La relación amistosa o belicosa Rusia-Estados Unidos se juega en las presidenciales. Además, si Trump gana, el tema Ucrania sugiere un corto final. ¿Cuál es el interés argentino en mal enquistarse con Putin o Lula? Haber rechazado la membresía de los BRICS+, incluso ahora que China resulta un asunto “interesante” para Milei, es otra metida de pata de la obtusa política exterior argentina.
Los escarceos geopolíticos atendibles de la semana internacional arrancaron el martes 22 de octubre con la cumbre de tres días de los BRICS en Rusia, en la ciudad de Kazán. BRICS es un acrónimo que reúne la primera letra de los cinco países que conforman el grupo: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En esta reunión ya participaron oficialmente como nuevos miembros a Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos. Arabia Saudita esté que sí, que no. El BRICS ahora es el BRICS +.
Iba a ser de la partida la Argentina, pero el nuevo Gobierno consideró que no era del gusto de los norteamericanos.
Algunas versiones sindican que también talló en el retiro de la membresía, la recomendación de Marx de no hacerse socio de un club que nos acepta como miembros. Observadores muy atentos a los detalles sugieren que esto último es en extremo dudoso porque en la paranoia libertaria si es Marx –cualquier Marx, en este caso Groucho-, es malo.
Como para que se note, el mismo martes 22 el Parlamento Europeo votó un préstamo de 35.000 millones de euros (casi 38.000 millones de dólares) para Ucrania.
El jueves 24 de octubre los ministros de finanzas del G-20 se reunieron en Washington, y para no ser menos los ministros de comercio e inversión del G-20 se juntaron en Brasil. En tanto, en Francia empieza una conferencia ministerial internacional para debatir la situación en el Líbano y el Papa Francisco dio a conocer la cuarta encíclica Dilexit nos (Nos amó), en la que aboga por reencontrar el amor humano y divino del corazón de Jesucristo para remediar el notable desencuentro existencial en que estamos inmersos.
El sábado 26 de octubre concluyen las reuniones anuales de una semana del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El sábado, también, la ex república soviética de Georgia (en donde nació Stalin) celebra comicios parlamentarios con onda a todo o nada, en los que se pone a consideración del electorado el dilema de volver a la órbita de Rusia o abrazar un futuro europeo, sin síntesis superadora posible. El domingo 27 de octubre Uruguay celebra elecciones presidenciales y legislativas. En cambio, Uzbekistán, Bulgaria y Japón celebran elecciones parlamentarias. Debe recordarse que, de acuerdo a los registros históricos, 2024 es el año que tuvo más elecciones de cualquier tipo en el mundo.
¿Hizo bien?
El escorzo de la semana internacional sirve de escenario para interrogarse sobre si la Argentina hizo bien o no rechazando la membresía de los BRICS+, que ya estaba aprobada por los socios fundadores, en vista de las tendencias de fondos subyacentes que se mueven en este peliagudo escenario.
Escarbar sobre lo que está ocurriendo con la cotización del oro y las consecuencias económicas de Trump-Harris abre las puertas para mirar con más detenimiento a los BRICS+. Una reflexión sobre lo que significan imperialismo y equilibrio de poder se impone para –luego del inventario- sopesar qué predomina en los pros y contras de adherir o no a BRICS+.
Oro y corazones
El oro marcó otro récord el miércoles (2.700 dólares la onza troy). No hay desmentida para el avance del precio que podría seguir y superar los 2.800 dólares la onza, durante las próximas dos semanas, que son las previas a las elecciones presidenciales norteamericanas del martes 5 de noviembre.
Oro al alza e incertidumbre al mango son el uno para la otra. No le hace mella a los temores que la Reserva Federal esquivó la recesión y de que hay informes de que la economía estadounidense va muy bien. El miedo es por el resultado de la elección presidencial, y la persistencia de que la inflación en todo el G-7 está para volver si el diablo de la geopolítica mete la cola en Ucrania y Oriente Medio, más de la que la metió hasta ahora. Resultado: el oro ha subido casi un 31% este año.
