Más de 1700 artistas e intelectuales argentinos han dado a luz el movimiento Fuerzas de la Tierra, para enfrentar las políticas del Gobierno de Javier Milei. Se presentaron en sociedad con un documento que denuncia «una tecno-plutocracia» en el poder. «Somos un colectivo de gente de la cultura que no se siente representado por una clase política que no supo ponerle un freno» al Presidente, afirma el historiador Horacio Tarcus, uno de los impulsores, entrevistado por Y Ahora Qué?
Los mileístas ya no están solos en el campo de batalla cultural. El ideólogo libertarista Agustín Laje tiene ahora unos cuantos adversarios con los cuales batallar, así en el Cielo como en la Tierra ¿Quién lidera a los rebeldes? Nadie. Tarcus aclara que no es vocero del movimiento. Que sólo habla a título individual. Pero reconoce que fue muy activo en la génesis del manifiesto. Aquí la palabra de quien es doctor en Historia por la Universidad de La Plata, docente e investigador del Conicet:
–Los firmantes manifiestan su compromiso con la justicia social, los derechos y el respeto a las identidades ¿Cómo surgió la movida?
–El grupo se formó espontáneamente. Lo hizo en torno a la convocatoria del colectivo LGTBX+ del 1 de febrero pasado. Con la socióloga Maristella Svampa nos dijimos: “Ya hubo respuestas al Gobierno de los universitarios en 2024, de los jubilados y del movimiento de derechos humanos”.
–Ustedes plantean que «el experimento de extrema derecha en la Argentina ha hecho sonar todas las alarmas». ¿Quiénes consideran que no lo asumen en plenitud?
–Desde el sindicalismo tradicional y desde la política, no hay respuestas fuertes. Hay acomodamiento, especulación, dilación… Los músicos populares, como Lali Espósito, vanguardizan, los políticos y los sindicalistas, atrasan. El Movimiento LGTBX+ tuvo una capacidad de respuesta extraordinaria, primero convocando al Parque Lezama y luego a toda la ciudadanía.
–¿Quiere decir que la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista fue el germen?
–Con Maristella dijimos: ¿por qué no se pronuncia el mundo de la cultura? Es uno de los más afectados por la ofensiva reaccionaria. Es así que armamos, entre gallos y medianoche, una declaración que en 24 horas firmaron 2.400 personas, de apoyo a la convocatoria del 1F.
–En la nueva Declaración sostienen que el Gobierno quiere acallar las voces críticas, que la gente se vuelva sumisa y cómplice. Todo en nombre de «una falsa libertad». ¿Cómo decidieron salir otra vez al ruedo?
–Muchos de los firmantes nos encontramos en la calle, o intercambiamos mensajes, preguntándonos cómo seguir. Así que hicimos una reunión acotada, de unas 15 personas, en el CeDInCi, el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina.
–Que usted fundó y dirige ahora en la Universidad de San Martín.
–Sí. Estaban académicos como Flor Abatte, Claudia Aboauf, Karina Jannello, Roberto Gargarella, Rubén Lo Vuolo, Eduardo Grüner, Mariano Schuster, Pablo Alabarces, Ezequiel Adamovsky, Quique Viale, Maristella, yo y un par de colegas más. A la semana hicimos un Zoom para redactar el texto, donde se fueron sumando escritores y periodistas como Andrea Giunta, Claudia Piñeiro, Patricia Zangaro, Gabriela Cabezón Cámara, Hinde Pomeraniec, Mario Pecheny, Laura Klein. Ya tenemos 1.700 firmas. Tenemos muchos pedidos de colegas que se quieren sumar al colectivo organizador, pero como te podés imaginar, es difícil redactar un texto entre tantos.
–Se nota en los adherentes diversidad de puntos de vista. Es un movimiento plural. ¿Cómo acordaron condenar, por ejemplo, lo que califican de Gobierno autocrático y una tecno-plutocracia? ¿Cómo armonizaron las diferencias?
–Te diría que fue más difícil consensuar un estilo, una retórica, que cualquier otra cosa. Cuando se trata de ponerle freno a políticas tan brutales, las diferencias que pueden existir son mínimas. Además, el nuestro no es un colectivo partidario, es político en un sentido profundo del término, pero no es politiquero. Te diría que al contrario: somos un colectivo de gente de la cultura que no se siente representado por una clase política que no fue capaz de poner un freno serio a las políticas destructivas del gobierno. Ya sea porque se acomodaron al programa «libertario», ya sea porque especulan electoralmente, ya sea porque están desconcertados o divididos.
–Pero, en cambio, ¿no hay una definición fuerte cuando llaman a detener «el proyecto de muerte sostenido por un Gobierno aliado al capital y al club de los multimillonarios internacionales?
—Esto es lo que tiene de saludable la Argentina: que cuando falla el Estado, cuando falta la política, la sociedad civil sale a la calle y se organiza. Salvando las obvias distancias, en 1976 los partidos se guardaron, y salieron a la calle las madres, se crearon los organismos de derechos humanos, los colectivos intelectuales contraculturales.
–En el documento, aseguran que Argentina tiene «un notable acumulado de fuerzas de la Tierra. ¿Cómo piensan seguir, cuáles son los cursos de acción?
—En principio, vamos a convocar a una suerte de asamblea pública, donde un par de actrices o actores leerán el texto de la convocatoria. Y donde 3 o 4 exponentes de diversas dimensiones de la cultura y la sociedad, como la literatura, el arte, la investigación, la justicia, la transición energética, etc., propongan algunas líneas. Y luego, se abrirá el debate. Será importante reunir 100, 200 o 300 personalidades de la cultura en una suerte de foro abierto, y escuchar, escucharnos. Allí veremos cómo sigue. Ojalá podamos constituir un espacio permanente de reunión, reflexión, debate, pronunciamiento, por fuera y más allá de cualquier coyuntura electoral, un espacio independiente de la cultura.
–Usted dice que no es el portavoz del movimiento, pero ¿de hecho no representa una manera de interpretar la realidad del país?
–Por supuesto, extraigo ideas que se gestaron colectivamente. Pero estas declaraciones son mi resumen y mi expectativa. Estoy seguro de que si estuvieran acá conmigo alguno de mis colegas, pondría matices, añadiría otras variables. Como en todo colectivo.