Yuyo verde

Después de tres años de extrema volatilidad, los precios de las materias primas podrían estabilizarse en 2024. La complejidad de los cereales. El futuro del hidrógeno.

Se suele olvidar que el primer imperativo del desarrollo es comer. La mayoría de los argentinos por estos días, lamentablemente, lo están recordando en carne propia. Cómo será la cosa que los historiadores constataron que entre principios del siglo XIX y mediados del 20, la masa corporal del promedio de los seres humanos se duplicó, y aumentó la estatura promedio. La alimentación, con ser primigenia y decisiva de cara al desarrollo, no le quita relevancia a las innovaciones tecnológicas. Echarle una mirada a lo que sucedió y se espera que suceda –entre nosotros- con la soja y lo que viene aconteciendo –extramuros- en materia de hidrógeno como combustible, habla de una y otra cosa y cómo se vinculan en relación con el interés nacional.

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La tabla que resume los resultados del comercio exterior argentino de los dos últimos años deja en claro que la sequía, al bajar la incidencia de la soja, hizo que las exportaciones totales no cubrieran las importaciones totales. La Argentina incurrió en un déficit de 6.926 millones de dólares. Por hipótesis, si el saldo del comercio exterior de la soja hubiera sido en 2023 similar al de 2022 -manteniendo todo igual- en vez de déficit hubiera habido un superávit comercial de casi 7.000 millones de dólares. Si no se pierde de vista que junto a la soja–prácticamente- el 50 % de las exportaciones argentinas provienen del agro, tanto sea como materia prima o como manufactura de origen agropecuario (MOA), lo que pasa en el mercado mundial revista espacial interés.

Unas semanas atrás en el blog del FMI, los economistas de ese organismo Jorge Álvarez, Mehdi Benatiya Andaloussi y Martín Stuermer alertaban que “la fragmentación geoeconómica amenaza la seguridad alimentaria y la transición a energías limpias”. Se basaron en el capítulo 3 de Perspectivas de la economía mundial de octubre de 2023, regularmente editado por la autoridad monetaria mundial. Ahora que los legisladores republicanos en el Congreso estadounidense se niegan a seguir financiando la guerra en Ucrania y China y los EE.UU. muestran serios indicios de entrar en una recesión de pronóstico reservado, vale considerar lo que Álvarez y compañía puntualizan: “La invasión rusa de Ucrania en 2022 fragmentó los principales mercados de materias primas. Desde entonces, los países han restringido el comercio de materias primas, con un aumento de más del doble en las nuevas medidas de política en relación con 2021”.

Para que al circo no le falte nada, Tucker Carlson, el ex presentador de Fox News, habló antes de entrevistar al presidente ruso Vladimir Putin. “La mayoría de los estadounidenses no tienen idea de por qué Putin invadió Ucrania ni cuáles son sus objetivos ahora (…) Los estadounidenses tienen derecho a saber todo lo que puedan sobre una guerra en la que están implicados y nosotros tenemos derecho a contárselo”, dijo Carlson en un video del martes publicado en el sitio de redes sociales X desde Moscú. Huelga traer a colación que en 2022 Carlson manifestó respecto del presidente ucraniano que “a (Volodímir) Zelenskyy no le interesan la libertad y la democracia. De hecho, Zelenskyy está mucho más cerca de Lenin que de George Washington. Es un dictador. Es un autoritario peligroso que ha utilizado cien mil millones de dólares de los impuestos estadounidenses para erigir un estado policial de partido único en Ucrania”.

Volviendo a Álvarez y compañía, recaban datos de modelos para simular resultados. De acuerdo a lo que arroja esa modelización, “si bien las pérdidas económicas mundiales a largo plazo de alrededor del 0,3 % seguirían siendo relativamente modestas debido a los efectos compensatorios en los países productores y consumidores netos, los países de bajos ingresos y otros países vulnerables serían los más afectados. En nuestras simulaciones ilustrativas, podrían enfrentar pérdidas de producto interno bruto a largo plazo de 1,2 % en promedio, debido en gran medida a perturbaciones en las importaciones agrícolas (…) Para algunos países, las pérdidas podrían superar el 2 %. Esto exacerbaría las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria, ya que los países de bajos ingresos dependen especialmente de las importaciones de alimentos para alimentar a su población”.