Y no son sólo los inversores privados los que andan en este ruido. Incorporó a ciudadanos de a pie que compran lingotes en las redes y en ciertos supermercados norteamericanos que los puso en sus góndolas. Más aún, los bancos centrales han renovado su interés en el oro. The Economist, señala que el 11% de las reservas consistían en oro el año pasado, frente al 6% en 2008, aunque todavía muy por debajo del 40% de 1970, cuando aún regía Bretton Woods y había obligaciones estatutarias que inducían a poseer lingotes. Debe tenerse presente que el orden de Bretton Woods significaba que todas las divisas eran cambiables por el dólar, pero el dólar era la única que era convertible en oro a una paridad fijada en 1945.
El Consejo Mundial del Oro, la cámara empresaria global del sector aurífero, informa que principios de 2022, las autoridades monetarias de China, Turquía e India han comprado 316, 198 y 95 toneladas de oro respectivamente. Nosotros andamos dando en garantía de préstamos unas modestas toneladas del vil metal.
Elongando
Elon Musk apoya a Trump y con muchos dólares. Sortea un millón de dólares diarios hasta el martes 5 de noviembre entre los votantes registrados para las elecciones del 5 de noviembre que vivan en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania o Wisconsin. Estos siete estados conforman los llamados «pendulares», en los que nadie sabe cómo saldrá la votación y la definen. Para entran en el sorteo del millón de dólares hay registrarse en la web, responder las preguntas de una encuesta neutral y haber firmado una petición política antes del lunes 21 de octubre, que respalda la vigencia de las dos primeras enmiendas de la Constitución estadounidense, que garantizan los derechos a la libertad de expresión y a portar armas.
Musk de momento está a fondo haciendo campaña a favor de Trump en el estado clave de Pensilvania. Trump quiere nombrar funcionario a Musk. Si accede a un cargo en una agencia de eficiencia gubernamental a crear, Musk dijo que presionaría para cambiar las regulaciones sobre los autos autónomos (un gran imperativo para Tesla).
En su edición del viernes 25 de octubre el Wall Street Journal (WSJ) publica una investigación sobre los aparentes vínculos de Musk con el presidente ruso Vladimir Putin. El director ejecutivo de Tesla ha estado en contacto regular con Putin desde finales de 2022, según el WSJ. Sus conversaciones han sido de amplio alcance y han tocado temas personales, de negocios y geopolítica. Por caso, relata el WSJ la situación en la que el presidente ruso le pidió a Musk que no activara su servicio satelital Starlink sobre Taiwán para ayudar al líder de China, Xi Jinping.
Para el WSJ el gobierno norteamericano está muy al tanto de este maridaje entre Musk y Putin. Para el New York Times (NYT) hasta los propios vínculos de Trump con Putin están bajo escrutinio después de que Bob Woodward (el periodista del Washington Post en los ’70 que ganó fama investigando el Watergate de Nixon) informara que el expresidente había hablado con el líder ruso en múltiples ocasiones desde que dejó el cargo, citando una fuente anónima. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, dijo que la única comunicación de Putin con Musk fue por teléfono durante la cual hablaron “sobre el espacio, así como sobre tecnologías actuales y futuras”.
El NYT alertó sobre la seguridad nacional por el carácter –muy marcado- de Musk de proveedor del estado federal estadounidense. El año pasado, sus empresas contabilizaron casi 100 contratos con 17 agencias federales, por un monto que ronda los 3.000 millones de dólares, informó el NYT. La empresa de cohetes de Musk, SpaceX, controla esencialmente el programa de lanzamiento de cohetes de la NASA. El Departamento de Defensa lo utiliza para enviar la mayoría de sus satélites al espacio. Los servicios de Starlink son utilizados por las embajadas y los departamentos gubernamentales de Estados Unidos, como el Servicio Forestal de Estados Unidos.
