Un viaje por Lavantina

No hay que fijarse sólo en lo que Milei dice. También hay que prestarle mucha atención a lo que hace. La derrota de su DNU. La discusión constitucional. Las cargas contra la vice. El intento de convertir Rosario en Ciudad Juárez y la Argentina en una catástrofe. Qué dijo un ministro de Bukele. Y una historia de trolls que experimentó en carne propia un misterioso periodista.

Advierte la etiqueta en la gaseosa: “Consumir preferentemente antes de la fecha indicada en el envase”. Claro que para toparse con esa frase hay que munirse de una buena lupa. Y tener suerte después, porque casi nunca aparece la fecha indicada en el envase. Un tema para bromatólogos. Pero además del control sanitario, un problema grave para Su Excelencia Javier Milei. No porque tome o no Coca, que es un asunto privado suyo. No. Es porque no pasó nunca que las botellas queden fijas en las góndolas, intocables por su precio como un champagne francés. Una postal de época.

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Con o sin Coca, Su Excelencia no terminó bien la semana. El jueves 14 de marzo quedará marcado como el día en que sufrió otra dura derrota parlamentaria. El Senado rechazó el famoso DNU 70 de diciembre de 2023 por 42 votos contra 25. Cuatro senadores se abstuvieron, entre ellos el presidente del radicalismo bonaerense, Maximiliano Abad, que no siguió el voto negativo del presidente del partido, Martín Lousteau. Los trolls de Su Excelencia hicieron un enorme esfuerzo antes, pero debieron hacer otro después. Antes, para advertir. Después, para denostar a los senadores e incluso a la vicepresidente, como se hace llamar la presidenta del Senado Victoria Villarruel. El ejército trollero nunca se preguntó si el equipo íntimo de VV, donde abundan los hijos de represores, reivindica a sus padres o simplemente pertenece a la antigua familia militar de la dictadura. Su obsesión era otra: cargó contra ella porque supuestamente traicionó a su jefe al aceptar que el reglamento del Senado obligaba a tratar el DNU.

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Los abogados de Su Excelencia se dedican más bien al Derecho administrativo, esencial para privatizar empresas públicas. Si tuviera algún constitucionalista a mano, debería preguntarle por un tema que planteó el experto Raúl Gustavo Ferreyra. Dice el profesor Ferreyra que la Constitución estipula en su artículo 99, inciso 3, un “expreso tratamiento” del decreto del que se trate. Una ley, la 26.122, recogió ese principio. Sostiene Ferreyra: “Desde tales bases jurídicas, sin discutir si el reglamento es igual o superior a la ley, la Constitución con su imperatividad normativa es la que decide la necesidad del tratamiento: expreso, inmediato. Ahora, con las mayorías y minorías presentes. La Constitución no puede ser desobedecida o puesta en suspenso por un reglamento de un órgano”. En otras palabras: el reglamento alcanzaba, pero si no hubiera sido así de ninguna manera podía haber sido considerado superior a la Constitución.

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Su Excelencia y equipo de trolls juega a abrumar. Su Excelencia es hiperactivo. Habla, tuitea y ataca. Eso es parte de su ADN político, y también del ADN de las extremas derechas en todo el mundo. Y el que se marea no entiende. No entiende, por ejemplo, que Su Excelencia gobierna hasta el momento con dos instrumentos. El principal es la dupla que forman la licuadora y la motosierra. La licuadora de ingresos de los trabajadores, formales e informales, y de las pymes. La motosierra pulveriza organismos de control que son privativos del mundo capitalista pero no del faro de Occidente, como Su Excelencia caracteriza el futuro deseable de la Argentina. El segundo instrumento es el DNU. Rige desde diciembre y seguirá rigiendo la vida cotidiana si es que la Cámara de Diputados no imita la valentía de sus colegas de al lado. Héctor Daer, secretario general de la CGT, lo dijo después del discurso de Su Excelencia ante la Asamblea Legislativa: “Lo que tenemos que frenar en forma urgente es el DNU”. Según el CELS y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, el DNU “no cumple los requisitos constitucionales para su validez” porque “no surgen de sus fundamentos argumentos suficientes que den cuenta de las circunstancias de fuerza mayor que impiden a las cámaras del Congreso debatir cada una de las reformas comprendidas en él”.

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El DNU 70 de Su Excelencia introduce cambios en la salud y las prepagas, la vivienda, las relaciones laborales, los contratos, el código civil y las finanzas. Como además es invocado como fundamento en decisiones como la quita de fondos de fomento a las provincias, también esas decisiones estarían contaminadas por la inconstitucionalidad de origen. Este último argumento figura en la presentación que hizo ante la Corte Suprema de Justicia el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, patrocinado por el fiscal de Estado Hernán Gómez. La Corte todavía no se pronunció, aunque la presentación de la Provincia incluye también un pedido de medida cautelar. Es decir que la Corte suspenda la ejecución del recorte hasta que resuelva el tema de fondo. El gobernador de La Rioja, el también peronista Ricardo Quintela, fue uno de los que dijo de entrada que el DNU significaba “darle la suma del poder público al Presidente”. Algo que en la Constitución figura como traición a la patria.

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A la presentación ante la Corte el gobierno de Kicillof le suma cada día nuevos datos sobre la crisis. El ministro de Economía Pablo López informó que en el primer bimestre de 2024 la recaudación total cayó un 11,9 por ciento respecto al mismo bimestre enero-febrero de 2023. Tuiteó también López: “Entre enero y noviembre, los salarios de los trabajadores estables se desplomaron 18 puntos. Es la mayor caída bimestral registrada, aún más rápida que en la salida de la crisis de 2001. Como era esperable, el mercado interno está sufriendo gravísimas consecuencias”. Un costado que suele subestimarse es que la baja de recaudación de provincias importantes como Buenos Aires agrava el problema de la coparticipación. Dando por cierto que es injusto el porcentaje del reparto –Buenos Aires aporta el 39 por ciento y recibe el 22– las cosas empeoran para el país entero si la mirada va más allá de los porcentajes. Menos recaudación significa menos dinero. Para todos. Para las provincias que lo reciben y lo transfieren. Para el Estado que los reparte. Y para las provincias que, por lógica, recibirán cada vez menos. “No hay plata”, es la consigna de Su Excelencia. Parece estar complementándola con otra: “Que no haya plata”.

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La ministra de Su Excelencia que más criticó el rechazo al DNU en el Senado fue una representante de la nueva política, sin experiencia ni trayectoria en otros partidos, homónima de la candidata de Juntos que ni siquiera entró al balotaje: se llama Patricia Bullrich y está a cargo de Seguridad, el mismo puesto que ocupó con Mauricio Macri su homónima de Cambiemos. Bullrich está empeñada en que Rosario pase de ser una tragedia solucionable a una catástrofe a la mexicana. No es la primera en concebir de esa manera el problema de las drogas. El presidente de los Estados Unidos Richard Nixon fue quien primero se refirió a la lucha contra el narcotráfico como una guerra. Ocurrió a comienzos de los años ’70, antes de que saliera volando por espiar a los demócratas en el edificio Watergate. Muchos años después, en 2007, el presidente conservador mexicano Felipe Calderón también le declaró la guerra al narco y, para ser consistente con la palabra “guerra”, involucró a las Fuerzas Armadas. Desde ese momento el cálculo en México es que murieron 350 mil personas. La abrumadora mayoría no está formada ni por narcos ni por policías ni por militares. Miles de oficiales fueron comprados con cañonazos de un millón de dólares, como acostumbra decir el ex jefe del Ejército Martín Balza cuando explica por qué es suicida meter a los militares en la seguridad interior. Y el narco, bien gracias, porque en el país contiguo está la demanda y porque sus científicos son creativos: avanzan con las drogas sintéticas. Esta misma edición de ¿Y ahora qué? publica una entrevista de 1991 nada menos que con Milton Friedman, el economista ultraliberal más importante de la historia. Ya en ese momento Friedman opinaba que la criminalización del narco, tipo Ley Seca, estimula el negocio sucio y produce como mínimo diez mil muertes al año. Su Excelencia cita selectivamente a Friedman. Sería bueno como inspiración para imponer un falso déficit cero. Sería malo en drogas porque seguir sus ideas implica, para Su Excelencia, abandonar el enorme atractivo político de una guerra en Rosario: distrae, aplasta al gobernador Maximiliano Pullaro y siembra el estereotipo, no comprobado por ningún hecho, de que Rosario es el embrión de Ciudad Juárez. Mientras tanto, no parece haber interés alguno en hurgar qué pasa en la Bolsa de Rosario. O en el puerto de la ciudad. O en el cercano puerto de San Nicolás. O en el origen de la fortuna que ostentan algunos vecinos las grandes torres de la ciudad. O en Nordelta. O en sociedades de Bolsa de la City porteña.

