La estanflación no es poca cosa

La estanflación, recesión con inflación, es lo peor que le puede pasar al capitalismo. Quizás “pobreza” e “indigencia” no alcancen para describir el futuro.

Lejos de quemar el Banco Central y dolarizar la economía, la gestión de Javier Milei es un ajuste clásico, brutal y fenomenal, nunca visto, a la ya debilitada y ajustada situación de la anterior gestión. ¿Estamos los argentinos tan desquiciados para aceptar una serie de políticas que solo lograrán achicar salarios y jubilaciones, arrinconar a las PYMES, a la industria en general, al mercado interno, y llegar a una inflación trimestral acumulada que ya trepa al 80 por ciento?   

Quienes se pusieron de punta contra esta postura extrema fueron los gremios de la CGT con un paro nacional que se hizo sentir más por la movilización y los pronunciamientos de los medios tanto hegemónicos como opositores. Sin embargo, una parte de la política, fundamentalmente todo el PRO y una porción importante del radicalismo, avanza en una actitud llamada “dialoguista”. Y el bloque federal, encabezado quien fuera candidato a vice de Mauricio Macri, Miguel Ángel Pichetto hizo más por poner algún freno al ataque furibundo que por propiciar una legislación para paliar las difíciles situaciones que lastiman a más del 50 por ciento de los argentinos.

A pesar de esos frenos relativos, ahora irán por las tarifas de los servicios públicos, nafta, gasoil, gas, electricidad, transporte y las transferencias provinciales. Con este agravante: muchos de los distritos deberán ajustar sus impuestos locales para compensar la reducción de las partidas nacionales y también la baja de la recaudación producto de la caída del nivel de actividad. Los gobernadores, que están al tanto de este apriete que deberán hacer a los ciudadanos de sus distritos, ¿están dispuestos a pagar este costo político?

Las políticas, o más bien las medidas, a priori no se perciben como muy articuladas. Los funcionarios alegan que así se evita la catástrofe que se hubiera producido si ganaba el otro candidato en el balotaje. También argumentan que a mediano plazo de este modo se conseguirá la estabilidad de precios. Todo, claro, al costo de una estanflación. Es un fenómeno que no suele medirse bien, pero la estanflación es lo peor que le puede ocurrir a una economía capitalista. ¿Y los beneficios? Hasta los mercados y el propio Fondo Monetario Internacional duda de la eficacia de las políticas del ministro de Economía Luis Caputo, ex ministro de Finanzas y expresidente del Banco Central con Macri, o sea doblemente endeudador.  

¿Qué sucederá con las paritarias? ¿Se negociarán mensualmente, para salvaguardar los salarios de 6 millones de trabajadores formales? ¿Y qué sucederá con los otros 8 millones de trabajadores informales? Quedarán a la deriva de un mercado laboral sin reglas y absolutamente dependientes del contexto económico real. Cuando los índices económicos eran mejores mantenían cierto poder adquisitivo. Con el panorama actual, mejor ni imaginarlo. 

La falta de consistencia, sustento y equilibrio de las medidas nada tienen que ver con un contexto social digno. Todo lo contrario. Empujarán a los sectores más empobrecidos y también a la clase media hacia un límite que ya tampoco se conoce bien cuál es y cuál será. Quizás “pobreza” e “indigencia” no alcancen a describir el futuro. 

Pareciera que para el Gobierno solo importan la tranquilidad mentirosa en los mercados, un Congreso con una mayoría forzada por negociaciones poco transparentes y la proclama habitual sobre el logro del equilibrio de la macro, tanto fiscal como en la balanza de pagos. 

Entregarle a esta gestión superpoderes, cualesquiera fueran ellos, incluso con limitaciones, nos pondrían en riesgo serio. Utilizando el DNU que firmen en su momento destrozarán todo lo que puedan, vendrán por el litio y la cultura nacional. Por ARSAT, para delinear inversiones en comunicaciones en función de sus intereses. Por el teatro, el arte y el cine. Se llevarán puesta la justicia social y de la otra. Esta fue y sigue siendo su intención, inclusive con el beneplácito de las grandes empresas no solamente nacionales también del mundo.  

Su meta es planchar la actividad económica. Quieren llegar eventualmente a la estabilidad de precios. No importa si es con reducción drástica en el consumo, con el aumento de la pobreza, con la primarización de la economía o con una distribución del ingreso regresiva. 

Los diputados, senadores y gobernadores argentinos, ¿son conscientes del riesgo ya no solo económico sino como nación al que estamos sometidos? ¿Se puede corregir a un Presidente que trata a un colega de comunista y asesino? ¿Que se da el lujo de maltratar en Davos a los políticos europeos? ¿Que mientras se constituye cada vez más en estrella de las redes sociales atrasa las transferencias a las universidades nacionales? 

Pareciera que no hay miradas nacionales. O por lo menos no todavía. El peronismo parece encerrado en sus propias contradicciones. ¿Los legisladores y los gobernadores esperan la crisis?, ¿el estallido? Nadie sabe. Como dijera un gobernador, la extorsión ha desnaturalizado la política. 

No alcanza con seguir explicando el porqué de la llegada de Milei a la Presidencia. Tampoco basta con medir los grados de decadencia en la dirigencia política. Es hora de actuar, de encontrar el camino que permita restablecer un programa y un protagonismo político y social acorde a la grave situación que transitamos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *