Minoría ruidosa versus mayoría silenciosa

El trabajo de la ultraderecha en redes sociales es un modelo de coerción social bien administrado. La minoría ruidosa se organiza, se alinea y ataca.

“Nuestro objetivo es que los kirchneristas tengan miedo de ser kirchneristas”. 

Leonardo Sosa, fundador de Revolución Federal

Los 14 millones de votos y la cifra simbólica del 56% dotaron al libertarianismo argentino de una herramienta de manipulación social. Más allá de las discusiones sobre la estratificación de esos votos (cuántos corresponden a LLA por fuera de su núcleo duro del 30%), el haber consolidado una mayoría a priori “abrumadora” genera una plataforma desde la cual imponer sus puntos de vista. Y a la inversa: genera una minoría que siente miedo de expresarse.

Desarrollada por Elisabeth Noelle-Neumann en la década del 70, la teoría de “la espiral del silencio” explicaba cómo las personas se autocensuran cuando consideran que sus opiniones están en minoría y, en consecuencia, enfrentan el riesgo de ser excluidas o agredidas. El temor al aislamiento social motiva a las personas a conformarse con la opinión predominante de su entorno; en contraposición, quienes se sienten en sintonía con la mayoría experimentan un aumento de la confianza para expresar sus perspectivas. Este proceso de autocensura tiende a homogeneizar las opiniones en una sociedad: las minorías tienden a ser suprimidas, las mayorías ganan visibilidad y aceptación social.

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Fuente de la imagen: De Astriidsm – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=28957319

La autocensura no funciona en todos los casos. Como explica Katherine Miller, existen tres clases de minorías ruidosas: las personas con alto nivel socioeconómico y nivel de estudios; los inconformistas que no tienen nada que perder; y los intelectuales y artistas que se sienten a la vanguardia de los tiempos. Estas tres variables interseccionan con las características no solo de Javier Milei, sino de su grupo de seguidores.

Noelle-Neumann decía que “una minoría convencida de un futuro dominante, y por ello, decidida a exponerse, se convertirá en la opinión dominante frente a una mayoría dubitativa y poco dispuesta a la exposición mediática”. En síntesis, no sólo hace falta una actitud avasallante de parte de la minoría ruidosa, sino también una actitud laxa y pasiva de parte de la mayoría que calla. En este caso, las autocríticas, el internismo, las dudas constantes y los magros resultados del gobierno de Alberto Fernández inhibieron a los militantes peronistas de seguir expresándose en público, fundamentalmente en redes sociales, donde en paralelo se desplegaron otros mecanismos. 

Circulan muchas teorías conspirativas sobre el trabajo de la ultra-derecha en redes sociales pero, como se comentó en notas anteriores, es un modelo de coerción social bien administrado. La minoría ruidosa se organiza, se alinea, y ataca con todo su poder de fuego. El mecanismo es simple, y requiere participación de usuarios reales y bots. 

Vamos a poner como ejemplo a Fernando Cerimedo, estratega digital de Mieli. Cerimedo reconoció en una nota con Infobae que maneja una granja de bots de 50 mil cuentas. Esos bots, al no ser reales y al ser toscos en la generación de contenidos, generan una mínima influencia por sí mismos. Pero sí producen, de manera compulsiva y automatizada, dos ítems muy valiosos en el mundo digital: seguidores e interacciones.

Esos miles de bots empiezan a seguir a una cuenta, pongamos como ejemplo a La Derecha Diario, propiedad de Cerimedo. De un día para el otro, La Derecha Diario pasa de 0 a 10 mil seguidores. Cada contenido que publica obtiene 5 mil likes. Cada video de TikTok es visto de manera completa por miles de cuentas. Por ende los algoritmos identifican que es un contenido “de calidad” y que despierta interés, por lo que lo distribuyen en “públicos similares”. Esta similaridad se estable a nivel sociodemográfico y a nivel intereses, es decir, distribuye ese material en el mismo ámbito geográfico, en personas de la misma edad y que siguen a, por ejemplo, Mauricio Macri y El Dipy. Es así como se genera una masa crítica de seguidores automatizados que lentamente se convierten en seguidores reales.

Este mecanismo puede ser utilizado en cientos de cuentas libertarias, no sólo inflando las cifras y convirtiendo en influencers a usuarios que de otra manera no tendrían ninguna repercusión, sino generando un ecosistema virtuoso, donde interactúan y se apoyan entre sí. 

Sigamos con los ejemplos. Uno de los líderes del movimiento libertario en Twitter se llama @GordoDan_. Tiene más de 145 mil seguidores. Su arma es el sarcasmo, basado en las contradicciones del campo popular. Se hizo conocido con otro nombre, @OsoGordoIntenso, en pleno auge del feminismo, allá por 2017. El “GordoDan” suele retwittear contenidos completamente opuestos a lo que piensa para que la horda que lo sigue ataque al emisor, es decir, los señala explícitamente. Esta horda está compuesta por cientos de personas reales y, en paralelo, por cientos de bots. Dan da la orden, y su grupo sale a atacar e insultar. Cuantos menos seguidores tenga la cuenta que atacan, más probabilidades de que no vuelva a publicar algo similar.

El 31 de enero, y en pleno debate por la Ley Ómnibus, Dan publicaba el tweet que se copia debajo: “Nacieron hijos nuestros”. Se jactaba de que el hashtag #SeraLey era tendencia número 1 en Twitter, dando la ilusión de mayoría a todos sus seguidores. Pero, si se revisan las cifras que él mismo publicó, sucede a la inversa: los hashtags de rechazo sumaban 70 mil posteos, los de aprobación apenas 32 mil. La diferencia estaba, finalmente, en la intensidad.

Elisabeth Noelle-Neumann tuvo la posibilidad de comprobar empíricamente sus teorías académicas. Una vez terminado el trabajo, publicó sus conclusiones. Son, por demás, elocuentes:

  • Una mayoría vista como minoría declinará en el futuro, mientras la minoría vista como la dominante, crecerá.
  • Una mayoría que no espera ser capaz de mantener esa superioridad, disminuirá.
  • Si están unidos en una expectativa favorable a futuro, tomará mucho tiempo imponer una opinión contraria.
  • Si la incertidumbre sobre la fuerza prevaleciente actualmente o en el futuro se incrementa, se anticipa un cambio en la opinión dominante.
  • Si dos posturas difieren claramente una de otra en su disposición a exponerse en público, la que muestre más inclinación a hacerlo es más probable a tener el futuro a su favor.

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