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En La Tecla Eñe Marcelo Brignoni, analista político, y rosarino de nacimiento, para más datos en el Barrio Las Delicias e hijo de un obrero metalúrgico, escribió una nota titulada “Disculpas a Rosario”. Dijo Brignoni: “El narcotráfico no prolifera en ningún lugar sin financistas blanqueadores. Desde Al Capone para acá, el crimen organizado no puede funcionar sin contadores y abogados propios, y jueces y fuerzas de seguridad alquiladas. Como parte de la asociación ilícita, vendrán después empresarios que transformen el dinero del delito en inversiones palpables y bienes inmuebles duraderos”. Agregó Brignoni: “Nadie quiere mirar para ese lado. Tampoco buena parte de la sociedad, sobre todo la nueva burguesía rosarina, pobladora creciente de incipientes y numerosos barrios cerrados. No quiere que le digan que su vecino es narcotraficante, porque le resulta más cómodo pensar que los narcos son esos negritos de motomel de alguna villa de la periferia rosarina”. Si, según Brignoni, persiste la indiferencia ante “la corrupción estructural del establishment rosarino”, esa elite “seguirá llenándose los bolsillos de dinero manchado con sangre”.

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A menos que considere que Clarín es colectivista, socialista o comunista, si Su Excelencia leyera al periodista Pablo de León, siempre bien informado, conocería esta noticia: “La sorpresa atravesó al Gobierno nacional cuando, el último domingo, Gustavo Villatoro, ministro de Seguridad de El Salvador, la llamó a Patricia Bullrich. Con tono cortés, el salvadoreño le dijo: ‘Es un error muy grave lo de la foto, están equivocados; eso solo lo podés hacer cuando las bandas ya están neutralizadas y tenés el control total de la calle’. Las imágenes de los narcos en las cárceles santafesinas fueron tras procedimientos del gobierno de Maximiliano Pullaro, que actuó con mano dura contra los jefes narcos y de paso habría mandado un mensaje a los abogados, contadores y financieras que siguen activos con el negocio criminal de Santa Fe”. El padre del playero Bruno Bussanich, uno de los asesinados al voleo por los sicarios como represalia por el operativo de Pullaro, fue tajante: “Quisiera decirle a Patricia Bullrich que se está poniendo la chapa de Bukele y le falta mucho. Nos dejaron desprotegidos y no se puede salir a la calle… Ellos se mataban entre sí, pero ahora nos matan a nosotros”.

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Los homónimos están de moda. El último fin de semana un tal Martín Granovsky tuiteó en X lo siguiente: “¿En serio @PatoBullrich y @JMilei quieren meternos en una ‘guerra’ contra el narco? México declaró la ‘guerra’ en 2007. Ya pasó los 350 mil muertos. ¿No sería mejor abandonar la timba financiera y el proyecto de dolarización? ¿O quieren que muera gente mientras el lavado sigue?”. Consultado para esta nota, Granovsky dijo estar sorprendido por el impacto de su posteo. “No sabía que yo era como L-Gante”, dijo. “Jamás me pasó llegar, como esta vez, a 237 mil visualizaciones. Seguramente mi posteo fue el pináculo de la genialidad, pero sospecho que además el Presidente les dio zona liberada a sus trolls. Inundaron la red del pobre Musk y me dijeron de todo. Aunque, como diría el chiste, de refutar ni hablar, ¿no? Los trolls, fuesen máquinas o personas físicas, me preguntaban qué tenía que ver una cosa con la otra. Pero en ningún momento reconocieron que una cosa, o sea la violencia, sucede porque hay otra cosa: los narcos disputan territorio y saben, a la vez, que blanquear dinero es muy fácil. Si eso pasa hoy, no quiero ni imaginarme el paraíso del lavado en que se convertiría la Argentina en caso de dolarización.”

El periodista incluso sugirió un nombre para el nuevo país/paraíso, pero antes dijo que cruzaría los dedos para evitar que fuese necesario usarlo: Lavantina.