Mientras el presidente Javier Milei asumía en España un comportamiento con derivaciones diplomáticas tan escandalosas como innecesarias, en la provincia de Misiones se desenvolvía una protesta de las fuerzas policiales y gran parte de los trabajadores estatales que adquiriría, de trascender hacia otras jurisdicciones, dimensión y trascendencia imprevisibles.
El presidente Milei viajaba con gracejo a España, acompañado por gran parte de sus íntimos y su comitiva de costumbre, en una excursión que bien podría ubicarse en la línea divisoria entre lo público y lo privado, con los recursos insumidos ad hoc, cuando en la provincia de Misiones se acuartelaba la Policía reclamando mejoras salariales, y se plegaban docentes y trabajadores de la salud. Pese a la llegada de fuerzas de Gendarmería y Prefectura, los manifestantes uniformados de toda la provincia reunidos especialmente en el Comando Radioeléctrico I de Posadas anunciaban que continuarían el acampe y resistirían hasta las últimas consecuencias porque las negociaciones, mientras Milei destinaba sus energías a insultar alevosamente a las autoridades españolas en un acto organizado por la formación de ultraderecha Vox en Madrid, no parecían encarrilarse positivamente.
Como es sabido, para el personal estatal que se desempeña en los organismos de seguridad interior, tanto a nivel nacional como provincial, está vedada hasta el momento la posibilidad de organización gremial, motivo por el cual sus remuneraciones y condiciones laborales no pasan por paritaria alguna, y sus reglamentos establecen unilateralmente tratamientos específicos para determinadas situaciones. El tema no es novedoso y mereció análisis y debates en varias oportunidades, e incluso llegó a la Corte Suprema de Justicia, la que sentenció en 2017 (aunque con dos votos en disidencia) que el personal de la Policía de Buenos Aires no tiene un derecho colectivo a sindicalizarse por no estar así reconocido expresamente en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Por añadidura cada vez que la cuestión se trató en el Parlamento, e incluso en algunas legislaturas provinciales, la seguridad fue considerada un servicio público esencial. Y como debería garantizarse su efectiva prestación, y los empleados estatales encargados de la misma se hallan sujetos a un régimen jerárquico y disciplinario propios de las fuerzas de seguridad, la sindicalización y ciertos derechos que le son inherentes, como el derecho a la huelga absoluta, devendrían incompatibles.
Ahora bien, mientras se aguardaba una crecida extraordinaria del Río Iguazú por las últimas lluvias registradas en el Brasil y se clausuraba preventivamente el circuito Garganta del Diablo, principal atractivo turístico de las Cataratas, ¿qué más sugería la protesta de la policía misionera? Ante la gravedad de los hechos podría deducirse que quizás estén en lo cierto quienes argumentan que sindicalizar a trabajadores estatales armados implicaría grandes riesgos para la verticalidad de la cadena de mandos, potencial politización de las fuerzas policiales y, en caso de huelga, puesta en acto de serios agravios a la paz social. Pero mientras no se hallen canales que den cauce a la exigencia de mejores condiciones laborales y habiliten el acceso a una negociación colectiva, o se establezca una sindicalización de los trabajadores de las fuerzas de seguridad con algunas restricciones y limitaciones para compatibilizarla con la seguridad pública, continuarán vulnerándose derechos humanos, económicos y sociales de una franja de los trabajadores estatales que actualmente constituyen los menos contenidos y peor remunerados del sector público.
Pero lo escrito hasta aquí arroja luz sobre algo también sugerido por la protesta en Misiones, habida cuenta de que su desenvolvimiento viene insumiendo varias jornadas durante las cuales los efectivos deben soportar, como en otras oportunidades, sanciones que van desde el traslado (y alejamiento de sus familiares) hasta la cesantía. Entonces a las reivindicaciones que dieron origen al conflicto se agregará después la rectificación de estas últimas decisiones de los mandos para llegar a un acuerdo, con lo cual se incrementará su complejidad, aunque nadie pueda garantizar, como también lo demuestran experiencias pasadas, que los principales animadores de la protesta no terminen separados de la fuerza. Quiere decir entonces que a raíz de la modalidad contractual de los participantes de la protesta policial, sujetos a un régimen jerárquico y disciplinario, éstos ponen en juego más que los docentes y los empleados de la salud, por ejemplo, aunque respondiendo a los mismos motivos. O sea que demuestran con su accionar, de manera más elocuente y teniendo en consideración lo que ponen en juego, la profundidad del salvaje ajuste al que sometieron al país entero las políticas actuales, rigoreando especialmente a los jubilados, los trabajadores y la clase media.