Mercados irrompibles fragmentados

Estos economistas del FMI explican que “nuestra investigación indica que la fragmentación de los mercados mundiales de materias primas en dos hipotéticos bloques geopolíticos, basada en la votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas de marzo de 2022 exigiendo a Rusia que ponga fin a su guerra contra Ucrania, podría provocar importantes oscilaciones de precios. También podría causar amplias diferencias de precios entre bloques, particularmente de minerales críticos para la transición verde y productos agrícolas altamente comercializados”.

La economía mundial está tan entreverada que los bloques que simula el FMI no parecen factibles de materializarse y menos afectar el comercio de materias primas, normalmente fuera de esos avatares. Si hasta en la Guerra Fría no se la daba gran bolilla al asunto… La Argentina de la dictadura genocida no tuvo inconvenientes en 1980, cuando la Unión Soviética invadió Afganistán y Estados Unidos declaró un embargo cerealero, en romperlo y seguir exportando a los rojos. 

Algunas lecturas apuradas de estas inverosímiles simulaciones de bloques en extremo improbables y sus hipótesis de aumentos de precios de 500% pueden llevar a equívocos muy serios en materia de política exterior, como por ejemplo manifestar la eventual negativa a comerciar con comunistas por inmorales. 

Con los pies más en la tierra, las “Perspectivas 2024 de las materias primas” de Economist Intelligence Unit (EIU) de enero de 2024 tiene como idea fuerza que la economía mundial encuentra precios resistentes de las materias primas “mientras soplan vientos de frente”. EIU espera “un fuerte aumento en la producción de soja (debido a una cosecha excelente en Argentina, que en realidad se beneficia de El Niño), lo que hará bajar los precios de la soja a lo largo del año”. En tanto “la retirada permanente de Rusia de la Iniciativa de Cereales del Mar Negro plantea otro riesgo al alza para los precios mundiales de los alimentos, en particular el trigo, el maíz y las semillas oleaginosas. Sin embargo, hasta ahora el impacto sobre los precios ha sido moderado, ya que Ucrania ha logrado exportar cereales y semillas oleaginosas a través de rutas alternativas por carretera y ferrocarril a través de las fronteras occidentales del país”.

De forma general el informe de EIU pronostica lo siguiente: “Después de tres años de extrema volatilidad, se espera que los precios de las materias primas se estabilicen en términos generales en 2024. Este aparente estancamiento puede resultar sorprendente dados los numerosos vientos geopolíticos en contra que azotan a la economía mundial en este momento. Estos van desde condiciones climáticas adversas hasta la escalada del conflicto en el Medio Oriente y el aumento vertiginoso de los fletes debido a la interrupción de las rutas marítimas a través de los canales de Suez y Panamá”.

Hidrógeno

A principios de semana, el sitio de noticias norteamericano Axios dio cuenta que las perspectivas para los vehículos propulsados por hidrógeno están mejorando después de décadas de exageraciones insatisfechas, gracias a un apoyo federal sin precedentes y una mayor inversión privada.

Las celdas de combustible de hidrógeno producen electricidad mezclando hidrógeno y aire, con vapor de agua como único subproducto. Eso los convierte en una solución climática prometedora, especialmente como reemplazo de los ruidosos camiones diésel y los equipos industriales que generan carbón. Además, ofrecen una mayor autonomía que las baterías de los vehículos eléctricos y el repostaje es mucho más rápido que la recarga.

A pesar de su reputación como fuente de energía abundante y libre de contaminación, el hidrógeno no ha logrado despegar como combustible por muchas razones prácticas. Es desde hace décadas un Prometeo irremediablemente demorado. La producción de hidrógeno proviene principalmente del gas natural, lo que socava sus beneficios medioambientales. Hay formas de producir hidrógeno de forma mucho más limpia utilizando energías renovables, pero hasta el momento su costo es prohibitivo. Además, no existe una red de distribución a nivel nacional.

Axios informa que “dos medidas políticas recientes de Estados Unidos para impulsar el hidrógeno están resucitando el optimismo para los vehículos de pila de combustible. En octubre de 2023, la administración Biden otorgó 7.000 millones de dólares de la ley de infraestructura de 2021 para establecer siete centros regionales para la producción de hidrógeno (…) En diciembre de 2023, el Tesoro de los estados Unidos propuso reglas para que las empresas reclamen lucrativos créditos fiscales por la producción de hidrógeno limpio en virtud de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por su sigla en inglés) de 2022. La IRA también incluye incentivos fiscales para vehículos de celdas de combustible, infraestructura de hidrógeno y almacenamiento de energía”.

