Frente a la trasnacionalización de la economía, parece evidente que no se sale de los problemas que afectan a la economía del país solo exportando. La falta de dólares sigue siendo un problema y la solución no reside en establecer economías de enclave que no generan desarrollo industrial y tecnológico. La ausencia de una política industrial sostenible que implique desarrollo con inclusión es criticable porque el Estado entrega subvenciones y promociones innecesarias al sector privado que explota recursos rentables. Si no se avanza en un proyecto industrialista, aunque sea sustituyendo importaciones, la falta de divisas continuará siendo un problema endémico en la Argentina.
En las últimas décadas Argentina ha consolidado un modelo centrado en la exportación de materias primas, con independencia del signo ideológico del gobierno de turno. Tanto los neoliberales como los neokeynesianos han seguido el “mandato exportador” pero ninguno ha podido resolver el núcleo central del problema nacional: impulsar sosteniblemente un modelo de desarrollo inclusivo para la mayoría de sus habitantes. ¿Se puede salir del atolladero actual solo exportando más? ¿Les interesa a las empresas extractivistas y exportadoras financiar nuestro modelo de desarrollo?
En los párrafos que siguen pretendo analizar las posibles respuestas a las preguntas planteadas.
En las últimas décadas la estructura económica nacional no solo se ha transnacionalizado sino que también se ha financiarizado.
- La antigua restricción externa clásica se basaba en la falta de divisas necesarias para el crecimiento y el desarrollo interno (por ejemplo, mayores importaciones) en relación con las generadas por las exportaciones agrarias.
- Hoy no hay desarrollo interno. El mercado doméstico se ha achicado. Existe un retroceso económico con una distribución del ingreso cada vez más regresiva. Ha aumentado el empleo fragilizado (cuentapropismo y empleo informal). Ha crecido el endeudamiento progresivo que condiciona severamente la soberanía nacional y, sin embargo, siguen faltando divisas.
- En este marco existe un fuerte drenaje de divisas por pago de intereses de deudas externas, por pago de servicios de consultoría, royalties, ganancias, fuga de divisas, corrupción y evasión impositiva. En realidad, se generan divisas suficientes pero se pierden por conductos ineficientes para el desarrollo nacional.
- La mayoría de las empresas exportadoras son extranjeras o nacionales que actúan como si fuesen extranjeras. Operan con sus casas matrices o sus filiales externas, transfiriendo las ganancias, según convenga, y aportando localmente un bajo nivel impositivo. Muchas de ellas gozan de regímenes de promoción o incentivos innecesarios y se financian con tasas bajas desde el exterior, compitiendo ventajosamente contra las locales. Además, con sus excedentes circunstanciales hacen ganancias supletorias mediante el carry trade.
- En 2021 entre las 200 empresas más grandes del país exportaban el 67 % (52.000 millones de dólares) del total exportado (78.000 M USD), pero el increíble 56% (44.000 M USD) entre las 50 más grandes. Son las empresas que manejan el país.
- Obviamente hay que seguir exportando al mundo. Resulta desatinado e imposible en estos tiempos aislarse del mundo. El problema de fondo es que no se ha presentado a los ciudadanos una alternativa al modelo que ha fracasado, para resolver las causas del deterioro nacional. Lo nuevo es un proyecto industrializador moderno que permita generar masivamente empleo genuino de calidad, explicitando al mismo tiempo su forma de financiarlo.
- Las especializaciones productivas de exportación (soja, petróleo crudo y gas, minerales) no se fundamentan en verdaderos programas de desarrollo. No pretenden ampliar el mercado interno con inversiones que favorezcan prioridades de desarrollo tecnológico generado internamente. No se encadenan con mecanismos de integración en cadenas de valor, ni están pensadas para sustituir importaciones, ni para mejorar niveles de productividad de sectores internos. Ni siquiera para lograr una fuerte recaudación impositiva.
