Brasil: “Musk convirtió el conflicto en una cuestión de soberanía”

Entrevista con Tiago Ventura, investigador brasilero y profesor de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos. Dice que Musk debió retroceder frente al máximo tribunal de la Justicia brasileña porque “cada día que X está prohibido en Brasil constituye un día en que los usuarios construyen sus redes y su reputación en otras plataformas”, lo cual es terrible para la estrategia de negocios de X en Brasil.

Después de la escalada del conflicto entre Elon Musk y el Supremo Tribunal de Justicia (STJ) de Brasil, que alcanzó su pico producto del desacato informático de la compañía, empieza a verse la luz al final del túnel. El CEO de la plataforma X parece estar acatando las exigencias de la justicia brasilera. Todo lo indica, pagará la multa millonaria impuesta por los incumplimientos de la legislación de ese país, nombró a su nueva/vieja representante legal, y se aviene a bloquear las cuentas de usuarios investigados por diseminar información falsa. Una vez cumplimentado este proceso, X podrá funcionar de manera legar en Brasil. 

Tiago Ventura es investigador brasilero y profesor en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos. En los últimos años, se especializó en política y redes sociales; en particular, estudió la propagación de contenidos tóxicos en escenarios polarizados y se enfocó en las campañas de desinformación en plataformas digitales. Y ahora qué? aprovechó la controversia desatada entre Elon Musk y el juez de la Corte Suprema brasileña Alexandre de Moraes para comprender la multiplicidad de dimensiones que se desprenden de este episodio. En esta charla, el investigador carioca explica las implicancias de este conflicto político-judicial en la conversación pública digital y en la toxicidad que circula en las redes sociales. Advierte sobre la creciente preocupación que existe en la esfera política y académica por la opacidad de las políticas empresarias de las plataformas. Y reflexiona sobre los efectos de esta combinación de factores en la potencial desintegración de los pilares de un debate democrático tolerante y orientado al consenso comunicacional.

–¿Cuáles son las implicancias políticas del conflicto desatado entre el Supremo Tribunal Federal de Brasil y la plataforma X?

–En primer lugar, me gustaría contextualizar cómo llegamos hasta aquí. La decisión tomada por Alejandre de Moraes surge de una investigación de largo plazo que viene llevando a cabo la Corte Suprema sobre ciertos grupos que impulsaron campañas coordinadas en Brasil para difundir desinformación. Esas campañas no comenzaron con la elección presidencial de 2022, sino que se vienen dando desde las elecciones de 2018 y, con más fuerza, durante la pandemia. Esta investigación, que está bajo la responsabilidad de Alexandre de Moraes, ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil, reunió evidencia que apunta a grupos conectados con el espectro político conservador –políticos de extrema derecha, y en cierto grado, vinculados a la presidencia de Jair Bolsonaro y a miembros de su familia–, que lideraban campañas coordinadas para propagar desinformación. Las acusaciones recayeron fundamentalmente sobre grupos organizados conectados con actores políticos y miembros del anterior gobierno en Brasil. De Moraes es uno de los miembros vocales del Tribunal, que ha criticado y tomado decisiones muy importantes contra los intentos de Bolsonaro de cuestionar la legitimidad de los resultados electorales de 2022 y derrocar la democracia brasileña. Por esta razón, se convirtió en una figura pública clave y en un objetivo político para los grupos que están siendo investigados. 

–Después de haber escalado la confrontación entre el STF y Elon Musk, el dueño de X parece estar acatando los requerimientos de la Corte de Brasil. ¿Por qué creés que toma esta decisión en lugar de profundizar la batalla que desató contra la justicia brasilera? 

–Esta decisión responde a los costos de tener la plataforma prohibida en Brasil. En los cálculos políticos de Musk, no creo que haya previsto que de Moraes realmente prohibiría X en Brasil y lograría mantener la plataforma bloqueada durante tanto tiempo. De Moraes lo hizo, y su decisión fue respaldada por el Tribunal Supremo Federal. Así que, en este punto, Musk está prácticamente acorralado y con muy pocas opciones, que no sean cumplir con los requisitos del tribunal. Cada día que X está prohibido en Brasil constituye un día en que los usuarios construyen sus redes y su reputación en otras plataformas. Esto es terrible para la estrategia de negocio de X en Brasil.