En Misiones también la inflación es insoportable y no hay salario que alcance, al tiempo que la recesión afecta no solamente a la actividad forestal industrial sino también a la agricultura, desde la yerba mate, té, tabaco y caña de azúcar, hasta algunos cítricos y otros cultivos como banana, ananá o mandioca. Se trata de un contexto extrapolable al conjunto del país, y la protesta señala el ingreso en una zona de crecientes turbulencias, habida cuenta de que cuando las autoridades provinciales ofrecieron un 10% de aumento para los trabajadores estatales civiles y un 20% para los uniformados, no hubo acuerdo. Pero los manifestantes además informaron a la requisitoria periodística que al recibir las facturas por el suministro eléctrico constataron que no podían pagarlas porque en muchos casos superaban el 30% de sus ingresos. Respecto del gas, y el hecho también puede considerarse desde la perspectiva de las inconsistencias del híper ajuste en curso, después de haber pegado fuerte en los bolsillos de los consumidores el gobierno anunció que las tarifas previstas para mayo de 2024 (Resolución 224/2024 del ENARGAS) no se aumentarían, a fin de contener su impacto inflacionario cuando se incrementa fuertemente la demanda en los hogares por la llegada del frío. La Secretaría de Energía informó que la medida sería necesaria para consolidar la tendencia a la baja de la inflación iniciada por el gobierno, al tiempo que el ENARGAS notificaba a las empresas transportistas y distribuidoras que debían abstenerse de actualizar los precios vigentes desde el 3 de abril. Hasta el vocero presidencial Manuel Adorni se mostró entusiasmado con la noticia y dijo que “el recorte del gasto público de shock que hicimos para equilibrar las cuentas tuvo resultados más veloces de lo esperado”, y agregó que “cuando tenés superávit fiscal podés dosificar cómo debe recaer el peso (de los ajustes) en determinados sectores de la sociedad y no ponerles una espada en el cuello”. Por su parte el ministro de Economía también abordó la cuestión y dijo, sincerándose, que la decisión apuntaba a bajar la inflación y se justificaba en un supuesto colchón fiscal “porque estamos cómodos en lo fiscal, priorizamos bajar la inflación y no cargar más con gastos de momento a la clase media”.
No obstante la evolución de los hechos en la provincia de Misiones el presidente Milei se presentó con aire triunfalista en el acto organizado por Vox en la capital española, y luego de cantar como de costumbre y a capela el arranque del tema Panic show de la Renga, dijo: “Ya estamos a cinco meses de que asumí y estamos cumpliendo a rajatabla la promesa que les hicimos a los argentinos: hemos reducido la inflación mes a mes, hemos bajado la tasa de interés, estamos haciendo el ajuste más grande y abrupto de la historia humana y para el espanto del zurderío, la gente nos sigue apoyando. Por eso llora la izquierda nacional e internacional.” Ciertamente las acrobacias del ministro de Economía postergando compromisos financieros, encogiendo jubilaciones y pensiones y parando la obra pública (sin pagar siquiera los gastos de mantenimiento, como lo probó el accidente ferroviario en Palermo), participan del fenómeno que tanto enorgullece al presidente. Y mientras en el Parlamento se debate el paquete fiscal con la reversión del Impuesto a las Ganancias, novedades en el monotributo y Bienes Personales, la posibilidad de un blanqueo de capitales y una moratoria impositiva, las provincias habrán de financiarse hasta fin de año con la coparticipación del impuesto País y aumentando alícuotas de impuestos provinciales y municipales.
En ese marco Milei tomó la palabra en el acto de Vox, el domingo pasado. Durante su discurso calificó de “corrupta” a la esposa del presidente español, Pedro Sánchez y, como bien advierte la nota editorial del diario El País dando cuenta del episodio, “incluso un político provocador como él fue consciente de que insultar a un jefe de Gobierno extranjero en su propia casa sobrepasa todos los límites, por eso dijo que, a quienes le reprochan que hable así, les contesta que dar «la batalla cultural» a la izquierda es «un compromiso ineludible». Y para el que, por lo visto, vale todo.” También El País destacó que “Milei llevaba dos días en Madrid en una visita para la que no había pedido verse con Sánchez ni con el Rey, algo insólito tratándose de la primera vez que pisaba España desde que se instaló en la Casa Rosada”, y pese a que habían puesto a su disposición “las facilidades de seguridad y uso de infraestructuras –como aterrizar en la base de Torrejón– habituales para atender a un mandatario extranjero”. En otro orden, resulta preocupante que los insultos de Milei en un acto público (y proselitista) al presidente del país anfitrión no provocaran rechazo; “al contrario, los asistentes, encabezados por el líder de Vox, Santiago Abascal, se pusieron en pie para aplaudir”.
Como corolario después llegaron las consabidas exigencias de “disculpas públicas”, la negativa de Milei a formularlas, la elevación del conflicto diplomático, el retiro de la embajadora en Buenos Aires y Milei dando vuelta el reclamo de las autoridades españolas y exigiendo que fueran ellas las que se disculparan públicamente. Antes y después del acto de Vox en Vistalegre la ultraderecha aportó lo que mejor le sale: insultos a granel, descalificación del adversario (hasta demonizarlo) y, para ofrendarla en el altar del odio, la criminalización de los inmigrantes en situación irregular, el feminismo y las personas LGTBI+. Triste espectáculo, claro que sí, con el presidente Milei asegurando que el conflicto con Sánchez (a quien calificara, entre otras cosas, de cobarde) había sido coordinado con el kirchnerismo, y el presidente Sánchez dejando trascender que analizaría la posibilidad de prohibir el ingreso de Milei a España para recibir un premio a mediados de junio. Triste espectáculo, y parece aconsejable preservarse recordando al escritor checo Milan Kundera cuando aseguró, ante tantos odiadores fuera de control: “No puedo odiarlos porque nada me une a ellos; con ellos nada tengo que ver.”