Los republicanos extremos se indignaron. ¿Y el voto? Las elecciones son en noviembre y no aparece ningún competidor serio del ex Presidente dentro del Partido Republicano.
Para los fanáticos de Donald Trump, la izquierda tiene el poder en los tribunales de Nueva York. Son presididos por jueces dedicados a perseguir a los representantes de toda religión, toda ética y todo valor moral. Siniestros, estos jueces tienen hijas que “recaudan millones” para los marxistas del partido demócrata, y por supuesto manipulan la evidencia para llegar a veredictos acordados de antemano. Así caen los inocentes como Trump, cuyo real crimen fue sostener los valores de Occidente.
El ex presidente fue declarado este jueves culpable en los 34 cargos por fraude electoral que le tiró encima la justicia de Nueva York. Su equipo legal agotó en las semanas que duró el juicio todas las chicanas posibles para embarrar la cancha. Tuvieron la ventaja de que los testigos estrella de la fiscalía eran respectivamente una actriz porno y un mentiroso compulsivo ya condenado por varias ilegalidades. Nada evitó la condena.
Y Trump, que es peleón, mantuvo un silencio tenso, contraído físicamente, mientras escuchaba la letanía de 34 “culpable”. Pero al final se levantó, salió al pasillo de los tribunales en el bajo de Manhattan, y bajó línea. El juez es un activista demócrata, Nueva York votó en un noventa por ciento en su contra, el juicio fue arreglado por el gobierno de Joe Biden, el fallo estaba escrito de antemano.
Si los argentinos tenemos una grieta, los norteamericanos tienen un abismo, con lo que no extraña que los partisanos saltaran para cada lado de la línea. Los medios y las redes se llenaron de mensajes jubilosos de unos, que pedían cárcel efectiva para Trump y hasta juraban que la sacó barata. Y también, del otro lado, de furiosos que denunciaban el fin de la justicia en el país y anunciaban inminentes revanchas.
Entre todo el griterío, Trump dijo una verdad de rara exactitud: el caso se va a resolver realmente en las elecciones de noviembre.
Es que la gran pregunta desde el jueves a la tarde es si el fallo va a alterar la tendencia electoral, que favorece levemente al republicano. La especulación se centra en los moderados y los indecisos, porque nada parece conmover a los republicanos MAGA. Y nada indica que algún otro republicano tenga la fuerza para soplarle la candidatura partidaria al ahora convicto.
Trump, como siempre, lanzó de inmediato una campaña para recaudar fondos de campaña, tomada de inmediato por todo tipo de comités electorales de la amplia derecha del país. Necesita la plata, porque no sólo le debe un dineral a sus abogados sino que ya anunció que, por supuesto, va a apelar la condena. Le salió bien, porque en 24 horas recaudó casi 35 millones de dólares, un record histórico.
Para apelar va a tener que esperar hasta el once de julio, cuando el juzgado emita la pena. Es muy remoto que Trump vea el interior de una celda, ya que los delitos administrativos raramente terminan tan mal. Pero va a tener que pasar por la humillación de la entrevista previa a la pena, que consiste en un panel de funcionarios evaluando el estado de ánimo del reo. Ya circulan chistes de que puede ir directo a un psiquiátrico…
Las opciones reales son una multa gruesa, una pena en suspenso o una prisión domiciliaria. Como la convención republicana que seguramente lo va a consagrar como candidato se realiza el quince de julio, cuatro días después de la lectura de la pena, es posible que no pueda asistir: estaría en su casa, con una pulsera de rastreo en el tobillo.
Lo curioso del asunto es que nada impide que un reo condenado sea electo como presidente de los Estados Unidos. Pero el juez puede prohibirle votar…