Algunos medios sugieren que Musk –y otros pocos líderes industriales- buscan ampliar mucho los ya muy voluminosos subsidios del gobierno federal a la actividad productiva maniobrando con China. Sostienen que su accionar (bajo cuerda) se palpará en la reunión del 4 al 8 de noviembre del Congreso Nacional Popular chino, que congregará a los principales legisladores del gigante asiático. En ese cónclave se dará luz verde a un gran paquete de estímulo fiscal, muy demandado por los inversores globales y que muchos expertos dicen que es necesario para impulsar el crecimiento económico. Eso y justificar los aranceles de Trump, es una y la misma cosa, además de asegurarle demanda la dólar.
Ladrillos
En esta realidad sedienta de oro, abyecta y sin corazón–de acuerdo al sentir papal-, al menos aquel que tenía y perdió, donde no se ahorra ningún despelote y nadie busca lleno de esperanzas nada interesante que no sea expresiones vacuas sobre mercados y libertades, ¿hizo bien o hizo mal la Argentina en no entrar al BRICS +?
No todos los que se parecen a Gardel cantan como Gardel. Hay cierto alarde en el acrónimo que los denomina. Brics en inglés significa ladrillos. Antes de Kazán BRICS comprendía al 46% de la población mundial y el 29% del PIB global. Luego de Kazán, estamos en algo más del 50% de la población mundial. Del PIB global ahora explica el 36%. Para tener una referencia, el grupo G7 de los países más desarrollados democráticos representa el 29%. China y Estados Unidos aportan cada uno más de la mitad del PIB de sus respectivos grupos. Por cierto a Kazán concurrieron representantes de 36 países. Los no miembros en carácter de observadores e invitados.
No hay ningún tratado formal que organiza a los BRICS en ese grupo. No los une el amor sino el espanto de depender -en todo lo importante- del dólar. Crearon un banco del desarrollo (de momento más en promesas y pocas efectividades conducentes, que en otra cosa) cuyo estatuto impide ir más allá de cierto límite en los eventuales préstamos sin que el FMI participe, porque así lo establece la jurisdicción financiera internacional.
El berenjenal incluye los intereses de los exportadores de petróleo y energía del grupo contra los importadores que son nada menos que China e India. India y China andan regularmente a las trompadas y China y Rusia de momento atraviesan un idilio. Curioso entre gente tan poco amorosa, de corriente más dada a las asperezas. Para los analistas de temas internacionales, esta falta de identidad se observó claramente en el comportamiento de los países ahora del BRICS + en la Asamblea General anual de la ONU en Nueva York, en septiembre pasado, al momento de tratar la reforma del Consejo de Seguridad. Cada chancho se mantuvo firme en su chiquero, sin alcanzar ningún acuerdo.
En una reciente columna en un sitio en que publica con habitualidad, el financista inglés Jim O’Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management y ex ministro del Tesoro del Reino Unido, recuerda cómo él creó el acrónimo en 2001 cuando estaba al frente de ese departamento del banco de inversión neoyorquino.
Dice O’Neill: “En un principio, los BRIC eran un acrónimo que utilicé (en 2001) para describir las que consideraba las principales economías emergentes del mundo. Pero el ex ministro de Asuntos Exteriores ruso, Igor Ivanov, y su homólogo brasileño, Celso Lafer, tuvieron la idea de aprovechar mi nombre y los BRIC se convirtieron en un club político, al que se sumó Sudáfrica en 2009”. Para O’Neill, “sin duda Putin aprovechará la cumbre de este año para mostrar al mundo que no está tan aislado como los gobiernos occidentales quieren que esté. Es una ocasión ideal para que él y otros líderes promuevan una visión de un mundo que Estados Unidos no lidere”.
O’Neill vio como la criatura que creó para que fuera una zona de bonos soberanos que se moviera con simpatía se convirtió en tótem geopolítico. Justifica la negativa argentina y a dudas de los sauditas en sumarse como miembro pleno con este argumento: “Se puede adivinar por qué el Reino se muestra reticente a sumarse. Todavía valora su alianza en materia de defensa y seguridad con los Estados Unidos, y esos vínculos se fortalecerán aún más si alguna vez normaliza las relaciones con Israel. Más concretamente, no está claro qué pueden ganar los saudíes, o cualquier otro país, con la membresía en el BRICS”.
