócrata la de pincharle el globo a Trump.

Mientras leemos esto, la candidata está practicando para el debate, haciendo la esgrima verbal que le sale bien. No se sabe si él está controlando su omnipotencia y también ensaya. Debería, porque todo lo que tiene que hacer Harris en la noche del martes es mostrarse “presidencial” y hacerlo pisar el palito una vez, sólo una vez. Mientras, sigue el empate, ahora con ligera ventaja demócrata.

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