Un incendio lleno de chispas extrañas

Fundador de la primera junta vecinal en Villa Lago Gutiérrez en 1995, poeta, escritor, Arturo Castagnetto vive en la Patagonia andina hace 38 años, cuando migró de Bahía Blanca a Bariloche. Explica por qué el actual incendio en bosques intangibles del Parque Nacional Nahuel Huapi tiene sus rarezas: combaten el fuego quienes nunca lo hicieron, rechazan a los voluntarios, buscan que no haya cobertura periodística. 

Dice Arturo Castagnetto, asombrado y con voz de sospecha, que “es la primera vez que un evento de esta naturaleza no es reflejado en toda su importancia”. Se refiere al fuego extendido en el Parque Nacional Nahuel Huapi. “Porque antes ya hemos tenido eventos de mayor escala pero el impacto púbico fue grande”, explica desde sus 38 años de experiencia en la Patagonia andina y boscosa.

–¿Cuál es la magnitud del incendio actual?

–Supera las tres mil hectáreas dentro de una zona que en el Nahuel Huapi, el primer parque nacional en crearse, tiene diferentes instancias jurídicas legales. Hay zonas que pueden ser concedidas para que ciudadanos exploten bosques o tengan ganadería o agricultura. Hay otras que son de reserva. Y unas terceras, de reserva natural estricta. En estas últimas no tiene que pisar ni medio ser humano excepto con autorizaciones especiales para hacer un estudio científico. 

–¿Cuál de las tres partes se incendió?

–El incendio se desata justamente en zona de reserva nacional estricta. Pero ya está afectando el área que tiene posibilidades de ser explotadas por el ser humano. La historia muestra distintos tipos de explotación, que van desde la oligarquía terrateniente a pueblos originarios. En esta zona predominan los descendientes de tehuelches.

–No queda claro el origen probable de estos fuegos.

–El incendio, hasta donde sabemos, no se inicia a partir de un fuego intencional como sí ha venido ocurriendo desde la década del ’90. En 1991, por ejemplo. Esos negocios intencionales se provocaban para obtener negocios financieros e inmobiliarios. Hubo varios de ese tipo en toda la región, en el sudoeste de Neuquén, de San Martín de los Andes hacia abajo, y el suroeste de Río Negro hasta el límite con Chubut. Tanto en parques nacionales como en territorios provinciales.

–¿Qué tipo de negocios venían después del fuego?

–En el Nahuel Huapi los incendios favorecían el negocio inmobiliario. Despejaban la vegetación nativa y la zona boscosa. En Río Negro y Neuquén entran en conflicto las jurisdicciones y un extrapoder que vendría a ser Parques Nacionales. Hay legislaciones diferentes que chocan entre sí. Uno se entera de todo eso cuando llega a habitar este territorio. Es mi caso desde hace 38 años. Te corrés dos metros y tenés una legislación diferente de la que te enseñaron toda la vida en la primaria. Hay legislaciones contrapuestas, justo en esta zona que es la que tiene mayor cantidad de habitantes de la Patagonia.

–O sea que el escenario actual podría definirse como una combinación entre un incendio no intencional pero que sí podría ser aprovechado para hacer negocios.

–El incendio puede hacer que una zona deje de ser área protegida, porque no habrá más vegetación que cuidar. En estos casos hace falta menos dinero para lotear el lugar y despejarlo. A su vez, cada vez que una zona quedó sin vegetación esto favorecía que un particular, vía una inmobiliaria, firmara en el contrato que iba a recuperar equis cantidad de plantas autóctonas o bosque nativo. Usaban el incendio intencional para la adjudicación de un lote, ya fuera que estuviera en manos de un particular, del Estado provincial o del Estado nacional, en Parques o en otro organismo como el Ministerio de Agricultura o el Ministerio de Ambiente, en tanto autoridad jurídica que dispone de ese lote.

–Y después no cumplían, supongo.

–En general no, no cumplían. En ese colador el negocio financiero inmobiliario, desde los ’90 hasta acá, siempre encontró la manera de meterse para quemar vegetación nativa o implantada y exótica y favorecer la apropiación de un terreno para un negocio.

–Si pensamos que ni las autoridades ni los medios reflejan la magnitud del incendio actual porque lo hacen con un propósito determinado, ¿cuál sería ese objetivo?

–El gobierno nacional trata de ocultar el evento porque puede haber razones ideológicas, como negar el cambio climático, o negarlo porque visibilizarlo implicaría una demanda social de destinar mayores recursos públicos para evitar que se siga extendiendo. Hay una alianza natural y efectiva entre el gobierno nacional y el de la provincia. En resumen, mejor que los provincianos de Río Negro no se enteren de lo que está pasando. Y la idea es que el gobernador haga la vista gorda aunque en cantidad de hectáreas es la mitad del mayor incendio en la región, que fue en 1996 y 1997. En el 2021 hubo otro de magnitud importante que afectó la zona de El Bolsón.

–¿Qué fuerzas combaten el incendio?

–El Ejército les dice a los voluntarios que no entren a ayudar. Ése es otro dato nuevo y extraño, porque normalmente se solicita el apoyo de la población. Se habla de la actividad de la Gendarmería, cuando este tipo de incendio nunca lo resolvió Gendarmería. Siempre trabajaron el Servicio Provincial de Lucha contra Incendios Forestales, Parques Nacionales con sus brigadas, las asociaciones de bomberos voluntarios y el Servicio Nacional de Lucha contra Incendios. Eso era lo normal hasta este 24 de diciembre. Eso ocurrió siempre, fuera cual fuera el color político del gobierno nacional de turno. 

–¿Y por qué voluntarios no? ¿También para ocultar algo?

–Es raro que se trate de evitar que vayan los voluntarios a ayudar en el apagado del incendio. Incluso para llevar agua a los que están combatiendo el fuego. Los frenan, les piden el agua y la comido y no los dejan acercarse. Impiden una acción natural civil natural de apoyo. Yo les recomendaría a las autoridades que tengan cuidado: hay que recordar que María Julia Alsogaray terminó presa, entre otras cosas por la causa penal iniciada por incendios intencionales.

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