Imperialismo
El alemán Hans J. Morgenthau (1904-1980) emigrado a los Estados Unidos, fue un teórico importante de las relaciones internacionales de la llamada escuela realista. Henry Kissinger es de ese palo. Vienen a cuento sus categorías para observar si la movida BRICS +, más allá de sus limitaciones, puede convertirse en un as de espadas anti imperialista del cual tiene para ganar la periferia.
¿Qué es en realidad el imperialismo? De acuerdo a Morgenthau el interrogante es otro y versa acerca de qué cosa no es el imperialismo.
1. No toda política exterior orientada a incrementar el poderío de una nación tiene que ser, por fuerza, una manifestación de imperialismo. Se define al imperialismo como una política orientada a la ruptura del statu quo y a la modificación de las relaciones de poder entre una o varias naciones. Toda política que sólo procure ajustes, manteniendo intacta la esencia de estas relaciones de poder, continúa operando dentro de los lineamientos generales de las políticas de statu quo.
2. No toda política exterior que procure el mantenimiento de un imperio, ya existente, es imperialismo.
La idea de imperialismo británico tuvo nacimiento en la propia Inglaterra. La expresión fue empleada inicialmente por los conservadores, bajo el mandato de Disraeli como prime minister, durante la campaña electoral para las elecciones de 1874. La noción del imperialismo, según lo concibieron Disraeli y la desarrollaron luego Joseph Chamberlain y Winston Churchill, es opuesta a lo que los conservadores consideran como el cosmopolitismo e internacionalismo de los liberales. Su programa político de la “federación imperial” contenía distintos puntos entre los cuales se destacan:
• Unificación e integración de Inglaterra y sus colonias en un imperio unitario mediante tarifas proteccionistas;
• Reserva de territorios coloniales libres para los ingleses;
• Fuerzas armadas unificadas;
• Un órgano representativo central en Londres;
Por lo tanto, el programa imperialista de Inglaterra era un plan de consolidación antes que de expansión. El imperialismo inglés y sus oponentes son un ejemplo revelador de la confusión entre la consolidación y la defensa del imperio, por una parte, y del imperialismo por la otra. Otro ejemplo es la política exterior romana que fue de conservación y de statu quo.
De este modo –siguiendo a Morgenthau- tanto otrora en Inglaterra y en la actualidad en los Estados Unidos buena parte del debate moderno acerca del imperialismo viene a la zaga del proceso de expansión imperialista, que es condenado o justificado en forma retrospectiva.
Consolidación en vez de expansión. Equilibrio de poder. Ese sería el juego del BRICS+. Ese sería el juego norteamericano. Los cien años de paz mundial entre 1815 y 1914 no se pueden explicar sin el reinado del equilibrio de poder, tan caro al sentir realista de Morgenthau y Kissinger. Precisamente el Dr. K nos dice en su voluminoso ensayo “Diplomacia” que “mientras Napoleón enfrentaba su primer exilio, en Elba, los ganadores de la guerra se juntaron en Viena, en septiembre de 1814 para planear el mundo de post-guerra. En aquel lugar, se encontraban Von Metternich (Príncipe de Austria), Von Hardenber (Rey de Prussia), Talleyrand (Representante francés), Alexander I (Emperador de Rusia) y Lord Castlereagh (Secretario de Relaciones Extranjeras de Gran Bretaña). Estos hombres alcanzaron lo que querían. Luego del congreso, Europa experimentó el período de paz más prologando de su historia. Ninguna guerra tuvo lugar entre las grandes potencias por 40 años. Este orden internacional, que fue creado más explícitamente en nombre del equilibrio de poder, dependía menos del poder para mantenerse por sí mismo”.