–¿Qué papel ha jugado Elon Musk y su plataforma en el proceso de esta investigación judicial?

–En medio de este proceso, Elon Musk compró Twitter y quedó muy involucrado. Musk es un activista con una agenda política clara y eso quedó en evidencia cuando justificó públicamente por qué compró Twitter así como con su decisión de apoyar a Donald Trump aquí, en Estados Unidos. En los últimos meses, una vez más asumió una postura política al cuestionar las decisiones judiciales del Supremo Tribunal Federal de Brasil –entre las cuales figuran la solicitud de eliminar perfiles y ciertos contenidos de las redes que están siendo investigados–, que otras compañías de plataformas están cumpliendo. Estas decisiones legales pueden ser apeladas dentro del sistema judicial brasileño. Pero Elon Musk decidió cuestionarlas públicamente y convertir esto en una lucha política. El proceso escaló a tal punto que Musk cerró y removió a los representantes de la plataforma X en Brasil. Frente a esa actitud, dentro del sistema judicial brasileño no quedaba otra solución que aplicar el bloqueo de la compañía, tomada por De Moraes y confirmada por otros cinco miembros de la Corte Suprema. 

–¿Qué efectos tiene esta decisión en particular y, más en general, este conflicto político-judicial en la conversación pública digital en Brasil? 

–Es una nueva fase de la era digital, con un aumento de la polarización y la percepción de alineamientos políticos en el uso de las distintas plataformas en Brasil. Hace unos años, todos estaban en Facebook y muchas personas estaban en Twitter, con niveles más bajos de alineamiento político por parte de las plataformas. Hoy asistimos a una mayor fragmentación en el consumo de contenidos en medios sociales, con usuarios que usan determinadas plataformas en función de sus preferencias políticas. Con el bloqueo, por ejemplo, algunos usuarios comenzaron a usar VPNs para acceder a X. Incluso, ciertas autoridades de alto nivel, afines a una determinada posición política, siguen usando Twitter en Brasil. Esto ha generado la percepción social de que hay preferencias ideológicas muy definidas en la élite digital de X, así como en los propietarios de la plataforma en su conjunto. 

–La decisión Alexandre de Moraes de bloquear la red X, ¿es un problema de libertad de expresión o una cuestión de soberanía?

–Brasil es una democracia. Los jueces que están tomando esta decisión con la red X son los mismos que decidieron enviar a Lula a la cárcel, apoyando la decisión de un tribunal inferior que determinó que Lula era responsable de sobornos entre ramas del gobierno. Son los mismos que, unos meses después, revisaron su decisión judicial sobre Lula. Brasil es una democracia con un sistema judicial autónomo e independiente. Puede no gustarte el sentido de sus decisiones, pero bajo ninguna circunstancia podemos decir que esos juzgados tengan una agenda política conectada con el gobierno de turno o con otro tipo de autoridad. La decisión de Musk de despedir a los empleados y representantes de su compañía no le dejó otra alternativa a De Moraes, cuya decisión no incluyó al pleno de los 11 miembros de la Corte sino al primer grupo de la Corte, que es un cuerpo colegiado. Luego, esa decisión sí contó con el acuerdo de los miembros de este segundo nivel. En definitiva, la decisión de Elon Musk, violatoria de la legislación brasilera, convirtió este proceso en una cuestión de soberanía. 

–Vos trabajaste en la sección de moderación de la plataforma, cuando todavía era Twitter. ¿Qué tan necesario es que la compañía cuente con una sección de moderación de contenidos, especialmente durante una campaña electoral? 

