Milei y Villarruel, dos a no quererse

Termine como termine la saga de Edgardo Kueider, tres cosas parecen seguras. Una, que si la expulsión por parte del Senado es dada por válida y no hay vuelta atrás el bloque peronista-kirchnerista pasará de 33 a 34 integrantes. La segunda, que sin duda quien arremetió contra Kueider fue la vicepresidenta Victoria Villarruel. La tercera, que a Su Excelencia no le gustó ni el aumento del bloque peronista ni la ofensiva de la vice.

El Presidente Javier Milei había optado por huir hacia adelante ante un escándalo que crecía sin límites visibles. Es lógico. Nadie sin especialización puede dimensionar los números de un PBI. En cambio cualquiera es capaz de entender qué son 220 mil dólares. Más todavía si están fotografiados y filmados. Es el físico, como diría un timbero viejo sobre el dinero. O sea, guita. Biyuya. Esa tarasca que permite sacar cálculos caseros: dos departamentos, diez o veinte autos, 220 meses de salario registrado promedio o lo que cada uno imagine según sus necesidades y sus ilusiones. Pero además, la imagen del dinero físico queda en el recuerdo y permite que los fucking opositores lo refresquen a cada rato. 

Kueider da para la discusión política pero también para meme. Cuando algo bueno (un campeonato, por ejemplo) se hace meme, es la gloria. Cuando algo malo se hace meme, es Devoto. 

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Es fáctico que Villarruel impulsó el tratamiento de la Cuestión Kueider en el Senado. También es verdad que aprovechó para pedir la suspensión del senador peronista Oscar Parrilli, pero cualquiera sabe que fue fulbito para la tribuna: de ninguna manera habría un número suficiente para concretarlo.

Por qué lo hizo la vice es un asunto que habrá que dilucidar. Mejor no especular si el dato no está. Sería pura teoría conspirativa, linda para novela o miniserie pero inútil para el análisis político. ¿Y por qué hizo una movida que abrió la chance de que el Senado quedara en aptitud de torpedear a uno de los legisladores de mayor confianza de Su Excelencia y de su principal negociador con parlamentarios y legisladores, el jefe de Gabinete y virtual ministro del Interior Guillermo Francos? Por algo Francos silba bajito en los últimos días. Cuando uno recibe un golpe y no quiere hacer evidente que lo recibió, porque sería un signo de debilidad, mejor callar que victimizarse. También silba bajito el gobernador de Entre Ríos Rogelio Frigerio, que al controlar parte de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande fue parte del dispositivo de acercamiento de Kueider, cargo en dólares mediante, al mileísmo o al macrismo cada vez más cercano a La Libertad Avanza.

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Kueider era tan importante en el dispositivo de Su Excelencia que fue el primer candidato a presidir la Comisión Bicameral de Inteligencia, un organismo que terminó encabezado por el presidente del radicalismo Martín Lousteau tras una negociación paralela con Santiago Caputo y con allegados a Cristina Fernández de Kirchner.

El entrerriano fue también clave en la aprobación de las dichosas herramientas. Así llama la oposición amigable a las normas que permiten a Su Excelencia convertirse en un monopresidente, como lo definió en este medio el constitucionalista Raúl Gustavo Ferreyra para describir la combinación de arbitrariedad, abuso de los decretos de necesidad y urgencia y desprecio por el Poder Legislativo.

Pero Kueider, en fin, tenía todavía otra utilidad mayor: era la llave maestra que parecía servir como modelo para la cooptación de senadores y gobernadores peronistas. En provincias donde el peronismo gobierna, como Tucumán y Catamarca, y en provincias donde un senador puede valer oro, como el caso de Camau Espínola en la radical Corrientes.

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Su Excelencia hizo lo que ya acostumbra. El miércoles 11 de diciembre, cuando un periodista le preguntó si Kueider debía ser expulsado, dijo que había que echar “a todos los chorros a patadas en el culo, y no solamente del Senado”.

El bloque libertario del Senado interpretó que esas declaraciones eran un guiño para emprender la huida hacia adelante. Algo así como “lo queremos mucho a Edgardito pero nos queremos más a nosotros mismos”. Mancha venenosa, lejos.

Luego Su Excelencia hizo otra de sus prácticas habituales, que es cambiar sin escrúpulos de posición si huele que es conveniente y no pagará costos. Dijo en Roma que VV fue notificada de que él viajaría a Italia, que “la sesión es inválida” y que esa sesión “violenta la división de poderes”.

“La sesión es inválida y se podría hacer nuevamente”, dijo en diálogo con radio El Observador, parte del multimedio de su canciller Gerardo Werthein. Y opinó lo siguiente: “¿Por qué no se puede hacer lo que hizo la doctora Villarruel? Porque la Argentina tiene un sistema de contrapesos e independencia: un poder no se puede meter en el otro. Cuando entro de viaje, se produce la acefalía y el Poder Ejecutivo queda a cargo de la vicepresidenta. Si preside la sesión del Congreso, está trabajando en el Poder Legislativo y al mismo tiempo es presidente interina, y eso violenta la división de poderes”.