La administración Biden hizo el primer movimiento para que todo ese gasto gubernamental estimule decenas de miles de millones más en inversiones privadas en hidrógeno. Comenzó a suceder: General Motors y Honda han empezado a producir celdas de combustible en una fábrica cerca de Detroit, para impulsar una nueva versión híbrida que se enchufa de celda de combustible del utilitario crossover CR-V de Honda que saldrá esta primavera boreal (marzo, abril, mayo). También entrarán en una línea de mezcladoras de cemento, camiones volquete y camiones de basura impulsados por hidrógeno que GM está desarrollando con Autocar Industries, un fabricante de camiones pesados. Y GM tiene una nueva empresa conjunta con Komatsu para desarrollar camiones mineros propulsados por celdas de combustible. 

Otros fabricantes de camiones también están lanzando al mercado camiones de celda de combustible, incluidos Toyota, Hyundai y la startup Nikola. La empresa Cummins –con filial en la Argentina- tiene su propio giro: está desarrollando motores de combustión de hidrógeno, que queman hidrógeno en lugar de combustible diésel, a diferencia de las celdas de combustible, que generan electricidad para impulsar un motor. Sus rivales Daimler Truck y Volvo Group se unieron en una nueva empresa de celdas de combustible llamada Cellcentric que apunta a aumentar la producción a gran escala para 2025. 

Todas estas iniciativas se están acelerando al amparo de subsidios de sus respectivos gobiernos. Los ambientalistas de todos los países donde se lanzaron incentivos fiscales a la producción de hidrógeno, temen que si no se toman los recaudos necesarios pueda terminar aumentando las emisiones de carbón en un tramo considerable del largo camino que tienen que recorrer para ser comercialmente viables sin contaminar.

Los analistas del mercado automotor entienden que el hidrógeno puede tener sentido para el transporte por ruta de larga distancia y las operaciones logísticas de carga las 24 horas del día, donde el tiempo es dinero. Pero los vehículos familiares de celdas de combustible siguen siendo un nicho pequeño. Ponen como ejemplo a los estados Unidos, donde se han vendido menos de 18.000 vehículos familiares desde 2012, y el país tiene solo 55 estaciones de servicio de hidrógeno disponibles, todas en California, donde las normas de cero emisiones son más estrictas. Aun así, vale la pena señalar que ninguno de los primeros actores, incluidos Toyota, Hyundai y BMW, se ha rendido.

Las barbas en remojo

Es obvio que plantear que la clave política del buen comportamiento de la sociedad civil es liquidar los subsidios estatales, a la visita de la experiencia internacional resulta contraproducente, además de ridículo. El hidrógeno no iba más rápido porque no se lo subsidiaba. Y la seguridad alimentaria no es moco de pavo. Esto en un país que produce alimentos -como se dice- para 400 o 500 millones de almas y tiene la mitad de su población a los saltos por un bizcocho, es muy irritante por estúpido, cruel e innecesario.

Con diferentes grados de importancia y jerarquización el desarrollo de las fuerzas productivas implica vigilar, entre otras cosas, la alimentación y la innovación tecnológica. La cuestión de las prioridades se plantea inmediatamente cuando se cae en la cuenta de que no es la innovación creada localmente la que condiciona la industrialización, sino la industrialización general del país, que es el requisito previo para la capacidad de innovar. Se imitan las innovaciones de los demás, se industrializa y, a su debido tiempo, comienza a innovar.

Ahí es que se observa el criterio adecuado de los subsidios. El beneficio asegurado por el subsidio, ahorrado-reinvertido, para la sociedad solo puede ser un medio. El fin es un ingreso que no se puede guardar ni reinvertir. Estos ingresos son los salarios. En una perspectiva macroeconómica, el beneficio adicional de hoy solo sirve para producir los salarios adicionales del mañana. De ello se deduce que la magnitud pertinente para medir el nivel económico de una nación no es la relación valor agregado / número de empleados, sino la relación entre el componente primario de este valor agregado, la masa de salarios, y el número de empleados. El resto es literatura.

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