- Estos enclaves de exportación han sido diseñados y pensados en función de necesidades o demandas externas. Ni siquiera para conseguir urgentemente divisas que sirvan pagar las deudas externas. El presupuesto 2024 presentado recientemente al Congreso lo dice explícitamente.
- A diferencia de muchas naciones de América del Sur (Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela), la Argentina dispone de una base industrial y una masa crítica de recursos humanos en cantidad y calidad como para avanzar en un proceso de industrialización moderna. La absoluta ausencia de una política industrial sostenible es altamente criticable porque el Estado otorga un sinnúmero de subvenciones y promociones absolutamente innecesarias al sector privado para explotar recursos o nichos de mercado naturalmente rentables.
- Si no se avanzara en un modelo industrialista, aunque sea una selectiva sustitución de importaciones, si no se alcanzara en cierto crecimiento económico, va a llegar un momento en que las necesidades de divisas necesarias para pagar importaciones superarán a las generadas por las exportaciones. Se llegará nuevamente a la clásica restricción externa que significará una nueva devaluación.
- Las grandes empresas exportadoras continuarán su proceso comercial autónomo, supeditado a los mercados externos o al esquema dictado desde sus casas matrices: financiarización, carry trade y control de rentabilidades mínimas. Gozando de libertad absoluta y sin contraprestaciones negociables, nunca dejarán localmente excedentes suficientes para generar financiamiento del desarrollo nacional. Como permanecen compromisos de pago de servicios y capital de la deuda externa, renovadas restricciones externas podrían surgir en el futuro.
- Si no se solucionan racionalmente problemas centrales como el endeudamiento externo, la falta de instrumentos de ahorro en moneda local, la excesiva concentración/extranjerización de las exportadoras y en especial la escasa reinversión productiva del excedente, proseguirá el actual modelo dependiente y por más que sigamos incrementando nuestras exportaciones, los excedentes no aparecerán y poco podremos hacer para modificar realmente la estructura productiva.
- El problema central de la Argentina es su actual incapacidad para retener una buena parte del valor generado en el actual proceso productivo dentro de su espacio nacional para a generar un proceso sinérgico de crecimiento. Las transferencias de valor hacia el exterior se han profundizado bajo el capitalismo financiarizado, capturado por el sistema financiero gracias a su posicionamiento estratégico en los circuitos internacionales.
- La baja productividad relativa del resto de las actividades no vinculadas a la explotación de los recursos naturales renovables y no renovables, y el pequeño volumen de los mercados internos, atrapados por los bajos salarios y la informalidad, conspiran contra las posibilidades de ampliar otras áreas de inversión y desarrollo. Esto da lugar a nuevas posibilidades de fuga de los excedentes generados en el plano doméstico.
- Los grandes proyectos exportadores son altamente rentables. Pese a ello suelen insumir recursos estatales (subsidios y exenciones) que podrían aplicarse al desarrollo industrial.
- El RIGI, eje central de las Ley 27.742 (Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos) de junio 2024 es un esquema de privilegios en materia impositiva, cambiaria, aduanera, por plazos sumamente extendidos, con casi nulo impacto de desarrollo regional, tecnológico, productivos y ambiental. Solo intenta un ingreso de divisas a corto plazo, a costa de grandes salidas en el futuro con inciertas entradas, sumado a bajas recaudaciones impositivas durante largos años.
- Los proyectos del RIGI orientados a petróleo y minerales tendrán alta rentabilidad en el contexto de la gran demanda global pero generarán desventajas a la industria local para competir con insumos importados y bienes de capital, profundizando la primarización de la estructura productiva argentina.
- De no haber profundos cambios estratégicos el panorama futuro no parecería poder superar las restricciones externas que surgirán, sino que se profundizará así el cuadro de dependencia y de subdesarrollo.
- La Argentina necesita un nuevo modelo de crecimiento, integrado al mundo, pero estructurado desde una planificación soberana del nuestro desarrollo, negociada con las demandas externas, pero que garanticen la viabilidad de nuestro modelo de desarrollo.