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Su Excelencia aprovechó para cargar contra Parrilli, una de las personas, junto a CFK, que la Corte Suprema ordenó seguir investigando por la causa abierta a partir del memorándum de entendimiento con Irán por supuesto encubrimiento. 

La realidad es que el peronismo ya pagó por esa firma. Y lo pagó electoralmente, porque las consecuencias del memorándum desgastaron al gobierno de Cristina e influyeron en la derrota electoral de 2015. El memorándum, más allá de las intenciones del gobierno, fue una decisión sin probabilidad de éxito, porque jamás los iraníes concederían la indagatoria de funcionarios propios por parte de autoridades judiciales argentinas. Y puede haber sido un gesto de hostilidad gratuito, es decir sin ninguna ventaja diplomática, hacia Israel y los Estados Unidos. Pero un acuerdo que para colmo fue refrendado por el Congreso no es un delito sino una política discutible. Una estrategia sobre la cual se puede ejercer incluso el castigo con el voto.

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Al Caso Kueider hay que sumarle otro que acumula cada vez más elementos. Se trata de Cristian Ritondo, denunciado por presuntas propiedades en Miami a nombre de su esposa. Antigua mano derecha de Miguel Ángel Toma, el secretario de Seguridad de Carlos Menem y jefe de Inteligencia de Eduardo Duhalde, Ritondo se recicló en el PRO. Fue ministro de Seguridad con María Eugenia Vidal de gobernadora y mantuvo lazos fluidos no sólo con altos oficiales de la Bonaerense sino con un grupo de jueces y fiscales. Incluso viajó con los más amigos, justamente, a Miami. Al menos hasta ahora, Ritondo era la mano derecha de Mauricio Macri como jefe del bloque PRO en la Cámara de Diputados. Y, sin llegar al nivel de los ministros Patricia Bullrich y Luis Petri, se fue acercando cada vez más al mileísmo. Ritondo tocado, ¿perjudica más a Macri o a Milei? Se verá.

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El panorama que se abre ahora es muy interesante. 

Si la sesión se hiciera de nuevo, ¿los votos se repetirían tal cual fueron el jueves 12 de diciembre? ¿Daría 61 otra vez la moción de expulsar a Kueider, cifra que supera los dos tercios en un Senado de 72 integrantes? ¿Volvería a oponerse a la expulsión, en uno de los escasos cinco votos contrarios, el senador radical por la provincia de Buenos Aires Maximiliano Abad, el único de su bloque que votó de esa manera? ¿Y qué privilegiaría Milei? ¿Escalar con Villarruel y profundizar el conflicto? ¿O tan seguro está de que puede llegar a otro resultado y evitar que entre al Senado la segunda en la boleta de Kueider, la camporista entrerriana Stefanía Cora? 

Las posibilidades no terminan allí. Podría ocurrir que las declaraciones de Su Excelencia se hayan debido a la necesidad de marcar territorio ante Villarruel pero que queden en eso. Después de todo, Su Excelencia es pragmático y encima está en Italia disfrutando de la hospitalidad de la presidenta del Consejo de Ministros, su amiga Giorgia Meloni. Es la sexta vez que se encuentran en un año. Hasta chichonearon frente contra frente en público. Al haber viajado a Italia para participar de una fiesta de la juventud de Fratelli d’Italia, el partido de Meloni, Su Excelencia busca consolidar la acumulación de aliados y aliadas dentro de la extrema derecha del mundo. Es una apuesta que sería frívolo observar sólo como pura ideología. La concreción de esa mayor figuración internacional bien puede derivar en una renegociación con el Fondo o un nuevo desembolso, pero también en la apertura veloz para beneficiar negocios de empresarios de envergadura global.

Hay un test al que conviene prestar atención. En su discurso de autopercepción imperial, el 10 de diciembre, Su Excelencia hizo un solo anuncio concreto: comenzará un “plan nuclear argentino” (así lo llamó) a cargo de su asesor Demián Reidel. Reidel es quien lo contactó con personajes como Elon Musk. Es improbable que el mejor negocio que esté pensando Musk para la Argentina sea el que teme el Grupo Clarín: expandir Starlink a bajo precio y pulverizar a los prestadores domésticos de Internet, que por cierto cobran caro. El anuncio de Su Excelencia choca con la realidad según la que, como la documentó Claudio Martínez en sus videos sobre la destrucción de la ciencia bajo Milei, la Comisión Nacional de Energía Atómica fue uno de los organismos estatales más desfinanciados del año. Entonces, ¿plan nuclear sin Conea? ¿Anuncio de venta de reactores nucleares cuando la Argentina ya vende reactores hace décadas? O el anuncio es puro humo o es otra cosa: la pista de un negocio privado de dimensiones atómicas. 

Un comentario sobre «Milei y Villarruel, dos a no quererse»

  1. Adivinen quien lo acerco a Kueider al mileismo?
    Respuesta: Adrian Kochen. Ex operador politico de De la Rua, adinerado gracias a sus operaciones del grupo Esquenazi. El pasado lo condena.en su juventud militaba en la juventud del PC. Le enseño panquequismo a Kueider.

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