Afirma Kissinger: “La razón más importante para que este sistema funcionara descansaba en que los países estaban unidos por ciertos valores. El poder y la justicia se encontraban en equilibrio. El equilibrio de poder redujo la oportunidad de utilizar la fuerza; un compartido sentido de justicia redujo el deseo de utilizar la fuerza. El congreso concluyó que Europa estaría más segura si Francia era satisfecha por sus pedidos de tierra en lugar de desafectarla; se les quitaron sus conquistas pero fue compensada con fronteras pre-revolucionarias. Luego del congreso de Viena, las relaciones entre el equilibrio de poder y el sentido común de legitimidad fueron expresadas en dos documentos: la Alianza Cuádruple (Gran Bretaña, Prusia, Austria, Rusia) y la Sagrada Alianza (Prusia, Austria, Rusia). Esta última interpretó el imperativo religioso como una obligación por parte de los signatarios para preservar el status quo”.
Así es como –refiere Kissinger “por primera vez en la historia moderna, las potencias europeas establecieron una misión común. La Sagrada Alianza unió a los monarcas conservadores para combatir la revolución. Esta alianza fue el aspecto más original del congreso. Su elevado nombre desvió la atención de su significado operacional, el cual era introducir un elemento de restricción moral en las relaciones de las grandes potencias. Los intereses creados que se desarrollaron en sus instituciones causaron que las grandes potencias evitaran el conflicto, algo que hubiese sido imposible tiempo atrás”.
Restricción moral
La reflexión de Kissinger “de introducir un elemento de restricción moral en las relaciones de las grandes potencias”, puede estar sujeta a fuertes críticas teóricas, pero eso no quita que no se la contabilice entre las motivaciones de más peso que impulsaron la última encíclica.
En cualquier caso, los indicios y manifestaciones de las últimas dos décadas dan más para la búsqueda de un más acomodado equilibrio de poder que para el desafío del mismo. Ese comportamiento relativiza lo que apunta O’Neill acerca de que “los BRICS no han hecho nada para lograr un cambio organizacional o estructural significativo dentro de las instituciones internacionales. De hecho, han hecho exactamente lo contrario. Debido a la evolución de la geopolítica en torno a Ucrania y al ascenso de líderes más nacionalistas en Occidente y dentro de los BRICS, las instituciones internacionales se han vuelto aún menos efectivas”.
De suerte que –prosigue O’Neill- “El hecho es que los desafíos verdaderamente globales no pueden abordarse mediante agrupaciones estrechas como los BRICS (o el G7, para el caso), y esto seguirá siendo así sin importar cuántos miembros se añadan. Lo que realmente necesitamos es un G20 rejuvenecido, que demostró ser muy eficaz en sus primeros días, tras la crisis financiera de 2008. A pesar de ser bastante grande (incluye a todos los miembros del G7 y los BRICS), refleja mejor el mundo de hoy en todas sus complejidades”.
Si, pinta que es así. Pero eso no supone que retirarse de una invitación a los BRICS sea sin costo para la Argentina. Si es política de prestigio para jugar mejor enjaezado al equilibrio de poder, lo cortés no quita lo occidental. Además, si Trump gana, el tema Ucrania sugiere un corto final. ¿Cuál es el interés argentino en mal enquistarse con Putin o Lula? En resumen, el rechazo a la membresía de los BRICS+, incluso ahora que China resulta un asunto “interesante”, se trata de una metida de pata –otra más- de la obtusa política exterior argentina.
“Thick as a Brick” es un gran disco de los ‘70 de la banda inglesa Jethro Tull. Literalmente significa “Denso como un ladrillo”. En jerga los ingleses lo usan para manifestar tener mierda en la cabeza. Una parte mínima de una de las dos muy largas canciones dice: “Pero tus zapatos nuevos están gastados en los tacos y tu bronceado se desvanece rápidamente y tus sabios no saben que esto se siente como tener mierda en la cabeza”. El Flaco Spinetta advierte: “Cuando el bronceado se esfume de tu piel, ¿Quién estará buscándote? Nadie querrá saber ni tu vida (…) Con la mirada perdida en la nada, Cuando seas el hombre dirigente, ¿Quién estará buscándote?, Nadie querrá saber de tu vida”. Hasta entonces y hasta que aparezca un reemplazo sensato e integrador, el interés nacional seguirá como Tarzán.