–Trabajé poco menos de un año en Twitter, entre 2021 y 2022, en el momento en el que Elon Musk estaba comprando la plataforma. Creo que la moderación de contenidos es fundamental para cualquier plataforma de redes sociales que quiera funcionar en una sociedad democrática. La desinformación es una pequeña parte de lo que incluye la moderación de contenidos. 

–¿Qué otros aspectos quedan implicados en la moderación de contenidos?

–Por ejemplo, garantizar que la plataforma sea segura, que el contenido que allí circula –contenido pornográfico, abusos infantiles u otro tipo de actividades criminales– no infrinja las leyes de los países en los que opera. Las plataformas tienen diferentes enfoques sobre las políticas de moderación, pero todas cuentan con algún tipo de regulación de este tipo, porque esas políticas son, en gran medida, un reflejo de lo que los países y sus distintos sistemas legales exigen a las plataformas para operar en esos ámbitos. En definitiva, la moderación de contenidos debe existir en cualquier plataforma que quiera tener usuarios y protegerlos, atraer empresas que anuncien en la compañía y garantizar que los usuarios consuman esos productos. Amparado en la prerrogativa del absolutismo de la libertad de expresión, Elon Musk redujo su inversión en las áreas de moderación de contenido. Este enfoque de libertad de expresión que impulsa Musk le traerá problemas para que su compañía opere a gran escala. Brasil probablemente sea el primer gran problema que lo enfrenta a su posición absolutista de libertad de expresión. Pero bajo ese marco, tendrá problemas para que X funcione legalmente en Europa, por ejemplo, pensando en la Ley de Servicios Digitales (DSA). 

–La reducción de personal que aplicó Musk cuando compró Twitter afectó fundamentalmente el área de moderación de contenidos. ¿Qué efectos tuvo este aspecto en el conflicto con el Supremo Tribunal Federal de Brasil?

–Elon Musk redujo drásticamente el número de empleados ni bien compró Twitter, particularmente en aquellas áreas relacionadas con la moderación de contenidos. Los moderadores de contenidos ya no operaban en Brasil cuando se desató el conflicto judicial. Las personas que Musk despidió en el último mes eran abogados y representantes legales dispuestos a reaccionar frente a las decisiones judiciales que tomara De Moraes.

–Una discusión que fue creciendo en el último tiempo gira alrededor de la función editorial que tienen las plataformas. ¿Cuál es tu mirada –y tu experiencia laboral en Twitter– respecto del rol editorial de las redes sociales en la conversación pública?

–Creo que aquí hay una discusión interesante; señalo dos cosas al respecto. Por un lado, esta diferencia entre editores y productores es una preocupación muy importante en el sistema de regulación de las plataformas de Estados Unidos. Un ejemplo elocuente es que, en los últimos meses, Elon Musk y Twitter crearon un perfil oficial llamado “Alexandre Files”. Esta cuenta, con alta visibilidad y gran difusión, publica constantemente documentos relacionados con el proceso judicial entre X y las autoridades judiciales brasileras, de manera sesgada y abiertamente crítica. En esta ocasión, X deja de ser editor y se convierte en un productor sesgado de contenidos. No se trata de que los usuarios normales produzcan contenido y X los regule mediante la moderación, sino de una estrategia para instalar y aumentar la popularidad de la agenda política de Elon Musk entre los usuarios de la plataforma. No estoy tan seguro de cuánto importa esto para el sistema legal brasileño, pero sí es importante para las decisiones de regulación de las plataformas tomadas en Estados Unidos en los últimos años, enfocado en el rol de las redes sociales en el sistema mediático norteamericano. 

–En el último tiempo, Elon Musk introdujo una serie de cambios en su red social que tienen implicancias en nuestro consumo de contenidos. Ya no solamente vemos contenido de aquellas cuentas a las seguimos, sino que se prioriza la columna de la izquierda, llamada “Para ti”. En esa decisión, la plataforma implementa una combinación de criterios en la oferta de contenidos para los usuarios. ¿Cuál crees que es el objetivo?

–Estos cambios responden a cuestiones conectadas con el objetivo político de Elon Musk. En un contexto en el cual la cantidad de contenidos que circulan en Twitter ha disminuido severamente tomando el último año, se pasa de un feed cronológico en el que obteníamos lo más reciente que publicaban y compartían nuestros amigos a otro que mezcla lo que publican tus amigos con otro tipo de información. En esta nueva variante de contenidos “Para ti”, X se ha vuelto muy agresivo en sus recomendaciones. Esto coincide con un cambio más amplio en las plataformas donde cambia la lógica de popularidad de los contenidos, como ocurre con TikTok, que también tiene un algoritmo agresivo tendiente a mostrar los contenidos más populares. Esto va en detrimento de la calidad de la información que circula en X, que ha disminuido significativamente. En parte, esto se explica porque la empresa ha abandonado una moderación de contenidos que cuide la salud de la conversación pública. 

–También se alteraron los criterios –y requerimientos– para ser usuarios verificados en la red X. ¿Qué análisis hace de esta decisión, cuán coherente es con las otras decisiones de la compañía?

–Efectivamente, hubo un cambio en los requerimientos que se exigen a las autoridades más influyentes en la plataforma. Antes, el check azul (la verificación de la cuenta) requería que el contenido que compartían esas autoridades (influencers) cumpliera con determinados requisitos, lo cual los volvía más confiables. La mayoría de los usuarios sabían quiénes eran esas autoridades de la red y sus contenidos tenían una dinámica de activación más intensa porque eran más compartidos por los internautas. Esto cambió por completo con la decisión de Musk de eliminar la verificación azul en base a un criterio de reputación y convertirla en algo que los usuarios pueden pagar. Hoy, con un costo muy bajo se obtiene la verificación azul, con la que prácticamente se goza de los mismos beneficios que antes daba el check azul a las autoridades. Aumentar la propagación de contenidos en base al pago de unos pocos dólares redunda en una baja de la calidad de los contenidos que circulan en X. No contamos con investigación sistemática sobre este comportamiento, pero la evidencia anecdótica sugiere que la mayoría de los usuarios se quejan por la baja calidad de su experiencia en X. 

–En parte, esa investigación se redujo porque los datos de X ya no son públicos y el costo para acceder a ellos es prohibitivo. 

–Exacto, Elon Musk bloqueó el acceso de los investigadores a la API de X, por lo que es prácticamente imposible obtener datos de allí. Sin embargo, insisto en que la percepción general es que la calidad de las interacciones y las conversaciones ha disminuido. 

–En paralelo a la caída en el número de cuentas que participan de las conversaciones en la red X, se fue incorporando una serie de cuentas artificiales creadas con Inteligencia Artificial. ¿Cuáles son las implicancias políticas, comunicaciones y, más ampliamente, sobre el consenso democrático, de la incorporación de cuenta artificiales al debate público digital?

–Aún no sabemos cómo la IA cambiará las dinámicas de la desinformación, es un proceso muy nuevo. La biblioteca que existe hasta ahora sobre esta problemática está dividida. Puede ser que los efectos sean insignificantes y se concentren en un pequeño grupo de personas que consumen información intensamente. Pero también puede ocurrir que la consolidación de la IA y la accesibilidad de su uso hagan que las conversaciones sean más persuasivas, más fáciles de producir y compartir, y así aumente el impacto real de las campañas de desinformación coordinadas que circulan en las redes sociales. Creo que debemos esperar un poco para medir empíricamente estos comportamientos. El problema principal hoy es que, al tiempo que la tecnología está cambiando aceleradamente, los investigadores tenemos cada vez menos acceso a los datos de las redes sociales. Twitter ya no tiene una API pública, Facebook ha cerrado su API pública hace años, también CrowdTangle cerró el acceso público recientemente y TikTok promete un acceso a su API, que aún es super restringido. Lo que es seguro es que hoy tenemos más problemas para entender esos efectos de la circulación de contenidos en redes sociales que hace diez años.

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